miércoles, 8 de abril de 2009

JUEVES SANTO DIA DEL SACERDOTE

EL SACERDOTE ES OTRO CRISTO
Hace mas de dos mil años Jesus eligio a doce hombres, escogidos no por meritos sino por conforme a su amor y a su bondad, y el dijo "Ustedes no me eligieron a mí; he sido yo quien los eligió a ustedes y los preparé para que vayan y den fruto, y ese fruto permanezca. Así es como el Padre les concederá todo lo que le pidan en mi Nombre"... Esos doce hombres estan represandos ahora en la persona del sacerdote, quizas los sacerdotes no seamos lo mejores, pero asi nos elgio el para ese ministerio. Desde mi experiencia pienso mi llamado, como el llamado de muchos de mis hermanos sacerdotes es un misterio que nunca terminaremos de entender, porque creo que hay hombres mejores que yo y me eligio a mi. "Porque todo Sumo Sacerdote es tomado de entre los hombres y está puesto en favor de los hombres en lo que se refiere a Dios para ofrecer dones y sacrificios por los pecados" -Hebreos 5,1
Sacerdote del Señor ungidas tienes las manos en ellas llevas a Dios pan divino y soberano, manos consagradas y ungidas para santificar, para hacer cada dia el milagro de la Eucaristia. Hombres de valor, entregados y llamados a la causa de la salvacion.


Que es un sacerdote: Ser sacerdote es: Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres, ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna; compartir todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a El sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza, tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad; enseñar y perdonar, consolary bendecir siempre, Dios mío,qué vida! Y esa es la tuya,oh sacerdote de Jesucristo!

EN ESTE DIA OFRESCAMOS UNA ORACION POR NUESTROS SACERDOTES
ORACION POR LA SANTIFICACIÓN DE LOS SACERDOTES

OH Jesús que has instituido el
sacerdocio para continuar en la tierrala obra divina de salvar a las almasprotege a tus sacerdotes (especialmente a: Padre Hoyos, Padre Kevin y Padre Jose Vu mis amigos y hermanos) en el refugio de tu SAGRADO CORAZÓN.Guarda sin mancha sus MANOS CONSAGRADAS,que a diario tocan tu SAGRADO CUERPO,y conserva puros sus labios teñidos con tu PRECIOSA SANGRE.Haz que se preserven puros sus Corazones,marcados con el sello sublime del SACERDOCIO, y no permitas que el espíritu del mundo los contamine.Aumenta el número de tus apóstoles,y que tu Santo Amor los proteja de todo peligro.Bendice Sus trabajos y fatigas, y que como fruto de Su apostolado obtenga la salvación de muchas almasque sean su consuelo aquí en la tierra y su corona eterna en el Cielo. Amén

JUEVES SANTO

MISA CRISMAL DONDE RENOVAMOS NUESTRAS PROMESAS SACERDOTALES
Este dia nos reunimos todos los sacerdotes junto al obispo en la Catedral, para la bendicion de los oleos, que son los aceites que seran utilizados para la santificacion del pueblo de Dios.
- El Santo Crisma: que el obispo utilizara para las sagradas ordenaciones, y para los bautismos.
- El Oleo de los Enfermos: La administrar la extrema uncion. O el sacramento de los enfermos.
- Oleo de los Catecumenos: Con el cual se unge a los catecumenos en el sacramento del bautismo.
Este dia tambien todos los sacerdotes renovamos nuestras promesas sacerdotales, que son las promesas que hicimoes el dia de nuestra ordenacion sacerdotal. Creo que para todos los sacerdotes es volver a recordar ese gran acontesimiento del dia de nuestra ordenacion sacerdotal
El tema principal de la misa crismal es el sacerdocio. Al entregar el misterio de la eucaristía a la Iglesia, Cristo instituyó también el sacerdocio. Los textos de la misa presentan un conjunto catequético no solamente acerca del sacerdocio ministerial, sino también relativo al sacerdocio general de los fieles. En la antífona de entrada, la asamblea aclama: "Jesucristo nos ha convertido en un reino, y hecho sacerdotes de Dios, su Padre".
Todo sacerdocio es una participación del sacerdocio único de Cristo. El es nuestro mediador y sumo sacerdote, y su unción viene del Espíritu Santo. Así se desprende de la lectura de Isaías (61,1-3.6.8-9) y del evangelio de Lucas (4,16-21), donde el Señor cita y se aplica a si mismo los textos proféticos: "El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido".
La liturgia de jueves santo en la catedral se aproxima mucho a este ideal. En ella tenemos al obispo, jefe de la Iglesia local, rodeado por sacerdotes de todas las parroquias de su diócesis y representantes de los religiosos. El obispo concelebra con sus sacerdotes como señal de unidad y fraternidad, y es asistido por ellos en la consagración de los óleos. Los diáconos y otros ministros también están presentes y tienen parte activa en la celebración.Como expresión visible de la Iglesia jerárquica, es una ocasión única; y más si están presentes también en ella un buen número de fieles. La asistencia y participación de los seglares es muy de desear, porque la Iglesia no está completa si no incluye esta parte del pueblo de Dios.

