viernes, 24 de diciembre de 2010

HOMILIA DE NAVIDAD


25 DE DICIEMBRE

NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado.

Is. 9,1-6.

Hoy celebramos un hecho: Hace dos mil diez años nació un niño, un niño que cambio el rumbo y el curso del mundo. A diferencia de cuando nosotros celebramos nuestro propio cumpleaños, recordamos que nos estamos haciendo más viejos y cada año se añade una velita más al pastel. Pero en Navidad no celebramos el que Jesús sea muy viejo. Nos alegramos porque Dios ha entrado en nuestra vida como un niño recién nacido, en los comienzos de la vida.

La imagen corriente de Dios es la de un hombre anciano, con pelo blanco. Pero en Navidad nos

acordamos del ser eternamente juvenil de Dios. Como cantamos en la aclamación antes del Evangelio: « Un niño nos ha nacido . Un hijo se nos ha dado, Dios el Irreprimible ». Dios es joven de una manera irreprimible. San Agustín escribió una vez que somos nosotros los que nos hacemos viejos, pero consiste en que nosotros también estamos invitados a participar en el ser juvenil de Dios. Come dice el Evangelio de hoy : « A cuantos realmente le recibieron El les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios ». Navidad es la fiesta de nuestro rejuvenecimiento.

¿Qué quiere decir esto? No significa que debamos hacernos infantiles. A veces hay personas que abrazan la religión con una huida del estado de madurez, de adultos. Algunos cristianos dan la impresión que no necesitan pensar por su propia cuenta o afrontar con personalidad los dilemas morales, ya que la Iglesia nos dice lo que debemos hacer.. « Papá siempre sabe mejor… » Pero esta actitud no traduce lo que es un verdadero hijo de Dios. Es sencillamente una "inmadurez" ». Nuestra propia sociedad muchas veces busca una forma distinta de rejuvenecimiento, al negarse a encarar los signos de nuestra edad. La cirugía plástica puede disimular las arrugas de nuestra cara. Podemos rebuscar un ser juvenil artificial y terrible porque tenemos miedo de morirnos. Pero esto tampoco constituye un rejuvenecimiento auténtico.

Ser un hijo de Dios significa estar abierto a las posibilidades infinitas de futuro. El mundo de un niño no es algo acabado o congelado. Él o ella pueden llegar a ser cualquier cosa: político, periodista, montañero, marinero, o incluso ¡sacerdote!.

Después de hablar de la vida y de la juventud eterna de Jesus, por su amor y su misericordia, quiero invitarte a que nos detengamos a meditar sobre esta noche santa, la noche en que todo esto sucedió.

En esta noche santa, sólo una imagen y una estampa en el centro de nuestra celebración y de nuestra liturgia. La imagen y la estampa de un pesebre y de un niño. Al igual como los pastores, nos dejamos sorprender por esta imagen y esta estampa, Dos mil diez años, dos mil diez navidades, sigue poniendo en nuestras manos, confiado, como si nos dijera: “¡Ánimo! No temas. Sólo soy el ‘Dios con vosotros’, el Dios contigo”.

El niño de Belén nos lleva a contemplar el increíble amor de un Dios que se preocupa por la vida y la felicidad de los hombres y que envía a su propio Hijo al encuentro de los hombres para presentarles un proyecto de salvación - liberación. En ese niño de Belén, Dios nos muestra la radicalidad de su amor por nosotros.

El nacimiento nos presenta la lógica de Dios que no es, como tantas veces, igual a la lógica de los hombres: la salvación de Dios no se manifiesta en la fuerza de las armas, en una autoridad prepotente, en los consejos de ministros, en los consejos de las empresas, en los salones donde se concentran las estrellas de la jet-set, sino en una gruta de pastores donde brilla la fragilidad, la ternura, la sencillez, la dependencia de un bebé recién nacido. ¿Cuál es la lógica con la que nos presentamos ante el mundo, la lógica de Dios o la lógica de los hombres?

