lunes, 23 de junio de 2008

CONOSCAMOS NUESTRA IGLESIA

1- El Ministerio de la Iglesia
Los cristianos de todos los tiempos han profesado su fe en la Iglesia con la misma fórmula: “Creo en la Santa Iglesia”. Sin embargo, no en todas las situaciones históricas los fieles han comprometido con la misma intensidad lo que significa “creer en la Iglesia”, y sobre todo, lo que implica “ser Iglesia”.
En particular, muchos de nuestros inmediatos antepasados al nombrar la Iglesia fijaban casi exclusivamente su atención en la Jerarquía eclesiástica y el complejo contorno, exterior y visible, de ritos, leyes e instituciones; era casi nula la visión sobre el misterio de la Iglesia, y muy débil su conciencia de pertenecía activa al pueblo de Dios.
La iglesia es un misterio de Fe, su existencia en el mundo se debe a una iniciativa divina y su razón de ser sobrepasa los objetivos meramente intramundanos para proyectarse a la perspectiva misteriosa de la comunión del hombre con Dios. Al decir, “Creo en la Santa Iglesia” estamos afirmando que la Iglesia es un acontecimiento misterioso, cuya presencia y sentido solo podemos captar a la luz de la fe. Y este misterio consiste en que la Iglesia es “el signo e instrumento de la unión intima con Dios y de la unidad de todo el género humano” (L.G.8).
El aspecto misterioso de la iglesia esta sugerido por la misma etimología de esta palabra cuyo origen es griego. “Ekklesia” significa en primer lugar, “convocación”; y así llamamos a la Iglesia, porque ella es la convocación de todos los hombres a la salvación hecha por Dios mediante la obra de Cristo. “Ekklesia” significa también “congregación” y así, llamamos a la iglesia porque es la congregación de todos los fieles que, creyendo, “ven en, Jesús al autor de la salvación” (L.G.9) y forman un pueblo reunido en virtud de la unidad del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo” (L.G. 4), establecido en la tierra como una “comunidad de fe, esperanza y caridad (L.G. 8). No es, pues, la iglesia un proyecto de los hombres y para este mundo, sino una obra de Dios en el mundo para la vida eterna.
La Iglesia es una comunidad visible compuesta de hombres, como son el Papa, los obispos, los fieles. Externamente está organizada de modo semejante a otras sociedades humanas. Así, son visibles sus templos, sus escuelas, sus oficinas y tomamos parte en sus asambleas y peregrinaciones, hablamos de la Iglesia de Roma, de la Iglesia de América Latina, de Asia… pero al mismo tiempo, “creemos” que la Iglesia no es solamente una institución visible religiosa; es también el Acontecimiento invisible de la presencia salvadora de Cristo en el mundo. No hay que concluir por esto que hay dos Iglesias: una externa y visible, otra invisible y misteriosa. No hay más que una Iglesia, que es a la vez congregación visible de fieles y comunión misteriosa en la salvación de Cristo, así afirma el Vaticano II: “Cristo el único mediador, instituyó y mantiene constantemente en la tierra a su Iglesia santa, comunidad de fe, esperanza y caridad. Mas la sociedad, provista de sus órganos jerárquicos, y el cuerpo Místico de Cristo, la asamblea visible y la comunidad espiritual, la Iglesia terrestre y la Iglesia enriquecida con los bienes celestiales, no deben de ser considerado como dos cosas distintas, sino que más bien forman una realidad compleja que está integrada por el elemento humano y otro divino. (L.G.8.)

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