viernes, 24 de abril de 2009

MARIA MADRE DEL RESUCITADO

Para muchas y muchos la celebración de la resurrección nos alegra tanto que hasta cierto punto dejamos de lado a un personaje de gran importancia en este acontecimiento. María, nuestra madre, nos alegramos tanto de ver a su hijo vivo en medio de nosotros que descuidamos que Ella también es parte de esa gloriosa resurrección. Ella como cualquier otra madre fue la única – me atrevo a decir - que creyó plenamente en que su hijo vencería a la muerte, y como santa humilde que es también guardo todo esto en su corazón a pesar del sufrimiento que embargo su ser de Madre
A los apóstoles les había costado mucho aceptar la muerte del Maestro. Pedro le dirá a Jesús, cuando les anuncia su pasión: “Señor, eso a ti no puede sucederte”. Por eso, cuando llegaron los azotes y la muerte violenta del Señor, los apóstoles se dispersaron y se quedaron muy tristes porque no se habían cumplido sus expectativas. No habían entendido que la muerte era el camino para la resurrección ni habían comprendido aquellas palabras que el Maestro les había dirigido a ellos y que hoy nos dirige a todos nosotros: “El que quiera ser discípulo mío, tome su cruz y sígame”. Cuando Jesucristo se les aparece después de su resurrección, les muestra las heridas de los clavos y come con ellos, se les caerá la venda de los ojos y entenderán todas las Escrituras. Inmediatamente, animados por el Espíritu, saldrán hasta los confines de la tierra, proclamando la resurrección del Señor y anunciando su salvación.
En medio de estos acontecimientos, como no podía ser de otra forma, aparece María, la madre de Jesús y la madre la Iglesia. Ella, junto al discípulo amado, con el corazón traspasado de dolor, se mantiene firme al lado de su Hijo. A lo largo de su vida ora, calla y responde a Dios con el “hágase” de la confianza. En contraposición a la fe débil de los apóstoles, María tiene una fe madura y probada. Desde el momento de la anunciación había dado un “Sí” definitivo e incondicional a Dios y por eso espera y confía que el Padre no abandonará para siempre a su Hijo bajo el poder de la muerte. Junto a la cruz su fe y el “Sí” a Dios alcanzan la más alta expresión. Con esa misma fe acoge el último encargo de Jesús, realizado desde la cruz. Debía cuidar de Juan, el discípulo amado, y de todos los que creyesen en su Hijo hasta el final de los tiempos. Desde entonces, todos los cristianos encontramos en Ella el signo luminoso de la esperanza y la vivencia plena del misterio pascual. Con entrañas de Madre, María comienza a cumplir la misión confiada acompañando y orando con los apóstoles el día de Pentecostés. Luego, como nos dice el libro de los Hechos de los Apóstoles, seguirá presente en los primeros pasos de la comunidad cristiana. En comunión con los primeros cristianos, se reúne para la oración en común y para la fracción del pan. Asunta al cielo, María continúa intercediendo ante su Hijo por todos los miembros de la Iglesia hasta que lleguen a la patria celestial. San Clemente de Alejandría dice que “María llama hacia sí a sus pequeños y los alimenta con esa leche santa que es la palabra destinada a los niños recién nacidos”. A nosotros, como a los apóstoles, nos cuesta asumir la cruz, nos resistimos a cargar con la incomprensión, con el desprecio, con las críticas de nuestros hermanos. En cuanto aparecen las dificultades en el camino de la vida, brota en nosotros la resistencia y la rebeldía. En ocasiones, podemos experimentar también la tentación de rechazar a Dios porque nuestra fe es aún débil. Pero no tengamos miedo. Pidamos ayuda a la Madre y recibámosla en nuestra casa, como cosa propia, al igual que hizo el discípulo amado. No nos asustemos por nuestra debilidad y por nuestras pocas fuerzas para llevar la cruz. La Santísima Virgen vela por nosotros, nos protege con amor de Madre y nos muestra a su Hijo glorioso para que Él sostenga nuestra esperanza y fortalezca nuestra fe.

viernes, 17 de abril de 2009

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA

“No seas incrédulo sino creyente”
Jn 20, 19-31
Cada año leemos lo mismo precisamente porque nos acerca el misterio de este domingo. Primero remarca que el domingo proviene del Señor. El primer domingo de Pascua es el día de la manifestación del Resucitado, primero a las mujeres, después a los discípulos. La primera preocupación del Señor es reunir a los discípulos después del escándalo de la cruz. El segundo domingo, el primer día de la semana, esto es, hoy, el Resucitado vuelve a reunir a los discípulos para confirmarlos en la fe.
El Evangelio de este Domingo 2º de Pascua, Fiesta de la Divina Misericordia, nos relata lo que sucedió cuando Tomás, uno de los doce se encontraba ausente. Y conocemos la historia. Tomás no creyó. Le faltaba ¡tanta! fe que tuvo la audacia de exigir -para poder creer- meter su dedo en los orificios que dejaron los clavos en las manos del Señor y la mano en la llaga de su costado.

Dichosos los que crean sin haber visto le dice Jesús a Tomas. El apóstol Tomas, muestra su humanidad, y hasta cierto punto su ignorancia, y esto para ejemplo de todos y cada uno de nosotros. No diremos que es fácil creer, porque nuestra humanidad exige mucho mas a lo sobre natural, pero para creer es simplemente ver las maravillas perfectas que Dios nos ha dado, basta con ver un perfecto amanecer, la sinceridad y amor de un niño, la perfección de la naturaleza, la formación de un nuevo ser humano, nosotros mismos somos un gran milagro… y aun pedimos mas, pero no nos basta eso, tenemos que ver, meter nuestros dedos en las heridas de los clavos… Creer es buscar y encontrar al Señor, nuestro Dios, en la asamblea de los que creen que Jesús es el Mesías, de los que encuentran en los sacramentos la vida que ha brotado de la cruz. No hemos conocido a Jesús según la carne, no buscamos visiones o hechos extraordinarios donde apoyar nuestra fe. La felicidad que nos salva ahora es la presencia vivificante del Señor resucitado que se muestra en cada uno de nosotros, en nuestros hijos, en los que nos aman, en nuestra alegría del resucitado, a pesar de las cruces que tengamos. NO seamos como Tomas, solo creamos en que Jesús vive, y vive para que todo el que crea en el resucite, y tu y yo tenemos que creer con el corazón abierto para resucitar.

Lo primero que muchos en el mundo actual tienen o tenemos que resucitar es nuestra fe, al mundo moderno le fata creer y confiar en Dios, le falta aceptar su amor y voluntad continuamente, porque muchos ni siquiera se han preguntado que es en realidad la fe. Nos dice el Catecismo de la Iglesia Católica: “La Fe es una gracia de Dios y es también un acto humano”. La Fe es una virtud sobrenatural infundida por Dios en nosotros. Pero para creer también es indispensable nuestra respuesta a la gracia divina; es decir, también se requiere un acto de nuestra inteligencia y de nuestra voluntad, por el que aceptamos creer, a veces se nos torna un tanto difícil, que los mismos apóstoles cuando estaban con el le dijeron “Auméntanos la fe” me gusta esa sinceridad de parte de ellos, aumenta nuestro deseo de creer en ti, es una corta oración que todos deberíamos de recitar continuamente, porque que el demonio nos ataca desarticulando lo mas preciado nuestra fe y nuestro deseo de estar con Dios, y sus misterios, la respuesta de Jesús es sencilla, si tuvieran un poquito de fe, al porte de un grano de mostaza, harían lo que quisieran, en otras palabras, lo que se necesitamos es poner algo de nosotros para acrecentar mas mi fe y mi deseo de volverme un hombre o una mujer mas entregada en la voluntad de Dios, pero debemos de trabajar para alimentar nuestra fe y nuestra esperanza en las bondades y misericordias de Dios.
Yo me pregunto, como es que vamos a acrecentar nuestra fe y nuestro deseo de estar con Dios si no le ponemos importancia a su obra. El domingo pasado le pregunte a un amigo, Como estuvo la vigilia pascual en tu parroquia, el me vio, medio extraño y un tanto ofendido y me dijo: “no fui, y le dije porque, su respuesta fue, “Eso es demasiado largo, imagínate estar dos horas y media sentado, mejor me fui a dormir… no tuve palabras para responder porque ciertamente sentí lastima por el, porque lo sintió mas como una ofensa y un reclamo que otra cosa. Yo dije, Menos mal que dice que es un buen católico… si este es un buen católico como serán los malos…
Hermanos y hermanas, acrecentemos nuestra fe, en el resucitado y en su obra en nuestra vida personal, Por eso decimos: “Hágase Tu Voluntad así en la tierra como en el Cielo” cada vez que rezamos el Padre Nuestro, la oración que el mismo Jesucristo nos enseñó. No se trata, pues, de que sea mi voluntad la que se cumpla, ni mi deseo, ni mi proyecto, ni mi plan. Se trata de buscar la Voluntad de Dios, para irla cumpliendo y para ir siguiendo los planes de Dios para mi existencia. En esto consiste la verdadera Fe y la confianza en Dios.
Finalmente quiero hacer una corta reflexión a cerca de nuestra misión como bautizados. En la Historia de la Salvación, quien recibe un don es porque se le confía una misión. No puede haber un don en vano. La donación del Espíritu por parte del Resucitado incluye la misión, como sucede también al final de los tres evangelios: "Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo". Los discípulos son enviados a continuar la misión del Hijo de Dios, muerto y resucitado, misión que éste recibió del Padre. El Espíritu hará efectiva esta misión para destruir el reino del pecado y de la muerte, desvaneciendo el pecado, haciendo una creación nueva, en la que resida la "paz" eternamente, la "paz" que es un don mesiánico por excelencia y que el Resucitado comunica también hoy, de entrada, a sus discípulos.
Nosotros, todos los creyentes, presididos por los sucesores de los apóstoles, continuamos esta misión. De acuerdo con todo esto pedimos, en esta octava de Pascua, que "la fuerza del sacramento pascual persevere siempre en nosotros"
Hermanos y hermanas, alegremos nuestros corazones y anunciemos al mundo que Jesús esta vivo y nosotros somos testigos, digámosle al mundo que Jesús resucito y Yo con resucite con el.

