sábado, 29 de diciembre de 2007

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA


OREMOS POR NUESTRAS FAMILIAS
La familia, un invento de Dios.
La Palabra de Dios en este domingo nos invita a reflexionar sobre el ser y la misión de la familia que “es la célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en la que el hombre nace y crece” (Juan Pablo II, Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 40). Y lo primero que decimos es que la familia no ha sido un invento del ser humano sino un invento de Dios, fue él quien determinó el ser y hacer de la familia humana. Dios creó al ser humano “como hombre y mujer” (Gn 1,27), y preparó a cada uno de ellos con unas características propias, es decir, con una manera de ser y de obrar tales que, el hombre encontrara en la mujer, y la mujer en el hombre, el complemento propio de su ser. Esta diferencia pero al mismo tiempo igualdad, entre el hombre y la mujer, tienen su origen en Dios, y es fuente de unidad y de felicidad mutua: “Esta vez si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (2,23-24). Ni el hombre ni la mujer son un objeto, una cosa, que el uno o el otro puedan utilizar sino que, el hombre y la mujer, cada uno y cada una, han sido queridos y creados desde el principio a “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,26). “Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó a la familia humana y la dotó de su constitución fundamental. Y ha sido voluntad suya que un hombre y una mujer unidos en matrimonio formen con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación. Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2202-2203; 1652; 1654). El ejemplo perfecto de cómo se hace y se vive en una familia lo encontramos en la familia de Nazareth; y el primer detalle con el que nos encontramos es que José y Maria habían vivido un noviazgo de acuerdo a la voluntad de Dios, se lo dice la Virgen al ángel cuando él le anuncia que va ha quedar embarazada: “¿Pero como será esto, puesto que no conozco varón”? (Lc 1,34). Entre José y Maria prevalece la verdad y hay respeto del uno hacia el otro, por eso, Ella le contó lo que estaba sucediendo, no lo engañó, y él, al no entender aquello, “resolvió repudiarla en secreto” (Mt 1,19). José prefería sufrir en silencio antes que hacerle un escándalo a su prometida. Y cuando las dudas se aclararon, José y Maria, renunciaron a la posibilidad de tener una familia como todas las demás para ser los padres (Lc 2, 48) de Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Renuncian así mismos para dedicarse a cuidar al Hijo de Dios desde el momento de su concepción, moviéndose de un lugar para otro, cuando el niño nace, para salvarlo del malvado Herodes, tal y como nos lo cuenta hoy el Evangelio. Y su Madre estará con El, aún en el momento mas difícil de su vida en la tierra, la hora de su crucifixión en la cruz. Santa Maria y San José, se ofrecieron así mismos al Señor como un sacrificio puro, renunciando ha aquello que les era propio en su condición de esposos para servir por completo a la realización de los planes de Dios en su Hijo. El amor humano vivido dentro del matrimonio que lleva a la creación de una familia exige fidelidad a los Mandamientos de Dios, amor, respeto y sacrificio por la persona amada, la esposa, el esposo, los hijos. Sin eso, es imposible que un hombre y una mujer sean capaces de formar una familia según el querer de Dios.
Para dialogar:
¿Cómo esta su familia? ¿vivir en unión libre, es decir, sin haber recibido el sacramento del matrimonio, será algo agradable a los ojos de Dios, será eso un bien para la familia, la Iglesia, la sociedad?. Pensando en la vida de la Sagrada Familia: ¿Qué enseñanzas encuentra usted para su propia vida?

jueves, 20 de diciembre de 2007

IV DOMINGO DE ADVIENTO

EL MOMENTO DEL AMOR DE DIOS
El apóstol San Pablo nos dice que, “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer” (Gal 4,4). En el Evangelio que vamos a escuchar este domingo, se nos habla del inicio de la realización de los planes de Dios: “Antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (Mt 1, 18). Pero antes de esto, tuvo lugar aquel acontecimiento definitivo en el que Dios pone la salvación de toda la humanidad en manos de Maria, de su palabra dependía que el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnara y se hiciese hombre igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Maria era la elegida por Dios para esta misión pero, ella era libre, y por tanto, podía rechazar con libertad la misión que Dios le había asignado para dedicarse a la realización de la misión que Ella había escogido, tener una familia como todas las demás con José, y eso no era malo ante los ojos de Dios. La hora de la verdad llega cuando un ángel de Dios se le aparece para decirle: “Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo”. Y “no temas Maria, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas ha dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinara sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1,30-33). Maria, en un primer momento no entiende lo esta sucediendo, por eso, pregunta al ángel: “¿Cómo sucederá esto, puesto que no conozco varón?”. Y la historia de este acontecimiento continuó, Maria le contó a José lo que estaba sucediendo, y él también va ha comenzar a sufrir porque tampoco entiende de una vez lo que estaba pasando pero, otro ángel se le apareció para explicarle lo que necesitaba saber: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a Maria tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,20-21). Dios no se arrepiente de sus decisiones, y ha querido involucrarnos a nosotros en la realización de sus planes de salvación en favor nuestro, de nuestras familias, de la Iglesia y de la sociedad en general. Santa Maria y San José, perfectamente pudieron haberse negado a contribuir en los planes de Dios para salvar a la humanidad, y dedicarse a la realización de sus propios planes; pudieron haberse hecho los sordos, los desentendidos, y vivir la vida que ellos habían escogido. Pero Santa Maria y San José oyeron, obedecieron, y se entregaron por completo a la realización de los planes de Dios, y así fue posible que Dios salvara a toda la humanidad de la esclavitud del pecado. San Pablo, es uno de esos cristianos que comprendió lo que había sucedido con la encarnación del Hijo de Dios, comprendió que Dios nos estaba salvando, se dejó salvar él por la gracia de Dios, y luego, comenzó a trabajar sin descanso para llevar a otros la salvación que él había recibido de Dios. La Virgen de Guadalupe no hubiese podido realizar su misión de hacer conocer el amor y la salvación de Dios en favor de los que mas sufren, si el indito Juan Diego, no se hubiese dispuesto a colaborar con Ella, yendo una y otra vez adonde el señor obispo. Y usted ¿entiende lo que estamos a punto de celebrar? ¿entiende que ahora Jesús quiere encarnarse en su propia vida? ¿puede Nuestro Señor encarnarse en la vida de todos aquellos para quienes la Navidad significa comer, bailar, emborracharse y cometer toda otra de pecados? Claro que no. Pero eso es lo que hace una gran mayoría de cristianos en todas partes. ¿Qué piensa hacer usted en esta Navidad para que Jesús se encarne en su vida? Decídalo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

LA SALVACION ESTA CERCA, PREPAREMOS EL CORAZON

En su reciente visita al Brasil para la Quinta Conferencia General de obispos de Latinoamérica, el Papa Benedicto XVI, nos dijo: “No es una ideología política, ni un movimiento social, como tampoco un sistema económico- lo que nos traerá la salvación- sino, la fe en el Dios Amor, encarnado, muerto y resucitado en Jesucristo” (Homilía del Papa en la misa de inauguración de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano). Y esta enseñanzas la encontramos repetidas veces en la Palabra de Dios: “El auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121,2). Los seres humanos somos fáciles de caer en la tentación de la idolatría que “consiste en divinizar lo que no es Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2113). Y poner en ello nuestra confianza. Son muchas las personas a las que lo único que les interesa es arreglar sus problemas, sin importarles lo que tengan que hacer: los padres a quienes su hija les salió embarazada, creen que mandando la muchacha a la calle arreglan la situación; el joven que sufre alguna dificultad en su vida piensa que integrándose a una pandilla va ha arreglar su vida. A todos nos duele que nos traten mal, que se cometan injusticias en contra nuestra o de nuestras familias pero, aunque eso nos duela, nunca se justifica que tomemos la justicia en nuestras manos ¿Qué arreglamos con eso? Nada. ¿Qué se arregló en El Salvador con doce años de guerra? Nada. Todos quisiéramos vernos libres del azote de la delincuencia pero, ¿qué es lo que vivimos a diario en nuestro país? Todas las esposas quisieran tener a sus esposos en casa; todos los niños quisieran tener con ellos a sus papas en esta Navidad pero, ¿cuántas son las esposas que tienen que vivir solas porque sus esposos están trabajando en Estados Unidos? ¿Cuántos son los niños y niñas que tienen que vivir únicamente con sus mamas? Hermanos y hermanas, es importantísimo que comprendamos que, “la salvación únicamente nos viene de Dios, y de nadie mas”. Es triste que muchos cristianos sigan creyendo, aun hoy en día, que los políticos les van dan de comer, a pagar mejores sueldos, a preocuparse por la salud y la educación de sus hijos, a cuidar de sus familias, y a preocuparse para que tengamos un país con igualdad de oportunidades para todos. Todo eso es una pura mentira pues, solamente: “la buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mudo actual, 58). A San Juan Bautista le interesaba muchísimo que sus discípulos comprendieran que Jesucristo era el Salvador de la humanidad; por eso, nos cuenta el Evangelio de este domingo que, desde la cárcel “le mandó preguntar por medio de dos discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mt 11,3). San Juan Bautista manda hacer esta pregunta no porque él no supiera quien era Jesús, lo sabía, pues, él mismo lo había señalado como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Y cuando Jesús le pidió que lo bautizara, se había negado, diciéndole: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mi? (Mt 3,14). ¿Cómo San Juan Bautista no iba a saber quien era Jesús si él mismo dice: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautizara con Espíritu Santo. Y yo le he visto y doy testimonio de que este es el Elegido de Dios”? (Jn 1,32-34). Unos pocos días después de aquella pregunta, a San Juan Bautista le cortaron la cabeza, murió, pero se fue con la satisfacción de que sus discípulos habían entendido quien era el que había de salvar al mundo. ¿Y usted ya entendió? ¿Qué está haciendo para que su familia y sus vecinos entiendan que Jesucristo es Nuestro Salvador? Si no esta haciendo nada, entonces, es porque probablemente todavía no ha entendido quien es Jesús.

