viernes, 8 de marzo de 2013

IV DOMINGO DEL TIEMPO DE CUARESMA


Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos.
(Lc.15, 20)




1-     Despreciamos el amor y nos alejamos de la casa de nuestro padre.

Esta parábola es sumamente rica de significado. Constituye la médula de la espiritualidad cristiana y de nuestra vida en Cristo; considera al hombre en el momento mismo en que se aleja de Dios, olvidándole, para seguir su propio camino hacia la tierra del desamparo,  donde de forma errónea espera encontrar la plenitud y vida en abundancia.

Que ingenuos somos al pensar que encontraremos la felicidad fuera de nuestra casa, fuera del calor que dan los brazos del Padre que nos alimenta y nos consuela cuando estamos tristes y abandonados. Cuando estamos con el Padre nos volvemos arrogantes, exigiendo lo que no nos pertenece y cobrando lo que no nos hemos ganado, pero ahí está el verdadero padre, que entiende nuestra ignorancia y nos permite hacer uso de la libertad, para que entendamos que fuera de sus brazos y de su techo, no encontraremos más que soledad, hambre, tristeza, pobreza y dolor.

La parábola describe, pues, el progreso -lento al principio, pero triunfante al final- que le hace regresar, con el corazón quebrantado y libremente abandonado, a la casa de su padre. El texto que se nos presenta hoy es un manual completo para entender el camino de conversión de todo ser humano, y cuando hablo de esto me refiero, a que en muchas ocasiones sin que, ni para que, pensamos que hay algo mejor, y abandonamos nuestra casa para largarnos a lo desconocido, haciendo uso de nuestra propia arrogancia vacía y desmesurada, despreciando el amor que nos lo da todo, un amor que alimenta y abriga nuestra vida personal, y que no se puede encontrar en nada que no sea Dios.

Usualmente este trozo evangélico se aplica a aquellos que se han alejado de la fe, que se han alejado de la iglesia. O lo que es más  aún, aplicarlo a los que llevan una vida de pecado público y a causa de eso no son felices. Es fácil aplicarlo a ellos, porque no necesita mucha explicación, la parábola en si lo dice todo.
Ahora bien, que pasa con nosotros, los que seguimos perseverando en la fe, que venimos a la iglesia continuamente y que practicamos con frecuencia; será que no va con nosotros?. Pienso que la aplicación es incluso más dura y dolorosa, porque muchos dentro del camino de fe piensan que lo tienen todo y que nunca se han alejado. En primer lugar, no debemos de olvidar que todos somos pecadores, y que cada vez que lo hacemos, retrocedemos en nuestro camino de conversión. La conversión continua es el regreso a la casa del Padre, y todos estamos en camino a esa casa, en otras palabras, todos imitamos a este muchacho que deja todo, por nada.

1-     Dios es un Padre, que espera con ansias a sus hijos alejados.

A mí me gusta mucho hacer uso de mi imaginación, y me imagino que ese padre, quizás anciano, todos los días esperaba el regreso de su hijo, tenía la confianza que su hijo volvería. A él, no le importaba lo que se había perdido materialmente hablando, a él, le interesaba su hijo.
Me pregunto por qué no fue él en busca de su hijo, porque no dejó su casa para encontrarse con el muchacho y persuadirle que volviera, o quizás con justa razón, obligarlo a que volviera a donde pertenecía, su propia casa; pero la respuesta es sencilla y lógica, el viejo padre, respeta la libertad de su hijo, y no lo obliga, porque el viejo sabe cuánto lo ama, y el muchacho rebelde, también lo sabe. Y es que el amor autentico, es siempre un camino de regreso, solo el amor puede hacer cambiar a un ser humano, es el único camino para encontrarse con uno mismo. El amor echa fuera el miedo y el desprecio, rompe cualquier atadura y destruye cualquier barrera.

Su padre es un hombre misericordioso. Es la actitud misericordiosa del padre la que constituye el centro de atención de todo el relato. Lo que realmente sobresale es el inmenso amor del padre que perdona sin medida los desvaríos de su hijo pequeño. No cabe duda de que, en la figura del padre, Jesús ha querido reflejar a Dios mismo. No es menos cierto que en la actitud de ese padre amoroso podemos ver reflejada nuestra propia experiencia, porque cuando queremos de verdad a alguien somos capaces de perdonar sus errores y sus ofensas.