MIERCOLES SANTO

JUDAS, EL TRAIDOR
El Miércoles Santo recordamos la triste historia de uno que fue Apóstol de Cristo: Judas. Así lo cuenta San Mateo en su evangelio: Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: "¿Cuánto me dan si les entrego a Jesús?". Ellos quedaron en darle treinta monedas de plata. Y desde ese momento, andaba buscando una oportunidad para entregárselo.
¿Por qué recuerda la Iglesia este acontecimiento? Para que nos hagamos cargo de que todos podemos comportarnos como Judas. Para que pidamos al Señor que, de nuestra parte, no haya traiciones, ni alejamientos, ni abandonos. No solamente por las consecuencias negativas que esto podría traer a nuestras vidas personales, que ya sería mucho; sino porque podríamos arrastrar a otros, que necesitan la ayuda de nuestro buen ejemplo, de nuestro aliento, de nuestra amistad.
En algunos lugares de América, las imágenes de Cristo crucificado muestran una llaga profunda en la mejilla izquierda del Señor. Y cuentan que esa llaga representa el beso de Judas. ¡Tan grande es el dolor que nuestros pecados causan a Jesús! Digámosle que deseamos serle fieles: que no queremos venderle —como Judas— por treinta monedas, por una pequeñez, que eso son todos los pecados: la soberbia, la envidia, la impureza, el odio, el resentimiento... Cuando una tentación amenace arrojarnos por el suelo, pensemos que no vale la pena cambiar la felicidad de los hijos de Dios, que eso somos, por un placer que se acaba enseguida y deja el regusto amargo de la derrota y de la infidelidad.
Hemos de sentir el peso de la Iglesia y de toda la humanidad. ¿No es estupendo saber que cualquiera de nosotros puede tener influencia en el mundo entero? En el lugar donde estamos, realizando bien nuestro trabajo, cuidando de la familia, sirviendo a los amigos, podemos ayudar a la felicidad de tantas gentes. Como escribe San Josemaría Escrivá, con el cumplimiento de nuestros deberes cristianos, hemos de ser como la piedra caída en el lago. —Produce, con tu ejemplo y con tu palabra un primer círculo... y éste, otro... y otro, y otro. .. Hasta llegar a los sitios más remotos.
Vamos a pedir al Señor que no le traicionemos más; que sepamos rechazar, con su gracia, las tentaciones que el demonio nos presenta, engañándonos. Hemos de decir que no, decididamente, a todo lo que nos aparte de Dios. Así no se repetirá en nuestra vida la desgraciada historia de Judas.
Y si nos sentimos débiles, ¡corramos al Santo Sacramento de la Penitencia! Allí nos espera el Señor, como el padre de la parábola del hijo pródigo, para darnos un abrazo y ofrecernos su amistad. Continuamente sale a nuestro encuentro, aunque hayamos caído bajo, muy bajo. ¡Siempre es tiempo de volver a Dios! No reaccionemos con desánimo, ni con pesimismo. No pensemos: ¿qué voy a hacer yo, si soy un cúmulo de miserias? ¡Más grande es la misericordia de Dios! ¿Qué voy a hacer yo, si caigo una vez y otra por mi debilidad? ¡Mayor es el poder de Dios, para levantarnos de nuestras caídas!
Grandes fueron los pecados de Judas y de Pedro. Los dos traicionaron al Maestro: uno entregándole en manos de los perseguidores, otro renegando de Él por tres veces. Y, sin embargo, ¡qué distinta reacción tuvo cada uno! Para los dos guardaba el Señor torrentes de misericordia. Pedro se arrepintió, lloró su pecado, pidió perdón, y fue confirmado por Cristo en la fe y en el amor; con el tiempo, llegaría a dar su vida por Nuestro Señor. Judas, en cambio, no confió en la misericordia de Cristo. Hasta el último momento tuvo abiertas las puertas del perdón de Dios, pero no quiso entrar por ellas mediante la penitencia.
En su primera encíclica, Juan Pablo II habla del derecho de Cristo a encontrarse con cada uno de nosotros en aquel momento-clave de la vida del alma, que es el momento de la conversión y del perdón (Redemptor hominis, 20). ¡No privemos a Jesús de ese derecho! ¡No quitemos a Dios Padre la alegría de darnos el abrazo de bienvenida! ¡No contristemos al Espíritu Santo, que desea devolver a las almas la vida sobrenatural! Pidamos a Santa María, Esperanza de los cristianos, que no permita que nos desanimemos ante nuestras equivocaciones y pecados, quizá repetidos. Que nos alcance de su Hijo la gracia de la conversión, el deseo eficaz de acudir —humildes y contritos— a la Confesión, sacramento de la misericordia divina, comenzando y recomenzando siempre que sea preciso