martes, 11 de diciembre de 2007

MADRE DE GUADALUPE A TU MANTO NOS ACOGEMOS

“NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE”
Celebramos en la Iglesia universal y específicamente en toda America, un acontecimiento de gran trascendencia en la vida de esta iglesia sufrida. Hace 475 años nuestra Madre Maria bajo la advocación de Guadalupe, se aparece a un hombre pobre y sencillo, que no sabia leer ni escribir, ni mucho menos hablar, se le aparece con un mensaje, que tiene que llevar al obispo de ese entonces. Misión que el pobre indito cumple, auque tiene que pasar por mil y tantas humillaciones. Nuevamente Dios a través de su Madre, nuestra Madre, vuelve a revelar la grandeza de su majestad a los pequeños, humildes y sencillos. Se aparece morena, del color de los indios para reflejar que ella también es madre de todos por igual, para hacernos entender que no es el color el que cuenta a la hora de de estar con ella y para llevarnos con su hijo Jesucristo. Madre de Guadalupe, madre de America Latina, Madre de este sufrido y despreciado pueblo te pido por todos aquellos que no nos quieren por nuestro color de piel o por nuestra lengua, por aquellos que se creen superiores a nosotros y pisotean nuestros derechos y nuestra dignidad. Te ruego por aquellos que no entienden tu mensaje.
Hoy un año mas nos postramos ante tus pies para decirte, gracias por ser nuestra madre, por ser nuestra Madre Morena de Guadalupe.

LA HISTORIA.
Las Apariciones de Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, en DICIEMBRE DE 1531 la milagrosa estampación de su Santa Imagen en el humilde ayate de su vidente y su mensaje de amor por nosotros tienen como fin principal anunciar a su amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a los pueblos que habitaban el "nuevo mundo".

El Sábado 9 de diciembre en la madrugada, se le aparece por primera vez al Indio Juan Diego.
Juan Diego oye cantos de pájaros. Le llaman por su nombre; sube a la cumbre del cerro del Tepeyac y ve a la Niña que le ordena ir ante el Obispo para pedirle un templo en el llano. "Hijito mío el más amado: yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdad erísimo Dios..., mucho quiero tengan la bondad de construirme mi templecito...Allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores". Aproximadamente a las 5 de la tarde, del mismo día Juan Diego vuelve a la cumbre y da cuenta de la incredulidad del Obispo y pide que escoja otro mensajero. Pero la Virgen le confirma en su misión y le ordena insistir al día siguiente. "Hijito mío el más pequeño: es indispensable que sea totalmente por tu intervención que se lleve a cabo mi deseo. Muchísimo te ruego y con rigor te mando, que mañana vayas otra vez a ver al Obispo. Y hazle oír muy claro mi voluntad, para que haga mi templo que le pido".
El Domingo 10 de diciembre como a las 3 de la tarde. Nuevamente en la cumbre, la madre se aparece por tercera vez a Juan Diego refiere su segunda entrevista con el Obispo. Aún no le cree y le ordena pedir a la Señora alguna señal. La Virgen ordena a Juan Diego que vuelva al cerro al día siguiente para recibir la señal que le dará. "Así está bien, hijito mío, el más amado. Mañana de nuevo vendrás aquí para que lleves al Gran Sacerdote la prueba, la señal que te pide. Con eso enseguida te creerá, y ya para nada desconfiará de ti". Juan Diego, no vuelve por la enfermedad de su tío Juan Bernardino.
El martes 12 de diciembre muy de madrugada. Ante la gravedad de su tío, Juan Diego sale a México para buscar un sacerdote. Rodeó el cerro para que la Virgen no lo encontrara. Pero ella sale a su encuentro; lo tranquiliza de la enfermedad de su tío: "Te doy la plena seguridad de que ya sanó": Lo envía a la cumbre por las rosas que serán la señal, A su regreso, la Virgen le dice: "Hijito queridísimo: estas diferentes flores son la prueba, la señal que le llevarás al Obispo. De parte mía le dirás que por favor vea en ella mi deseo, y con eso, ejecute mi voluntad". Al mismo tiempo que se aparece a Juan Diego, se aparece a Juan Bernardino, tío del vidente, en su casa le cura de sus enfermedades y le manifiesta su nombre y pide que de ahora en adelante, “a su preciosa imagen precisamente se le llame, se le conozca como la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE".
El mismo día martes 12 de diciembre al mediodía.En la casa del Obispo Fray Juan de Zumárraga, Juan Diego muestra las rosas que llevaba en su ayate, señal dada por la Virgen. "Desplegó su tilma, donde llevaba las flores. Y así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores preciosas, en ese mismo instante... apareció de improviso en el humilde ayate la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de venerarla en lo que es su hogar predilecto, su templo del Tepeyac".

viernes, 7 de diciembre de 2007

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

La llegada del Reino de los cielos exige una conversión del corazón.
El anuncio de San Juan el Bautista coincide con el de Jesús: “Convertíos porque está cerca el Reino de Dios” (Mc 1,15). Este profeta se dirige con mucha energía a los fariseos y saduceos porque para ellos, la conversión era un hecho mental que no implicaba la totalidad de la persona. En ellos se daba una división interior: atendían a los mínimos detalles de la ley, pero descuidaban el precepto de la caridad; se protegían del juicio de Dios con una legalidad mal disfrazada o se sentían superiores como hijos de Abraham. Su conversión era por encima y no tocaba la intimidad de su corazón. La conversión que exige el Bautista era muy diferente pues, pide un cambio total y radical en la relación con Dios y con el próximo. No es una simple conversión interior, sino una conversión también exterior que llega a las obras. Aquí es donde aparece la imagen del árbol que produce frutos: el árbol bueno produce frutos buenos, el árbol malo produce frutos malos y se corta de raíz.
Una verdadera conversión, por tanto, significa una mayor rectitud de vida. Las palabras del Bautista son palabras de fuego y es que él sabe que no puede haber conversión a menos que reconozcamos que somos hipócritas y para eso Dios nos desenmascarará, y las palabras que desenmascaran el pecado en nuestra vida no son suaves ni tiernas, y a muchos hasta les pueden aparecer malcriadas pero, en realidad, lo único que quieren es invitarnos a realizar uno de los actos más elevados de que somos capaces los seres humanos: la conversión de nuestro corazón hacia el Padre de las misericordias, el arrepentimiento de la voluntad del mal que hemos cometido, y el firme propósito de resurgir en el bien. Cuando una persona es tocada por una conversión sincera, reconoce el desorden que hay en su interior, descubre su pecado y siente una necesidad urgente de transformación, de cambio de actitud y de comportamiento. La conversión es el momento de la verdad mas profunda en el que la persona reconoce su propio pecado y se abre a la verdad liberadora de Dios.
Hermanos y hermanas, este tiene que ser el espíritu con el que cada uno de nosotros debemos de vivir estos días de Adviento: dispuestos a permitir que la gracia de Dios inunde nuestras vidas, sin ningún miedo a descubrirnos pecadores, buscando alegres la misericordia del Señor a través del sacramento de la confesión. A lo único que podemos tenerle miedo es ha creernos muy buenos, a pensar que nosotros ya somos santos, que no tenemos necesidad de convertirnos; de ser así, nosotros, ustedes y yo, seríamos la clase de personas a las que San Juan Bautista, llamó: “raza de víboras”, porque no querían convertirse, aún siendo grandes de pecadores.

sábado, 1 de diciembre de 2007

PREPAREMONOS PARA LA NAVIDAD


QUE ES EL ADVIENTO

El Adviento es el comienzo del Año Litúrgico y empieza el domingoLa palabra Adviento viene de adventus, venida, llegada, próximo al 30 de noviembre y termina el 24 de diciembre. Forma una unidad con la Navidad y la Epifanía.
El color utilizado en la Liturgia en este tiempo es el morado. El sentido del Adviento es avivar en los creyentes la espera del Señor.
El tiempo de duración es de 4 semanas

Partes: Se puede hablar de dos partes del Adviento:
a) desde el primer domingo al día 16 de diciembre, con marcado carácter escatológico, mirando a la venida del Señor al final de los tiempos;
b) desde el 17 de diciembre al 24 de diciembre, es la llamada "Semana Santa" de la Navidad, y se orienta a preparar más explícitamente la venida de Jesucristo en las historia, la Navidad.

Personajes: Las lecturas bíblicas de este tiempo de Adviento están tomadas sobre todo del profeta Isaías (primera lectura), también se recogen los pasajes más proféticos del Antiguo Testamento señalando la llegada del Mesías. Isaías, Juan Bautista y María de Nazaret son los modelos de creyentes que la Iglesias ofrece a los fieles para preparar la venida del Señor Jesús.

El Adviento tiene una triple finalidad:
- Recordar el pasado: Celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su primera venida.
- Vivir el presente: Se trata de vivir en el presente de nuestra vida diaria la "presencia de Jesucristo" en nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la justicia y en el amor.

