viernes, 16 de octubre de 2009

SAN LUCAS EVANGELISTA

Patrono de los medicos.

Cada 18 de Octubre la Iglesia celebra la fiesta de San Lucas Evagelista, quien fue el escrito de uno de los cuatro evangelio. Conoscamos un poco a cerca de este singular santo.
Lucas significa: "luminoso, iluminado" (viene del latín "luce" = luz).
San Lucas escribió dos libros muy famosos: el
tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.
Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol.
Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.
El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo".
Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.
En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.
Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.
También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.
Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.
Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.
Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.


Algunos Santos Padres y autores cristianos vieron a San Lucas en ese «otro discípulo» que acompañaba a Cleofás, camino de Emaús, la tarde de la Resurrección cuando se les manifestó el Señor y se dio a conocer al partir el pan. Si esto fuera verdad, habría que pensar en un discípulo del Señor y judío y no gentil.
Lo que parece más probable es que Lucas era gentil, de Antioquía, y que llegó al conocimiento de Jesucristo por medio del Apóstol San Pablo, al que se sentirá siempre ligado y será uno de los discípulos predilectos del Apóstol de los Gentiles. Nació en Antioquía de Siria y era de profesión médico. Estaba muy bien preparado en el saber de su tiempo y conocía bien la lengua y literatura griegas.
Una vez convertido a la fe de Cristo, quizá por los años 40, su vida ya va estrechamente unida con la de San Pablo y con él misiona por diversos países: Macedonia, Jerusalén, Roma. Las enseñanzas de Pablo van calando en el corazón y en la mente de Lucas. Enseñanzas que con algunas otras fuentes que llegarán hasta sus manos, inspirado por el Espíritu Santo, pasará a la escritura, y gracias a él tendremos el tercer Evangelio y el precioso libro de los Hechos, la primera Historia de la Iglesia.
En San Lucas podemos destacar dos facetas, las dos muy importantes: Lucas historiador y Lucas misionero. Entre los sinópticos se puede denominar a Lucas el evangelista de la historia de la salvación. Ha escrito una historia en dos tomos sobre los orígenes del cristianismo: El Evangelio y los Hechos. Se le puede llamar con toda precisión el historiador entre los demás evangelistas, no porque los otros no hagan historia, sino más bien porque él tiene una intuición más amplia de la historia. Lucas conoce las historias de su tiempo. Él sabe que suelen poner un prólogo a las historias de su tiempo y él así lo hace. Se fija especialmente en la cronología de los hechos y trae referencias de historia profana más que los demás. Pero sobre todo él ha escrito la historia de la salvación.
Como misionero no se le ha considerado tanto y sin embargo basta recordar sus correrías para que se merezca este honroso título. San Juan Crisóstomo le llamó: «Incansable en el trabajo, ansioso de saber y sufrir, Lucas no acertaba a separarse de Pablo». Desde su prisión de Roma Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Lucas sólo queda conmigo». Nunca se separa del maestro. Y a los colosenses y a Filemón también les recuerda que Lucas está a su lado y le llama «Lucas, el médico, el querido».
Cada uno de los evangelistas tiene su característica peculiar, como si se hubieran puesto de acuerdo para hacer mayor hincapié en una de las facetas de la historia de la Salvación. Así dice el Padre Bover, S.J.: «Si el evangelio de San Mateo podía llamarse mesiánico; el de San Marcos taumatúrgico; el de San Juan teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia».
Otra faceta que resalta en el Evangelio de San Lucas es su amor en cuanto se refiere a la Virgen María. Él trata más que los otros tres evangelistas sobre el tema mariano. Se le ha llamado Pintor de María, porque haya pintado en el lienzo, algunas pinturas antiguas de la Virgen, y sobre todo porque la pintó maravillosamente en su Evangelio. Quizá fue la misma Virgen María quien le contó las encantadoras escenas de la Infancia de Jesús. Una antigua tradición dice que murió martirizado en Acaya, colgado de un árbol.

