miércoles, 17 de febrero de 2010

MIERCOLES DE CENIZA INICIO DE LA CUARESMA

Conviertete y cree en el evangelio
Hoy, con la celebración del Miercoles de Ceniza, iniciamos un tiempo fuerte en la Iglesia.
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

- “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
- “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
- “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
En muchos lugares predominan los carnavales el dia martes antes de este dia, veamos las razones. La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.) Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma. Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

- La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar. El sacrificio Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás. Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

domingo, 14 de febrero de 2010

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Dichosos los pobres; ¡ay de ustedes los ricos!" Lc 6, 17.20-26
Las bienaventuranzas tienen también otro nombre y es el de felicidad. Felicidad y bienaventuranza es lo mismo. La felicidad que Jesús nos ofrece no es sólo para esta vida sino que trasciende mucho más allá la realidad material de nuestra existencia.
Los seres humanos estamos llamados a la felicidad en nuestra vida y en nuestro futuro después de la muerte. Cada persona, incluso los que se desvían del camino, intenta ser feliz a su manera, a su forma, buceando por las profundidades de su vida. El infeliz es aquel que ha buscado ser bienaventurado por caminos equivocados, con métodos erróneos y con fines muy concretos. Los que piensan que el sexo, el poder, el dinero y otras tantas cosas aportan la felicidad, bien pronto descubren que estas parcelas de la vida humana son sólo eso, parcelas que no responden a la plena integridad de su vida.
Jesús propone a sus discípulos una opción que no se divide en parcelas. No propone ser feliz con el dinero, ni con el poder ni con el sexo, ni con nada material en concreto. El Maestro nos enseña el camino de la felicidad desde un ser y saber qué es lo que realmente llena el corazón de las personas.
Hay gente que llena su vida de cosas pero su corazón está muy, pero que muy vacío. Un corazón vacío produce ecos terribles en la vida de las personas: ecos de miedo, de sin sentido, de insensatez y de inseguridad. Los ecos tienen forma de pesadillas, cargos de conciencia, dolor por el pasado, cobardía...
¿Cómo es el camino de la felicidad que Jesús nos propone? ¿Qué elementos tiene que existir en la vida de las personas que seguimos al Señor para disfrutar de lo que nos propone?
La primera condición para lograr la felicidad es tener oídos para Dios. Escuchar desde el corazón lo que Dios nos pide y desea para nosotros. Nuestro creador no quiere que la tristeza, ni el pesimismo, ni la amargura estén continuamente presentes en nuestra vida, de ahí que nos ofrece caminos concretos para llegar a la felicidad plena.
Hay gente que se conforma con felicidades descafeinadas, con felicidades de urgencia, con felicidades paliativas... pero lo que Jesús nos ofrece es otra cosa...
Las actitudes que Jesús nos propone nos hacen ver dos condiciones, dos mundos, dos maneras de vivir. Depende de la elección que hagamos se hará realidad las promesas de Jesús.
- "Felices los pobres porque el reino de Dios les pertenece." No se refiere a los pobres sociológicos sino aquellos que tienen su confianza puesta sólo en el Señor. Todo lo que necesito para ser feliz está dentro de mi absoluta confianza en Dios; no necesito más. Quienes son capaces de dejar espacio para Dios y que no existan obstáculos materiales en sus adentros, recibirán el reino de Dios. Bien sabe Jesús que las cosas y las personas nos pueden robar el corazón aunque sólo sea para alcanzar breves conatos de felicidad...
- "Felices los que tienen hambre, porque quedarán satisfechos..." El alimento es una de las primerísimas necesidades del ser humano. Antes de hablar de la felicidad tenemos que procurarnos el alimento, no sólo el material sino el que interiormente nos sustenta. No es casualidad que Jesús se quedara entre nosotros como alimento. ¿Qué alimenta tu vida para seguir adelante?
- "Felices los que ahora lloran, porque después reirán." Los llantos de ahora como consecuencia de las incomprensiones, de los desaires, de tantos y tantos obstáculos que nos aperecen en nuestra vida y que nos hacen sufrir, son sólo una preparación para los gozos futuros. Es como si todos los llantos y tristezas los dejáramos definitivamente aquí, en este "valle de lágrimas" que es la vida.
- "Felices ustedes cuando la gente les odie, les expulsen, les insulten... por causa del Hijo del hombre..." El camino del Señor está salpicado de contratiempos, por eso hay muchas personas que abandonan el seguimiento del Maestro. No han entendido que tenemos que vivir rodeados de esas situaciones para que la fuerza de Dios realmente venza esas realidades humanas. Es bien bonito sufrir por hacer el bien, aunque los demás no lo entiendan ni valoren. Es lo mismo que le pasó a Jesús...
A las bienaventuranzas siguen otros tantos ayes o maldiciones contra los pecadores que prosperan, aunque el mundo les envidie...
- ¡Ay de ustedes los ricos! Porque se darán cuenta que las cosas que tienen no les sirve para ser felices y todo el trabajo por tener y por poner su confianza en las cosas no les ha servido de nada.
- ¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos! Llenos de ustedes mismos, pero sin Cristo, sin esperanza y sin Dios.
- ¡Ay de ustedes los que ríen ahora! Los que siempre están dispuestos a reír con la risa del necio.
- ¡Ay de ustedes cuando todos les alaben! Los que creyendo seguir a Cristo han preferido complacer el oído de los hombres, antes que anunciar el reino de Dios.
En definitiva, la historia del Evangelio de hoy es la de los que aparentemente sin tener nada poseen todo y de los que creyendo poseerlo todo no tienen nada...
Cada uno de nosotros debe de revisar con frecuencia su vida, preguntándonos si nuestro corazón está lleno de cosas en lugar de quien único puede de verdad llenarlo, de Dios.
* * *
¿Qué es para ti la felicidad?
¿Qué relación existe entre la palabra "salvación" y "felicidad"?
¿Cuáles son las seguridades reales de tu vida?
¿Qué tenemos que hacer para que Dios se haga más presente en nuestra vida diaria y en nuestra vida interior?
¿Cómo podemos llenar nuestro corazón de Dios? ¿Qué tenemos que hacer?