- Preparar el futuro: Se trata de prepararnos para la Parusía o segunda venida de Jesucristo en la "majestad de su gloria". Entonces vendrá como Señor y como Juez de todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han creido en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás. Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin sufrimientos.En el Evangelio, varias veces nos habla Jesucristo de la Parusía y nos dice que nadie sabe el día ni la hora en la que sucederá. Por esta razón, la Iglesia nos invita en el Adviento a prepararnos para este momento a través de la revisión y la proyección
LA CORONA DE ADVIENTO

La corona o guirnalda de Adviento es el primer anuncio de Navidad.La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA. Es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. El tiempo de adviento abarca cuatro semanas antes de Navidad. Una costumbre significativa y de gran ayuda para vivir este tiempo es La corona o guirnalda de Adviento, es el primer anuncio de Navidad.
Origen: La corona de adviento encuentra sus raíces en las costumbres pre-cristianas de los germanos (Alemania). Durante el frío y la oscuridad de diciembre, colectaban coronas de ramas verdes y encendían fuegos como señal de esperanza en la venida de la primavera. Pero la corona de adviento no representa una concesión al paganismo sino, al contrario, es un ejemplo de la cristianización de la cultura. Lo viejo ahora toma un nuevo y pleno contenido en Cristo. El vino para hacer todas las cosas nuevas

Significados de la Corona de Adviento:
La forma circular: El círculo no tiene principio ni fin. Es señal del amor de Dios que es eterno, sin principio y sin fin, y también de nuestro amor a Dios y al prójimo que nunca debe de terminar.
Las ramas verdes: Verde es el color de esperanza y vida. Dios quiere que esperemos su gracia, el perdón de los pecados y la gloria eterna al final de nuestras vidas. El anhelo más importante en nuestras vidas debe ser llegar a una unión más estrecha con Dios, nuestro Padre.
Las cuatro velas: Nos hacen pensar en la obscuridad provocada por el pecado que ciega al hombre y lo aleja de Dios. Después de la primera caída del hombre, Dios fue dando poco a poco una esperanza de salvación que iluminó todo el universo como las velas la corona. Así como las tinieblas se disipan con cada vela que encendemos, los siglos se fueron iluminando con la cada vez más cercana llegada de Cristo a nuestro mundo. Son cuatro velas las que se ponen en la corona y se prenden de una en una, durante los cuatro domingos de adviento al hacer la oración en familia.

Las manzanas rojas que adornan la corona: Representan los frutos del jardín del Edén con Adán y Eva que trajeron el pecado al mundo pero recibieron también la promesa del Salvador Universal.El listón rojo: Representa nuestro amor a Dios y el amor de Dios que nos envuelve.

jueves, 22 de noviembre de 2007

DOMINGO XXXVI DEL TIEMPO ORDINARIO



JESUCRISTO, REY DEL UNVERSO


Esta es una de las fiestas más importantes del año litúrgico, porque celebramos que Cristo es el Rey del Universo entero, y confesamos que su Reino es el Reino de la verdad y la vida, de la santidad y la gracia, de la justicia, del amor y la paz. Esta fiesta fue establecida por el Papa Pío XI, en el año 1925. Nosotros sabemos que el Reino de Cristo ya ha comenzado pues, se hizo presente en la tierra a partir de su venida al mundo hace dos mil años pero, Cristo no reinará definitivamente sobre este mundo sino hasta que vuelva con toda su gloria al final de los tiempos. En esta fiesta de Cristo Rey, celebramos que Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento mismo en que cada uno de nosotros se lo permita, y así el Reino de Dios se hace presente en nuestra vida, en nuestros hogares, en nuestra comunidad
cristiana, el trabajo, la escuela y en cualquier lugar en donde nosotros vivamos. Jesús nos habló de su Reino, enseñándonos que este: “es semejante a un grano de mostaza que uno toma y arroja en su huerto y crece y se convierte en un árbol, y las aves del cielo anidan en sus ramas”; “es semejante al fermento que una mujer toma y echa en tres medidas de harina hasta que la fermenta toda”; “es semejante a un tesoro escondido en un campo, que quien lo encuentra lo oculta, y lleno de alegría, va, vende cuanto tiene y compra aquel campo”; “es semejante a un mercader que busca perlas preciosas, y hallando una de gran precio, va, vende todo cuanto tiene y la compra” (Mt 13). Nuestro Señor, nos hace ver claramente que vale la pena buscar y encontrar su Reino pues, este vale más que todos los tesoros de la tierra; nos advierte que su crecimiento es silencioso pero, efectivo. Hermanos y hermanas, la Iglesia tiene el encargo de predicar y extender el reinado de Jesucristo pues, “su misión es dar a conocer a Cristo a todo el mundo, ayudar a todo hombre para que se encuentre a sí mismo en él, ayudar a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, países en vías de desarrollo y países en la opulencia, a todos, en definitiva a conocer las insondables riquezas de Cristo (Ef 3,8), porque estas son para todo hombre y constituyen el bien de cada uno” (Juan Pablo II, Redemptor hominis,11). En otras palabras, la misión de la Iglesia es hacer que Jesucristo reine en el corazón de cada persona, en el seno de los hogares, en la sociedad y en cada pueblo del mundo. Y solo así lograremos que en el mundo reine el amor, la paz, la justicia y la verdad. Pero, lo anterior, no sería mas que un puro sueño, si cada cristiano y cada cristiana, no estuviera dispuesto y dispuesta ha permitir que Jesucristo reine en su propia vida; y para ello, se hace necesario que leamos y reflexionemos constantemente la Palabra de Dios, que hagamos oración, hablando con Dios como lo hacemos con el mejor de nuestros amigos. Es imposible que el Reino de Dios se establezca en nuestra vida si no nos acercamos a los sacramentos, especialmente a la Confesión y la Eucaristía. ¿Podríamos establecer el Reino de Cristo de otra manera? ¿podríamos hacer que Jesucristo reine en nuestras familias, en la comunidad, en la Iglesia misma, si primero, no le permitimos que reine en nuestra propia vida?


QUIEN ESTA REINANDO EN NOSOTROS?


Quién está reinando entre nosotros? La Palabra de Dios nos dice que: “todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede dar frutos malos, ni un árbol malo producir frutos buenos. Por sus frutos los reconoceréis” (Lc 7, 17-20). Y, el día de nuestro bautismo, cada uno y cada una de nosotros, fuimos transformados en hijos e hijas de Dios; cuando recibimos a Nuestro Señor Jesucristo en la Sagrada Comunión “nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre. En el sacramento de la Confirmación se “nos ha concedido una fuerza especial que procede el Espíritu Santo para que seamos capaces de difundir y defender la fe mediante la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo, para confesar valientemente el nombre de Cristo ya para no sentir jamás vergüenza de la cruz” (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1331; 1302). Pero, siendo lo que somos, cristianos, hijos e hijas de Dios ¿Por qué “cada día al abrir el periódico, al escuchar la radio o al mirar las noticias en el televisor nos golpea con toda su crudeza la realidad de nuestro país, marcada por tantos hechos violentos? Todos lo sabemos: la violencia está cada vez más presente, en primer lugar, en el seno mismo del hogar; ya sea la violencia que sufre la mujer de parte del esposo o de su compañero de vida, o la que padecen niños y niñas a pesar de su tierna edad: hay violencia física, violencia psicológica y, en forma creciente, incluso violencia sexual. Tenemos también la violencia producida por la delincuencia común que acecha en todas partes. Es una violencia asesina que arrebata sin piedad la vida de personas de toda edad o condición: niñas y niños, mujeres, jóvenes y personas mayores, humildes trabajadores y profesionales. Nadie está a salvo de este flagelo social. Por otra parte, la pobreza, el alto costo de la vida, el desempleo, la falta de oportunidades, la inseguridad y tantas necesidades básicas no satisfechas impiden a cientos de miles de compatriotas lograr el desarrollo integral al que tienen derecho por su condición de personas humanas y de hijos e hijas de Dios…” (Carta pastoral de los Obispos de El Salvador: No te dejes vences por el mal, n. 9-11; 5). Sabemos que existen abundantes cosas positivas en la vida de numerosos cristianos pero, tampoco podemos cerrar los ojos ante todo el mal que nos hace sufrir constantemente como individuos, familias y como sociedad en general; por eso, la pregunta: ¿Quién está reinando entre nosotros? En nuestro tiempo, como dijo el Papa Juan Pablo “el pecado ha adquirido derecho de ciudadanía y ha entrado en las leyes de muchos estados: prostitución, adulterio, pornografía, aborto, eutanasia, homosexualidad… El pecado ha ganado y continúa ganando un fuerte derecho de ciudadanía en el mundo y la negación de Dios se ha difundido tan ampliamente en las ideologías, en las concepciones y en los programas humanos... " (Fátima, 1982). Hace poco, un papá me contó lo siguiente: “estaba yo hablando con mi hija de cinco años, y de repente me preguntó: ¿papi, cómo se llama el lugar adonde uno va cuando muere? Yo le expliqué, al cielo junto a Diosito, si uno es bueno; o a un lugar feo que se llama infierno, si somos malos. Entonces la niña comenzó a llorar, y yo le pregunté: ¿Por qué llora mi hija? Y ella me dijo: porque yo me porto mal contigo, y yo no quiero ir a ese lugar feo cuando muera”. Si nosotros fuéramos como los niños, se nos haría fácil para entender que: “Quien comete el pecado es del Diablo” (1 Jn 3,8), y que aún siendo cristianos podemos estar viviendo como “hijos del Diablo” (1 Jn 3, 10).



viernes, 9 de noviembre de 2007

Domingo XXXII del Tiempo Ordinario.