Muchas personas se acercan a nosotros buscando el abrazo de Dios a través de nuestro perdón y de nuestra misericordia, y en muchos de los casos, nos cerramos a amar de verdad a estos hermanos nuestros que desean regresar, les cerramos el camino de regreso.

Tenemos que tener claro que los creyentes siempre tenemos un camino abierto a la casa de Dios nuestro padre y estamos llamados también a ayudar a otros a que encuentren el camino de regreso. En algunas ocasiones nos apartamos de ese camino, quizás porque nos distraemos o por el cansancio que este implica, pero siempre tenemos que tener la disposición a regresar a los brazos misericordiosos de nuestro padre.

La pregunta es: ¿quién no ha experimentado la paternidad de Dios?, y la verdad que creo que todos de una u otra manera lo hemos sentido y nos hemos dado cuenta de que es él quien va trazando ese camino, que aunque todos somos muy diferentes, porque nuestros caminos de ida y regreso cambian, siempre nos une algo, y ese algo es que, al final de ese camino, estará un padre esperándonos con los brazos abiertos, y lo más importante que podemos regresar cuando queramos y a la hora que queramos, - que como bien lo dice mi madre - ya conoce el camino de regreso. El hijo prodigo no había olvidado este camino, y sabia que lo devolvía a su padre, por eso regresa con seguridad y alegría.

2-     Desperdiciamos y derrochamos los bienes de Dios.

 El muchacho desperdicia todos los bienes que quizás a su padre le costó con tantos sacrificios obtener, consume prácticamente la mitad de la hacienda de su padre en gastos inútiles, sin medida y sin razón. Y es natural que si lo vemos desde la perspectiva humana nos cause algún malestar porque diremos inmediatamente, que injusto fue este hijo al no respetar ni valorar lo que su padre tenía.

Pero nosotros los bautizados no somos muy diferentes con respecto a esto, tenemos todos los recursos disponibles para ser felices, y sin embargo los desperdiciamos, los derrochamos y no los valoramos. Derrochamos sin ningún dolor ni vergüenza los caminos que conducen a Dios y a la felicidad plena. Ejemplos concretos son, la fe, los sacramentos, la iglesia misma, el magisterio, la formación, y tantos otros bienes espirituales que enriquecen nuestra vida, y sin embargo no estamos conformes.

Aquí en los Estados Unidos, siempre me ha impactado la inconformidad de muchos, con respecto a casi todo, pero de manera particular en la vida sacramental, no están conformes con su sacerdote o diácono, o con su parroquia, o con la forma en que se celebra la misa; y por ello viven errantes sin sentar cabeza, siguiendo lo que les convienen, según ellos, sin darse cuenta de lo afortunados que son al tener diaria y semanalmente la Santa Eucaristía, cuando en muchos otros lugares del mundo, se conforman con una Eucaristía al mes, o quizás al año; eso me entristece, porque no sabemos valorar lo que el buen Dios nos da.
Y eso es precisamente lo que le sucede al hermano mayor, el está insatisfecho con lo que tiene, porque por lo que se puede ver a través de las palabras del papá, él lo tenía todo, era casi el dueño de todo y no tenía que pedir ningún permiso para hacer y deshacer, sin embargo la envidia y los celos lo corroen y hacen que actúe de manera egoísta, queriendo parecer la víctima del acontecimiento.

A  los cristianos de hoy en día nos pasa algo similar, hemos creado algo que se llama, la pastoral de las quejas, porque protestamos y nos quejamos por todo, con esto no estoy diciendo que no tenemos que dar nuestra opinión o una sugerencia, no me refiero a eso; a lo que me refiero es que a veces las quejas no tienen sentido y parecen más niñerías y caprichos que criticas con sentido de superación.

Debemos de aprender a darnos cuenta que la iglesia es nuestra casa, y como tal debemos de disfrutarla y seguir con alegría y entusiasmo el mensaje que el Padre nos dirige de manera cordial y desinteresada, acogiendo con alegría al que regresa con las manos vacías, aunque sepamos con certeza que cuando se fue malgastó lo que quizás era nuestro. 

