sábado, 22 de marzo de 2008

VIGILIA PASCUAL

JESUS RESUCITO... ALELUYA, ALELUYA.
"Según una antiquísima tradición, esta es noche de vigilia en honor del Señor (Ex 12,42). Los fieles, tal como lo recomienda el evangelio (Lc 12,35-36), deben parecerse a los criados, que con las lámparas encendidas en las manos, esperan el retorno de su señor, para que cuando llegue los encuentre en vela y los invite a sentarse a su mesa" (Misal, pág. 275).Esta Noche Pascual tiene, como toda celebración litúrgica, dos partes centrales:- La Palabra: Solo que esta vez las lecturas son más numerosas (nueve, en vez de las dos o tres habituales).

- El Sacramento: Esta noche, después del camino cuaresmal y del catecumenado, se celebran, antes de la Eucaristía, los sacramentos de la iniciación cristiana: el Bautismo y la Confirmación.Así, los dos momentos centrales adquieren un relieve especial: se proclama en la Palabra la salvación que Dios ofrece a la humanidad, culminando con el anuncio de la resurrección del Señor.

Y luego se celebra sacramentalmente esa misma salvación, con los sacramentos del Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía. A todo ello también se le antepone un rito de entrada muy especial: se añade un rito lucernario que juega con el símbolo de la luz en medio de la noche, y el Pregón Pascual, lírico y solemne.

La Pascua del Señor, nuestra Pascua.
Todos estos elementos especiales de la Vigilia quieren resaltar el contenido fundamental de la Noche: la Pascua del Señor, su Paso de la Muerte a la Vida. La oración al comienzo de las lecturas del Nuevo Testamento, invoca a Dios, que "ilumina esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor". En esta noche, con más razón que en ningún otro momento, la Iglesia alaba a Dios porque "Cristo, nuestra Pascua, ha sido inmolado" (Prefacio I de Pascua).
Pero la Pascua de Cristo es también nuestra Pascua: "en la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su resurrección resucitamos todos" (Prefacio II de Pascua).
La comunidad cristiana se siente integrada, "contemporánea del Paso de Cristo a través de la muerte a la vida". Ella misma renace y se goza en "la nueva vida que nace de estos sacramentos pascuales" (oración sobre las ofrendas de la Vigilia): por el Bautismo se sumerge con Cristo en su Pascua, por la Confnmación recibe también ella el Espíritu de la vida, y en la Eucaristía participa del Cuerpo y la Sangre de Cristo, como memorial de su muerte y resurrección.
Los textos, oraciones, cantos: todo apunta a esta gozosa experiencia de la Iglesia unida a su Señor, centrada en los sacramentos pascuales. Esta es la mejor clave para la espiritualidad cristiana, que debe centrarse. más que en la contemplación de los dolores de Jesús (la espiritualidad del Viernes Santo es la más fácil de asimilar), en la comunión con el Resucitado de entre los muertos.Cristo, resucitando, ha vencido a la muerte.



Este es en verdad "el día que hizo el Señor". El fundamento de nuestra fe. La experiencia decisiva que la Iglesia, como Esposa unida al Esposo, recuerda y vive cada año, renovando su comunión con El, en la Palabra y en los Sacramentos de esta Noche.



Luz de Cristo

El fuego nuevo es asperjado en silencio, después, se toma parte del carbón bendecido y colocado en el incensario, se pone incienso y se inciensa el fuego tres veces. Mediante este rito sencillo reconoce la Iglesia la dignidad de la creación que el Señor rescata.


Pero la cera, a su vez, resulta ahora una criatura renovada. Se devolverá al cirio el sagrado papel de significar ante los ojos del mundo la gloria de Cristo resucitado. Por eso se graba en primer lugar la cruz en el cirio. La cruz de Cristo devuelve a cada cosa su sentido. Por ello el Canon Romano dice: "Por él (Cristo) sigues creando todos los bienes, los santificas, los llenas de vida, los bendices y los repartes entre nosotros".


Al grabar en la cruz las letras griegas Alfa y Omega y las cifras del año en curso, el celebrante dice: "Cristo ayer y hoy, Principio y Fin, Alfa y Omega. Suyo es el tiempo. Y la eternidad. A él la gloria y el poder. Por los siglos de los siglos. Amén".
Así expresa con gestos y palabras toda la doctrina del imperio de Cristo sobre el cosmos, expuesta en San Pablo. Nada escapa de la redención del Señor, y todo, hombres, cosas y tiempo están bajo su potestad.