LA RESURRECCION DE LA CARNE.
Quizás en muy raras ocasiones usted se haya detenido a pensar sobre el significado de aquellas palabras de la Sagrada Escritura que nos dice: “hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra” (Gn 1,26). Es Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo quien ha creado al ser humano, como hombre y mujer, a imagen y semejanza suya, y a pesar de que Dios lo ha creado todo, de ningún otro ser sobre la tierra se dice que haya sido creado a imagen y semejanza suya sino solo del ser humano. Decíamos en la reflexión anterior que cada una y cada uno de nosotros hemos tenido un inicio porque hemos sido creados por Dios pero, a partir del momento en que fuimos creamos por El, comenzamos a ser inmortales, porque Dios nos ha creado a su imagen y semejanza. Por tanto, ninguna persona deja de existir por el hecho de morir. La muerte física no significa la destrucción total de nuestro ser sino, únicamente un cambio en cuanto al modo de existir y al lugar. Todo lo que ha sido creado por Dios ha tenido un principio, crece, muere, y deja de existir para siempre, menos el hombre y la mujer, entonces “¿quién es el ser humano? Muchas opiniones ha dado y da el hombre sobre sí mismo. La Iglesia, instruida por Dios puede ofrecernos una respuesta que nos haga conocer la verdadera condición del hombre, sus debilidades pero al mismo tiempo su dignidad y su vocación” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, 12). La Iglesia nos dice que el ser humano, cada persona “es un misterio que solo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mundo actual, 22); es decir que, el ser humano no puede comprender por sí mismo cuál es su origen, quien es él, y cuál es su destino último sino únicamente a la luz de Nuestro Senor Jesucristo, Dios y Hombre Verdadero. La Palabra de Dios nos dice: “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes, el hijo de Adán para que de él te cuides? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajo sus pies” (Sal 8,5-7). A lo mejor usted podrá preguntarse: ¿y cuál es la razón de estas ideas? ¿qué importancia tienen para la vida? hermanos y hermanas, tenemos que comprender que todas las personas actuamos de acuerdo a lo que pensamos. Difícilmente una persona puede actuar como hijo, hija de Dios, si primero no ha entendido quién es él o ella en si mismo; ningún cristiano será capaz de vivir aspirando “a las cosas de arriba”(Col 3,2) si primero no ha comprendido de que todo en este mundo es pasajero; nadie estará dispuesto ha sacrificar absolutamente nada, y peor aún, su propia vida, si antes no ha entendido de que es preferible sacrificar esta vida, si es necesario, antes que perder la vida eterna. Entender estas verdades es una gracia de Dios, y lo por tanto, a El debemos de pedirle que nos ayude a comprenderlas.

viernes, 2 de noviembre de 2007


¿Y qué es la santidad?.
Quizás usted pueda preguntarse: ¿y qué es eso de la santidad? ¿la santidad es posible para todos o es algo nomás para algunos? La santidad consiste en cumplir la misión recibida de Dios. Algunos cristianos entienden la santidad como algo perfecto, inmaculadamente pura pero, eso es irreal. Si vemos el evangelio con detenimiento nos damos cuenta de qué imperfectos eran los Apóstoles y los primeros cristianos pero, hubo un momento en sus vidas en el que cambiaron. A este momento le llamamos conversión, su encuentro con el Espíritu Santificante. Todos ellos cambiaron sus vidas, pero no se deshicieron de una vez por todas de sus debilidades pues, eso es un proceso de toda la vida, y por lo mismo, la vida cristiana es un combate, una lucha sin cuartel. A propósito de esto es que San Pablo nos dijo: “revestíos de las armas de Dios para poder resistir a las asechanzas del Diablo. Porque nuestra lucha no es contra la carne y la sangre, sino contra los Principados, contra las Potestades, contra los Dominadores de este mundo tenebroso, contra los Espíritus del Mal que están en las alturas” (Ef 6, 11-12). La santidad es para todos: “Sed, pues, perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5,48); esa es la invitación que Nuestro Señor Jesucristo nos dirige a todos, y la Iglesia de acuerdo a esta invitación del Señor, nos dice: “todos los cristianos, de cualquier estado o condición, están llamados, cada uno por su propio camino, a la perfección de la santidad, cuyo modelo es el mismo Padre” (Constitución Dogmática sobre la Iglesia, 11). Nadie está excluido del llamado a la santidad: Hombres, mujeres y niños han subido la escalera de la vida y han alcanzado altos grados de santidad. Estos santos cristianos pueden encontrarse en todos los estados de vida existentes. Tenemos por ejemplo a San Tarcisio, un niño de nueve años que al principio del cristianismo defendió la Eucaristía con su vida. Santa María Goretti, una niña de once años, que defendió su virginidad y fue apuñalada una y otra vez por quien la atacó. Su santidad brilló intensamente cuando perdonó a quien la intentó violar y asesinó, además de orar por su conversión. Santa María de Egipto era una prostituta a la edad de 16 años. En cierta ocasión se unió a un grupo de peregrinos que se dirigía a Tierra Santa en un esfuerzo por cambiar su vida. Cuando llegó a la Iglesia, una fuerza invisible le impidió entrar. Aquí se dio cuenta de la enormidad de sus pecados. Se decidió a cambiar de vida y a nunca más ofender a Dios. Cuarenta años más tarde murió, totalmente renovada por su santidad de vida. Matt Talbot fue un alcohólico sin esperanzas el mayor tiempo de su vida. Pero un día al verse delante de sus amigos temblando para pedirles un trago, despertó su alma y entendió la situación de miseria en la que se encontraba. Cambió su vida y dirigió todas sus energías hacia Jesús y a buscar la vida eterna. Todos ellos y tantos otros, fueron seres humanos con fragilidades pero, decidieron entregar sus vidas al Senor, y por eso, ahora son santos, los que antes, la mayoría de ellos, eran pecadores.

sábado, 27 de octubre de 2007

DOMINGO XXX DEL TIEMPO ORDINARIO


EXAMEN DE CONCIENCIA

Ya estamos muy próximos a terminar el año litúrgico; también los estudiantes en todas las escuelas y colegios de nuestro país van ha terminar su año escolar, y el año dos mil siete ya casi se nos termina. Hace dos semanas fui a visitar a una anciana al hospital, y después de confesarla y de darle la santa comunión me quedé hablando un momento con ella. Y se me quedó grabada una frase que esta señora me dijo: “padre, en este mundo todos nosotros somos como las hormigas, caminamos en una misma línea y hacia el mismo hoyo; no sabemos quien va detrás de quien pero, lo que si sabemos es que en cualquier momento tenemos que entrar en ese agujero”. La señora murió esta semana. Un examen en cualquier aspecto de nuestra vida es siempre muy importante porque nos ayuda a descubrir lo que sabemos y lo que necesitamos aprender; un buen examen medico a tiempo puede salvarle la vida a cualquier persona, si todavía Dios no la está llamando a su presencia pero, cuánta gente le tiene miedo ir al médico a que le examine; muchos van al hospital hasta que ya no aguantan el dolor pero; entones, muchas veces el médico ya no puede hacer casi nada sino únicamente darle unos cuantos calmantes para mientras muere. ¿Y que tiene que ver todo esto con nuestra vida cristiana? Mucho, pues, si un examen medico es importante para la salud del cuerpo, el examen de conciencia, de mi propia conciencia, es importantísimo para saber si estoy o no caminando conforme a la voluntad de Dios. El hijo pródigo pudo volver a la casa de su padre cuando se detuvo ha mirar detenidamente su propia vida: “y entrando en sí mismo” (Lc 15,17), nos dice el Evangelio, reflexionó sobre su situación, sobre la herencia que había perdido y sobre su padre que le esperaba. Hermanos y hermanas, el conocimiento de nuestras virtudes y de nuestros defectos es necesario si queremos convertirnos al Señor, y es precisamente a ese conocimiento de nosotros mismos a lo que nos lleva un buen examen de conciencia pero, el problema está en que muchas veces tenemos miedo de enfrentarnos ha nosotros mismos, tenemos miedo de descubrir posiblemente la podredumbre que hay en nuestro interior; y por eso, hay muchos cristianos que como el fariseo del Evangelio de este domingo, dicen: “yo no soy como los demás: ladrones, injustos y adúlteros” (Lc 18, 11). Y de tan santos que se creen que hasta se atreven a señalar las faltas de los demás, sin darse cuenta por su ceguera espiritual de que Dios “conoce la verdad en lo intimo del ser de cada persona” (Sal 50,8). Si por pereza descuidamos examinar con seriedad nuestra vida espiritual, nuestra vida de esposos y esposas, de padres y madres de familia, nuestra vida como hijos en la familia; si no examinamos frecuentemente delante de Dios nuestro comportamiento para con los demás, poco a poco nuestra vida se va llenando de malas hierbas (Prov 30,24). Por eso, “el examen de conciencia, es una labor diaria, contabilidad que no descuida nunca quien lleva un negocio. ¿Y hay negocio que valga mas que el negocio de la vida eterna?” (San Josemaria Escrivá, Camino, n.235). ¿Examina usted frecuente su conciencia? ¿el examen de conciencia, ha sido algo importante en su vida personal? ¿Cree usted que mejoraría nuestra vida, en todos sus aspectos, si todos los cristianos examináramos frecuentemente y con seriedad nuestra conciencia?

viernes, 19 de octubre de 2007

Domingo XXIX del Tiempo Ordinario.