Qué tristeza me da, cuando veo a cristianos que se creen con derecho a despreciar a aquellos que regresan o que se integran por primera vez, es como si la adhesión de nuevo al Padre tuviera que ser también sumisión y rendimiento hacia ellos. La lógica cristiana nos dice que debemos mostrar un corazón acogedor y alegre, y hacer sentir al que llega que siempre es bienvenido a la casa de Dios Padre.

Los cristianos debemos de vivir nuestra fe de manera humilde y no vivir engreídos como si todo lo que tenemos nos pertenece, somos lo que somos y tenemos lo que tenemos no por nuestros méritos, sino por la bondad y misericordia de nuestro padre Dios. Tenemos que aprender de la actitud del padre, que espera y no se fija en lo que se perdió, hay que fijarse en lo que se tiene ahora, que es lo más importante, y es, un hijo que ha vuelto a la vida, sano y salvo.

El hijo regresó, no para pedir una fiesta, regresó herido y avergonzado, sucio, con la dignidad rota y destruida, sin deseos de pedir nada; solo un poco de comida y un empleo digno, sin embargo el padre, lo recibe con dignidad, con amor y sin reparar en que estaba  sucio y harapiento, con un fétido olor a pudrición, no hace más que abrazarlo y besarlo y llorar con él, porque ahora su corazón está en paz, su familia está completa y reunida nuevamente. Tenemos que lograr que esta maravillosa parábola del "Hijo pródigo" y del "Padre Misericordioso" sea también la del "Hermano alegre” pero sobretodo que nos sepamos identificar con uno de estos tres personajes, aunque estoy más que seguro, que de los tres, todos tenemos un poco. Amén.



VATICANO, 08 Mar. 13 / 11:40 am (ACI/EWTN Noticias).- La Sala de Prensa anunció, a través de un comunicado, que el Cónclave para la elección del nuevo Papa empezará este martes 12 de marzo.

El comunicado señala que "el Colegio de cardenales ha decidido en la octava Congregación General que ha tenido lugar esta tarde desde las 17 a las 19 horas que el Cónclave para la elección del nuevo pontífice se abrirá el martes 12 de marzo de 2013".

Ese día, indica el texto, "por la mañana se celebrará en la basílica de San Pedro la Santa Misa "Pro eligendo Romano Pontífice". Por la tarde del mismo día se entrará en el Cónclave".

COMUNICADO DE LA OFICINA DE LA PRENSA DE LA SANTA SEDE

El Colegio de cardenales ha decidido en la octava Congregación General que ha tenido lugar esta tarde desde las 17 a las 19 horas que el Cónclave para la elección del nuevo pontífice se abrirá el martes 12 de marzo de 2013. 

Por la mañana se celebrará en la basílica de San Pedro la Santa Misa “Pro eligendo Romano Pontífice”. Por la tarde del mismo día se entrará en el Cónclave.
(RC-RV)

Día internacional de la Mujer:


750 mil religiosas sirven a los más vulnerables en todo el mundo

Día de la Mujer: 750 mil religiosas sirven a los más vulnerables en todo el mundo