Se lo adorna con granos de incienso, según una tradición muy antigua, que han pasado a significar simbólicamente las cinco llagas de Cristo: "Por tus llagas santas y gloriosas nos proteja y nos guarde Jesucristo nuestro Señor".
Termina el celebrante encendiendo el fuego nuevo, diciendo: "La 1uz de Cristo, que resucita glorioso, disipe las tinieblas del corazón y del espíritu".
Tras el cirio encendido que representa a Cristo, columna de fuego y de luz que nos guía a través de las tinieblas y nos indica el camino a la tierra prometida, avanza el cortejo de los ministros. Se escucha cantar tres veces: "Luz de Cristo" mientras se encienden en el cirio recién bendecido todas las velas de la comunidad cristiana.


Hay que vivir estas cosas con alma de niño, sencilla pero vibrante, para estar en condiciones de entrar en la mentalidad de la Iglesia en este momento de júbilo. El mundo conoce demasiado bien las tinieblas que envuelven a su tierra en infortunio y congoja. Pero en esa hora, puede decirse que su desdicha ha atraído la misericordia y que el Señor quiere invadirlo todo con oleadas de su luz.
Los profetas habían prometido ya la luz: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande", escribe Isaías (Is 9, I; 42,7; 49,9). Pero la luz que amanecerá sobre la nueva Jerusalén (Is 60,1ss.) será el mismo Dios vivo, que iluminará a los suyos (Is 60, 19) y su Siervo será la luz de las naciones (Is 42,6; 49,6).


El catecúmeno que participa en esta celebración de la luz sabe por experiencia propia que desde su nacimiento pertenece a las tinieblas; pero sabe también que Dios "lo llamó a salir de la tiniebla y a entrar en su luz maravillosa" (1 Pe 2,9). Dentro de unos momentos, en la pila bautismal, "Cristo será su luz" (Ef 5, 14). Se va a convertir de tiniebla que es en "luz en el Señor" (Ef 5,8).


Pregón pascual o "exultet"


Este himno de alabanza, en primer lugar, anuncia a todos la alegría de la Pascua, alegría del cielo, de la tierra, de la Iglesia, de la asamblea de los cristianos. Esta alegría procede de la victoria de Cristo sobre las tinieblas.


Luego, entona la gran Acción de Gracias. Su tema es la historia de la salvación resumida por el poema. Una tercera parte consiste en una oración por la paz, por la Iglesia en sus jefes y en sus fieles, por los que gobiernan los pueblos, para que todos lleguen a la patria del cielo.


La liturgia de la Palabra


Esta noche la comunidad cristiana se detiene más de lo ordinario en la proclamación de la Palabra. Tanto el Antiguo como el Nuevo Testamento hablan de Cristo e iluminan la Historia de la Salvación y el sentido de los sacramentos pascuales. Hay un diálogo entre Dios que habla a su Pueblo (las lecturas) y el Pueblo que responde (Salmos y oraciones).


Las lecturas de la Vigilia tienen una coherencia y un ritmo entre ellas. La mejor clave es la que dio el mismo Cristo: "todo lo escrito en la Ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí, tenía que cumplirse, y comenzando por Moisés y siguiendo por los profetas, les explicó (a los discípulos de Emaús) lo que se refería a él en toda la Escritura" (L,c 24,27).

viernes, 21 de marzo de 2008

SABADO SANTO

EL GRAN SILENCIO DEL SABADO SANTO, JUNTO AL SEPULCRO DE JESUS.
Siempre que alguien muere se hace un vacío, se crea un silencio. Al menos por unos instantes se suspende todo pensamiento, se ahoga toda palabra, se sofoca toda pasión. Antes de los llantos y sollozos, antes de las plegarias o los gritos, antes de las condolencias y los pésames, la muerte impone un silencio.

Cuando Cristo muere, un gran silencio envuelve la tierra... Un gran silencio porque el Rey duerme. La tierra está tenebrosa y sobrecogida, porque Dios ha dormido en la carne... Dios ha muerto en la carne y ha puesto en conmoción al abismo.” Así lo expresa una antiquísima homilía sobre el grande y santo Sábado.

La muerte del Dios hecho hombre estremeció los cielos y sacudió la tierra. Ese día hubo oscuridad sobre toda la tierra. El velo del templo de Jerusalén se rasgó en dos de arriba abajo. Tembló la tierra y las rocas se hendieron. Qué bien lo describe aquel verso:

“Nunca tan adentro
tuvo al sol la tierra.
Daba el monte gritos
piedra contra piedra”.