miércoles, 15 de abril de 2009

SEGUNDO DOMINGO DE PASCUA DIA DE LA DIVINA MISERICORDIA

Señor ten misericordia de nosotros y del mundo entero!!!
Cuando Dios quiere revelar un mensaje a la humanidad, no busca a los más importantes y sabios, sino que se revela a través de los más sencillos y humildes, que saben ser dóciles a sus inspiraciones y gracias. Este es el caso del mensaje de la Divina Misericordia dado a la Santa Hna. María Faustina Kowalska, religiosa polaca, instrumento elegido y probado por el Señor. Santa Faustina (como es conocida en el mundo entero) pertenecía a la Congregación de Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia, conocidas como las "Hermanas Magdalenas" que se dedican a la educación de jóvenes de bajos recursos. Vemos como el Señor empieza a poner las piezas de su "rompecabezas de gracia", en un orden perfecto.
El revela Su Misericordia a una religiosa de la comunidad dedicada a Su Misericordia. Santa Faustina estuvo en varias casas de su Orden, siempre realizando trabajos muy sencillos y desapercibidos, tales como la cocina, el jardín, la limpieza del convento o atendiendo la puerta. Precisamente es a esta hermana menos notoria a la que el Señor escoge para dar al mundo entero el gran mensaje de su Misericordia que a tantas almas ha tocado y transformado al propagarse por el mundo entero en momentos tan críticos para la humanidad.
El 22 de febrero de 1931, santa Faustina recibió la primera revelación de la Misericordia de Dios, ella lo anota así en su diario: "En la noche cuando estaba en mi celda, vi al Señor Jesús vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y, con la otra mano, se tocaba el vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaban dos rayos largos: uno era rojo y, el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma estaba llena de miedo pero también rebosante de felicidad. Después de un rato, Jesús me dijo:
Pinta una imagen Mía, según la visión que ves, con la Inscripción : "¡Jesús, yo confío en Ti!." Yo deseo que esta Imagen sea venerada, primero en tu capilla y después en el mundo entero. Yo prometo que el alma que honrare esta imagen, no perecerá. También le prometo victoria sobre sus enemigos aquí en la tierra, pero especialmente a la hora de su muerte. Yo el Señor la defenderé como a Mi propia Gloria.

Cuando contó esto en confesión, el padre le dijo que seguramente Jesús deseaba pintar esta imagen en su corazón pero ella sentía que Jesús le decía "Mi Imagen ya está en tu corazón. Yo deseo que se establezca una fiesta de la Misericordia y que esta imagen sea venerada por todo el mundo. Esta fiesta será el primer domingo después de Pascua. Deseo que los sacerdotes proclamen esta gran misericordia Mía a los pecadores."Por orden de su confesor Santa Faustina le preguntó al Señor el significado de los rayos que aparecen en la imagen emanando del corazón y el Señor le respondió:"Los dos rayos significan Sangre y Agua- el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas-. Ambos rayos brotaron de las entrañas más profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fué abierto por una lanza en la Cruz... Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí".

La Verdadera Devoción de la Divina Misericordia
Durante el retiro de octubre de 1936, Jesús le dio a Santa Faustina indicaciones explícitas sobre lo que constituye la verdadera devoción de la Divina Misericordia:
Hija mía si es que Yo reclamo a la gente, a través tuyo la devoción de Mi Misericordia, debes ser tú la primera en distinguirte en esta confianza en Mi Misericordia. Yo exijo de ti actos de misericordia, que deben realizarse por amor a Mí. Tú debes mostrar misericordia a tu prójimo siempre y en todas partes. No debes acobardarte ante esto o tratar de excusarte o de dispensarte de esto. Te estoy dando tres medios de ejercitar misericordia con tu prójimo: el primero por obra, el segundo de palabra, y el tercero por la oración. En estos tres grados está contenida la totalidad de la misericordia y es una prueba de tu amor por Mí. Por estos medios una alma glorifica y da tributo a Mi Misericordia. Si bien, el Primer Domingo de Pascua, es la Fiesta de la Misericordia, también deben haber otro actos de misericordia, y pido la adoración a Mi Misericordia en la Celebración Solemne de esta festividad y la veneración de esta imagen por medio de la cual yo concederé muchas gracias a las almas. Todo esto como un recordatorio de la urgencia de Mi misericordia, porque aún la fe más fuerte, sin obras no tienen valor".(742)
Las palabras con que Jesús habló a Santa Faustina al comienzo del retiro empezaron a tener efecto. En la Fiesta de Cristo Rey, celebrada el 25 de octubre de 1936, la hermana escribió en su diario: "Durante la Santa Misa, estuve tan envuelta en el fuego interior del amor de Dios y el deseo de salvar almas que no sé como expresarlo. Sentía que estaba en llamas. Yo lucharé contra el mal, con el arma de la misericordia. Me quema el deseo de salvar almas. Me cruzaría todo el largo y el ancho de la tierra y llegaría hasta el último confín, para salvar almas por medio de la oración y sacrificio, deseo que todas las almas glorifiquen la misericordia de Dios"(745).
Santa Faustina comprendió que debía hacerse una víctima pura de amor, reconociendo el camino marcado por las pisadas de Jesús, el camino del sufrimiento, de ser ridiculizada, perseguida y humillada, todo esto debía ser su vida, aceptada por amor a Jesús y a las almas con la única esperanza de que Jesús sería siempre su consuelo y compañero.

La Hora de la Gran Misericordia: Las tres de la tarde
El 10 de octubre de 1937, Santa Faustina recibió instrucciones del Señor concerniente a otro elemento principal de la devoción a la Divina Misericordia; esto es, La Hora de Gran Misericordia:

A las tres de la tarde en punto, implora Mi misericordia, especialmente por los pecadores; y, aunque sea por un breve momento, sumérgete en Mi pasión, particularmente en Mi abandono al momento de la agonía. Esta es la hora de la gran misericordia para todo el mundo. Yo te permitiré entrar en Mi dolor mortal. En esta hora, Yo no rehusaré nada al alma que Me pida algo en virtud de Mi pasión. (1320)

Después de haber visto brevemente como el Señor manifestó a Santa Faustina el deseo de su Corazón de que se arraigara en los corazones la devoción a su Divina Misericordia, nos podremos preguntar ¿Por qué? ¿Por qué el Señor en pleno siglo XX, se aparece a esta religiosa y con insistencia le pide que se establezca esta devoción?.
Si pensamos un poco, no es una devoción nueva, ha estado siempre en la Iglesia desde que el Corazón de Dios existe, pero de una forma nueva el Señor presenta su Misericordia, fluyendo y derramándose en forma de dos rayos que no tienen otro fin más que el de la conversión y arrepentimiento del pecado. Aquí está el propósito del Señor.
El Señor, contemplando como la humanidad en el siglo mas avanzado tecnológicamente, se ha alejado de El, y ha caído en las garras del pecado y de la oscuridad, quiso dar a los hombres el remedio para salir de la fosa en la que se ha adentrado.
Jesús se le reveló a Santa Faustina cuando estaba en pleno apogeo la Segunda Guerra Mundial, y muchas almas recibieron gracias de conversión y de fortaleza al venerar la imagen de Jesús Misericordioso, que se propagó rápidamente en toda Polonia, y luego en toda Europa y el mundo.
El hombre necesita a Dios, y Dios en su Amor, sale a su encuentro derramando los rayos de Misericordia, que tanto le costaron, porque el precio fue que su Corazón fuese Traspasado.El hombre de hoy necesita escuchar que hay esperanza; que Dios en su Misericordia quiere que todos se salven pero la única condición es el cambio de corazón; el reconocer los pecados y con profundo arrepentimiento volver a Dios y alejarse del mal.
"La Humanidad no tendrá paz, hasta que torne con confianza a Mi Misericordia"La Paz es fruto de la amistad con Dios, los hombres de hoy no tienen paz porque han tornado su corazón lejos de Dios. El Señor le dijo a Santa Faustina que solo tendría paz la humanidad cuando se tornase a su Misericordia; porque solo habrá paz en el corazón del hombre hasta que se arrepienta y vuelva a restablecer su amistad con Dios su Señor.
Oremos todos por la conversión de los pecadores, por nuestra propia conversión y la de todos los que viven en pecado mortal. Atraigamos a todos a la "fuente de la Misericordia" el Corazón de Jesús, y sumerjámosles en él, para que sean liberados y sanados del pecado que les separa del Señor y la gracia de Dios se restituya en toda la humanidad.