MADRID, 08 Mar. 13 / 09:43 am (ACI/Europa Press).- Un total de 750 mil religiosas pertenecientes a 2 mil congregaciones agrupadas en la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), atienden cada día en todo el mundo a los colectivos más vulnerables –niños y adultos, huérfanos, enfermos y moribundos, mujeres–, según datos de la fundación pontificia Ayuda a laIglesia Necesitada (AIN).
En sus asambleas, según apunta AIN, las religiosas abordan, entre otros temas, las consecuencias de la injusticia, el hambre y la guerra, el efecto delSIDA, el comercio con personas y muchos otros retos que afrontan a diario.
Por ello, con motivo del Día Internacional de la Mujer que se celebra este viernes, AIN quiere hacer un homenaje a estas mujeres que “para muchos, son el rostro de la Iglesia Católica” y cuyo trabajo tiene “un valor incalculable, pues a menudo también prestan un servicio desinteresado en lugares a los que nadie acude y que no reciben ayuda de ningún tipo”.
“Viven tras gruesos muros de conventos o en chabolas de uralita y dirigen residencias de ancianos en barrios burgueses o dispensarios en suburbios miserables; dedican toda su vida a la oración y a la ayuda a los más pobres de entre los pobres”, señala AIN, al tiempo que añade que aunque algunos pocos se “mofan” de ellas, son valoradas por la mayoría.
En este sentido, la fundación recuerda a una de las religiosas más conocidas del mundo, Madre Teresa de Calcuta, Premio Nobel de la Paz en 1979 que, aunque “provocó reacciones encontradas, no se inmutó ante ninguna de estas reacciones, pues su vida era para ella, en primer lugar, un camino de seguimiento a Cristo, siempre desde el servicio al prójimo”.
Para AIN, sin su labor, el mundo sería “más pobre” y, por ello, lleva décadas apoyándola, financiando y desarrollado proyectos en las comunidades de Brasil, Congo, Kazajstán y Líbano.
Concretamente, AIN destaca la labor de las Hermanas del Buen Pastor –que cuentan en todo el mundo con 5.000 religiosas– con los refugiados sirios en Líbano. En Jdeideh (Líbano), entre 2011 y 2012 acogieron a 15.000 enfermos, entre ellos, a unos 11.000 refugiados originarios de Iraq (800 enfermos y 220 necesitados de ayuda psicológica o psiquiátrica).
Mientras, en República Democrática del Congo, las Hijas de la Resurrección –en la actualidad, más de 200– se ocupan desde 1966 de personas marginadas por una sociedad cada vez más desgarrada por guerras entre bandos enfrentados.
Precisamente, el Padre Werenfried van Straaten, fundador de Ayuda a la Iglesia Necesitada, fue cofundador de esta orden.
Además, en Kazajstán, las Carmelitas viven recogidas, de forma contemplativa, lo que significa que dedican su tiempo ante todo a la oración, aunque también a atender a mujeres musulmanas en el dispensario o a trabajar en el huerto.
El Obispo de Karaganda, Monseñor Janusz Kaleta, está convencido de que seguirá habiendo nuevas vocaciones.
Otro ejemplo de religiosas “imprescindibles” es el de las 800 que trabajan en las favelas de San Salvador de Bahía (Brasil).
Según explica AIN, esta ciudad crece a una velocidad vertiginosa, pues mucha gente emigra de las pobres zonas circundantes en busca de una vida mejor, aunque luego acaben en barrios de chabolas. Allí es donde trabajan estas religiosas con las familias, con los enfermos y en las escuelas.

jueves, 7 de marzo de 2013

EL LEGADO DE BENEDICTO XVI




. Publicado el 15 de febrero de 2013 • En El tiempo Latino •

Escribí este articulo hace unos dias para el periodico "El Tiempo Latino" y no había tenido tiempo de publicarlo en la web. Saludos.

Esta mañana el mundo se sobresaltó con una noticia inesperada, El Papa Benedicto XVI renunció a seguir al frente de la iglesia!, nadie se lo podía creer, pero es la verdad, nuestros corazones están tristes ante tal noticia. La iglesia va a dejar de tener la guía de un hombre que ha vivido 86 años al servicio de Dios y de la humanidad, fue para todos el maestro el hermano y el amigo, un hombre sencillo que dedicó su entera vida a Dios y a pastorear y confirmar en la fe a sus hermanos.  

Al mismo tiempo me regocijo porque la renuncia del Papa nos muestra a un hombre que no se aferra al poder, sino que lo rinde en la medida que reconoce que su misión ante Dios y ante la humanidad, ha sido cumplida.  Benedicto XVI da una gran lección a todos aquellos que tienen poder y que les cuesta trabajo dejarlo. Su decisión marcará para siempre el futuro de los pontífices y de la Iglesia, tanto por el modo de presentar la doctrina como por el modo de gobernar. El ha sido el Papa de lo esencial. Pasará a la historia como un gran predicador que  ha hecho accesibles a todo tipo de personas los contenidos de la Fe. 

Durante estos siete años ha evitado cualquier protagonismo. Quiso que se conozca el mensaje del Evangelio. O sea, que Jesús existió realmente y que era Dios. Por eso, ha dedicado su tiempo libre a la trilogía “Jesús de Nazaret”. De igual manera dedicó  sus enteras energías a la reconciliación: Por ejemplo, reconciliación con las víctimas de abusos, a las que ha visitado en muchos de sus viajes; reconciliación con el Islam; reconciliación con los tradicionalistas lefebvrianos; y reconciliación entre Fe y Razón. 

