miércoles, 21 de abril de 2010

PROBLEMAS ¿Y QUIEN NO LOS TIENE?

Por: Pbro. Mauricio Alexander Díaz
http://www.padrealex.com/


De alguna manera nuestras vidas están marcadas por continuas luchas y batallas que debemos de ganar, y proponernos superar, en algunas de esas luchas diarias no siempre saldremos triunfantes, en algunas perderemos, y quizás nos frustremos, pero tenemos que tener claro, debemos de perder mil batallas, pero nunca la guerra, porque la guerra principal es la de ser santos, como Jesús nos lo ha dicho en su Evangelio. Alguien ha dicho: “en este mundo no hay lugar para la tristeza, porque lo triste es tener que vivir”.
En verdad la vida es una lucha, una lucha diaria, y cuando en este combate perdemos alguna pelea, aparecen o que nosotros llamamos: problemas. ¿Y quién no tiene problemas? No hay ningún ser vivo sobre esta tierra que en algún momento de su existencia, no haya padecido, tenga que padecer o este padeciendo algún problema, “nadie escapa a la experiencia del sufrimiento”. Y cuando esto sucede, una de las reacciones naturales en la vida del cristiano es pensar que hasta Dios se ha olvidado de él; eso fue lo que le sucedió a Marta y a María, amigas de Jesús, cuando su hermano Lázaro murió (Jn 11), pero ellas no sabían lo que Jesús tenía planeado hacer.
Ninguno de nosotros está solo en esta vida y mucho menos cuando el sufrimiento y el dolor llegan. Nos aclara el evangelio: “¿Acaso una madre olvida a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entraña? Pues aunque esas llegaran a olvidarse, yo no te olvido” (Is 49, 15). Ese cuido y esa solidaridad de parte de Dios, es lo que lleva a decir a San Pablo: “¿Acaso hay alguien que sufra, sin que yo sufra con él?” Dios está presente en nuestra vida y no nos deja solos ante el dolor de nuestras cruces, por ende te animo a que agarres de él, cuando sientas que todo se te viene abajo, que te agarres de su mano cuando sientas que hay ciertas cosas que hacen que tu vida pierda sentido. Animo, es Cristo quien te ayuda a vivir en los momentos más difíciles de tu vida.
En cierta ocasión le pedía a alguien que orara, y ayudara a otra persona que pasaba por momentos difíciles, y esta me contesto, con que no puedo con mis problemas y quiere que ayude a otros… me pareció un tanto egoísta la respuesta, porque siempre creemos, pensé.., que nuestros problemas son los más grandes del mundo, sin darnos cuenta de que hay otros que tienen un dolor mas grande, o una perdida mas grande. Todos los cristianos es importante que oremos, especialmente “para que cuantos atraviesan por momentos de dificultad interior y de prueba, encontremos en Cristo la luz, y la ayuda que los lleven a descubrir la verdadera felicidad”. No siempre es fácil confiar en Dios cuando nos vemos envueltos en una dificultad, si así fuera, entonces, nadie dudara del amor de Dios cuando esta llega.
Hermanos, nosotros no seriamos buenos cristianos si ignoráramos los problemas de quienes nos rodean, y de aquellos que están lejos de nosotros. Hay gente que se pregunta: ¿Pero, por qué me sucede esto a mí? ¿No podría ser la vida sin dolor: sin enfermedad, sin violencias, sin desgracias, sin temores? ¿Por qué hay dolor, sufrimiento, en mi vida? pero, por más que nos interroguemos a nosotros mismos, “no se entiende qué es el dolor razonando sino creyendo.
A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo. Pero al mismo tiempo, de este nivel de Cristo aquel sentido salvífico del sufrimiento desciende al nivel humano y se hace en cierto modo, su respuesta personal. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual (J. Pablo II). Gente que sufre por diversos problemas existirán siempre en este mundo, y a nosotros no se nos pide que le arreglemos los problemas a nadie sino, únicamente que seamos solidarios con quienes más sufren, que no veamos con indiferencia los problemas de los demás.
Muchas veces somos tan egoístas que no hacemos más que pensar en nosotros mismos, no hacemos más que pensar en nuestros propios problemas, olvidándonos que a nuestro alrededor existe mucha gente a la que le toca vivir situaciones verdaderamente dolorosas. En estos tiempos difíciles le recomiendo que busque hacer todo lo que esté a su alcance por quienes sufren. Atrevámonos a confiar en CRISTO Y A ORAR POR NUESTROS HERMANOS.