EL APOSTOLADO.
En la oración inicial de la santa misa de este domingo, oraremos al Senor de la siguiente manera: “Señor y Dios nuestro, que has querido que tu Iglesia sea sacramento de salvacion para todos los hombres, a fin de que la obra redentora de tu Hijo perdure hasta el fin de los tiempos, haz que tus fieles caigan en la cuenta de que estan llamados a trabajar por la salvacion de los demas, para que todos los pueblos de la tierra formen una sola familia y surja una humanidad nueva en Cristo nuestro Senor, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos”. Y el santo padre Benedicto XVI, en su mensaje para este domingo mundial de las misiones nos dice: “Queridos hermanos y hermanas: Con ocasión de la próxima Jornada mundial de las misiones quisiera invitar a todo el pueblo de Dios —pastores, sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos— a una reflexión común sobre la urgencia y la importancia que tiene, también en nuestro tiempo, la acción misionera de la Iglesia. En efecto, no dejan de resonar, como exhortación universal y llamada apremiante, las palabras con las que Jesucristo, crucificado y resucitado, antes de subir al cielo, encomendó a los Apóstoles el mandato misionero: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo» (Mt 28, 19-20) (Papa Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada Mundial de las Misiones, 2007). Sobre este mismo tema, el Papa Juan Pablo II, en su documento “La Iglesia en América”, nos dijo: “La conciencia de la universalidad de la misión evangelizadora debe de permanecer viva” (n. 74). Y es que “el fin de la Iglesia es revelar a Cristo al mundo, ayudar a todos los hombres para que se encuentren a sí mismos en él, ayudar a las generaciones contemporáneas de nuestros hermanos y hermanas, pueblos, naciones, estados, humanidad, países en vías de desarrollo y países de la opulencia, a todos, en definitiva, a conocer las insondables riquezas de Cristo (Ef 3,8), porque estas son para todo hombre y constituyen el bien de cada uno” (Juan Pablo II, Redemptor hominis, 11). Pero esta necesidad de que todas las persona se encuentren con el Señor, como nos lo dice la primera lectura de este domingo, difícilmente se podrá ver satisfecha, si quienes ya hemos conocido al Señor no caemos en la cuenta de que estamos llamados a trabajar por la salvación de los demás pues, cada una y cada uno hemos sido constituidos “guardas de nuestros hermanos” (Gn 2,90). Y eso es precisamente el apostolado: trabajar por la salvación de quienes nos rodean, para que conozcan, amen y sirvan al Señor. Esta semana es el momento para que cada una y cada uno de nosotros nos preguntemos en serio: ¿Qué estoy haciendo yo para que el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo sea conocido, amado, creído y vivido en mi familia? ¿estoy haciendo algo para que los niños, los hombres y mujeres de mi comunidad conozcan la Palabra de Dios? ¿o soy de aquellas personas que no faltan a misa el día domingo pero que, les da pena hablar de Dios con sus compañeros de trabajo, con sus amigos? Hermanos, es bueno que sepamos que, “todos los fieles, como miembros de Cristo vivo, incorporados y configurados con El por el bautismo, la confirmacion y la Eucaristia, tienen el deber de cooperar a la expansion y dilatacion del Cuerpo de Cristo para llevarlo cuanto antes a su plenitud” (Decreto sobre la actividad misionera de la Iglesia, n. 36).

jueves, 11 de octubre de 2007

DOMINGO XXVIII DEL TIEMPO ORDINARIO

¿ES USTED AGRADECIDO CON EL SEÑOR?
En cierta ocasión un sacerdote fue a un hospital psiquiátrico para visitar a los enfermos. Uno de ellos, en un momento de lucidez mental, le preguntó al sacerdote: "¿Agradeció usted a Dios alguna vez por su intelecto?" El sacerdote quedó asustado ante esta pregunta pues, nunca se le había venido a la mente agradecer a Dios por un don tan evidente. Solo aquí, en el hospital, él entendió que el intelecto es ¡un grandioso don de Dios! Y prometió allí mismo al enfermo y así mismo, agradecer a Dios cada día por su mente sana. Esta historia nos manifiesta que los seres humanos nos acostumbramos a ver todo en nuestra vida como algo que nos es debido, que nos corresponde, y por eso, muy raramente alguna persona agradece a su Creador por tantos bienes como El nos ha dado, nos da, y nos sigue dando. A quien no sabe agradecer se le llama desagradecido, ingrato, aprovechado. Y cristianos así los encontramos abundantes en todas partes. ¿Y cuál será la raíz de ese comportamiento? Quien no sabe ser agradecido con Dios, difícilmente podrá serlo con sus semejantes. La Iglesia nos dice que: “Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas de San Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y el Señor Jesús siempre esta presente en ella. “En todo dad gracias, pues esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros” (1 Tes 5,18). “Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de gracias“(Col 4,2) (Catecismo de la Iglesia Católica, 2638). Abundan los cristianos que “solo dan gracias a Dios cuando progresan en sus negocios. Salen de la cárcel y alaban a Dios; les sale bien un negocio y alaban a Dios; pero, si sufren algún daño, blasfeman de Dios. ¿Qué hijo eres, que cuando el padre corrige, te molestas y entristeces? (San Agustín, comentarios a los salmos, 48, 2,9). En los momentos de pruebas muchos cristianos se desaniman y murmuran de Dios. Pero hay que entender que el Señor, a veces, permite que tengamos dificultades y penas, no por Su olvido o por castigarnos. ¡No! El lo permite como un remedio amargo, pero necesario, que nos cura del orgullo, la vanidad, el amor propio excesivo y otras fallas, que es lo que en definitiva nos lleva ha vivir como unos completos desagradecidos ante Dios y ante nuestros demás hermanos. Hace falta que aprendamos a ser agradecidos, que aprendamos a decir muchas gracias a los demás por todo el bien que nos hacen: “No creamos cumplir con los hombres porque les damos, por su trabajo y servicios, la compensación pecuniaria que necesitan para vivir. Nos han dado algo más que un don material. Los maestros nos han instruido, y los que nos han enseñado el oficio, o también el médico que ha atendido la enfermedad de un hijo y lo ha salvado de la muerte, y tantos otros, nos han abierto los tesoros de su inteligencia, de su ciencia, de su habilidad, de su bondad. Eso no se paga con billetes de banco, porque nos han dado su alma. Pero también el carbón que nos calienta representa el trabajo penoso del minero; el pan que comemos, la fatiga del campesino: nos han entregado un poco de su vida. Vivimos de la vida de nuestros hermanos. Eso no se retribuye con dinero. Todos han puesto su corazón entero en el cumplimiento de su deber social: tienen derecho a que nuestro corazón lo reconozca”. De modo muy particular, nuestra gratitud se ha de dirigir a quienes nos ayudan a encontrar el camino que conduce a Dios (G. CREVROT, “Pero Yo os digo... “. Rialp, Madrid 1981, pp. 117-118).

jueves, 4 de octubre de 2007

A mi querida Patria El Salvador


DIOS UNION LIBERTAD

A todos nos parecen familiares estas tres palabras, Dios, Unión, Libertad, el hecho es simple, están escritas en el centro de nuestra bandera, como los tres bastiones centrales de nuestro país, que por cierto, tanto extrañamos los que estamos lejos, y cuanto añoramos regresar para disfrutar de su cariño, su calor y de todo lo que nos ha dado. Pero el punto no es ponerme triste y melancólico al recordarlo, sino en detenernos a ver el significado que encierran estas palabras y cuanto las necesita nuestro país en este momento. Este es el mes dedicado a recordar y honrar a nuestra patria, sus símbolos y todos nuestros valores culturales, que generación tras generación se nos han venido trasmitiendo. Hace unos días un feligrés se acerco y me dijo: Celebrar la independencia ¿de que? Si aun seguimos siendo esclavos, no somos libres ni se nos respetan nuestros derechos, y la violencia en nuestros países sigue creciendo. Hasta cierto punto el, en su pensamiento, creo que tiene razón de pensar así, cuando se ve todo lo que rodea nuestro país; pero la respuesta no esta lejos, esta escrita en el centro de nuestra bandera. La primera y fundamental razón por la cual nuestro país se desgarra y se vuelve mas inseguro es porque muchos no conocen a DIOS, para ellos El, es solo un cuento o una leyenda quizás y ni tienen la mínima intención de conocerlo ni de dejarse encontrar por El; Juan Pablo II decía “Si nos alejamos de Dios, ¿quién nos garantiza que un día un poder humano no reivindique de nuevo el derecho a decidir qué vida humana vale y cuál no vale?, interesante argumento del Papa, y es que un país sin Dios se vuelve un caos, porque caeremos en la tentación de buscar nuestros propios intereses sin importar lo que les suceda a los demás, a eso se le llama corrupción, y recordemos que la corrupción es fabrica de pobreza en nuestro país y desgraciadamente esa falta de Dios ha corroído, a muchos de los que están al frente de nuestro país; es interesante ver como en muchas instituciones publicas y también privadas, se despedazan y destruyen por buscar los mejores puestos, donde muchos no se preocupan por hacer el mínimo esfuerzo, donde los pequeños no tienen voz ni voto, donde se busca el poder con beneficios personales, y es lógico, porque cuando se deja de creer en Dios se comienza a creer en cualquier cosa; ahora bien, si Dios no esta en nuestra vida, como esperamos sembrar UNION, donde no la hay, pero si no somos capaces de buscar la unidad nunca conseguiremos crecer, ni fortalecer nuestros mismos principios, me ponía a pensar un día de estos, como esperamos sacar adelante nuestro país si estamos divididos entre nosotros, vemos a los gremios de todas las entidades divididas en colores, como si esa fuera la solución a los problemas existentes, vemos los bandos engendrando violencia y destrucción, odio y egoísmo, sin darse cuenta que nos estamos destruyendo entre nosotros, mi pregunta es, que ganamos con vivir desunidos, que gana el país y la sociedad entera con una lucha llena de violencia y desorden que no hace mas que sembrarnos en zozobra e inseguridad, impregnada de desigualdad e hipocresía, ¿es que nos hemos olvidado que hay un camino que se llama dialogo?, ¿que se llama caridad?, ¿que se llama búsqueda del bien común? recordemos que sólo en un mundo de hombres sinceros es posible la unión, Jesús mismo oraba antes de padecer en la cruz, “ que todos sean uno padre, como tu y yo somos uno…” (Jn.17,21-23), si queremos buscar una patria unida, debemos de vivir con Dios en nuestras vidas, ahora bien, donde queda la LIBERTAD, una palabra que se ha utilizado como bandera de beneficios personales por muchos, cuando en realidad, lo que buscan es opacarla y oprimirla cada vez mas, como vamos a engendrar libertad si vivimos desunidos y enemistados, cubriendo cada quien sus intereses personales, es por ello que Juan Pablo II nos dijo en mas una ocasión que “El verdadero conocimiento y la auténtica libertad se hallan en Jesús. Dejad que Jesús forme parte siempre de vuestra hambre de verdad y justicia, y de vuestro compromiso por el bienestar de vuestros semejantes” cuando escucho esos discursos vacíos de Dios, vacíos de fe en Jesús de muchos oradores implorando la libertad, pienso que no se conseguirá sin El, el Mahatma Gandhi afirmaba “La causa de la libertad se convierte en una burla si el precio a pagar es la destrucción de quienes deberían disfrutar la libertad”, no tratemos de cambiar nuestra patria si Dios no esta en ella, porque la Unión y la Libertad dependen de nuestro contacto y cercanía con Dios, porque los proyectos de los gobiernos se quedan obsoletos y no cambiaran la vida de la sociedad porque carecen de Dios y se empecinan en ignorarlo, el cambio vendrá cuando los hombres y mujeres hagamos un encuentro personal con Cristo Resucitado, y dejemos de luchar por colores políticos que lo único que hacen es dividirnos mas. Entonces amaneceremos a la verdad del Amor. Feliz mes de la Patria.