CORONILLA A LA DIVINA MISERICORDIA



POR TU DOLOROSA PASION TEN MISERIOCORDIA DE NOSOTROS Y DEL MUNDO ENTERO

domingo, 12 de abril de 2009

RESUCITO!!!!! LA TUMBA ESTA VACIA

“Jesús ha resucitado, la tumba esta vacía ”
Jn 20, 1-9

En los evangelios queda claro que ni los apóstoles ni los demás discípulos del Señor esperaban la resurrección. De ahí la sorpresa de María Magdalena, que piensa que se han llevado el cadáver de Jesús del sepulcro donde le habían colocado hace apenas tres días. Es lógico que les cueste creer esto, el impacto del viernes santo aun está fresco, su dolor y su desesperación de la cruz aun se mantienen frescos; la muerte en la cruz era un hecho irrefutable y vergonzoso, pero que a partir de este momento cambiaria definitivamente y se cambiaria en signo de victoria y de orgullo para ellos, y no se cansarían de anunciar este triunfo. Al meditar los textos, nos damos cuenta de que la sorpresa inicial y la fe posterior coinciden con nos corazón es que amaban intensamente a Jesús. El evangelio nos cuenta que la emoción y alegría eran tal que Pedro ante la noticia de Magdalena corre de manera desaforada, como un gran atleta, que nada ni nadie lo detienen, su emoción es grande, su maestro, su señor está vivo, y ese es un motivo de alegría desaforada que se convierte en un llanto que transforma y cambia a cualquier persona.
A muchos siglos de distancia y habiendo celebrado muchas veces esta solemnidad, que es la más importante del año litúrgico, se siente un sentimiento especial por querer sentir la misma emoción que sintieron los once junto con María y las demás mujeres aquel primer domingo, en aquella mañana gloriosa. La iglesia enriquece su liturgia para darle el máximo esplendor, con el signo del fuego manifestado y representado en el cirio pascual, en el agua bautismal entre otros grandes signos vividos en comunión la noche anterior en la Solemne Vigilia Pascual. El hecho de la resurrección es la proclamación del triunfo de la vida sobre la muerte, es Jesús que está vivo, que vive y ya no muere más, El, ilumina todo lo que ha sucedido hasta entonces y también ha de transfigurar con su luz toda nuestra existencia.
María Magdalena,
Pedro, Juan y los demás apóstoles cambiaron su percepción de las cosas porque se encontraron con el Señor Resucitado.
Jesús ¡Ha resucitado! La piedra del sepulcro ha sido removida, pero aún falta remover el corazón de muchos de nosotros, corazones endurecidos y temerosos tras la muerte del Señor, corazones que buscan el encierro por miedo a creer en que el está vivo.
En este segundo Domingo de Resurrección acoge a Cristo el Señor que viene a ti con el mismo saludo pascual que dirigió a sus discípulos: "La paz esté con ustedes", Él quiere suscitar en tu corazón la alegría de la Pascua, quiere remover tu corazón endurecido para que te conviertas en testigo de la resurrección ante tus hermanos.
La alegría de la Pascua la debes compartir y proclamar seguro de lo que el Señor ha derramado sobre ti: el don del Espíritu Santo "Recibe el Espíritu Santo" para que a impulso suyo puedas decir confiadamente: He experimentado la acción de Jesús en mi vida.
Cuanto agrada al señor una respuesta de fe: "Dichosos los que creen sin haber visto"; cuánto agrada al Señor una oración confiada "Señor mío y Dios mío". Cuanto agrada al Señor una comunidad unida en este día de Pascua para confesar su fe en Él, vivo y resucitado, y que llega a cada eucaristía donde los cristianos reunidos en su nombre le acogen y Jesús poniéndose en medio de la asamblea vuelve a repetir para todos "La paz esté con ustedes".
¡¡¡JESUS HÁ RECITADO ALELUYA ALELUYA!!!

QUE SIGNIFICA EL CIRIO PASCUAL

El Cirio más importante es el que se enciende en la Vigilia Pascual como símbolo de Cristo–Luz, y que sitúa sobre una elegante columna o candelabro adornado. El Cirio Pascual es ya desde los primeros siglos uno de los símbolos más expresivos de la Vigilia. En medio de la oscuridad (toda la celebración se hace de noche y empieza con las luces apagadas), de una hoguera previamente preparada se enciende el Cirio, que tiene una inscripción en forma de cruz, acompañada de la fecha del año en curso (2009), y de las letras Alfa y Omega, la primera y la última del alfabeto griego, para indicar que la Pascua del Señor Jesús, principio y fin del tiempo y de la eternidad, nos alcanza con fuerza nueva en el año concreto que vivimos. Al Cirio Pascual se le incrusta en la cera cinco granos de incienso, simbolizando las cinco llagas santas y gloriosas del Señor en la Cruz. Ninguna luz en la iglesia será encendida en la vigilia que no provenga de este cirio. A partir del encendido del cirio los fieles toman la luz del mismo durante la profesión de fe. El cirio es renovado precisamente en esta ceremonia, sustituyéndose el del año anterior. Su tamaño puede variar, aunque ha de ser mayor que el de resto de velas del templo. Suele tener una cruz en uno de sus lados.

En la procesión de entrada de la Vigilia se canta por tres veces la aclamación al Cristo: " Luz de Cristo. Demos gracias a Dios ", mientras progresivamente se van encendiendo los cirios de los presentes y las luces de la iglesia. Luego se coloca el cirio en la columna o candelabro que va a ser su soporte, y se proclama en torno a él, después de incensarlo, el solemne Pregón Pascual.
Además del simbolismo de la luz, el Cirio Pascual tiene también el de la ofrenda, como cera que se gesta en honor de Dios, esparciendo su Luz: " acepta, Padre Santo, el sacrificio vespertino de esta llama, que la santa Iglesia te ofrece en la solemne ofrenda de este cirio, obra de las abejas. Sabemos ya lo que anuncia esta columna de fuego, ardiendo en llama viva para gloria de Dios... Te rogamos que este Cirio, consagrado a tu nombre, para destruir la oscuridad de esta noche”. La sagrada Congregación de Ritos decretó en 19 de Mayo de 1607 que se encendiese el cirio pascual los tres días solemnes de Pascua, sábado in albis y todos los otros domingos hasta la fiesta de Pentecostés, se mantiene encendido durante las celebraciones realizadas durante el tiempo de pascua De él se tomará la luz que se enciende para cada uno de los nuevos bautizados o de los confirmandos. El Cirio Pascual estará encendido en todas las celebraciones durante las siete semanas de la cincuentena pascual, al lado del ambón de la Palabra, hasta la tarde del domingo de Pentecostés. Una vez concluido el tiempo Pascual, conviene que el Cirio se conserve dignamente en el bautisterio. El Cirio Pascual también se usa durante los bautizos y en las exequias, es decir al principio y el término de la vida temporal, para simbolizar que un cristiano participa de la luz de Cristo a lo largo de todo su camino terreno, como
garantía de su definitiva incorporación a Luz de la vida eterna.

RESUCITO!!!!! LA TUMBA ESTA VACIA

EL VIVE Y ESTA EN MEDIO DE NOSOTROS

miércoles, 8 de abril de 2009

JUEVES SANTO DIA DEL SACERDOTE

EL SACERDOTE ES OTRO CRISTO
Hace mas de dos mil años Jesus eligio a doce hombres, escogidos no por meritos sino por conforme a su amor y a su bondad, y el dijo "Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre"... Esos doce hombres estan represandos ahora en la persona del sacerdote, quizas los sacerdotes no seamos lo mejores, pero asi nos elgio el para ese ministerio. Desde mi experiencia pienso mi llamado, como el llamado de muchos de mis hermanos sacerdotes es un misterio que nunca terminaremos de entender, porque creo que hay hombres mejores que yo y me eligio a mi. "Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados" -Hebreos 5,1
Sacerdote del Señor ungidas tienes las manos en ellas llevas a Dios pan divino y soberano, manos consagradas y ungidas para santificar, para hacer cada dia el milagro de la Eucaristia. Hombres de valor, entregados y llamados a la causa de la salvacion.


Que es un sacerdote: Ser sacerdote es: Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres, ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna; compartir todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a El sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza, tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad; enseñar y perdonar, consolary bendecir siempre, Dios mío,qué vida! Y esa es la tuya,oh sacerdote de Jesucristo!

EN ESTE DIA OFRESCAMOS UNA ORACION POR NUESTROS SACERDOTES
ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES

OH Jesús que has instituido el
sacerdocio para continuar en la tierrala obra divina de salvar a las almasprotege a tus sacerdotes (especialmente a: Padre Hoyos, Padre Kevin y Padre Jose Vu mis amigos y hermanos) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.Haz que se preserven puros sus Corazones,marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.Aumenta el número de tus apóstoles,y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almasque sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén

JUEVES SANTO

MISA CRISMAL DONDE RENOVAMOS NUESTRAS PROMESAS SACERDOTALES
Este dia nos reunimos todos los sacerdotes junto al obispo en la Catedral, para la bendicion de los oleos, que son los aceites que seran utilizados para la santificacion del pueblo de Dios.
- El Santo Crisma: que el obispo utilizara para las sagradas ordenaciones, y para los bautismos.
- El Oleo de los Enfermos: La administrar la extrema uncion. O el sacramento de los enfermos.
- Oleo de los Catecumenos: Con el cual se unge a los catecumenos en el sacramento del bautismo.
Este dia tambien todos los sacerdotes renovamos nuestras promesas sacerdotales, que son las promesas que hicimoes el dia de nuestra ordenacion sacerdotal. Creo que para todos los sacerdotes es volver a recordar ese gran acontesimiento del dia de nuestra ordenacion sacerdotal
El tema principal de la misa crismal es el sacerdocio. Al entregar el misterio de la eucaristía a la Iglesia, Cristo instituyó también el sacerdocio. Los textos de la misa presentan un conjunto catequético no solamente acerca del sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio general de los fieles. En la antífona de entrada, la asamblea aclama: "Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre".
Todo sacerdocio es una participación del sacerdocio único de Cristo. El es nuestro mediador y sumo sacerdote, y su unción viene del Espíritu Santo. Así se desprende de la lectura de Isaías (61,1-3.6.8-9) y del evangelio de Lucas (4,16-21), donde el Señor cita y se aplica a si mismo los textos proféticos: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido".
La liturgia de jueves santo en la catedral se aproxima mucho a este ideal. En ella tenemos al obispo, jefe de la Iglesia local, rodeado por sacerdotes de todas las parroquias de su diócesis y representantes de los religiosos. El obispo concelebra con sus sacerdotes como señal de unidad y fraternidad, y es asistido por ellos en la consagración de los óleos. Los diáconos y otros ministros también están presentes y tienen parte activa en la celebración.Como expresión visible de la Iglesia jerárquica, es una ocasión única; y más si están presentes también en ella un buen número de fieles. La asistencia y participación de los seglares es muy de desear, porque la Iglesia no está completa si no incluye esta parte del pueblo de Dios.

