lunes, 7 de junio de 2010

SOLEMNIDAD, SANTISIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO

"Comieron todos y se saciaron."
Lc 9, 11b-17:

Hace sólo unas semanas celebramos la Ascensión del Señor y en esa fiesta veíamos como Jesús se va al Padre pero a la vez se queda entre nosotros. El lugar privilegiado donde el Señor Resucitado se ha quedado entre nosotros es precisamente la Eucaristía.

Cuando una persona católica dice que "no es practicante" se refiere a que no participa de la Eucaristía. Dentro de la teología popular se puede distinguir que el vínculo de unión con Jesús lo hacemos los católicos a través del sacramento del Cuerpo y Sangre de Cristo. Uno "no es practicante" porque no lea la Palabra, o porque no ayude a los pobres, o porque no rece... Una persona no es católico practicante porque no participa de Cristo en la Eucaristía.

¿Qué hacemos los católicos en la Misa?
Reconozco mi debilidad por la celebración de la Eucaristía. En cada momento importante de mi vida siempre ha estado la presencia del Cuerpo y Sangre de Cristo. Les tengo que confesar una cosa: desde pequeño me propuse no aprender nunca la Misa de memoria. Claro que sé contestar, y sé invitar a los demás a orar, pero no sé memorizar a la ligera ni las respuestas ni las propuestas de oración. Fue una decisión meditada.

Permítanme los teólogos decir que la Misa no es otra cosa que la vida de Jesús celebrada como encuentro y alimento. Cuando voy a la Eucaristía sigo a Cristo por el camino. Llego y me encuentro -como en el Evangelio de hoy- a otras personas que probablemente no conozco pero que también vinieron a escuchar al Maestro. Se produce en nosotros un cambio al oír hablar del reino de Dios y muchos son curados de sus dolencias interiores. Sigue la celebración y nos encontramos que se nos ha hecho tarde y tenemos un hambre que no podemos disimular. Esta vez no son los panes y los peces los que se reparten, es el propio Jesús quien se da en comida. El pan y los peces lo podían llevar aquellos del Evangelio en sus manos; a Jesús cuando lo recibimos sólo podemos llevarlo en el corazón.

Hay una seguridad y es que los que siguen a Cristo en el camino de la vida son atendidos por Él de un modo especial, pues no permitirá que les falte de nada. Nos es difícil entender cómo los católicos perseguidos de todos los tiempos han encontrado en el Cuerpo y la Sangre de Cristo la fuerza necesaria para que mantenerse y seguir avanzando en la fe. Nosotros en cambio tenemos la posibilidad de ahondar en la Eucaristía y en nuetro cambio.

El que va a la Eucaristía sólo tiene que llevar su vida bien dentro y entrar con ella a la Iglesia; el resto es Jesús quien lo pone.

No estoy diciendo que las celebraciones tienen que ser aburridas pero tampoco tenemos que convertirlas en espectáculos.

El Cuerpo y Sangre de Cristo están muy unidos y relacionados con la caridad. Caridad entendida como compartir con los más débiles y necesitados. Ir al Cuerpo de Jesús es pasar antes por el amor a los demás. Creo que si cada uno de los que vamos a la Iglesia viviéramos esta realidad nuestro mundo sería distinto y nosotros también.

Termina el Evangelio diciendo que la gente comió hasta quedar satisfecha y hasta llenaron doce canastas con los trozos sobrantes. Todavía no termino de entender como hay personas que salen de la Eucaristía con el mismo hambre con el que entraron ¿Qué estará fallando en ellas?