LA TRANSFIGURACION DE JESUS EN EL MONTE TABOR
“A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios
vivo, el Maestro "comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén, y sufrir... y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día" (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio (Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron y le "hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén" (Lc 9, 31). Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: "Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle" (Lc 9, 35). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 554). La Transfiguración del Señor que celebraremos este domingo, fue un acontecimiento de mucha importancia en la vida de los apóstoles, y especialmente en la vida de quienes fueron los testigos directos de este hecho. Los apóstoles no habían entendido del todo el mensaje de Nuestro Señor, no entendían que él “debía de ser entregado en manos de los hombres, que le matarían, y que al tercer día resucitaría” (Mt 17,22-23). Y no entendían esto porque ellos, hasta que no reciben el Espíritu Santo, continúan razonando de manera humana y no a la manera de Dios: “Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: ¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso! (Mt 16,22). Y era necesario que los apóstoles entendieran bien quien era Jesús, que entendieran cual era su misión y que creyeran en él; y para ayudarles a comprender toda esta gran verdad es que el Señor quiso mostrarles algo de su gloria y de la felicidad del cielo, por lo menos a tres de ellos. Aun así, no acababan de entender quien era Jesús y cual era su misión; por eso, cuando San Pedro se vio rodeado de gloria le dice a Jesús: “Señor, que bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mt 17,4). Lógicamente, el apóstol Pedro “no sabia lo que estaba diciendo en aquel momento” (Lc 9,33). Pero la experiencia de la transfiguración del Señor marcó para siempre su vida y la vida de los demás apóstoles; por eso, después de algún tiempo de aquel acontecimiento, San Pedro le dirá a los recién convertidos al cristianismo: “Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo” (1 Ped 1,18). Nadie puede hablar con autoridad sobre algo sino aquellos que han tenido una experiencia de lo que están hablando, y los apóstoles habían experimentado ha Dios, ellos habían estado con Jesús y por eso hablaban, y nos siguen hablando hoy a nosotros después de dos mil años. ¿Existe en su vida alguna experiencia con el Señor, algún momento en el que usted haya descubierto claramente la presencia de Dios?
“A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios

La transfiguración de Nuestro Señor, es motivo de esperanza para todos los que creemos en El.