Quizá hizo falta todo eso porque muchos corazones humanos no experimentaron aquel día ni la más mínima conmoción ante tamaño acontecimiento. Lo que no sintieron ni de lejos algunas criaturas racionales, lo entendió sobradamente el resto de la creación, no pudiendo contener su reacción.

Tristemente también hoy bastantes personas viven la muerte de Cristo inconscientes de lo que se conmemora. No les pasará por la mente que Cristo expira en la cruz por amor ellos. No les dirá nada el que Dios mismo yazca muerto en una tumba, porque quiso hacerse hombre mortal como nosotros.

Pienso que tal vez ya no hará falta que hoy se repita aquello de las tinieblas y los terremotos sobre el globo terráqueo. Porque no faltarán densas oscuridades y hondos quebrantos en el alma de los que viven al margen de Cristo, por más que reposen bajo un sol espléndido y con aparente serenidad...

Así es, la muerte hace un silencio en la vida del hombre, pero no es aún la última palabra. La última palabra será la resurrección alcanzada por Cristo para todos.

Mañana el sepulcro de Cristo volverá a estar vacío.

jueves, 20 de marzo de 2008

EL SOPORTO NUESTROS SUFRIMIENTOS Y AGUANTO NUESTROS DOLORES....



Por sus llagas hemos sido curados (Is.53,5)

VIERNES SANTO. JESUS MUERE PARA DARNOS LA VIDA.



LA VIA DOLOROSA, Para que reflexionemos en nuestros pecados.
Por tu dolorosa Pasion ten misericordia de Nosotros y del mundo entero

VIERNES SANTO

UN DIA PARA MEDITAR EN EL SACRIFICIO DE CRISTO

La tarde del Viernes Santo presenta el drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. La cruz erguida sobre el mundo sigue en pie como signo de salvación y de esperanza.
Con la Pasión de Jesús según el
Evangelio de Juan contemplamos el misterio del Crucificado, con el corazón del discípulo Amado, de la Madre, del soldado que le traspasó el costado.
San Juan, teólogo y cronista de la pasión nos lleva a contemplar el misterio de la cruz de Cristo como una solemne liturgia. Todo es digno, solemne, simbólico en su narración: cada palabra, cada gesto. La densidad de su Evangelio se hace ahora más elocuente.


Y los títulos de Jesús componen una hermosa Cristología. Jesús es Rey. Lo dice el título de la cruz, y el patíbulo es trono desde donde el reina. Es sacerdote y templo a la vez, con la túnica inconsútil que los soldados echan a suertes. Es el nuevo Adán junto a la Madre, nueva Eva, Hijo de María y Esposo de la Iglesia. Es el sediento de Dios, el ejecutor del testamento de la Escritura. El Dador del Espíritu. Es el Cordero inmaculado e inmolado al que no le rompen los huesos. Es el Exaltado en la cruz que todo lo atrae a sí, por amor, cuando los hombres vuelven hacia él la mirada.

La Madre estaba allí, junto a la Cruz. No llegó de repente al Gólgota, desde que el discípulo amado la recordó en Caná, sin haber seguido paso a paso, con su corazón de Madre el camino de Jesús. Y ahora está allí como madre y discípula que ha seguido en todo la suerte de su Hijo, signo de contradicción como El, totalmente de su parte. Pero solemne y majestuosa como una Madre, la madre de todos, la nueva Eva, la madre de los hijos dispersos que ella reúne junto a la cruz de su Hijo. Maternidad del corazón, que se ensancha con la espada de dolor que la fecunda.

La palabra de su Hijo que alarga su maternidad hasta los confines infinitos de todos los hombres. Madre de los discípulos, de los hermanos de su Hijo. La maternidad de María tiene el mismo alcance de la redención de Jesús. María contempla y vive el misterio con la majestad de una Esposa, aunque con el inmenso dolor de una Madre. Juan la glorifica con el recuerdo de esa maternidad. Ultimo testamento de Jesús. Ultima dádiva. Seguridad de una presencia materna en nuestra vida, en la de todos. Porque María es fiel a la palabra: He ahí a tu hijo.

El soldado que traspasó el costado de Cristo de la parte del corazón, no se dio cuenta que cumplía una profecía y realizaba un último, estupendo gesto litúrgico. Del corazón de Cristo brota sangre y agua. La sangre de la redención, el agua de la salvación. La sangre es signo de aquel amor más grande, la vida entregada por nosotros, el agua es signo del Espíritu, la vida misma de Jesús que ahora, como en una nueva creación derrama sobre nosotros.