Domingo XXVII del Tiempo Ordinario.


LA VIRTUD DE LA ESPERANZA.LA VIRTUD DE LA ESPERANZA.

¿Qué es la virtud de la esperanza?
“La esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. “Mantengamos firme la confesión de la esperanza, pues fiel es el autor de la promesa” (Heb 10,23). “El Espíritu que El derramó sobre nosotros con largueza por medio de Jesucristo nuestro Salvador para que, justificados por su gracia, fuésemos constituidos herederos, en esperanza, de vida eterna” (Tit 3,6-7) (Catecismo de la Iglesia Católica, 1817). Podemos entender entonces que, la virtud de la esperanza al igual que las demás virtudes teologales, “ha sido infundida por Dios en el alma de cada fiel cristiano para hacernos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1831). Fíjese bien que el tener esta virtud no depende de nosotros sino que es un puro don del Señor en nuestras almas; lo que sí depende de nosotros, de alguna manera, en cuanto que exige de nuestra colaboración personal, es el hacer que esta virtud crezca en nuestras vidas. Y aquí un punto muy importante: ¿Por qué muchos cristianos viven tristes, deprimidos, amargados y sin ninguna esperanza? ¿Será que Dios no ha infundido, sembrado en ellos la virtud de la esperanza que les tendría que hacer aspirar al Reino de los cielos, y ha vivir felices aun en medio de todos los problemas de la vida? en estos casos el problema no es de Dios, sino de cada persona que en vez de poner su confianza en las promesas del Señor ha preferido mejor apoyarse en sus propias fuerzas, y no en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo. Es muy fácil encontrar cristianos que viven desesperanzados por un problema familiar, por cuestiones de salud, porque la vida esta muy cara, por la situación que se vive en el país; y a veces, esa desesperanza se filtra aun entre quienes participan activamente en la vida de la Iglesia por problemas que de repente surgen dentro de la misma comunidad cristiana pero, ¿será verdaderamente todo lo anterior, la raíz última de la desesperanza que viven muchas personas? Claro que no, la raíz última de la desesperanza en nuestra vida no tiene su origen en los problemas que nos rodean ni siquiera en nuestros propios pecados sino, en el hecho de no habernos encontrado todavía realmente con Aquel que “ha venido para que tengamos vida y la tengamos en abundancia” (Jn 10,10); San Agustín es el que nos ha dicho: “Nos hicisteis Señor para Ti, y nuestro corazón estará inquieto mientras no descanse en Ti”. Hermanos y hermanas, es bueno entender que: “Si la desesperanza penetra en nuestro corazón es porque ha encontrado en él un lugar donde anidar, una complicidad; si la desesperanza nos vuelve agrios o malos, es porque nuestro corazón esta vacío de fe, esperanza y amor” (Jacques Philippe, La Libertad Interior p.85).

jueves, 13 de septiembre de 2007

DOMINGO XXIV DEL TIEMPO ORDINARIO


Jesucristo, es el mismo, ayer, hoy y siempre (Hb 13,8).

El evangelio de este domingo nos dice que: “los publicanos y los pecadores se acercaban al Señor para escucharlo” y les decía: “yo les aseguro que en el cielo habrá mas alegría por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos, que no necesitan arrepentirse”. “Yo les aseguro que así también se alegran los ángeles de Dios por un solo pecador que se arrepiente”. Y para demostrarnos que Dios siempre espera al hijo que se aleja de casa, les dijo, cuando regresó el hijo prodigo: “comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado”. Esto que nos dice el evangelio se ha hecho vida en tantisimos hombres y mujeres a largo de toda la historia del cristianismo, y en la segunda lectura de este domingo, nos encontramos con el apóstol San Pablo, que es testigo del Amor que Dios tiene por todos los pecadores, y nos dice, escribiéndole a su discípulo Timoteo: “Puedes fiarte de lo que voy a decirte y aceptarlo sin reservas: que Cristo Jesús vino a este mundo a salvar a los pecadores, de los cuales yo soy el primero” (1 Tim 1,15). Y antes de esto nos dice el apóstol: “yo fui un blasfemo, un perseguidor y un insolente” (1 Tim 1,13). Hermanos, tenemos que entender que “Cristo no solo habla de la misericordia divina, y la explica usando semejanzas y parábolas, sino que además, y ante todo, el mismo la encarna y personifica. El mismo es, en cierto sentido, la misericordia. A quien la ve y la encuentra en él, Dios se hace concretamente visible como Padre rico en misericordia” (Juan Pablo II, Dives in Misericordia, 2). Dios está mas cerca de lo que nosotros podemos entender o imaginar: “Tú estabas dentro de mi y yo fuera. Y fuera te andaba buscando”, dijo San Agustín, cuando se convirtió por completo al Señor. Dios nos ama, Dios habita en nosotros pero, eso no significa de que nosotros no podamos desoír su voz, y por eso, muchos hoy en día se siguen consolando con pensamientos como estos: “Ahora no puedo dejar esta falta; me es imposible abandonar estas satisfacciones; no puedo prescindir de estas ganancias ilícitas; no puedo romper mi amistad con estas personas que me impiden ser fiel a Dios. En estos momentos no estoy en condiciones de servir a Dios; no tengo tiempo para atender los asuntos de mi alma; no siento deseos de cambiar; no me dice nada la religión. Será mas fácil después; en un futuro será tan natural arrepentirse como lo es ahora pecar; pues entonces experimentaré menos tentaciones y dificultades” (Cardenal John Henry Newman, Discurso segundo sobre la fe). El tiempo pasa, y todos corremos el riesgo de desaprovechar el Amor y el perdón de Dios. Siempre encontraremos una excusa para seguir teniendo en nuestra vida nuestros propios becerros. Moisés, nos cuenta el libro del Éxodo que: “quemó, y molió hasta reducirlo a polvo el becerro que el pueblo se había fabricado” (Ex 32,20).

jueves, 6 de septiembre de 2007

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario.


EL DON DE LA SABIDURIA

Si leemos con atención la primera lectura, que escucharemos este domingo, nos daremos cuenta de que sin la Sabiduría de Dios no somos nada ni podemos nada pero, con la Sabiduría de Dios lo podemos todo. Esta Sabiduría es uno de los siete dones del Espíritu Santo, “y es una disposición permanente que hace a la persona dócil para seguir los impulsos del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia, 1830). Hermanos, “entre los dones del Espíritu Santo, diría que hay uno del que tenemos especial necesidad todos los cristianos: el don de la sabiduría que, al hacernos conocer a Dios y gustar de Dios, nos coloca en condiciones de poder juzgar con verdad sobre las situaciones y las cosas de esta vida” (San Josemaria Escrivá, Es Cristo que Pasa, 133). Es posible que usted se pregunte: ¿por qué hay tanta gente que hace cosas sin sentido, cosas que no tendrían que hacer? Y la respuesta es sencilla: porque la Sabiduría de Dios no habita en ellos, y no los guía. Lo mas precioso, lo mas grande que puede poseer una persona es la Sabiduría de Dios pues, “mas vale su ganancia que la ganancia de plata, su renta es mayor que la del oro” (Prov 3,14). Con razón, la misma Palabra de Dios llama: “Dichosa a la persona que ha encontrado la sabiduría” (Prov 3,13).
San Pablo, advirtió a los primeros cristianos que “no se acomodaran al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de vuestra mente, de forma que podáis distinguir cual es la voluntad de Dios: lo bueno, lo agradable, lo perfecto” (Rm 12,2). En el evangelio de este domingo, el Señor nos invita al desprendimiento y al sacrificio: “Si alguno quiere seguirme y no me prefiere a su padre y a su madre, a su esposa y a sus hijos, a sus hermanos, a sus hermanas y hasta su propia vida, no puede ser discípulo mío. El que no lleve su cruz y venga en pos de mi, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,26-27). “Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío” (Lc 14,33). ¿Verdad que esto está bastante duro? Claro que si, y precisamente por eso, la mayoría de cristianos mejor nos hemos acostumbrado a vivir un cristianismo con un mínimo de exigencia pero, ese no es el cristianismo que Nuestro Señor vino a establecer en este mundo como estilo vida para los que creyeran en él. El cristianismo verdadero, transforma la vida personal, familiar, comunitario, eclesial y social, ¿Qué cristianismo seria el nuestro si el evangelio que reflexionamos semana a semana no transformara nuestra vida personal? ¿Y quien puede creernos que esta Palabra está transformando nuestra vida si no lo demostramos en nuestra familia, en la relación con nuestros vecinos, y en un compromiso mas activo en nuestra parroquia? Atrevámonos a vivir con sabiduría y amor.

