sábado, 23 de enero de 2010

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI.... (Lc 1,1-4; 4,14-21)

El Evangelio de san Lucas comienza con un prólogo dirigido a un tal Teófilo. No sabemos quién es este personaje. Los entendidos afirman que se puede referir no a una persona concreta sino al simbolismo del nombre. "Teófilo" significa literalmente "amado de Dios"; es por tanto un Evangelio escrito para los amigos de Dios.
San Lucas intenta hacer un relato ordenado de la vida de Jesús. Dice que ha investigado, que ha recopilado información, que ha profundizado en la verdad de las cosas y de los acontecimientos. En nuestra vida diaria nos hemos acostumbrado a pasar por los temas de una manera bastante superficial. A la mayoría de las personas les cuesta profundizar en lo que vive. Lucas intenta meterse en profundidad en la vida de Jesús, en lo que hizo, en quien fue, en su repercusión para la vida de las personas.
Hay un dato que no se nos puede pasar de largo. Dice el versículo dos "que los que fueron testigos presenciales desde el principio, recibieron el encargo de anunciar el mensaje." Intentar anunciar el mensaje de Jesús sin ser testigo es poco menos que imposible. Hay muchos predicadores cuyo mensaje no llega porque se están predicando a si mismo; su mensaje no busca la gloria de Dios ni la salvación de las personas, sólo busca el aplauso de los más fáciles. Pero nos surge una cuestión muy seria: ¿Cómo ser testigo presencial de los acontecimientos de Cristo? Pues viviendo en el Señor.
Para el no creyente Jesús es una figura del pasado; fue una buena persona que introdujo en la humanidad un mensaje que dignifica nuestra pobre condición, pero poco más. Para el creyente su eje, su centro, es la resurrección. Con Jesús resucitado su presencia no se queda en la historia sino que se actualiza cada día en el mundo, en mi mente, en mi corazón, en mi vida...
El no creyente tiene mucho de lo que dudar, vive en el mundo de lo opinable. El creyente vive en el espacio de las certezas.
¿Cómo vivieron todo esto los paisanos de Jesús?
Se dice que "nadie es profeta en su tierra" ¿Le ocurrió a Jesús lo mismo?
El Señor regresa a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo; entre los suyos tenía buena fama e iba predicando por las distintas sinagogas de cada lugar.
Llega hasta Nazaret, el pueblo donde se había criado. Venía con la reputación ganada en otros lugares. El sábado se fue a la sinagoga y se puso a predicar. Con frecuencia vemos a Jesús predicando en otras sinagogas, pero nunca leyendo, excepto en esta de Nazaret, de la que por tantos años había sido miembro. Llega por tanto a su comunidad de toda la vida.
El texto que lee describe su persona. Tiene los siguientes rasgos:

- El Espíritu de Dios está sobre Él.
Nadie puede obrar las cosa de Dios si Dios no está en él. ¿Por qué en muchos casos nuestra vida no es plenamente coherente con el Evangelio? Porque hay aspectos de nuestro yo que todavía no están convertidos. Puede ser que nuestra mente anhele a Dios y nuestra voluntad quiera estar en Él, pero sucede que nuestros deseos carnales y nuestra psicología no estén todavía impregnadas del Espíritu Santo. Dura tarea tenemos en facilitar que nuestra alma, mente, corazón y vida sean de verdad de Dios. Muchas personas sinceras en su fe caen en determinados aspectos personales, porque son lugares interiores a los cuales no ha llegado todavía la conversión real y plena a Cristo. A los que se inician en la fe esto les desconcierta y atormenta. Dejar que el Espíritu vaya inundando nuestro ser es la tarea de nuestra vida.

- Lleva la buena noticia a los pobres
Jesús y cada cristiano está llamado a predicar la buena noticia a los pobres, a los que son conscientes de su indigencia interior para encontrar por sí mismo el camino de la vida.

-Liberta a los presos.
Prisionero es aquel que vive esclavo o atrapado por algo o por alguien, o por algo y por alguien a la vez... Tenemos que estar alertas sobre nuestras esclavitudes. Puede ser la esclavitud del poder, del dinero, del sexo, del prestigio, del desaliento, de la falta de confianza en sí mismo, de la duda... Cada ser humano tiene una cárcel dentro de sí donde mete determinados aspectos de su vida. Jesús viene a abrir esas puertas. Viene a enfrentarnos contra nosotros mismos. Donde creemos que las cosas no tienen remedio, Él las soluciona.

- Da vista a los ciegos.
El que yo no pueda ver determinadas cosas no significa que estas no existan. Hay realidades que están ahí pero no las puedo captar a simple vista. Ni las células ni los átomos los puedo detectar a simple vista; necesito algún instrumento válido que me descodifique la realidad. Algo parecido sucede con la fe. Tener fe es ver la vida y los acontecimientos con distintos ojos; con otra mirada de ver y de mirar a las personas y los sucesos de la vida.

- Pone en libertad a los oprimidos.
Estar oprimido es encontrarse presionado por alguna cosa. ¡Cuántas personas son presionadas por su pasado, por su presente o por su futuro! Jesús viene para que esas personas se liberen de sí mismos para que desde esa libertad puedan vivir para Dios y para los demás.
- Anuncia el año favorable del Señor.
En el texto Jesús se está refiriendo al año jubilar que se celebraba cada cincuenta años. El júbilo que trae el Mesías es que Dios está dispuesto a reconciliarnos en Él; a hacer las paces con los seres humanos. Si el primer pecado rompió la comunicación fluida entre Dios y los seres humanos, con Jesús esa relación vuelve a quedar perfectamente reparada.
Jesús vino por tanto a traernos la buena nueva, la libertad, la vista, la reconciliación con Dios. Toda la vida del cristiano estará siempre marcada por estos elementos.
Escuchar, ver, ser libre, sentirnos reconciliados tanto con Dios como personalmente y con los demás, siempre tienen que estar presentes en la vida de todo creyente en Jesús. El mensaje es claro y bueno; ahora me toca a mí ser capaz de encontrarlo y de vivirlo.