MIERCOLES SANTO

JUDAS, EL TRAIDOR
El Miércoles Santo recordamos la triste historia de uno que fue Apóstol de Cristo: Judas. Así lo cuenta San Mateo en su evangelio: Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?". Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento, andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
¿Por qué recuerda la Iglesia este acontecimiento? Para que nos hagamos cargo de que todos podemos comportarnos como Judas. Para que pidamos al Señor que, de nuestra parte, no haya traiciones, ni alejamientos, ni abandonos. No solamente por las consecuencias negativas que esto podría traer a nuestras vidas personales, que ya sería mucho; sino porque podríamos arrastrar a otros, que necesitan la ayuda de nuestro buen ejemplo, de nuestro aliento, de nuestra amistad.
En algunos lugares de América, las imágenes de Cristo crucificado muestran una llaga profunda en la mejilla izquierda del Señor. Y cuentan que esa llaga representa el beso de Judas. ¡Tan grande es el dolor que nuestros pecados causan a Jesús! Digámosle que deseamos serle fieles: que no queremos venderle —como Judas— por treinta monedas, por una pequeñez, que eso son todos los pecados: la soberbia, la envidia, la impureza, el odio, el resentimiento... Cuando una tentación amenace arrojarnos por el suelo, pensemos que no vale la pena cambiar la felicidad de los hijos de Dios, que eso somos, por un placer que se acaba enseguida y deja el regusto amargo de la derrota y de la infidelidad.
Hemos de sentir el peso de la Iglesia y de toda la humanidad. ¿No es estupendo saber que cualquiera de nosotros puede tener influencia en el mundo entero? En el lugar donde estamos, realizando bien nuestro trabajo, cuidando de la familia, sirviendo a los amigos, podemos ayudar a la felicidad de tantas gentes. Como escribe San Josemaría Escrivá, con el cumplimiento de nuestros deberes cristianos, hemos de ser como la piedra caída en el lago. —Produce, con tu ejemplo y con tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro. .. Hasta llegar a los sitios más remotos.
Vamos a pedir al Señor que no le traicionemos más; que sepamos rechazar, con su gracia, las tentaciones que el demonio nos presenta, engañándonos. Hemos de decir que no, decididamente, a todo lo que nos aparte de Dios. Así no se repetirá en nuestra vida la desgraciada historia de Judas.
Y si nos sentimos débiles, ¡corramos al Santo Sacramento de la Penitencia! Allí nos espera el Señor, como el padre de la parábola del hijo pródigo, para darnos un abrazo y ofrecernos su amistad. Continuamente sale a nuestro encuentro, aunque hayamos caído bajo, muy bajo. ¡Siempre es tiempo de volver a Dios! No reaccionemos con desánimo, ni con pesimismo. No pensemos: ¿qué voy a hacer yo, si soy un cúmulo de miserias? ¡Más grande es la misericordia de Dios! ¿Qué voy a hacer yo, si caigo una vez y otra por mi debilidad? ¡Mayor es el poder de Dios, para levantarnos de nuestras caídas!
Grandes fueron los pecados de Judas y de Pedro. Los dos traicionaron al Maestro: uno entregándole en manos de los perseguidores, otro renegando de Él por tres veces. Y, sin embargo, ¡qué distinta reacción tuvo cada uno! Para los dos guardaba el Señor torrentes de misericordia. Pedro se arrepintió, lloró su pecado, pidió perdón, y fue confirmado por Cristo en la fe y en el amor; con el tiempo, llegaría a dar su vida por Nuestro Señor. Judas, en cambio, no confió en la misericordia de Cristo. Hasta el último momento tuvo abiertas las puertas del perdón de Dios, pero no quiso entrar por ellas mediante la penitencia.
En su primera encíclica, Juan Pablo II habla del derecho de Cristo a encontrarse con cada uno de nosotros en aquel momento-clave de la vida del alma, que es el momento de la conversión y del perdón (Redemptor hominis, 20). ¡No privemos a Jesús de ese derecho! ¡No quitemos a Dios Padre la alegría de darnos el abrazo de bienvenida! ¡No contristemos al Espíritu Santo, que desea devolver a las almas la vida sobrenatural! Pidamos a Santa María, Esperanza de los cristianos, que no permita que nos desanimemos ante nuestras equivocaciones y pecados, quizá repetidos. Que nos alcance de su Hijo la gracia de la conversión, el deseo eficaz de acudir —humildes y contritos— a la Confesión, sacramento de la misericordia divina, comenzando y recomenzando siempre que sea preciso

martes, 7 de abril de 2009

MARTES SANTO

Jesus cae para que nosotros podamos levantarnos

La tradición señala tres caídas de Jesús en su desplazamiento hasta el lugar donde lo crucificaron. No hay correspondencia bíblica, pero podemos imaginar la posibilidad como consecuencia del tratamiento que padeció antes de iniciar el Camino de la Cruz.Si el peso de la cruz se apodera de las fuerzas del Nazareno, hasta el extremo de volver a caer en tierra, pienso que no es tanto porque el madero en sí sea pesado, cuanto por la experiencia dolorosa de sentirse traicionado por su pueblo y por los suyos.¿Dónde están los amigos? ¿Dónde aquellos con los que compartió tantos momentos de su vida? La prueba acompañada de amistad y solidaridad se hace llevadera, la que se sufre en abandono hiere hasta el extremo de hacerse irresistible.Jesús dice: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar” (Jn 13, 21). Muchos podrían ser los motivos por los que la naturaleza humana de Cristo se sintió débil, y cabe que especulemos haciendo exégesis con los datos que aparecen en las distintas tradiciones. Sabemos que los suyos lo abandonaron, y que el peso de la soledad, del sufrimiento moral, derrumba más que el físico. “¿Conque darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces” (Jn 13, 38).Sin embargo, al mismo tiempo, las lecturas de hoy nos ofrecen la clave de todo el proceso y el secreto para resistir en la prueba: la presencia invisible, íntima del amor de Dios. En la encrucijada del abandono y de la soledad de los suyos, Jesús pudo traer a su memoria: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas y pronunció mi nombre” (Isa 49,1).No podemos sublimar la Pasión de Cristo y quitarle el realismo espiritualizando las escenas; Jesucristo padeció y murió. Sin embargo, tampoco podremos separar el sufrimiento del Hijo amado de Dios de la relación íntima con su Padre.


A ti, Señor, me acojo
No quede yo derrotado para siempre;
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
Inclina tu oído, y sálvame” (Sal 71 [70], 6).


¿Cómo resuelvo el sufrimiento moral y las pruebas de despojo?
¿Me desentiendo del sufrimiento de los otros o sé ser solidario?
¿Tengo experiencia de la fuerza que da la oración en situaciones límite?


“Estas almas, por la mayor parte, les lastima cualquier cosa que digan de ellas, y no abrazan la cruz, sino llévanla arrastrando, y así las lastima y cansa y hace pedazos; porque si es amada, es suave de llevar. Esto es cierto” (SANTA TERESA DE JESÚS, Concepto de amor de Dios 2, 26).

lunes, 6 de abril de 2009

LUNES SANTO

LA MISERICORDIA DE JESUS CAMBIA EL CORAZON:
La Semana Santa, o semana mayor, porque los cristianos la queremos Santa, es decir, diferente. Santo significa diferente. Pues diferentes queremos ser todos nosotros. Queremos ser mejores, Dar un paso adelante en este caminar hacia lo que puede dar sentido a mi vida y hasta nuestras fallas o pecados. Ir hacia lo trascendente, hacia Dios.
En este camino encontraremos la verdad y la vida en Jesucristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esta es una Semana de conversión, de cambio, de metanoia, para acercarnos un poco más a esta meta, a la que todos aspiramos, aunque a veces nos equivoquemos de camino, pero lo que sí es cierto en todos, es que todos buscamos la felicidad, el bien estar, el ser, sea como sea.
“Que si arduos son nuestros caminos, sabemos bien a dónde vamos”

Pero, convertirnos ¿de qué? ¿Qué queremos y qué debemos cambiar en nosotros para hacer santa esta semana, para hacerla grande? ¿Qué es lo más grande que podemos encontrar en el ser humano?
San Pablo nos lo dirá: “ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor; pero la más grande y excelente de todas es el amor”

El paso, que debemos dar hacia adelante en esta Semana Santa, en esta Semana santa, es, pues, un paso hacia adelante en el AMOR; pero no en cualquier amor, sino en el AMOR de AMISTAD, porque la AMISTAD es la forma perfecta del AMOR, tan perfecta es, que la Iglesia, madre y maestra, pone a la consideración de todos los cristianos del mundo y aun a la de todos los hombres de buena voluntad, y nada menos que durante la Semana santa de toda la Cristiandad y por dos veces: la negación de la amistad como desastre, la traición en el amor de amistad. El Martes, la traición de Judas. Y el miércoles, de nuevo, la traición de uno de los doce, llamado Judas, el hijo de Simón Iscariote, para más señas.