Los creyentes y los que amamos la iglesia vemos este acontecimiento con tristeza pero con fe, y entendemos que en su humildad nos continúa enseñando a ser cristianos, a aceptar cuando ya no se puede continuar. Es de sabios y hombres de Dios aceptar nuestra debilidad y dejarla en manos de Dios, de arrogantes el aferrarse al poder de manera inmisericorde. Bendito sea Dios por darnos un hombre como Benedicto XVI. 

El padre Alex Díaz es Vicario Parroquial de la parroquia
"Sagrada Familia" de Woodbridge, Virginia.

PRIMERAS CONFESIONES EN LA PARROQUIA "LA SAGRADA FAMILIA"



El sábado pasado 02 de marzo, celebramos en la parroquia “La Sagrada Familia” aquí en Dale City Virginia la celebración del  Sacramento de la Reconciliación para los niños que recibirán la primera comunión en mayo próximo. Esto quiere decir que para ellos fue su primera confesión, su primer encuentro con Jesús a través de la sacramento de la misericordia y del perdón.

Todo inicio a las 11 de la mañana en punto, el Padre Gerry  Creedon nuestro párroco, fue quien presidio el pequeño acto penitencial, aunque para ellos no fue un acto penitencial, sino una pequeña celebración para hacerles ver que no hay que tener miedo, como es sabido por todos, el padre Gerry es un hombre pacífico y tranquilo: “No deben de tener miedo a celebrar este sacramento, que nadie les va a regañar, fueron sus palabras,” ya que muchos pensaban que les iban a llamar la atención por esas pequeñas e inocentes faltas que habían comentado.

Terminado el acto penitencial, llego la hora cero, el momento de saber que pasaría, todos buscaron al sacerdote de su preferencia, con el que más se sentían cómodos para abrir su pequeño corazón. Todos nerviosos, repitiendo las oraciones y los pasos correspondientes para confesarse, lo más interesante es que a la hora de hacerlo todo se les había olvidado.

Para ellos fue un momento emotivo y especial, aunque como he dicho muchos de ellos estaban muy nerviosos pensando en que pasaría en ese momento. Es impresionante ver la inocencia de los niños al momento de hacer su primera confesión, lo sacerdotes tratamos en ese momento de hacerles entender que la confesión no es momento para que se les juzgue por lo que han hecho, sino que es un momento para aprender lo importante que somos delante de Dios. En lo particular me gusta mucho hacerles entender que sus pequeñas faltas son parte de la vida y que tenemos que trabajar para cambiarlas y convertirnos en fieles y santos hijos de Dios, hijos de Dios que de verdad vivamos en su presencia.

Cada vez que confieso a los pequeños, me animo a continuar en el ministerio, su inocencia y su forma de ver la vida, me hacen ver la bondad de Dios y sentir su presencia. Entiendo el porqué Jesús los amaba tanto, porque definitivamente de ellos es el reino de los cielos.
Bendiciones para todos
Su amigo.
P. Alex

viernes, 1 de marzo de 2013

III DOMINGO DE CUARESMA

     Señor, déjala todavía este año; voy a aflojar la tierra alrededor y a echarle abono, para ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortaré’ ”.
Lc. 13, 1-9


1- Las pruebas y sufrimientos no son un castigo de Dios.
Muchos de nosotros nos preguntamos continuamente porque existe el mal, y porque hay tanta violencia en nuestra sociedad y en el mundo entero, y nos cuestionamos, donde esta Dios cuando todo esto pasa, o a muchos les asalta la duda, ¿será que Dios no existe?, o que quizás es simplemente una leyenda construida por el mismo ser humano a lo largo de la historia, y que muchos filósofos lo han asegurado y se sienten muy seguros de su afirmación.

Pienso que es normal el hacerse todo ese tipo de cuestionamientos, ya que nuestra humanidad nos asalta cuando vemos tanta violencia, desamor y destrucción y sobre todo cuando estos elementos tocan las puertas de nuestras familias.