FELICIDADES GRAFICO INFORMATIVO

Quiero felicitar de manera particular, a los hermanos que hacen posible este periodico, EL GRAFICO INFORMATIVO de Sensuntepeque, Cabañas, El Salvador, creo que es parte del desarrollo de nuestra ciudad de Sensuntepeque, y parte también del esfuerzo y atrevimiento de parte de nuestros jóvenes que se atreven a pensar y a soñar y logran hacerlo posible a pesar que las criticas cunden y golpean en momentos. Recuerden que la envidia es uno de los pecados de los seres humanos que no le dejan vivir en libertad. Recuerden que en todos lugares hay elementos que ni hacen, ni dejan hacer, y estos solo se dedican a ver lo negativo de los acontecimientos. Les recuerdo las palabras que Cervantes escribe en boca de Don Quijote, “Sancho, cuando los perros ladran es porque nos vamos acercando… no temas que siempre ladraran…” Animo y adelante, a hacerlo mejor, a trabajar con más ahínco y arraigo, a mejorar los errores y a mostrar un nuevo rostro en las actuales generaciones. Sin miedo al futuro, Juan Pablo II segundo nos dijo en la ultima jornada de la Juventud… “Animo Jóvenes, no tengan miedo al futuro, sean libres y superen el presente siendo autenticos y coherentes con su vida…” somos el fututo. Felicidades Grafico Informativo….

jueves, 30 de agosto de 2007

DOMINGO XXII DEL TIEMPO ORDINARIO

¿Y QUE ES LA HUMILDAD?

Santa Teresa de Jesús, nos dijo que la humildad: “es la verdad, es el reconocimiento verdadero de lo que somos y valemos ante Dios y ante los demás; es también el vaciarnos de nosotros mismos y dejar que Dios obre en nosotros con su gracia” (Las Moradas, VI, 10). “La humildad es la base de todas las demás virtudes. Quien desea servir a Dios y salvar su alma, debe comenzar por practicar esta virtud en toda su extensión. Si el orgullo es la fuente de toda clase de vicios, podemos también afirmar que la humildad es la fuente y el fundamento de toda clase de virtudes, es la puerta por la cual pasan todas las gracias que Dios nos otorga; ella es la que sazona todos nuestros actos, comunicándoles tanto valor y haciendo que resulten tan agradables a Dios. Finalmente nos constituye dueños del corazón de Dios, hasta hacer de él por decirlo así, nuestro servidor; pues nunca ha podido Dios resistir a un corazón humilde” (San Juan María Vianney). San Francisco de Sales, dijo: “Humildad y caridad son las virtudes madre; las otras las siguen como puelluelos a la gallina”. Cuando decimos que la humildad es el fundamento de todas las demás virtudes es porque en la medida que una persona se olvida de sí misma puede preocuparse y atender a los demás. Cuando una persona vive encerrada en sí mima actúa siempre con vanidad, orgullo, egoísmo, envidia, deseos de sobresalir sin importarle que tenga que pasar por encima de los demás. ¿Hay algo de todo esto en su vida? Posiblemente su primera reacción sea pensar que no, pero, nomás veamos lo que sucede a nuestro alrededor: abundan las familias donde a nadie le importa lo que los demás viven; hay mucha gente en nuestras comunidades que no se lleva con nadie, y no siempre es porque los demás sean quienes tienen la culpa sino, porque muchas veces son ellos los que no quieren entender que deben de abrir sus vidas a la gracia de Dios. ¿Y qué de aquellos a los que les gusta pasar por encima de los demás? Esta clase de cristianos no tenemos que buscarlos muy lejos pues, los encontramos en nuestras propias familias, en la comunidad y dentro de la misma Iglesia. Una persona no es humilde cuando se considera que lo sabe y lo puede todo, autosuficiente, y cree que no necesita de los demás: “Nos necesitamos unos a otros. No fueron mis manos las que me sacaron del vientre de mi madre; no fueron mis manos las que me cambiaron mis pañales, las que me criaron, las que me alimentaron; no fueron mis manos las que me enseñaron a leer y a escribir” (Autor desconocido). En una palabra, podemos decir que, la humildad no es hacerse de menos: hay gente que piensa que porque es pobre, porque no fue a la escuela, porque viven en el campo, por eso, son menos, y hasta creen que también por eso son humildes, no; la humildad no es eso, sino pensar menos en uno mismo para pensar y servir mas a los demás, reconocer quienes somos y lo que valemos ante Dios y ante los demás, vaciándonos de nosotros mismos para que Dios nos llene con su gracia. Pero que triste que por falta de humildad en nuestras vidas, existan gritos, peleas y divisiones en nuestras propias familias; el maltrato de muchos esposos para con sus esposas, lo mismo también el maltrato de algunos padres para con sus hijos; los pleito y la falta de unidad entre los vecinos de una comunidad es solamente el fruto de que como cristianos nos hace falta crecer en esta virtud cristiana que se llama humildad. En todas partes, “al igual que existen animales que viven en cuevas, y nunca ven la luz del día, hay también multitud, más aún, enteras naciones de hombres y mujeres, que viven en un pozo espiritual, en una región de tinieblas” (Jonh Henry Newman, Quinto Discurso sobre la fe). Ser humildes o no serlo es una decisión de cada persona, claro está que nadie llega a la cima de esta virtud de la noche a la mañana pues, se requiere esfuerzo para desterrar de la propia vida, la envidia, el egoísmo, la autosuficiencia, el afán de dominar a los demás, pero, aunque no es fácil, si es posible alcanzar esta virtud, ¿se recuerda de lo que nos dijo San Pablo?: “Todo lo puedo en Cristo Jesús que me fortalece” (Fil 4,13). Para dialogar: ¿Qué piensan de esto que dijo Santa Teresa de Jesús? “A donde el demonio puede hacer gran daño sin entenderle es haciéndonos creer que tenemos virtudes no las teniendo, que esto es pestilencia” (Camino de perfección, 38,5). Personalmente, ¿En qué aspectos de su vida considera usted que tiene que trabajar para crecer en la virtud de la humildad? ¿Considera necesaria esta virtud para usted?

miércoles, 29 de agosto de 2007

AMIGOS! UN GRAN TESORO


Quien en su vida no ha tenido un amigo o amiga a quien le confía su problemas, con quien sale, con quien ríe, con quien juega, con quien llora, creo que todos tenemos al menos uno. Jesús, los tenia, sus doce apóstoles, y el mismo resaltaba el valor de la amistad, y les decía: “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos... Ya no les llamo siervos (...),les llamo amigos (Jn 15, 13-15). En Él, encontraron los Apóstoles su mejor amistad. Era alguien que les quería, con quien podían comunicar sus penas y alegrías, a quien podían preguntar con entera confianza. Sabían bien lo que deseaba expresar cuando les decía: “ámense los unos a los otros... como Yo los he amado” ( Jn 13, 34;). Siempre he pensado que la verdadera amistad se basa en el amor, en un amor profundo y sublime, que se expresa diariamente con nuestras acciones, que se cultiva, que se vive y que se acrecienta en la medida que se conoce el valor de ese amor sublime. Amigo, una palabra, pero más que una palabra veo un proyecto de amor entre dos o más personas, que no importa el sexo, la raza, o el color de la piel, son capaces de ayudarse a crecer mutuamente. Un verdadero amigo es aquel que se queda cuando todos los demás se van, es alguien que está contigo porque le necesitas, aunque le encantaría estar en otra parte, es aquel que cuando vives momentos de oscuridad y tienes miedo o te duele mirar hacia atrás o hacia adelante, volteas y miras hacia la izquierda o la derecha y allí esta, a tu lado, viendo la vida diferente a ti, riendo, animándote, cantando contigo o llorando, pero no se va, se queda y comparte tu aventura. Mucha gente entra y sale de nuestra vida a lo largo de los años. Pero solo los verdaderos amigos dejan huellas en nuestro corazón. Un amigo verdadero es alguien que cree en ti aunque tú hayas dejado de creer en ti mismo. Esos son los verdaderos amigos. Alguien me dijo un día, que amigos no existen, que lo único que existen son conocidos con quienes nos relacionamos, con quienes hablamos y compartimos un poco, pero nada mas, le respondí, que la razón era porque muchos no somos capaces de creer en la verdadera amistad, que no nos consideramos amigos nosotros mismos, que no creemos en ese proyecto y que continuamente lo traicionamos con nuestras acciones, comentarios, frustraciones, envidias, celos o intereses personales, y esos son los elementos que la destruyen la amistad. Si todos intentáramos ser amigos no existirían enemigos que quitan y destruyen la paz misma, Abraham Lincoln decía que “La mejor forma de destruir a su enemigo es convertirle en su amigo” porque entre mas amigos tengamos, menos enemigos habrán en el mundo, que te parece si cambias de idea, dejas el egoísmo a un lado, e inicias una nueva aventura en tu vida y decides hacer mas amigos. Seamos verdaderos cristianos amantes de la paz y la armonía, en nuestros trabajos y en nuestros hogares, no incurras en división o enemistad, conquista el egoísmo siendo amable y amigable con todos, trata e inténtalo, vale la pena ser amigo de alguien, vale la pena vivir en paz con uno mismo y con todos los que nos rodean, si encuentras un amigo quiérelo cuídalo y respétalo, porque un verdadero amigo es alguien que te conoce tal como eres, comprende dónde has estado, te acompaña en tus logros y tus fracasos, celebra tus alegrías, comparte tu dolor y jamás te juzga por tus errores. Eso es un amigo, yo tengo varios y tu cuando inicias a cortar las enemistades y a aumentar tus amistades. Olvida el pasado y seamos amigos. Que Dios les bendiga.