Veremos a Jesús, profundamente conmovido y conmocionado, sin casi aliento, por este gran contraste, experimentando en sus sentimientos y en sus amores, pues “seis días antes, tan solo, de la Pascua, fue recibido por amigos de verdad”, que no hacen traición y que todo lo dan, todo lo entregan y lo ponen a tu servicio. Esto “fue en Betania”.

Los amigos son los únicos que nos escuchan. Los demás, solo nos oyen. Imaginemos un poco la escena para ver si esta semana y nuestra vida la hacemos Grande, invitando también nosotros a Cristo para escucharle, como buenos amigos.

Antes de las horas de brutalidad y odio, la hora de la AMISTAD y de la convivencia. Dichoso en esta casa de las afueras de Jerusalén, mientras sus enemigos tenían una circulo de intrigas en la noche.
“María, tomó una libra de perfume, de gran valor. La derramó sobre sus pies, se los secó con sus cabellos y la casa se llenó de la fragancia del perfume”. Escena misteriosa y gesto insólito, excesivo, enorme, un derroche. El salario anual de un obrero. Así lo vio y juzgó Judas. No era amigo, no entendía las locuras de la amistad.


María, la orante, la que escucha, ella misma es perfume y crea un clima de paz y hasta de placer. Esas horas de oración parecen pérdida de tiempo, como a Judas le parecía pérdida, derroche, el perfume que derramó sobre los pies de Jesús. Quien no es amigo, no entiende de amores, solo del materialismo y de los intereses sórdidos de la vida, pues a “Judas, ladrón, le gustaba el dinero”, como dios de su corazón.


“¿ Por qué no se ha vendido este perfume por 300 denarios para dárselo a los pobres?” “Jesús dijo entonces: dejadla; ha guardado este perfume para el día de mi sepultura”. El gesto tiene un alcance pascual. María anticipa los cuidados tradicionales, de embalsamamiento, que no podrán darse a su cuerpo, porque cuando vayan a hacerlo, ya habrá resucitado. Esta unción es, pues, símbolo y anunciadora de su triunfo: la RESURRECCION

“Los pobres los tendréis siempre entre vosotros; a mí, no”. Su ausencia producirá un gran vacío físico, material. Nosotros seguimos teniendo dificultad para encontrarle en los signos de los sacramentos, en la oración, en la vida de cada día. Aparentemente está ausente, pero presente en los acontecimientos, en el pobre, en el marginado, en el pecador, en esas situaciones límite de nuestra vida. Ahí está.

Y si por amigo de verdad lo tenemos, hagamos locuras, como María, que ella tampoco veía claramente en Cristo al Hijo de Dios.
Enséñanos a encontrarte, Señor Jesús, como buen amigo en los acontecimientos y avatares de la vida. Enséñanos a encontrarte en la Comunidad de tu familia, de la nación, de la sociedad internacional, en la Iglesia, en la Eucaristía, cuando participo en su celebración, como cumbre de toda la vida de la Iglesia y de la Humanidad.Y que escuchemos muy quedamente en el corazón lo que él nos susurra: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer”

sábado, 4 de abril de 2009

DOMINGO DE RAMOS

EN LA PASION DEL SEÑOR
Hoy domingo de Ramos se abre solemnemente la Semana Santa, con el recuerdo de las Palmas y de la pasión, de la entrada de Jesús en Jerusalén y la liturgia de la palabra que evoca la Pasión del Señor en el Evangelio de San Marcos.

Vamos con el pensamiento a Jerusalén, subimos al Monte de los olivos para recalar en la capilla de Betfagé, que nos recuerda el gesto de Jesús, gesto profético, que entra como Rey pacífico, Mesías aclamado primero y condenado después, para cumplir en todo las profecías.
Por un momento la gente revivió la esperanza de tener ya consigo, de forma abierta y sin subterfugios aquel que venía en el nombre del Señor. Al menos así lo entendieron los más sencillos, los discípulos y gente que acompañó a Jesús, como un Rey.

San Marcos nos habla de la algarabía de la multitud, y de cómo esa gente iba alfombrando el camino con sus vestidos, manifestando la dignidad de Jesús como rey, y con grito de algarabía gritaban: "Bendito el que viene como Rey en nombre del Señor.

Paz en el cielo y gloria en lo alto". Palabras con una extraña evocación de las mismas que anunciaron el nacimiento del Señor en Belén a los más humildes.
Jerusalén, desde el siglo IV, en el esplendor de su vida litúrgica celebraba este momento con una procesión multitudinaria. Y la cosa gustó tanto a los peregrinos que occidente dejó plasmada en esta procesión de ramos una de las más bellas celebraciones de la Semana Santa.

Por otro lado, entramos en la Pasión y anticipamos la proclamación del misterio, con un gran contraste entre el camino triunfante del Cristo del Domingo de Ramos y el Viacrucis de los días santos.

Sin embargo, son las últimas palabras de Jesús en el madero la nueva semilla que debe empujar el remo evangelizador de la Iglesia en el mundo. "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu".

Este es el evangelio, esta la nueva noticia, el contenido de la nueva evangelización. Desde una paradoja este mundo que parece tan autónomo, necesita que se le anuncie el misterio de la debilidad de nuestro Dios en la que se demuestra el culmen de su amor.
Como lo anunciaron los primeros cristianos con estas narraciones largas y detallistas de la pasión de Jesús.




Era el anuncio del amor de un Dios que baja con nosotros hasta el abismo de lo que no tiene sentido, del pecado y de la muerte, del absurdo grito de Jesús en su abandono y en su confianza extrema. Era un anuncio al mundo pagano tanto más realista cuanto con él se podía medir la fuerza de la Resurrección. La liturgia de las palmas anticipa en este domingo, el triunfo de la resurrección; mientras que la lectura de la Pasión nos invita a entrar conscientemente en la Semana Santa de la Pasión gloriosa y amorosa de Cristo el Señor.
Estos días de la Semana Santa nos llaman a la muerte con Cristo: a sacrificar nuestra vida por El y por lo que El nos dice en su Evangelio. No basta recoger palmas benditas este Domingo de Ramos, no basta visitar a Cristo expuesto solemnemente el Jueves Santo, no basta siquiera pensar en los sufrimientos de Cristo durante la ceremonia del Viernes Santo. Todo esto es necesario ... muy necesario. Pero todo esto debiera llevarnos a imitar a Cristo en esa cruz y en esa muerte que El nos pide para poder salvar nuestras vidas.
Y ¿qué es ese morir que Cristo nos pide? El lo determina muy bien cuando nos dice cómo hemos de seguirlo: “El que quiera seguirme, que se niegue a sí mismo” (Mc. 8, 34). Comprender qué significa negarse uno mismo es muy simple. Hacerlo es ya más difícil ... pero no imposible.
Negarse a uno mismo es sencillamente decirse “no” a lo que uno desea, a lo que uno cree que es lo mejor, a lo que uno cree que es lo más conveniente, a lo que uno cree que es necesario ... cuando eso que uno desea, que uno cree lo mejor, más conveniente y necesario no coincide con lo que Cristo nos dice, nos muestra y nos pide.
Y ¿por qué es difícil negarse a uno mismo? Es difícil, porque estamos acostumbrados a consentirnos a nosotros mismos, a decirnos que sí a todos nuestros deseos, antojos, supuestas necesidades, apegos, etc. Nos amamos mucho a nosotros mismos; por eso nos consentimos tanto.


El mundo nos vende la idea de complacer nuestro “yo”, con cosas lícitas o ilícitas, necesarias o innecesarias, buenas o malas. No importa. Lo importante es hacer lo que uno quiera. Y esto que está tan arraigado en nuestra forma de ser, va en contra de lo que Cristo hizo y nos pide con su ejemplo y su Palabra.


Y nosotros, si hemos de seguirlo, ¡cuánto no tenemos que rebajarnos en nuestro orgullo, en nuestro engreimiento, en nuestra vanidad, en ese creer que somos gran cosa! Pero ... ¡si dependemos de Dios hasta para cada latido de nuestro corazón! ...¿cómo, entonces, podemos creernos tan independientes de Dios que nos damos el lujo de contrariar su Ley, su Palabra y sus exigencias?
¿No estamos, acaso, como esa turba que pidió la cruz para el más inocente de los inocentes? Nos dice el Evangelio de hoy, que los sumos sacerdotes “incitaron a la gente” para pedir tremenda aberración: matar ¡nada menos! que al Hijo de Dios hecho Hombre, que pasó por esta vida humana nuestra haciendo sólo el bien.
¿No nos dejamos influir nosotros por lo que el mundo nos vende, por lo que la televisión nos dice? ¿No nos dejamos “incitar” -como aquella turba- para ponernos en contra de Dios, de su Ley, de su Amor y del amor que nosotros le debemos? Cabe preguntarnos siempre, pero muy especialmente en esta Semana Santa: ¿Realmente amamos a Dios? ¿Lo amamos sobre todas las cosas o más bien nos amamos a nosotros mismos?

viernes, 27 de marzo de 2009

¿Te has dado cuenta la riqueza que encierra el silencio?

