viernes, 27 de junio de 2008

QUIEN DICE LA GENTE QUE SOY YO

El Evangelio que este domingo en la Solemnidad de los Apostoles Pedro y Pablo; leemos es una reflexión que se vuelve cada día más actual y más cuestionante a nuestros oídos si somos capaces de meditar con detenimiento la frase que Jesús hace a sus discípulos. ¿Quién dice la gente que soy yo?, esa es la primera pregunta, fácil de contestarla, lo que los otros dicen es fácil copiarlo y decirlo, la opinión de los otros no es nada del otro mundo poder repetirlo, en la sociedad y en el mundo se dicen tantas cosas que a veces sin darnos cuenta terminamos haciendo y diciendo lo que los otros dicen y hacen, si nos damos cuenta la gente nunca dice la verdad porque no tienen fundamentos suficientes para juzgar lo que dicen, los apóstoles le contestan a Jesús lo que la gente dice: “unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías, o uno de los profetas” ninguna de las respuestas que la gente murmura son ciertas, siempre me he preguntado porque tenemos que escuchar lo que la masa, el populacho o lo que los rumores que se corren dicen ya sea de ti, o de otros, sin detenernos a analizar si es verdad lo que se dicen. Nunca dependas de los chismes que se corren por el pueblo o la ciudad, la gente dice lo que se le viene en gana, nunca analiza lo que dice porque carece de verdad.
La segunda pregunta, que Jesús les hace, es un cuestionamiento a cerca de lo que ellos en realidad piensan a cerca de sus intenciones, ya no les pregunta que dice la gente, sino que es claro y directo en lo que dice ¿ustedes quien dicen que soy yo? ¿Para ustedes quien soy en realidad? Ese es el juicio al que todos estamos llamados a responder, que piensas, que pienso, quien es Jesús para mi, de ahí dependen todas las respuestas a las interrogantes en la vida nuestra, si nos detenemos a pensar quien es Jesús en nuestras vidas en verdad dejaremos de depender de lo que digan los demás, o de lo que digan los otros de nosotros, porque él es la solución a todos los problemas, pero desgraciadamente dependemos más de lo que digan los otros que de nuestros propios argumentos, analizados a la luz de Jesús, pero nunca nos detenemos a pensar ¿Quién es Jesús en nuestra vida? Siempre dependemos de lo que dicen los otros porque pienso, que tenemos miedo de enfrentar la respuesta que salga de nuestra pregunta, te invito a que al igual que Pedro no tengas miedo de responder con claridad quien es él en tu vida, y dejemos de una vez por todas de aceptar las respuestas de los otros y que construyamos nuestra propia respuesta, que nos haga ser mejores cristianos.

SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Celebramos este domingo la Solemnidad de dos grandes figuras en la Iglesia, dos apóstoles considerados los bastiones principales de la Evangelización de los primeros siglos, ambos llamados personalmente por Jesús, Pedro, el primero un hombre sencillo de poca educación pescador de Galilea, llamado Simón, hijo de Juan, fue uno de los primeros llamados por Jesús, y puesto al frente de los doce para servir y confirmar en la fe a sus hermanos. Tras confesar a Jesús como Mesías, el maestro le dio un nuevo nombre Pedro, expresión de su función de piedra visible y fundamento de la unidad de la Iglesia. Después de la muerte y resurrección de Jesús, Desarrollo su actividad apostólica en Jerusalén, Antioquia de Siria y Roma, como primer obispo de esta ciudad. Allí durante la persecución de Nerón, fue crucificado en el año 64. Fue sepultado en la colina Vaticana. Lugar que los primeros cristianos veneraron y cuidaron con mucho esmero, sobre su tumba se edifico lo que hoy conocemos como La Basílica de San Pedro en Roma, lugar donde vive el Papa, sucesor de este humilde pescador.
Pablo, natural de Tarso, hombre astuto e inteligente, de gran renombre y posición entre su gente, fariseo, educado por Gamaliel, uno de los mejores maestros de su tiempo, Pablo, observante celoso de la ley mosaica como todo buen fariseo, buscando defender la pureza de esta se convirtió en acérrimo perseguidor de los cristianos, creyendo firmemente que eran un peligro para fe judía y sus normas, Pero Dios tiene sus propios planes y sus propios caminos, y día camino a Damasco, Jesús le salió al encuentro, y le convirtió en Apóstol, de los gentiles. Convertido a Cristo y hecho apóstol por el maestro, se convirtió en un misionero incansable por toda Asia Menor y Europa Oriental, donde fundó numerosas comunidades de cristianas. Sus cartas a diversas Iglesias son alimento para la Iglesia de todos los tiempos. Por su defensa incansable al Evangelio, y su convicción a la evangelización y engrandecimiento del Reino de los cielos, fue decapitado a las afueras de Roma en el Año 67.