Liturgia y Tradición de la Iglesia
Según una antiquísima tradición, la Iglesia no celebra los sacramentos en este día ni el siguiente. El altar debe estar desnudo por completo: sin cruz, sin candelabros, sin manteles.
Ayuno y abstinencia se incluyen como precepto a obedecer, como lo dice el Código de Derecho Canónico en el número 1251, 1252 y 1253, en el cual los días de guardar ayuno y abstinencia son el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Las edades son de 14 a 59 años.

El ornamento sacerdotal para esta solemnidad es color rojo.
La primera parte es la Liturgia de la Palabra y la Oración Universal. Se lee la Pasión del Señor según el Evangelio de San Juan.

La segunda parte es la Adoración de la Cruz: el leño del Calvario no es sólo un suplicio, sino sobre todo la cruz exaltada. El celebrante, los ministros y los fieles van a postrarse sucesivamente delante del crucifijo en señal de adoración de Cristo, triunfante por la Cruz.

La tercera parte es la Sagrada Comunión se distribuye únicamente a los fieles dentro de la celebración de la Pasión del Señor; a los enfermos, que no pueden participar en dicha celebración, se les puede llevar a cualquier hora del día.

miércoles, 19 de marzo de 2008

JUEVES SANTO

LA MISA DE LA CENA DEL SEÑOR

La celebración del Jueves Santo está centrada en la institución de la Eucaristía en la que la Iglesia descubre y celebra la actitud de amor fraterno de Cristo que se continúa en el servicio de los cristianos

INSTITUCIÓN DE LA EUCARISTÍA


Porque yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi vez os he transmitido: que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo: "Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía". Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo: "Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía". Por eso, cada vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor, hasta que vuelva.
1Co 11,23-26 La Eucaristía es tradición recibida. No se trata de una celebración individual donde cada uno hace lo que quiere, sino de una tradición recibida del Señor a través de la Iglesia. Este camino de la tradición del Señor a través de las generaciones cristianas es el que hace posible la renovación de la cena y la pasión del Señor en todos los momentos de la historia. Es un camino de ida en la historia que hace posible la vuelta, el recuerdo vivo y presente del sacrificio del Señor.
La Eucaristía es sacrificio memorial. Es sacrificio pues la sangre es símbolo de la nueva alianza realizada en la cruz del Señor. Es también memorial, no simple recuerdo: La acción litúrgica realiza verdaderamente la salvación. El pasado (la cruz del Señor) se hace accesible en el presente (la vida de la Iglesia) por medio de la celebración. En la celebración tenemos, pues, el memorial y el símbolo de la muerte del Señor. La Eucaristía nos da el ejemplo de la entrega de Cristo para hacerlo realidad en nuestra vida. Finalmente la Eucaristía es anuncio de la muerte del Señor hasta que vuelva. El Señor presente en la Eucaristía es ya un anticipo ante el mundo de lo que será la culminación de la obra salvadora de Dios.

EL LAVATORIO DE LOS PIES



Es un gesto propio de esta celebración que queda resaltado por la liturgia. En él tenemos el resumen de todo lo que significa el Jueves Santo. Con la narración del lavatorio de los pies y su realización la liturgia nos transmite el sentido más profundo de la Eucaristía. Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo: -¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis "el Maestro" y "el Señor", y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis.

Jn 13,12-15 El lavatorio de los pies, acción humillante y propia de esclavos, es el símbolo de la persona de Jesús y su actuación, de su entrega radical que incluye la Eucaristía. Cristo es el sacramento primordial y la eucaristía es la revelación de Cristo y de su amor a los suyos hasta el extremo, así como la respuesta de éstos en la fe y en la caridad. No se trata simplemente de un ejemplo moralizante, sino del símbolo de la entrega de Cristo y de sus discípulos que es celebrada en la Eucaristía. Es el mismo Señor quien, con el pan y la copa, nos dice: "haced esto en memoria mía", y quien, como esclavo a los pies de los hermanos, nos dice "también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros". Eucaristía y fraternidad son las dos caras de una misma moneda. Celebrar la Eucaristía es, por tanto, tomar parte en la carne humillada de la entrega total del Hijo y exaltada por la obra transformadora del Espíritu, ser injertados en la vida para dar frutos de amor en el mundo.

AMOR Y SERVICIO


Hemos visto como la celebración del Jueves Santo está centrada en el amor de Cristo que se entrega por sus hermanos. La conclusión práctica de esta celebración debe ser el amor y el servicio de los cristianos.El Jueves Santo es día del amor fraterno. El sacrificio de Cristo debe comprometernos a amarnos. Es un día para examinarnos en el amor a la luz de Cristo. No se trata de buenas palabras, sino de hechos.
También en este día celebramos la institución del ministerio de la Iglesia. En los ministros ordenados Cristo quiere seguir presente en medio de su comunidad como el que parte el pan y lava los pies de los discípulos. Más allá de la limitación y pobreza de los hombres que lo realizan, en los ministros de la Iglesia reconocemos la presencia permanente de Cristo como servidor de su comunidad.