¡Necesitamos Silencio! Sí necesitamos silencio en nuestras vidas para poder vivir a plenitud. Necesitamos silencio en nuestros corazones para contemplar las maravillas que nos rodean: la naturaleza con sus diferente tonalidades de verdes, los colores de las amapolas, de los lirios, de las rosas, las formas caprichosas de las rocas, la majestuosidad de las montañas, la humildad de las pequeñas colinas, la paz de los valles. La belleza de un atardecer, o de una noche de luna, o de un día soleado de campo se pierde porque nos falta silencio y soledad para contemplarlos. Se necesita silencio para meditar en esos gestos de amor que tiene mucha gente para con nosotros. Para saborear la ternura de una madre que ama a sus hijos. Para contemplar la comprensión de nuestro amigo que no nos falló en los momentos de crisis. Para contemplar esos actos misericordiosos y llenos de perdón que ha tenido la gente que nos ama.
Necesitamos silencio para ver la belleza escondida en el rostro sucio y travieso de un niño, en el candor e inocencia de un nene durmiendo, en la grandeza escondida de un pequeño que irá creciendo y se irá haciendo un hombre lentamente, y que ya tiene esa grandeza en potencia, en germen. Se necesita silencio para poder contemplar la grandeza de tantas vidas heroicas, que han brindado lo suyo para hacer de este mundo un mundo mejor y que han estado muy cercanos a nosotros brindando su pan, su consejo, su amor, su perdón, su comprensión.
Se necesita silencio para contemplar la paciencia que han tenido algunos con nosotros, para contemplar también el porqué oculto, pero dramático, que incluyen y mueven a algunos a realizar actos buenos y a otros a realizar actos ofensivos y dañinos. Se necesita silencio para ver en estos últimos, sus traumas, sus frustraciones, sus fracasos, las tinieblas que poco a poco envuelve sus vidas y que los lleva a eso. Se necesita silencio para perdonarlos y comprender su pobre situación. Se necesita silencio para admirar los gestos sencillos, pero cargados de amor que mucha gente en la vida realiza. Se necesita silencio para que el esposo escuche los latidos del corazón amoroso y tierno de su esposa, su fidelidad, su paciencia y viceversa. Por falta de silencio se ahogan oportunidades maravillosas de amar, porque el ruido nos impide pensar, el ruido nos impide reflexionar, el ruido nos impide en definitiva amar. Necesitamos silencio para contemplar la presencia de Dios que está en tí, que está en mí; la presencia del Señor que es nuestro eterno acompañante, nuestro más fiel amigo, el que siempre nos ama muy a pesar de nuestros pecados.
Necesitamos silencio para poder escuchar a Dios. El silencio es necesario para la contemplación de la Verdad. Leer la palabra de Señor y orar en silencio nos ayudará a saber quién es Dios para nosotros. Necesitamos silencio para escuchar la voz del que sufre, la voz del que padece, el lamento del que nos necesita. Hay mucho lamento de soledad, de miedo, de dolor, de hambre, y de vacío de Dios. Hay mucha gente que sufre y el ruido en que vivimos nos impide contemplar el sufrimiento y el dolor de tanta gente. Necesitamos silencio para escucharlos. Necesitamos silencio porque la lengua es un arma muy peligrosa, y fijémonos cómo usamos nuestra lengua. ¿Qué decimos?, ¿Cómo lo decimos?, ¿Qué transmitimos generalmente? Muchas veces transmitimos angustia, sospechas, miedos, intrigas, tensión. Y muchas veces no dejamos que los demás hagan su silencio. Con nuestro ruido robamos a los otros la paz que podrían tener. En el silencio, María, en una profunda oración recibió el anuncio del ángel, y en el silencio el Verbo se hizo carne. En el silencio de una noche estrellada, apartada de la ciudad nació Jesús. En el silencio del taller de Nazaret, Jesús trabajaba y meditaba en las cosas de su padre. En el silencio de las montañas y los lagos hablaba Jesús con su Padre Dios. En el silencio se han concebido las grandes obras artísticas, científicas y filosóficas. En el silencio muchos hombres se han hecho grandes, porque han podido pensar.

viernes, 20 de marzo de 2009

IV DOMINGO DE CUARESMA

Tanto amó Dios al mundo que nos dio a su hijo único
Jn. 3,14-21
Entramos en este cuarto domingo de cuaresma en un capítulo fabuloso donde se nos presenta el diálogo entre Jesús y Nicodemo. Nicodemo es un personaje que yo encuentro simpático, atractivo pues por su posición y rango es importante en la comunidad: fariseo, que busca la santidad en el estricto cumplimiento de la Ley, además es un jefe, o sea, miembro del Sanedrín, consejo supremo de gobierno que cubre todos los aspectos de la vida: económico, social, cultural y religioso.
Este relato es exclusivo de Juan, nos dice que viene a encontrarse con Jesús cuando era de noche. Cabe preguntarnos si es noche real, o está él pasando por una noche espiritual. Tal vez y debido a su carácter inquisitivo, un tanto académico, pero también persona religiosa y fiel a Dios, puede ser que coincidan ambas. Según historiadores Maestros de la Ley en esos momentos del año discutían hasta muy altas horas de la noche aprovechando que venían a Jerusalén muchos sabios y expertos en la Ley al acercarse la Pascua y aprovechan para intercambiar opiniones.
Hay entre ambos maestros un intercambio de diálogo teológico pues hablan de Dios, señales milagrosas, del Reino de Dios, nacer de arriba, del agua y del Espíritu, diferencia entre nacimiento de la carne y del Espíritu, del viento que sopla donde quiere, del creyente, de testimonio. Jesús habla desde en un plano muy elevado comparado al nivel en el que se mueve Nicodemo. Jesús habla de “nacer de nuevo” y su interlocutor protesta: ¿Cómo renacerá el hombre ya viejo? ¿Quién volverá al seno de su madre?
El amor sin fisuras del Padre que manda a su Hijo para que los que creen, tengan vida eterna, una vida que no sólo dura para siempre, sino principalmente una vida plena, una vida de unión con el que nos ama, con el que nos salva, con el que es la luz y la verdad.
La serpiente de Moisés nos invita a mirar a la cruz y al crucificado y en ese momento saber distinguir el valor de las cruces que llevamos en nuestras vidas, las que salvan de las que simplemente adornan, o mortifican sin sentido, o dan muerte sin oportunidad de resurrección, o te hunden en el camino como en arenas movedizas sin ramas donde agarrarse, sin razones para la esperanza.
Volviendo al tema de cómo usamos este tiempo de Cuaresma, podríamos hacer un examen de conciencia, no necesariamente para confesarnos, sino para echar un vistazo a nuestra vida y ver si debemos hacer algún cambio, cambio radical. Me veo representado de alguna forma por Nicodemo. ¿Busco la fe o si ya tengo fe, la practico con los ojos y las puertas abiertas, o sigo haciéndolo “por la noche?” ¿Es mi lenguaje todo terrenal o soy capaz de elevarme para encontrarme con los de arriba? ¿Me encuentro entre los nacidos de la carne o del Espíritu? ¿Si el Padre mandó a su Hijo para la salvación de todos, por qué insisto en pasar sentencia en contra de todos los que no piensan como yo?

La parada de este domingo es clave. Es especialmente iluminadora porque va contra algunas de esas ideas preconcebidas sobre nuestra fe y nuestra relación con Dios. El Evangelio y la lectura de Efesios que leemos hoy nos lo dejan claro de entrada con palabras que deberíamos guardar siempre como el mejor de los tesoros: “Dios rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho vivir en Cristo”. “Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él”. Ese “tanto amó Dios al mundo...” nos habla de la profundidad, radicalidad, totalidad y rotundidad del amor de Dios. Es un amor sin límites. Es un amor que rompe la idea de que Dios haga morir a su Hijo para expiar los pecados de la humanidad.

jueves, 19 de marzo de 2009

LA FE TRANSFORMA NUESTRA SOCIEDAD

La Madre Teresa de Calcuta decía: "la fe es para vivirla pero da pena ver de qué abundante manera la tienen en su boca muchos cristianos, y con qué poca abundancia la ponen en sus obras", y es lógico, una fe sin obras es una fe muerta, nos lo dice el apóstol Santiago. El Santo Padre en muchas ocasiones nos ha pedido que oremos para que los cristianos maduremos en nuestra fe y para que expresemos esa fe en Jesucristo mediante opciones de vida claras, coherentes y valientes: “Sucedió en Rumania, en tiempos de persecución, estando reunidos un gran número de fieles católicos en un lugar para orar, de repente entraron un grupo de hombres fuertemente armados y amenazaron a todos diciéndoles: “ustedes son unos perros cristianos y los vamos a fusilar a todos pero, si alguno está dispuesto a renegar de Cristo, le dejamos salir en este momento”. Unos pocos entre los que estaban sentados se pusieron de pie y salieron, los demás no se movieron. Entonces aquellos hombres cerraron las puertas y les gritaron a los de afuera: “nosotros somos en verdad católicos, pero no queremos orar con personas que no están dispuestas a morir por su fe, así que les pedimos que no se vuelvan a parar más en este lugar” (P. Juan Rivas, Lideres y dirigentes, p.33). Aunque sea duro pero tenemos que reconocerlo que la gran mayoría de bautizados ya nos hemos acostumbramos a una vida cristiana mediocre: “Seleccionamos de Cristo, lo que nos agrada o nos conviene pero rechazamos lo demás” (Manual de la Legión de María, IX, 3). Es erróneo que “queramos hacer un cristianismo a nuestro gusto. No queramos domesticar el Evangelio, sino que nosotros domestiquémonos al Evangelio y tratemos de seguir al Cristo auténtico, si de veras queremos ser salvos” (Mons. Romero). Quien ha madurado en su fe lo demuestra, como ha dicho el Papa, mediante opciones claras de vida, coherentes y valientes. Pero esto no es lo que está sucediendo hoy en día con la mayoría de bautizados, son muchos los que por todos lados llevan vida de camaleones, es decir que, adoptan el color que más les conviene en cada situación de su vida, viven como diría San Pablo “buscando sus propios intereses y no los de Cristo Jesús” (Fil 2,21). Y otros aún diciendo que creen en Jesucristo viven “como enemigos de la cruz de Cristo” (Fil 3,1. Nos dice la Iglesia “Todos los fieles cristianos, doquiera que vivan, están obligados a manifestar, con el ejemplo de su vida y el testimonio de su palabra, al hombre nuevo de que por el Bautismo se revistieron, y la virtud del Espíritu Santo, por quien han sido fortalecidos mediante la Confirmación; de tal modo que todos los demás, al contemplar sus buenas obras, glorifiquen al Padre y perciban en su plenitud el sentido auténtico de la vida y el vínculo universal de la unión de los hombres” (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, n 11). Vivir la fe de manera auténtica es una cuestión de conciencia, un reto que cada una y cada uno decide si aceptar o rechazar. Usted es libre de vivir, si quiere, un cristianismo nada más de nombre, sin complicarse la vida, sin preocuparse por nada ni por nadie. Sólo que sepa algo: esa actitud no es propia de un buen cristiano, sino de una cristiana, de un cristiano a medias ¿quiere usted ser de ellos? Es su decisión.