lunes, 23 de junio de 2008

CONOSCAMOS NUESTRA IGLESIA

1- El Ministerio de la Iglesia
Los cristianos de todos los tiempos han profesado su fe en la Iglesia con la misma fórmula: “Creo en la Santa Iglesia”. Sin embargo, no en todas las situaciones históricas los fieles han comprometido con la misma intensidad lo que significa “creer en la Iglesia”, y sobre todo, lo que implica “ser Iglesia”.
En particular, muchos de nuestros inmediatos antepasados al nombrar la Iglesia fijaban casi exclusivamente su atención en la Jerarquía eclesiástica y el complejo contorno, exterior y visible, de ritos, leyes e instituciones; era casi nula la visión sobre el misterio de la Iglesia, y muy débil su conciencia de pertenecía activa al pueblo de Dios.
La iglesia es un misterio de Fe, su existencia en el mundo se debe a una iniciativa divina y su razón de ser sobrepasa los objetivos meramente intramundanos para proyectarse a la perspectiva misteriosa de la comunión del hombre con Dios. Al decir, “Creo en la Santa Iglesia” estamos afirmando que la Iglesia es un acontecimiento misterioso, cuya presencia y sentido solo podemos captar a la luz de la fe. Y este misterio consiste en que la Iglesia es “el signo e instrumento de la unión intima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (L.G.8).
El aspecto misterioso de la iglesia esta sugerido por la misma etimología de esta palabra cuyo origen es griego. “Ekklesia” significa en primer lugar, “convocación”; y así llamamos a la Iglesia, porque ella es la convocación de todos los hombres a la salvación hecha por Dios mediante la obra de Cristo. “Ekklesia” significa también “congregación” y así, llamamos a la iglesia porque es la congregación de todos los fieles que, creyendo, “ven en, Jesús al autor de la salvación” (L.G.9) y forman un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (L.G. 4), establecido en la tierra como una “comunidad de fe, esperanza y caridad (L.G. 8). No es, pues, la iglesia un proyecto de los hombres y para este mundo, sino una obra de Dios en el mundo para la vida eterna.
La Iglesia es una comunidad visible compuesta de hombres, como son el Papa, los obispos, los fieles. Externamente está organizada de modo semejante a otras sociedades humanas. Así, son visibles sus templos, sus escuelas, sus oficinas y tomamos parte en sus asambleas y peregrinaciones, hablamos de la Iglesia de Roma, de la Iglesia de América Latina, de Asia… pero al mismo tiempo, “creemos” que la Iglesia no es solamente una institución visible religiosa; es también el Acontecimiento invisible de la presencia salvadora de Cristo en el mundo. No hay que concluir por esto que hay dos Iglesias: una externa y visible, otra invisible y misteriosa. No hay más que una Iglesia, que es a la vez congregación visible de fieles y comunión misteriosa en la salvación de Cristo, así afirma el Vaticano II: “Cristo el único mediador, instituyó y mantiene constantemente en la tierra a su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad. Mas la sociedad, provista de sus órganos jerárquicos, y el cuerpo Místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben de ser considerado como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada por el elemento humano y otro divino. (L.G.8.)