lunes, 25 de junio de 2007

MAESTROS, GRACIAS POR PARTIRNOS EL PAN DE LA SABIDURIA.



Hablar de un maestro, o de la “seño” o el “profe” como cariñosamente les llamábamos, es hablar de esos hombres y mujeres que ha dedicado su vida entera a la formación de las futuras generaciones, a la forja de caracteres y futuros profesionales, en palabras sencillas pero entendidas, por sus manos pasan las generaciones del mañana, el futuro de la humanidad, a ellos les debemos en gran medida mucho de lo que sabemos y porque no decir, lo que ahora somos profesionalmente hablando, nos inculcaron valores morales, porque muchos de ellos han sido ejemplo y modelo de vida cristiana, humana, moral y espiritual. Uno de estos días estaba pensando que no hay profesional en el mundo que en su niñez no haya tenido un profesor o una profesora que le haya tomado la mano, para enseñarle a hacer esa letra “o” que por más que batallábamos nos salía como forma de un huevo, y me recordaba de esa maravillosa experiencia vivida, - aun recuerdo mi primera maestra, que con que cariño, dedicación y paciencia me enseñaba, tomando mi mano, con sus manos el lápiz, o llevando la lección de lectura con su dedo en aquel viejo, silabario - de papel periódico por cierto, y con dibujos en blanco y negro, y en algunos casos, un poco roto – fue ahí, donde aprendimos a leer y repasar las vocales, donde nuestros maestros nos enseñaron a dar nuestros primeros pasos y abrirnos camino en el vasto mundo del saber, conociendo las primeras letras, la ciencia, las matemáticas que mas tarde nos harían doler la cabeza a muchos. Siempre he tenido una especial admiración por esta profesión, y en especial por los maestros y maestras de Kinder y de primaria, son ellos los que en primera instancia nos forjaron las bases de nuestro aprendizaje, que con dibujos, cantos, fabulas, cuentos y con ese ingenio mágico nos comenzaron ha hacer soñar con nuestro futuro, quien no recuerda aquella profesora que en los buenos días en el Kinder nos cantaba, aquella interesante canción. “febrero chiquitín, tin tin tin…” para hacernos conocer los meses del año, o vamos a casita a ver a mamita a ver a papá…” o aquel ingenioso cuento de “el cadejo del cadejal” para hacernos interesar en la lectura; cuando vienen a mi mentes estos recuerdos, veo en mis maestros, que para ellos no fue solo una profesión sino una vocación, un apostolado, por que ellos nos dieron los primeros bocados del saber literario, y el amor por los libros, el amor por ser mejores, lucharon por inculcar en nuestros corazones deseos de superación, lucharon por hacernos hombres de valor, hombres trabajadores amantes de la paz, e ilusionados con hacer una mejor sociedad, se esmeraron por hacernos volar alto y llegar lejos, soñaron con vernos un día siendo profesionales y estoy seguro que se sienten muy felices y orgullosos de ver que muchos de sus alumnos, que pasaron por sus manos, somos ahora sacerdotes, abogados, ingenieros, médicos, periodistas, etc somos profesionales, nos conocieron siendo unos niños, e incluso saben que algunos no éramos bien portados y les toco que castigarnos en mas una ocasión. Días después de mi ordenación sacerdotal, me invitaron a participar de una escuela de Padres en mis ex-escuela, “Fermín Velasco” y me dio mucha alegría regresar después de casi 18, y recordé a todos estos maestros que me enseñaron y que me ilusionaron., que creyeron en sus alumnos, fue como transportarme, ver que algunos de mis maestros aun continúan ahí, siguen ilusionados forjando corazones.
Quiero en este artículo, hacer un especial agradecimiento a todos los maestros y maestras, de manera especial a los de Sensuntepeque, que al igual que todo los demás, se esfuerzan por enseñar, que a pesar de sus limitaciones, de sus problemas, aun siguen perseverando haciendo este bello apostolado, porque el trabajo del maestro en muchos casos no es reconocido con los meritos que se merece, ni es agradecido por muchos como es debido, desgraciadamente nos olvidamos que ellos han jugado un papel importante en nuestra vida y en nuestro desarrollo, y aun lo continúan haciendo con las presentes y futuras generaciones. Un especial agradecimiento, a todos aquellos maestros que ya se jubilaron, gracias por formarnos y enseñarnos, gracias por su dedicación, por sus sacrificios, por enseñarnos a soñar, me siento orgulloso de haber sido alumno de muchos de ustedes, gracias por las correcciones y por las llamadas de atención, porque esas fueron la parte mas difícil para ustedes, corregirnos; quisiera mencionarlos con sus nombres, pero es casi imposible hacerlo. Vaya mi admiración y respeto para todos ustedes maestros queridos y abnegados, Dios les bendiga por enseñarnos con amor y paciencia. Que Dios les bendiga y siempre están en mis oraciones.

Sus comentarios a palex_diaz@hotmail.com