viernes, 10 de agosto de 2007

¿Y QUE ES LA FE?

La Palabra de Dios nos dice que la fe es “la garantía de lo que se espera; la prueba de las realidades que no se ven” (Heb 11,1). Y el Catecismo de la Iglesia nos enseña que, “la fe es la virtud teologal por la que creemos en Dios y en todo lo que El nos ha dicho y revelado, y que la Santa Iglesia nos propone, porque El es la verdad misma. Por la fe el hombre se entrega entera y libremente a Dios. Por eso el creyente se esfuerza por conocer y hacer la voluntad de Dios. “El justo vivirá por la fe”. La fe viva “actúa por la caridad”. El don de la fe permanece en el que no ha pecado contra ella. Pero, “la fe sin obras está muerta”: privada de la esperanza y de la caridad, la fe no une plenamente al fiel a Cristo ni hace de él un miembro vivo de su Cuerpo. El discípulo de Cristo no debe sólo guardar la fe y vivir de ella sino también profesarla, testimoniarla con firmeza y difundirla: Todos vivan preparados para confesar a Cristo delante de los hombres y a seguirle por el camino de la cruz en medio de las persecuciones que nunca faltan a la Iglesia. El servicio y el testimonio de la fe son requeridos para la salvación: “Todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1814-1816). Sucedió en China: “Cuando los comunistas se apoderaron del poder en China, pusieron bajo prisión a un sacerdote en su propia casa cural ubicada muy cerca de la iglesia parroquial. Mientras estuvo encerrado, el sacerdote pudo observar desde la ventana de su celda cómo los soldados comunistas entraron al templo parroquial y destruyeron el Sagrario, donde se guardaba el Santísimo Sacramento, luego, arrojaron por el suelo las hostias consagradas que estaban en el copón. El sacerdote sabía que había exactamente 32 hostias. Cuando los soldados se fueron, no se dieron cuenta de que en la parte de atrás del templo se había quedado escondida una niña, de apenas once años de edad, orando en silencio. Después de aquello, esa misma noche, la niña volvió de nuevo al templo con muchísimo cuidado, y se acercó al lugar donde estaba tirado el Santísimo Sacramento para hacer una Hora Santa de Oración como acto de reparación por el sacrilegio cometido por aquellos soldados. Al final de su oración, la pequeña se dobló completamente hasta tocar el suelo, con el fin de recibir al Señor en su lengua. La niña volvió noche tras noche para hacer su hora santa y recibir al Señor, y así lo hizo durante 32 noches hasta consumir la última hostia pero, en aquella última noche, el soldado que cuidaba la entrada del templo la descubrió, y sin decirle ninguna palabra, le disparó, y la niña cayó muerta en el mismo instante. El sacerdote desde la ventana de la casa cural observó como testigo silencioso el martirio heroico de aquella pobre criatura”. ¿Qué piensa usted de la fe de esta niña?

¿Cómo está en usted la virtud teologal de la fe? La fe es una cualidad estable del alma, un principio firme y permanente que Dios ha infundido en cada uno de nosotros, nos ha sido dada por El, no es algo que nosotros nos hayamos dado así mismos. A la fe se le llama virtud teologal porque apunta directamente hacia Dios mismo. La fe es el fundamento de toda nuestra vida moral cristiana, porque “sin fe es imposible agradar a Dios, por cuanto el que se llega a Dios debe creer que Dios existe y que es remunerador de los que le buscan “(Heb 11,6). La fe es completamente necesaria en nuestra vida cristiana pues, únicamente “mediante su luz nos es posible conocer siempre y en todo lugar la voluntad de Dios en todos los acontecimientos, contemplar a Cristo en todos los hombres y mujeres, próximos y extraños, y juzgar con rectitud sobre el verdadero sentido y valor de las realidades temporales, tanto en si mismas como en orden al fin del ser humano”