La presencia liberadora de Jesús en este mundo es una “buena noticia” que debería llenar de felicidad a los pobres, a los débiles, a los marginados, al decirles que Dios vino a su encuentro para ofrecerles la salvación - liberación. Hoy es noche buena, el dia en que la luz nace en un humilde portal olvidado y reservado para los animales, en donde quizás ni al mas mísero se le hubiera ocurrido nacer, solo a Dios se le ocurrió aleccionarnos con este acontecimiento.

Hoy celebramos una noche especial, una noche en la cual nos juntamos y contemplamos un pesebre adornado con viejos atuendos que recuerdan nuestra vieja fragilidad humana. Nochebuena de recuerdos, de nostalgia de los seres queridos que ya no están con nosotros, de los amigos ausentes... Que eso y todo en esta noche santa gire en torno al recuerdo de Belén, la casa del pan, del “pan de vida” que hace dos mil diez años nos regaló el Padre, del “pan nuestro de cada día” que nos da esta noche, del pan que, dentro de la eucaristía, se nos ofrecerá como banquete; del pan que esta noche nos hace a todos un poco más hermanos, un poco más amigos, un poco más niños, un poco mejores.

FELIZ NAVIDAD Y UN BENDECIDO AÑO NUEVO, que disfruten esta navidad en familia y con los amigos…

Les quiero mucho y están en mis oraciones.

Padre Alexander Diaz

Parroquia San Antonio de Padua

Falls Church Virginia

Estados Unidos.

fralexdiaz@stanthonyparish.org

Aquellos diciembres que nunca volverán


FELIZ NAVIDAD PARA TODOS DE TODO CORAZON

Para muchos no es correcto estar recordando el pasado con nostalgia o comparando aquellas viejas épocas en lasque vivimos los que ahora ya estamos un poco más madur

o, con las épocas actuales, pero lo cierto es que no puedo pasar desapercibido cada diciembre mis preciosos recue

rdos de cómo fueron mis navidades cuando era un niño, tristemente son muy pero muy diferentes, el tiempo desgraciadamente a borrado la emoción y el entusiasmo con que las vivíamos en aquellos tiempos, estoy más que seguro que cada uno tiene su propia experiencia, pero también estoy seguro que la vivió a plenitud y está de acuerdo con migo que había un entusiasmo y un olor en el aire de aquellas épocas que el actual a perdido.

Recuerdo que desde el día 22 ya se comenzaban los preparativos para el gran día, y la gran noche, que era la más esperada del año. La preparación daba inicio en primer lugar cuando se iba al campo a buscar los diferentes adornos y pedazos de madera, de igual manera las frutas que se le colocarían al nacimiento, que no era un simple nacimiento, era un nacimiento que mi madre preparaba que media cuatro metros cuadrados, cuando digo que se iba al campo a buscar los adornos, me refiero a que se buscaba el zacate o paja que se le podría al establo, uno que otro árbol o bricho natural que los arboles crecen y que se ve precioso en el nacimiento, hacer el nacimiento era lo mejor, porque se le dedicaba tiempo y se hacía con amor y entusiasmo. El segundo punto era el comenzar a sacar de sus casa

s las figuras de barro del nacimiento, figuras maltratadas por el tiempo y algunas manchadas por la tinta del papel periódico donde habían estado envueltas por años, estas figuritas incluían, pastores, ovejas, vacas, caballos y toda una granja completa, que si las vemos desde el punto de vista crítico no son tan perfectas, un poco mal hechas pero tenían un significado especial, representaban la idiosincrasia de nuestro pueblo, este nacimiento se terminaba el propio día 24 usualmente después del mediodía, y era conocid

o en mi aldea o cantón, cuando ya alguien había terminado, porque al terminar de hacerlo la costumbre era reventar un cohete de vara, de esos que suben al cielo, cuando se oía la explosión se decía: “ya termino don fulanito, apúrate que no estamos quedando de ultimo” y había que acelerar el proceso. Era todo un espectáculo estos días, unos hacíamos el nacimiento –aunque los chicos, más que ayudar estorbábamos jejeje – otros ayudab

