viernes, 7 de mayo de 2010

SEXTO DOMINGO DE PASCUA

Cristianos artesanos de la Paz
"La Paz les dejo, mi les doy; no se las doy como la da el mundo" (Juan 14, 23-29)
Uno de los gestos más significativos que hacemos en la Eucaristía antes de recibir la comunión es el darnos la paz. La paz como gesto y como deseo. La paz que tenemos la entregamos al otro y por ello nos acercamos y nos saludamos con cariño.

En el texto de hoy Jesús nos deja como regalo la paz, pero no una armonía en un mundo donde la guerra y los conflictos no estén presentes. Por desgracia las violencias humanas están aún presentes en nuestra debilitada humanidad. Lo que Jesús nos deja es la paz consigo mismo que no provoca ni guerras interiores ni exteriores.

Muchas personas están en guerra interna contra sí mismos y por ello su forma de relacionarse con los demás y con la realidad externa, siempre es al ataque, a la defensiva. El Señor nos deja nuestra vida pacificada en su amor, nos da amor con paz y paz con amor.

Amar a Jesús es hacer caso a sus Palabras e intentar llevarlas a la vida diaria. Oímos con mucha frecuencia la Palabra pero el reto está en hacerla vida en nuestra vida. No es fácil vivirla porque tiene que partir del corazón humano en dirección hacia Dios y hacia los demás. Muchas veces nuestro corazón está lleno de tristezas, amarguras, miedos, traumas... de todo menos de amor con paz y de paz con amor...

El Espíritu Santo será enviado para enseñarnos todas las cosas y recordarnos todo lo que nos ha dicho Jesús. Nos enseñará interiormente las cosas que pertenecen al Salvador. Nos abre el camino interior para el encuentro con Dios. No les enseñará nuevas lecciones —ya está todo dicho en Jesús— , ni añadirá nada al Evangelio, sino que les traerá a la memoria las enseñanzas vivas que Cristo había impartido y les iluminará los ojos del entendimiento y del corazón.

Me gusta mucho una de las misiones del Espíritu. Dice el Maestro que "nos recordará todo lo que les he dicho". La palabra "re-cordar", como decía Ortega y Gasset, significa "volver a pasar las cosas por el corazón." Las enseñanzas de Jesús las tenemos que volver a recordar una y otra vez desde esta perspectiva que va desde el oído hasta el corazón.

El Señor anunciaba su marcha y entregaba su paz como herencia. ¡¡Cuántos cristianos de hoy hay miedosos y con falta de paz interior!! Hay hermanos y hermanas a los que la vida les abruma y entristece, les quita la paz interior y viven angustiados. Buena señal será recordar estas palabras: "Te dejo mi paz". En medio de las tormentas de la vida recordar esta frase una y otra vez nos llevará a preguntarnos sobre nuestra confianza en Dios.

La palabra hebrea "Shalom" (paz) es etimológicamente un concepto que va más allá de la mera ausencia de guerra. "Shalom" significa "estar entero, completo, seguro". En definitiva lo que Jesús nos ha dejado no es sólo la paz interior sino que desea que tengamos todos los elementos espirituales y materiales —de ahí la necesidad de cumplir su Palabra— para conseguir y mantenernos en esa paz. Cada cristiano tendrá la misión de mantener la paz durante toda su vida y transmitir esa paz que viene de Dios a los demás.