viernes, 13 de marzo de 2009

III DOMINGO DE CUARESMA

RESPETEMOS LA CASA DE DIOS
Juan 2,13-25
Iniciamos el tercer domingo de cuaresma y este es uno de los pocos pasajes evangélicos en los cuales aparece Jesús enojando y fastidiado por la actitud de tantos que abusan de la confianza otorgada por los administradores del templo, su cólera estalla, al ver la casa de su padre invadida por vendedores de animales para el sacrificio y por los cambistas de dinero para el pago de impuestos del templo. Nos dice el evangelio que hizo un azote de cordeles y expulso a los primeros con sus mercancías y volcó las mesas y desparramo por el suelo el dinero de los cambistas, y es que es lógico, no había lugar para el comercio, para el intercambio de monedas, donde habitaba la presencia y la gloria de Dios; debía respetarse aquel templo como lugar de encuentro con el Dios en el que creían los judíos.
Es duro decir esto, pero en muchas ocasiones los seres humanos no somos capaces de ubicarnos, y de guardar el debido respeto a lo que es sagrado, mesclamos en muchas ocasiones lo sagrado con lo profano, debemos de aprender a ubicar cada cosa en su lugar, y el respeto por la casa de Dios debe de ser fundamental, en mas de alguna ocasión nosotros también actuamos de la misma forma que estos cambistas en el templo, irrespetamos la presencia de Dios en el templo, con nuestra forma de vestirnos, con nuestro vocabulario, y en fin porque no decirlo, convirtiéndola en mercado también, para los vendedores del templo fue incomprensible y hasta ofensiva la corrección del maestro, creían que hacían lo correcto, se sentían dueños de lo que no les pertenecía; si Jesús hace dichas correcciones con dureza a estos, porque no puede hacerlas con nosotros.
Y me parece interesante que al tirar por el suelo todas aquellas mesas, la gente se extrañaba y se preguntaba quién era Él para hacer todo eso, al preguntarle por la autoridad por la que obraba así, Jesús les anuncia que destruiría el templo, pero el de su Cuerpo; ya, en ocasiones anteriores había manifestado a sus discípulos que el Hijo del hombre subiría a Jerusalén, sería condenado por los sumos sacerdotes y escribas y resucitaría al tercer día. Aquí y ahora se lo vuelve a decir a todos los que le escuchan. Pero no fueron capaces de comprenderlo; se quedaron con la literalidad de sus palabras y previeron la caída de un templo que fue construido con mucho sacrificio para el pueblo judío. Jesús traspasaba las fronteras y proclamaba la necesidad de su muerte y resurrección.Resulta curioso observar cómo los discípulos sólo entendieron esto tras su resurrección, y releyeron su vida a la luz de su exaltación por el Padre. Y es que el acontecimiento glorioso de la Pascua ilumina el corazón de aquellos creyentes y también el de los cristianos de hoy en día. La resurrección ilumina el entendimiento y hace comprender lo hermoso de seguir a un Dios que se ha querido hacer uno de nosotros para elevarnos a la categoría de hijos suyos en adopción. Jesús conocía el interior de sus corazones y sabía de qué clase estamos hechos: dudas, temores, miedos, desconfianza… A pesar de todo esto, nada le impidió continuar el anuncio de su Evangelio, de su Buena Noticia; nada se opuso para subir al madero de la cruz y entregar su vida por todos nosotros

jueves, 12 de marzo de 2009

LAS CELULAS MADRE SON PROYECCION DE DIOS

En esta semana como es sabido, el presidente Obama, firmo un decreto donde permite que los científicos puedan hacer sus experimentos con células madre, y hacerlo significa matar a muchos embriones con fines simplemente experimentales, porque son niños que tienen alma y vida como la tiene cualquier otro ser humano, la escusa para mi ver es torpe, según ellos para descubrir la cura para otras enfermedades como lo son párkinson, alzhéimer, diabetes entre otras, - no estoy diciendo que buscar la cura para estas letales enfermedades sea malo, porque todos estamos propensos a padecer una de ellas,- pero no estoy de acuerdo que se violen los derechos de los no nacidos para hacerlo, ya que hay otras alternativas para buscar estas células que según los científicos son tan eficaces para buscar la cura de las enfermedades antes mencionadas. Hay dos tipos de células madre, las embrionarias (de niños que se están comenzando a formar) y las de adulto, que son las que todos los adultos tenemos normalmente en nuestro cuerpo. Las células madre embrionarias se obtienen del embrión en las primeras fases de desarrollo, y para conseguirlas es necesario matar al embrión, y no estoy hablando de uno solo, hablo de miles que morirán, lo irónico de la ciencia es que muchos científicos han comprobado que estas células no han dado resultados positivos, y su utilización ha causado una facilidad de tumores en los pacientes a las cuales se les aplican, entonces mi pregunta es, si causa estos resultados, porque empecinarse en seguirlo haciendo y cuartando más vidas a estos indefensos niños. Mientras que las células madre de los adultos, son idénticas según los científicos a las antes mencionadas, y causan mejores efectos y no es necesario destruir una vida, estas se encuentran alojadas en varias partes del cuerpo, como la medula ósea, el cordón umbilical, de la sangre del tejido adiposo, etc. su uso no produce ni tumores, ni rechazo, ni plantea problemas éticos, porque no se atenta contra la vida. Un periodista de CNN me hizo una pregunta esta semana, me dijo, padre entonces la iglesia se opone a los avances científicos, mi respuestas fue clara, la iglesia nunca se ha opuesto a los avances científicos en ningún momento, lejos de eso apoya todos los avances que estén encaminados al desarrollo de la ciencia y el desarrollo del ser humano, a lo que la iglesia se opone es a que los científicos hagan mal uso de la ciencia y violen los términos éticos y morales, y experimentar con humanos (embriones) es atentar contra los términos éticos, porque se está violando la dignidad del ser humano, por tanto la iglesia católica no se opone a los avances científicos sino a todo lo que va en contra de la moral, por ende, lo que el presidente de este país a hecho, es dictar una muerte clara a muchos niños indefensos para que muchos científicos hagan lo que se les dé la gana, sin temor a que se les diga nada, y encima de ello es el gobierno quien les apadrina estas inmoralidades y porque no decirlo asesinatos. Mi pregunta es: Quienes somos los seres humanos para escoger la vida de un niño, quienes somos nosotros para decir que son solo un puñado de células y que no tienen derecho a vivir. Es posible que usted se pregunte: pero ¿y yo que puedo hacer ante todo esto? Primero, orar como nos lo pide la Iglesia este mes; segundo, hacer el esfuerzo de conocer mejor las enseñanzas de la Iglesia sobre el valor de la vida. Les invito a que hagamos conciencia en este tema, a respetar y defender la vida en general, y en especial la vida de los no natos, tengamos presente que el aborto es un asesinato como cualquier otro. Oh Jesús enséñanos a respetar el don de la vida.

viernes, 6 de marzo de 2009

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Jesus sube con nosotros nuestras montañas
Mc. 9,2-10

La escena del Evangelio de este domingo transcurre en lo alto de una montaña. Jesús se transfigura ante Pedro, Santiago y Juan. Jesús se llevó a los tres y subió con ellos solos “a una montaña alta”. Subir una montaña es un ejercicio fuerte.
Físicamente nos puede dejar extenuados, es un verdadero esfuerzo en el que la persona da todo lo que tiene. Incluso más de lo que ella misma piensa que tiene. De hecho, cuando se vive esa experiencia de agotamiento, aunque parezca increíble, se sigue caminando, se sigue adelante. Y se termina llegando a lo alto. Agotados, sin fuerzas, sin aliento, la persona se detiene por vez primera sabiendo que no hay más subida, que se ha terminado. Entonces, se contempla por primera vez la montaña, el paisaje, la altura. Todo se ve de otra manera. Es como si la subida hubiese supuesto una auténtica purificación. Por el camino se ha ido dejando todo lo que nos hacía difícil la subida. Desde lo alto se puede contemplar lo que desde abajo no se ve.
Es posible que muchos sintamos no haber tenido una experiencia de transfiguración como la de los apóstoles. Pero también es verdad que a muchos se nos ha olvidado que seguir a Jesús tiene mucho de subir a una montaña, que ser cristiano es un camino de exigencia, de entrega, de negación de uno mismo, para lanzarse a tope a la construcción del Reino aquí y ahora. Se nos ha olvidado que hay momentos muy duros en los que seguir amando y servir a los demás es una experiencia muy dura y difícil. Pero precisamente ahí es donde se demuestra la fuerza de la fe.
Cuaresma es tiempo de ponernos serios con nuestra vida cristiana. Hay que mirar de frente al camino, reconocer que es cuesta arriba y ser conscientes del esfuerzo que vamos a tener que hacer si queremos llegar a la meta. Vale la pena. Desde arriba, al final del camino, comprenderemos el sentido de muchas situaciones y encuentros a los que hoy no se lo vemos. Arriba veremos a Jesús transfigurado, resucitado. Y miraremos alrededor y veremos la belleza de la creación transfigurada en Reino. Entenderemos y sentiremos lo que hasta entonces habrá sido en muchos momentos apenas una esforzada y agónica afirmación de fe: “Si Dios está con nosotros, ¿quién estará contra nosotros?” Nos reiremos de nuestros miedos y nuestras dudas. Y sonreiremos llenos de alegría. Pero ahora estamos en el camino. Es tiempo de darlo todo. De dar la vida y de entregar lo que nos resulta más querido. El ejemplo de Abrahán, que se entrega a sí mismo en la entrega simbólica de su hijo, nos tiene que animar a seguir adelante. Aunque estemos tan cansados que no tengamos fuerza para levantar la vista.
Ser cristiano es vivir la entrega del amor, construir fraternidad allí donde reina el odio, el desencuentro, el egoísmo y tantas otras formas de muerte. Seguir a Jesús es servir a la vida y así construir el Reino de Vida para todos. Ser cristiano es avanzar cuesta arriba, es servicio, entrega y sacrificio, es lucha contra las fuerzas del mal y la muerte. A veces, en el camino se pierde el resuello, no se ve el sentido de lo que hacemos, pero creemos, estamos convencidos de que vale la pena. Todo por el Reino, por la Vida de todos y para todos