an en la cocina, mi madre sacrificaba para este día, gran parte de los animales de la granja, cuando digo gran parte me refiero a dos gallinas, uno o dos patos, que los elegía desde que nacían para este día, ella preparaba los ricos tamales que ahora con nostalgia recuerdo el sabor en mi boca, esto llevaba un gran proceso, desde llevar le maíz al molino en la madrugada, cocinar la masa y echarle los respectivos condimentos ha

sta hacerlos y envolverlos en las hojas de plátano, para que se cocinaran, de igual forma no podía faltar, el pan hecho en casa, las ricas zalporas de arroz, y las deliciosas quesadillas o el pan de torta, wauu ese si era pan, hecho con amor y dedicación por la mejor panadera del mundo, mi madre… a qué tiempos aquellos, no había preocupación de tiempo o espacio, se hacía todo con calma y se disfrutaba cada cosa en su lug

ar, no existía preocupación de inseguridad o que nos dijeran no salgan porque pueden llegar a robarles o las pandillas pueden dispararles, existía en este tiempo santo un respeto y todos disfrutábamos al unísono, no había regalos bajo el árbol, no finos juguetes, ni una vajilla de porcelana en la mesa, ni café descafeinado para la dieta, todo era al natural y bien disfrutado. Llegadas las 4 de la tarde del 24 de diciembre, había que hacer algo difícil para algunos, y no dudo que no me chocaba hacerlo, ir al rio o al pozo de la alde

a a tomar el respectivo baño, con huacal porque no había regadera ni agua caliente, porque decía mi mamá, que había que estar limpios y bien arreglados para cuando el niño naciera, y lógicamente teníamos que ponernos nuestro respectivo estreno, que consistía en un pantalón que el sastre del pueblo nos había confeccionado y una camisa que mi madre había comprado a su gusto, no al mío, que a veces el color no combinaba con el pantalón, pero era emocionante el saber que ahora tenía tres pantalones y tres camisas.

Llegada la noche, todos contentos y con ropa nueva, – al menos pantalón y camisa valgan la aclaración – nos dedicábamos a jugar en la plaza y a ver las pastoras que iban de casa en casa cantando en los nacimientos con sus trajes de papel, y sus pitos para invitar a todos a ir a cantar a las casas. Nosotros íbamos detrás reventado cohetes chiquitos, y cantando, lógicamente de vez en cuando hacíamos una que otra travesura como ponerle un cohete en la cola a un perro o tirárselo a un gato, pero que no fuera a ver el dueño de la casa, porque era menuda regañada la que nos tocaba al llegar a casa, eran travesuras inocentes que hoy recuerdo con cariño, y que conste, ningún perro o gato murió o salió lastimado aclaro por aquello de que en este país los perros también tienen sus derechos más que nosotros que somos inmigrantes.

Recuerdo que los permisos para salir en la noche estaban dados,con la condición que teníamos que regresar a casa a las 11 de la noche lo más tarde, no porque fuera peligroso, sino porque a las doce de la media noche, teníamos que estar todos en casa, para dar gracias en torno al nacimiento y para pedir al niño Jesús un año nuevo de paz y prosperidad. Ahora después e mas de 20 o más años, me pongo a meditar que diferencia cultural la que hemos creado, la navidad ya no es el acontecimiento del nacimiento de Cristo, ya no es el momento de meditar en el niño Jesús, es el tiempo de comprar, comprar y comprar, ya en nuestros hogares no se quiere colocar el tradicional pesebre o nacimiento, mucho menos la oración en torno al niño de belén, nuestras navidades ahora están cundidas de violencia y de inseguridad, hace unos años atrás regrese a mi país y específicamente al lugar donde nací, y me di cuenta que todo es ahora historia, ya no existe el entusiasmo y la emoción de aquellos niños de los años ochentas que se divertían y disfrutaban estas lindas fiestas navideñas. Me dio tanta tristeza uno de estos días que alguien en la televisión decía que aquí en estados unidos, ya no era necesario decir feliz navidad, sino que lo más lógico era decir “felices fiestas” porque no todos creen en Jesús. Me hago un última pregunta, ¿Es que puede haber navidad sin Jesús? porque si la hay alguien tiene que explicármela.