Los tiempos de Jesús no eran diferentes a los nuestros, solo que el pueblo judío tenía una mentalidad diferente a la nuestra, y en casi todos ellos estaba clara una cosa: el ser humano malo está destinado a sufrir, y el que es bueno no conoce el sufrimiento material. Pero, tristemente las cosas no coincidían a la hora de ver la realidad, ya que ellos mismos, -judíos- veían que había gente muy buena que sufría y personas que eran del mal corazón o de vida doble e hipócrita que les iba muy bien.  Es ahí donde vienen las interrogantes y las crisis.

 Nos cuenta el evangelio de hoy, que se acercan a Jesús unas personas para contarle sobre un episodio de violencia, una masacre en particular, ordenada por Poncio Pilato contra un cierto número de Galileos - hay que aclarar que este episodio, no se encuentra descrito en ninguna otra parte de la Sagrada Escritura,- no se sabe con exactitud lo que sucedió, ni porque lo hicieron, me imagino que quizás fue porque se rebelaron contra la opresión del imperio romano y como escarmiento, los ejecutaron públicamente; lo que sí sabemos es que, el hecho que hayan mezclado su sangre con la sangre de los sacrificios paganos, fue un desprecio y una humillación pública, tanto al pueblo en general como a sus costumbres religiosas judías y eso creó en ellos un sentimiento de dolor e indignación.

Jesús no contesta a sus interrogantes con comentarios, nocivos o con chismorreos, no les comienza a dar la razón ante el doloroso suceso, lo toma con tranquilidad como suele tomar todo, y les contesta simplemente con otro suceso similar, un accidente: la caída de la torre de Siloé donde murieron dieciocho personas, cuando esta les cayó encima, quiere explicarles con esto, que no deben de mal interpretar todo lo que sucede en el entorno, les quiere dar a entender que los sufrimientos, y las dificultades no son un castigo de Dios contra los pecadores; les quiere dar a entender que para Él no existe relación directa entre pecado y calamidades materiales.

Tristemente en nuestro entorno, aunque no somos judíos, caemos en la trampa de culpar a Dios por todo lo que sucede, o de creer que es un castigo por lo que quizás hayamos cometido, a todo se le tiene que tildar de castigo, sean: accidentes, calamidades naturales, enfermedades e incluso hasta la misma muerte es vista como castigo. Jesús no quiere que hagamos una relación entre estos dos elementos.

 2-     Frente al juicio, Jesús prefiere la misericordia.
Los que traían la noticia le habían comentado un accidente con los Galileos, - hay que tener presente que los Galileos eran considerados gente despreciable, y ser galileo era sinónimo de ser un bandido o malhechor - quizás ellos, quieren hacer ver que esas personas se merecían ese castigo, por sus acciones y por ser de una región despreciable; pero Jesús hace una llamada a no juzgar a los demás, ni tampoco a alegrarse por el mal ajeno, o por la caída de aquel que quizás hizo algún daño. Les explica que todos tenemos errores y cometemos continuas faltas contra Dios, el es claro en decirles “ Piensan que aquellos galileos murieron así por ser mas pecadores que los demás... o a los que les cayó encima la torre de Siloé eran más culpables que los que vivían en Jerusalén? (Lc.13, 3).

Nadie tiene el derecho de juzgar a los otros, nadie. Es interesante que cuando alguien comete un error, nos volvemos lobos que le desgarramos y le juzgamos, y le condenamos, le echamos fuera de nuestras vidas y dejamos de ser amigos de esta persona. No nos damos cuenta que quizás el día de mañana seamos nosotros los que cometamos un error quizás más grave, y que cause más dolor. Frente al dolor o la caída de los demás, no usemos el juicio, es mejor la misericordia.  Frente al juicio del prójimo, Jesús aprovecha para hacer una llamada al arrepentimiento y a la conversión y advierte sobre graves consecuencias que trae consigo la penitencia.

 Hay cristianos en la época actual que creen que la vida está ya escrita o está marcada por el destino, o por cómo estaban las estrellas cuando nacieron, o por su signo zodiacal. Los cristianos verdaderos no creemos en que nuestra vida esta prediseñada desde antes de nacer, porque no somos peones en un tablero de ajedrez con el cual Dios juega y se divierte, Dios nos ha creado libres y a puesto delante de nosotros el bien y el mal, y somos libres de optar por lo que queramos (Dt. 30).