EL CAMINO CUARESMAL

La Cuaresma es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.La Cuaresma dura 40 días, comienza el miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo. También cabe decir que la liturgia considera el Viernes Santo, Sábado Santo y Domingo de resurrección, toda una celebridad junta llamada "Triduo Pascual".
Inicialmente, la Cuaresma iba desde el Primer Domingo de Cuaresma al Jueves Santo, pero a raíz de una reforma litúrgica, se descontaron los domingos por considerarlos pascuales y no penitenciales. Para "cuadrar", se añadió a la cuaresma los días que van del Miércoles de Ceniza hasta el Primer Domingo de Cuaresma. De esta manera salen los 40 días. Actualmente, y lo repito de nuevo, la Cuaresma va desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo
A lo largo de este tiempo, sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos de Dios. El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de penitencia, de conversión espiritual; tiempo de preparación al misterio pascual.

En la Cuaresma, Cristo nos invita a cambiar de vida. La Iglesia nos invita a vivir la Cuaresma como un camino hacia Jesucristo, escuchando la Palabra de Dios, orando, compartiendo con el prójimo y haciendo obras buenas. Nos invita a vivir una serie de actitudes cristianas que nos ayudan a parecernos más a Jesucristo.
El pecado nos aleja de Dios, rompe nuestra relación con Él, por eso debemos luchar contra él pecado y esto sólo se logra a través de la conversión interna de mente y corazón.
Un cambio en nuestra vida. Un cambio en nuestra conducta y comportamiento, buscando el arrepentimiento por nuestras faltas y volviendo a Dios que es la verdadera razón de nuestro existir.
La Cuaresma es el tiempo del perdón y de la reconciliación fraterna. Cada día, durante toda la vida, hemos de arrojar de nuestros corazones el odio, el rencor, la envidia, los celos que se oponen a nuestro amor a Dios y a los hermanos.

domingo, 1 de marzo de 2009

I DOMINGO DE CUARESMA

Apártate de mi Satanás… (Mc. 1,12-15)
Hace cuatro días dimos comienzo a la Santa Cuaresma, tiempo fuerte en la vida de la Iglesia y también en nuestra vida individual. La Cuaresma, ese tiempo de preparación y purificación para celebrar dignamente la Pascua, y también, claro estar, para ir mejorando en nuestra relación con Dios. La experiencia del desierto es algo que no es fácil contar y apreciar si no la has vivido en carne propia. En la mística es considerada siempre de lucha espiritual, de grandes tentaciones y desolaciones del espíritu, de prueba de fidelidad a Dios, de caídas y abandonos, y cómo no, de grandes triunfos, ya que aunque es el lugar de Satanás, los ángeles y el mismo Dio/s nunca están lejos. Jesús en el bautismo es proclamado Hijo de Dios Padre, es proclamado el Amado del Padre, es anunciado como el Elegido del Padre, todo lo cual tiene que ver con su divinidad, pero no podemos olvidar, ni el mismo Jesús olvida que Él es hombre y por eso va al desierto a confrontar ambos aspectos. Dios se ha encarnado en la historia de la humanidad, y esa historia ha estado plagada de confrontaciones entre el bien y el mal. Jesús entra en el desierto con toda su humanidad que es puesta a prueba, y que los otros evangelios nos recuerdan con más precisión la clase de tentaciones que sufrió.
Por esos relatos vemos a Cristo que es tentado con algo tan atractivo como son la riqueza, la fama y el poder. En estos días de crisis económica se sueña con frecuencia la importancia del tener, especialmente cuando hay la posibilidad de perder el trabajo, la casa y los ahorros. Por eso una promesa de riqueza nos haría sonreír. La fama nos podría abrir muchas puertas que podrían llevarnos al poder.
A Jesús se le ofrecen todas esas posibilidades al comienzo de su vida pública y, sin embargo, vence todos esos posibles deseos de cualquier humano y vence recurriendo a Dios, al Dios que le envió, al Dios que le amó, al Dios que es su Padre.
A la salida del desierto, fortalecido por haberse enfrentado al maligno con espíritu victorioso, comienza su predicación extraordinaria, pues es el anuncio de la Buena Nueva. ¿Cuál es la Buena Nueva? Que un Reino, el Reino de Dios ha llegado. De hecho, Jesús mismo es la Buena Nueva y por eso la conversión que predica, el cambio radical que propone no es sólo la aceptación de lo que predica, sino también y principalmente de su persona. La salvación no la vamos a encontrar en una teología o filosofía, sino en la persona de Cristo, en nuestra adhesión a Él.
Por eso es importante recordar que no preguntamos tanto qué predicas o enseñas, sino más bien ¿dónde vives? Y que antes de embarcarnos en la misión del anuncio, hemos de pasar tiempo al lado del Señor: “Llamó a los que Él quiso, para que estuvieran con Él , y después ser enviados con poder sobre los demonios.
El desierto es el gimnasio espiritual que nos puede ir fortaleciendo interiormente. El domingo pasado veíamos cómo cuatro amigos hicieron un hueco en el techo para llevar a su amigo hasta la presencia de Jesús. Había muchos obstáculos, pero todos removidos, nadie les iba a impedir que llevaran a su amigo hasta los pies de Jesús.Esta cuaresma podríamos utilizarla para ir removiendo de nosotros todos esos obstáculos que impiden nuestro descubrimiento del Jesús revelado, nuestro acercamiento a su Buena Nueva, y nuestro encuentro personal con Él mismo. El desierto es el gimnasio espiritual que nos puede ir fortaleciendo interiormente.

REFLEXION CUARESMAL

Importancia de Ayunar en Cuaresma
El ayuno se ha convertido en una práctica ambigua. En la antigüedad no se conocía más que el ayuno religioso; hoy existe el ayuno político y social (¡huelgas de hambre!), un ayuno saludable o ideológico (vegetarianos), un ayuno patológico (anorexia), un ayuno estético (para mantener la línea). Existe sobre todo un ayuno impuesto por la necesidad: el de los millones de seres humanos que carecen de lo mínimo indispensable y mueren de hambre. Es importante por ello intentar descubrir la genuina enseñanza bíblica sobre el ayuno.

En la Biblia encontramos, respecto al ayuno, la actitud del «sí, pero», de la aprobación y de la reserva crítica. El ayuno, por sí, es algo bueno y recomendable; traduce algunas actitudes religiosas fundamentales: reverencia ante Dios, reconocimiento de los propios pecados, resistencia a los deseos de la carne, solicitud y solidaridad hacia los pobres... Como todas las cosas humanas, sin embargo, puede decaer en «presunción de la carne». Basta con pensar en la palabra del fariseo en el templo: «Ayuno dos veces por semana» (Lucas, 18, 12).

Si Jesús nos hablara a los discípulos de hoy, ¿sobre qué insistiría más? ¿Sobre el «sí» o sobre el «pero»? Somos muy sensibles actualmente a las razones del «pero» y de la reserva crítica. Advertimos como más importante la necesidad de «partir el pan con el hambriento y vestir al desnudo»; tenemos justamente vergüenza de llamar al nuestro un «ayuno», cuando lo que sería para nosotros el colmo de la austeridad –estar a pan y agua- para millones de personas sería ya un lujo extraordinario, sobre todo si se trata de pan fresco y agua limpia.
Lo que debemos descubrir son en cambio las razones del «sí». La pegunta del Evangelio podría resonar, en nuestros días, de otra manera: «¿por qué los discípulos de Buda y de Mahoma ayunan y tus discípulos no ayunan?» (es archisabido con cuánta seriedad los musulmanes observan su Ramadán).

Vivimos en una cultura dominada por el materialismo y por un consumismo a ultranza. El ayuno nos ayuda a no dejarnos reducir a puros «consumidores»; nos ayuda a adquirir el precioso «fruto del Espíritu», que es «el dominio de sí», nos predispone al encuentro con Dios que es espíritu, y nos hace más atentos a las necesidades de los pobres.
Pero no debemos olvidar que existen formas alternativas al ayuno y a la abstinencia de alimentos. Podemos practicar el ayuno del tabaco, del alcohol y bebidas de alta graduación (que no sólo al alma: también beneficia al cuerpo), un ayuno de las imágenes violentas y sexuales que televisión, espectáculos, revistas e Internet nos echan encima a diario. Igualmente esta especie de «demonios» modernos no se vencen más que «con el ayuno y la oración».