A TODOS MIS HERMANOS SACERDOTES, FELICIDADES EN ESTE DIA TAN ESPECIAL



Un hombre que vivio su sacerdocio con pasion y entrega, un verdadero pescador. A tu memoria Juan Pablo Amigo... Ejemplo de vida sacerdotal. Esta cancion refleja ese sentir de un pastor amigo.

JUEVES SANTO DIA DEL SACERDOTE

EL SACERDOTE OTRO CRISTO
Hace mas de dos mil años Jesus eligio a doce hombres, escogidos no por meritos sino por conforme a su amor y a su bondad, y el dijo "Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre"... Esos doce hombres estan represandos ahora en la persona del sacerdote, quizas los sacerdotes no seamos lo mejores, pero asi nos elgio el para ese ministerio. Desde mi experiencia pienso mi llamado, como el llamado de muchos de mis hermanos sacerdotes es un misterio que nunca terminaremos de entender, porque creo que hay hombres mejores que yo y me eligio a mi. "Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados" -Hebreos 5,1


Sacerdote del Señor ungidas tienes las manos en ellas llevas a Dios pan divino y soberano, manos consagradas y ungidas para santificar, para hacer cada dia el milagro de la Eucaristia. Hombres de valor, entregados y llamados a la causa de la salvacion.


Que es un sacerdote:
Ser sacerdote es: Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres, ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna; compartir todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a El sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza, tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad; enseñar y perdonar, consolary bendecir siempre, Dios mío,qué vida! Y esa es la tuya,oh sacerdote de Jesucristo!

EN ESTE DIA OFRESCAMOS UNA ORACION POR NUESTROS SACERDOTES
ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES
OH Jesús que has instituido el sacerdocio para continuar en la tierrala obra divina de salvar a las almasprotege a tus sacerdotes (especialmente a: Padre Hoyos, Padre Kevin y Padre Jose Vu mis amigos y hermanos) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.Haz que se preserven puros sus Corazones,marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.Aumenta el número de tus apóstoles,y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almasque sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén

MISA CRISMAL

MISA CRISMAL

Este dia nos reunimos todos los sacerdotes junto al obispo en la Catedral, para la bendicion de los oleos, que son los aceites que seran utilizados para la santificacion del pueblo de Dios.
- El Santo Crisma: que el obispo utilizara para las sagradas ordenaciones, y para los bautismos.
- El Oleo de los Enfermos: La administrar la extrema uncion. O el sacramento de los enfermos.
- Oleo de los Catecumenos: Con el cual se unge a los catecumenos en el sacramento del bautismo.
Este dia tambien todos los sacerdotes renovamos nuestras promesas sacerdotales, que son las promesas que hicimoes el dia de nuestra ordenacion sacerdotal. Creo que para todos los sacerdotes es volver a recordar ese gran acontesimiento del dia de nuestra ordenacion sacerdotal
El tema principal de la misa crismal es el sacerdocio. Al entregar el misterio de la eucaristía a la Iglesia, Cristo instituyó también el sacerdocio. Los textos de la misa presentan un conjunto catequético no solamente acerca del sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio general de los fieles. En la antífona de entrada, la asamblea aclama: "Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre".
Todo sacerdocio es una participación del sacerdocio único de Cristo. El es nuestro mediador y sumo sacerdote, y su unción viene del Espíritu Santo. Así se desprende de la lectura de Isaías (61,1-3.6.8-9) y del evangelio de Lucas (4,16-21), donde el Señor cita y se aplica a si mismo los textos proféticos: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido".
La liturgia de jueves santo en la catedral se aproxima mucho a este ideal. En ella tenemos al obispo, jefe de la Iglesia local, rodeado por sacerdotes de todas las parroquias de su diócesis y representantes de los religiosos. El obispo concelebra con sus sacerdotes como señal de unidad y fraternidad, y es asistido por ellos en la consagración de los óleos. Los diáconos y otros ministros también están presentes y tienen parte activa en la celebración.
Como expresión visible de la Iglesia jerárquica, es una ocasión única; y más si están presentes también en ella un buen número de fieles. La asistencia y participación de los seglares es muy de desear, porque la Iglesia no está completa si no incluye esta parte del pueblo de Dios.