viernes, 10 de agosto de 2007

¿Y QUE ES LA FE?

La Palabra de Dios nos dice que la fe es “la garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Heb 11,1). Y el Catecismo de la Iglesia nos enseña que, “la fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios. Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo vivirá por la fe”. La fe viva “actúa por la caridad”. El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella. Pero, “la fe sin obras está muerta”: privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente al fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo. El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia. El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: “Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1814-1816). Sucedió en China: “Cuando los comunistas se apoderaron del poder en China, pusieron bajo prisión a un sacerdote en su propia casa cural ubicada muy cerca de la iglesia parroquial. Mientras estuvo encerrado, el sacerdote pudo observar desde la ventana de su celda cómo los soldados comunistas entraron al templo parroquial y destruyeron el Sagrario, donde se guardaba el Santísimo Sacramento, luego, arrojaron por el suelo las hostias consagradas que estaban en el copón. El sacerdote sabía que había exactamente 32 hostias. Cuando los soldados se fueron, no se dieron cuenta de que en la parte de atrás del templo se había quedado escondida una niña, de apenas once años de edad, orando en silencio. Después de aquello, esa misma noche, la niña volvió de nuevo al templo con muchísimo cuidado, y se acercó al lugar donde estaba tirado el Santísimo Sacramento para hacer una Hora Santa de Oración como acto de reparación por el sacrilegio cometido por aquellos soldados. Al final de su oración, la pequeña se dobló completamente hasta tocar el suelo, con el fin de recibir al Señor en su lengua. La niña volvió noche tras noche para hacer su hora santa y recibir al Señor, y así lo hizo durante 32 noches hasta consumir la última hostia pero, en aquella última noche, el soldado que cuidaba la entrada del templo la descubrió, y sin decirle ninguna palabra, le disparó, y la niña cayó muerta en el mismo instante. El sacerdote desde la ventana de la casa cural observó como testigo silencioso el martirio heroico de aquella pobre criatura”. ¿Qué piensa usted de la fe de esta niña?

¿Cómo está en usted la virtud teologal de la fe? La fe es una cualidad estable del alma, un principio firme y permanente que Dios ha infundido en cada uno de nosotros, nos ha sido dada por El, no es algo que nosotros nos hayamos dado así mismos. A la fe se le llama virtud teologal porque apunta directamente hacia Dios mismo. La fe es el fundamento de toda nuestra vida moral cristiana, porque “sin fe es imposible agradar a Dios, por cuanto el que se llega a Dios debe creer que Dios existe y que es remunerador de los que le buscan “(Heb 11,6). La fe es completamente necesaria en nuestra vida cristiana pues, únicamente “mediante su luz nos es posible conocer siempre y en todo lugar la voluntad de Dios en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres y mujeres, próximos y extraños, y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en si mismas como en orden al fin del ser humano”

lunes, 16 de julio de 2007

SACRIFICIOS Y LAGRIMAS CONVERTIDOS EN DOLARES

Desde que era muy pequeño recuerdo que muchos de mis amigos decían que cuando fueran grandes no querían ir a la universidad porque su ideal era irse a los Estados Unidos, y de el objetivo era conseguir el tan ansiado sueño americano, y de hecho desde la década de los setenta hasta los noventas, era un sueño que con sus sacrificios, aun tenia mucho que dar para la superación personal de quienes emigraban para este país, que según la mayoría de los que vivimos en América Latina, mana leche y miel, y de hecho ese es el pensamiento en general y el sueño de venir a estas tierras que viven en la comodidad y el modernismo. Lo que sucede es que cada día que pasa el sueño americano, para nuestros hermanos inmigrantes se vuelve una pesadilla, porque cada día mas se le cierran las puertas para su legalización y su estadía, a causa de todo esto, la gran justicia de la que habla el tío sam, se ha vuelto una injusticia, es duro decirlo, pero el borbandeo en contra de nuestros hermanos aquí, recrudece cada día mas, hasta el punto de que en varios estados son considerados y juzgados como criminales, el delito a mi parecer, es querer trabajar y dar lo mejor de si para su desarrollo personal y el de sus familias en el salvador o en cualquier país del América Latina. Es difícil ver que la discriminación en varios estados es latente y se respira a metros de distancia, el trabajo es cada vez más escaso y si no tienes documentos legales ninguna empresa contrata a nadie por miedo a las grandes multas que ponen los condados. Ahora bien, lo que me parece interesante es que al leer lo anterior nos indignamos y echamos culpa a medio mundo, y es lógico, justa razón tenemos para hacerlo, porque no es justo que por no hablar un poco de ingles o no ser norteamericanos se les trate de esa forma, pero quiero a través de estas líneas hacer conciencia de lo difícil que se torna la vida para muchos en este país, el salario que muchos ganan aquí es desproporcionado en comparación con el costo de la vida aquí. Es por esta razón, que me da mucha tristeza el ver que muchos malgastan de una forma desbaratada e injusta las remesas que estos cristos sufrientes envían, sin darse cuenta que aquí ganar cien dólares, implica hasta 10 horas de duro trabajo, quizá bajo el calor o el frío que nunca nos hemos imaginado en el salvador, lo duro que es, porque no hemos experimentado esas altas o bajas temperaturas que se viven aqui, o la exposición a los químicos para hacer la limpieza o la discriminación e insultos que ellos tienen que vivir, la incomodidad con la que algunos viven, la soledad y la tristeza de añorar a los suyos, a veces suprimiendo algunas de sus comidas o su vestuario mismo para enviar la ayuda a sus hijos, hijas o parientes en general, el pensamiento de algunos es quizá que el dinero, - por ser Estados Unidos se recoge como hojas en el jardín - mas no saben lo duro que es conseguirlo. Suena bonito y ceremonioso decir esta en Estados Unidos, pero la realidad vivida aquí es mas dura y difícil de lo que uno se imagina. Recuerdo que una vez alguien celebro una fiesta de cumpleaños a toda pompa, mi pregunta fue, ¿no cree usted que es demasiado dinero para este cumpleaños? La respuesta fue sencilla, no se preocupe, si el papá esta en Estados Unidos, el paga todos los gastos, entendí que lo que quería decir era, a mi no me cuesta, que no importa cuanto malgastemos, lo haremos así, me parece una falta de respeto, y de caridad, para ellos, el hecho de que no se economice o se invierta de una forma correcta el poco dinero que ellos puedan enviar. Espero equivocarme, pero hay muchos jóvenes en esta ciudad que no se han interesado por estudiar o al menos por sacar notas rescatables en los Institutos o en las universidades porque están, esperanzados a que los que están fuera enviaran y pagaran todos sus caprichos y sus antojos, las marcas de los zapatos de moda o las excursiones, o fiestas que se les ocurra hacer, hay jóvenes y porque no decirlo adultos también, que son como pequeños pájaros recién nacidos que esperan, el alimento sin ningún esfuerzo, y revisan la cuenta del banco cada mes, y cuando no ven la cifra usual se ponen molestos y el decir es, es que ya no me quiere o se olvido de mi. La semana pasada atendí en mi oficina a una señora que estaba preocupada porque su hija en El Salvador le había pedido ochocientos dólares, porque iba a concursar como candidata en su escuela y quería ganar, porque su sueño era aparecer en las fotos de la reinas de su escuela, ella me decía, que no tenia suficiente dinero para enviarle, y que se sentía triste que no le consideraban ni se imaginaban lo duro que era tener dos trabajos, y dormir seis o siete horas cuando mucho, para poder dar abasto con los gastos. Me puse a pensar, que injustos se vuelven muchos hijos en nuestros países. Alguien podrá decir, ellos tienen la culpa porque todo lo que les piden se los dan, es correcto ese argumento, pero lo que ellos buscan es hacer sentir bien a sus hijos, pero a la vez creo que se merecen respeto, y creo que lo mejor que podemos hacer mostrarles ese respeto, y no malogrando de una forma desmedida lo que ellos ganan en este lejano país, con esfuerzo y sacrificio, y que cada día se torna mas difícil. Hago un llamado a los muchachos, a que al menos estudien y aprovechen que tienen ese soporte de parte de sus padres. Que Dios les bendiga.