martes, 7 de abril de 2009

MARTES SANTO

Jesus cae para que nosotros podamos levantarnos

La tradición señala tres caídas de Jesús en su desplazamiento hasta el lugar donde lo crucificaron. No hay correspondencia bíblica, pero podemos imaginar la posibilidad como consecuencia del tratamiento que padeció antes de iniciar el Camino de la Cruz.Si el peso de la cruz se apodera de las fuerzas del Nazareno, hasta el extremo de volver a caer en tierra, pienso que no es tanto porque el madero en sí sea pesado, cuanto por la experiencia dolorosa de sentirse traicionado por su pueblo y por los suyos.¿Dónde están los amigos? ¿Dónde aquellos con los que compartió tantos momentos de su vida? La prueba acompañada de amistad y solidaridad se hace llevadera, la que se sufre en abandono hiere hasta el extremo de hacerse irresistible.Jesús dice: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar” (Jn 13, 21). Muchos podrían ser los motivos por los que la naturaleza humana de Cristo se sintió débil, y cabe que especulemos haciendo exégesis con los datos que aparecen en las distintas tradiciones. Sabemos que los suyos lo abandonaron, y que el peso de la soledad, del sufrimiento moral, derrumba más que el físico. “¿Conque darás tu vida por mí? Te aseguro que no cantará el gallo antes que me hayas negado tres veces” (Jn 13, 38).Sin embargo, al mismo tiempo, las lecturas de hoy nos ofrecen la clave de todo el proceso y el secreto para resistir en la prueba: la presencia invisible, íntima del amor de Dios. En la encrucijada del abandono y de la soledad de los suyos, Jesús pudo traer a su memoria: “Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las entrañas maternas y pronunció mi nombre” (Isa 49,1).No podemos sublimar la Pasión de Cristo y quitarle el realismo espiritualizando las escenas; Jesucristo padeció y murió. Sin embargo, tampoco podremos separar el sufrimiento del Hijo amado de Dios de la relación íntima con su Padre.


A ti, Señor, me acojo
No quede yo derrotado para siempre;
Tú que eres justo, líbrame y ponme a salvo,
Inclina tu oído, y sálvame” (Sal 71 [70], 6).


¿Cómo resuelvo el sufrimiento moral y las pruebas de despojo?
¿Me desentiendo del sufrimiento de los otros o sé ser solidario?
¿Tengo experiencia de la fuerza que da la oración en situaciones límite?


“Estas almas, por la mayor parte, les lastima cualquier cosa que digan de ellas, y no abrazan la cruz, sino llévanla arrastrando, y así las lastima y cansa y hace pedazos; porque si es amada, es suave de llevar. Esto es cierto” (SANTA TERESA DE JESÚS, Concepto de amor de Dios 2, 26).

lunes, 6 de abril de 2009

LUNES SANTO

LA MISERICORDIA DE JESUS CAMBIA EL CORAZON:
La Semana Santa, o semana mayor, porque los cristianos la queremos Santa, es decir, diferente. Santo significa diferente. Pues diferentes queremos ser todos nosotros. Queremos ser mejores, Dar un paso adelante en este caminar hacia lo que puede dar sentido a mi vida y hasta nuestras fallas o pecados. Ir hacia lo trascendente, hacia Dios.
En este camino encontraremos la verdad y la vida en Jesucristo: “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Esta es una Semana de conversión, de cambio, de metanoia, para acercarnos un poco más a esta meta, a la que todos aspiramos, aunque a veces nos equivoquemos de camino, pero lo que sí es cierto en todos, es que todos buscamos la felicidad, el bien estar, el ser, sea como sea.
“Que si arduos son nuestros caminos, sabemos bien a dónde vamos”