jueves, 15 de octubre de 2009

SANTA TERESITA DE AVILA

DOCTORA DE LA IGLESIA
Celebramos con alegría la fiesta de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia. Teresa de Cepeda y Ahumada tomó el nombre de Teresa de Jesús al ingresar en el Carmelo. El cambio de nombre supuso para ella mucho más que cumplir con lo establecido para el momento de la profesión religiosa. Significaba, en efecto, el cambio profundo que quiso llevar a cabo en su vida: de ser una mujer como la mayoría, dedicada a sus intereses particulares y de relaciones familiares y sociales en general, sería en adelante, de modo exclusivo, para Jesús. No habría ya más afanes en su vida que los de Cristo. Su nombre de religiosa expresa, pues, posiblemente del modo más sintético y real, lo que fue la vida de esta santa a partir del momento en que decidió consagrarse a Dios.No fue sencillo para Teresa de Jesús alcanzar esa santidad – identificación plena con Cristo – que se le presentó como un ideal fascinante en sus años de juventud. Fue necesario que pusiera lo personal muy en segundo término y en todos los aspectos. Sin embargo, con el paso de los años, mostró una fuerza consigo misma y una capacidad de impulso hacia la perfección genuina exigida por Jesucristo, que admiró y hasta desconcertó a los de su misma orden religiosa. De modo particular, llamó la atención y recibió críticas, de algunos sectores en cierta medida acomodados y poco exigentes respecto a su rigor primigenio. A partir de aquella situación se sintió impulsada a emprender una profunda reforma del Carmelo, recobrando así el espíritu que dio origen a la Orden. ¿Cómo fue capaz una mujer, sin recursos ni influencias, de establecer tan profundos cambios, claramente negativos desde un punto de vista humano, y contra el parecer de la mayoría? ¿Cuál fue el estímulo que hizo posible el sorprendente desarrollo posterior de su Empresa? Pues era insólito su sacrificio en una sociedad cada vez más afanada en las comodidades de una vida fácil. No se podía entender el sentido de tan rigurosa exigencia. De diversos modos, la Santa de Ávila se remitía siempre a la oración para señalar la causa, el origen, el único fundamento consistente de cualquier tarea eficaz al servicio de Dios. En su propia oración aprendió Santa Teresa que, viviendo la vida con Dios en un trato habitual, los hombres podemos y debemos sentirnos siempre triunfadores a pesar de aparentes contratiempos, que serán siempre momentáneos, pues no es posible que, empeñados en sus mismos afanes, podamos fracasar con Él.En cambio, sin oración tenemos garantizada la esterilidad: el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración. Es su viva experiencia, de un permanente empeño por agradar a Dios yendo de su mano, con la impresión, en ocasiones, de que todo ese esfuerzo es excesivo, poco eficaz en apariencia. Sin embargo, insiste en la necesidad de no abandonar la oración, aunque parezca estéril: La oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada. Cuando Dios quiere, el alma nota, hasta de modo sensible, la eficacia y la paz de la súplica: Entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar (...). Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese de una vez para no ofenderle. Y en otro momento concluye: Siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas.Ante nuestros ojos está, visible por todo el mundo, la eficacia santificadora de esta Santa, que trasciende mucho más allá del ámbito carmelitano, y hace sentir sus efectos en otras familias religiosas y en toda sociedad católica. El sentido común y sobrenatural, la gracia humana con un gran ingenio y espíritu práctico para la vida, su indudable talento literario y poético, y hasta el sentido del humor de Teresa de Ávila, han quedado para la historia de la cultura y de la espiritualidad como un animante estímulo para cuantos nos resistimos a ser vulgares.Acudimos a su particular asistencia en el día de su fiesta, para que no desistamos de la oración confiada en los momento de dificultad, convencidos de que, con Jesucristo, nunca podremos perder, a pesar de que, por momentos, la tentación nos sugiera pensamientos de desánimo. La Madre de Dios, Virgen Poderosa, según la aclamamos en las Letanías del Santo Rosario, nos confirma que, de la mano de Dios, siempre vamos seguros.