Pero, convertirnos ¿de qué? ¿Qué queremos y qué debemos cambiar en nosotros para hacer santa esta semana, para hacerla grande? ¿Qué es lo más grande que podemos encontrar en el ser humano?
San Pablo nos lo dirá: “ahora permanecen estas tres cosas: la fe, la esperanza y el amor; pero la más grande y excelente de todas es el amor”

El paso, que debemos dar hacia adelante en esta Semana Santa, en esta Semana santa, es, pues, un paso hacia adelante en el AMOR; pero no en cualquier amor, sino en el AMOR de AMISTAD, porque la AMISTAD es la forma perfecta del AMOR, tan perfecta es, que la Iglesia, madre y maestra, pone a la consideración de todos los cristianos del mundo y aun a la de todos los hombres de buena voluntad, y nada menos que durante la Semana santa de toda la Cristiandad y por dos veces: la negación de la amistad como desastre, la traición en el amor de amistad. El Martes, la traición de Judas. Y el miércoles, de nuevo, la traición de uno de los doce, llamado Judas, el hijo de Simón Iscariote, para más señas.

Veremos a Jesús, profundamente conmovido y conmocionado, sin casi aliento, por este gran contraste, experimentando en sus sentimientos y en sus amores, pues “seis días antes, tan solo, de la Pascua, fue recibido por amigos de verdad”, que no hacen traición y que todo lo dan, todo lo entregan y lo ponen a tu servicio. Esto “fue en Betania”.

Los amigos son los únicos que nos escuchan. Los demás, solo nos oyen. Imaginemos un poco la escena para ver si esta semana y nuestra vida la hacemos Grande, invitando también nosotros a Cristo para escucharle, como buenos amigos.

Antes de las horas de brutalidad y odio, la hora de la AMISTAD y de la convivencia. Dichoso en esta casa de las afueras de Jerusalén, mientras sus enemigos tenían una circulo de intrigas en la noche.
“María, tomó una libra de perfume, de gran valor. La derramó sobre sus pies, se los secó con sus cabellos y la casa se llenó de la fragancia del perfume”. Escena misteriosa y gesto insólito, excesivo, enorme, un derroche. El salario anual de un obrero. Así lo vio y juzgó Judas. No era amigo, no entendía las locuras de la amistad.


María, la orante, la que escucha, ella misma es perfume y crea un clima de paz y hasta de placer. Esas horas de oración parecen pérdida de tiempo, como a Judas le parecía pérdida, derroche, el perfume que derramó sobre los pies de Jesús. Quien no es amigo, no entiende de amores, solo del materialismo y de los intereses sórdidos de la vida, pues a “Judas, ladrón, le gustaba el dinero”, como dios de su corazón.


“¿ Por qué no se ha vendido este perfume por 300 denarios para dárselo a los pobres?” “Jesús dijo entonces: dejadla; ha guardado este perfume para el día de mi sepultura”. El gesto tiene un alcance pascual. María anticipa los cuidados tradicionales, de embalsamamiento, que no podrán darse a su cuerpo, porque cuando vayan a hacerlo, ya habrá resucitado. Esta unción es, pues, símbolo y anunciadora de su triunfo: la RESURRECCION

“Los pobres los tendréis siempre entre vosotros; a mí, no”. Su ausencia producirá un gran vacío físico, material. Nosotros seguimos teniendo dificultad para encontrarle en los signos de los sacramentos, en la oración, en la vida de cada día. Aparentemente está ausente, pero presente en los acontecimientos, en el pobre, en el marginado, en el pecador, en esas situaciones límite de nuestra vida. Ahí está.

Y si por amigo de verdad lo tenemos, hagamos locuras, como María, que ella tampoco veía claramente en Cristo al Hijo de Dios.
Enséñanos a encontrarte, Señor Jesús, como buen amigo en los acontecimientos y avatares de la vida. Enséñanos a encontrarte en la Comunidad de tu familia, de la nación, de la sociedad internacional, en la Iglesia, en la Eucaristía, cuando participo en su celebración, como cumbre de toda la vida de la Iglesia y de la Humanidad.Y que escuchemos muy quedamente en el corazón lo que él nos susurra: “Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que oí de mi Padre os lo he dado a conocer”