Lo que sucede con nosotros los seres humanos es que nos creemos autosuficientes y creemos saberlo todo, y cuando tomamos los caminos equivocados o las decisiones erradas, buscamos a quien echarle la culpa, y nos convertimos en víctimas de nosotros mismos y de nuestras propias decisiones. La libertad es un enfrentarse con uno mismo, y en esa lucha interna, si Dios no está en nuestros planes, es seguro que perderemos esa lucha y nos auto condenaremos y no podremos entender lo que pasa en nuestro entorno.
Cuando muramos y estemos ante Dios, El no nos preguntará que decidieron los astros y las estrellas, por ti; nos preguntará a nosotros mismos, a nuestro corazón, y desde la libertad que nos dio, que camino decidimos tomar y si optamos por el verdadero nos premiará con la vida eterna, de lo contrario, lo perderemos todo por tomar libremente decisiones equivocadas.

 3-     A dar frutos es que Dios nos llama continuamente.

Ante el asombro y las interrogantes de los discípulos que le seguían, Jesús no le da tantas vueltas al asunto, sino que simplemente les pone un ejemplo para que reflexionen, les habla de la higuera, esta parábola está dirigida a Israel principalmente, pero también es un llamado a despertar, a todos cuantos tienen en su mano los medios de la gracia y no responden a ella, que no son capaces de ver todas las oportunidades que Dios les ofrece continuamente.

El Padre Mario Santana Bueno, un sacerdote español, explica de forma muy sencilla pero clara los significados de esta parábola y hace una comparación entre lo que es la viña y lo que somos nosotros:

El dueño había plantado la higuera en un terreno bueno y donde se esperaba que iba a dar buenos frutos, ya que estaba recibiendo buenos cuidados y tenía la mejor tierra, mas no se le podía dar. Nosotros somos por la vinculación a la fe y a la Iglesia, higueras plantadas en la mejor viña de Dios y ese Dios del amor nos proporciona el mejor de los cuidados.

 El dueño de la higuera vino a buscar frutos, fue él directamente en persona, no quiso enviar a sus trabajadores, quizás porque él la cuidaba personalmente. Dios hace lo mismo con nosotros, él mismo viene a nuestra vida en busca de frutos, pero no los encuentra, lo único que encuentra son higueras que se quejan y piden mas y mas.

No encontró ningún fruto. Es lógico que el dueño se encuentre molesto, o quizás no molesto quizás decepcionado, porque no está dando fruto, y aparte de eso, está utilizando la tierra en vano, es por ello que manda a cortarla. Hay que tener presente que en el momento de nuestra muerte se nos corta el recorrido por esta tierra, y los frutos que no produzcamos en vida no germinaran en muerte. Si el evangelio no transforma hoy nuestra vida no podremos dar los frutos necesarios.

El que cuida la vida intercede por ella, es Cristo es el gran intercesor, el primero, pero pienso que siguiendo el gran ejemplo de Cristo cada creyente debe de interceder por los demás. Puede ser que pienses que has hecho poco por los demás en el camino de tu vida, que has dado pocos frutos, pero nunca sabrás lo que hizo tu oración por el otro ante Dios. El que estaba en pecado no oyó de ti ni juicios ni reproches, sólo Dios escuchó la oración llena de amor que hiciste por quien no sabía hacerla por sí mismo.

El intercesor pide una nueva oportunidad, esa es la llamada a la misericordia. Muchas veces hacemos todo lo contrario, en lugar de ser hermanos de nuestros hermanos nos hacemos jueces de ellos. Cuando lo más justo sería ayudarlo y sacarlo adelante para que dé frutos. Pienso que cada uno de nosotros deberíamos de ser al mismo tiempo higuera y cuidador, porque todos necesitamos de todos, el día que logremos entender esto, el mundo habrá verdaderamente entendido el proyecto de amor de nuestro Dios. Amén.

Tomado del libro – REFLEXIONES PARA ENCONTRARSE CON JESUS, Homilías de Cuaresma y Pascua del Padre Alexander Díaz 
Autor de este blog. 

domingo, 13 de enero de 2013

SOLEMNIDAD DEL BAUTISTMO DEL SEÑOR



 “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”
(Lc.2,22)



Termina el Tiempo de la Navidad

Hoy la Iglesia celebra la Fiesta del Bautismo del Señor. El tiempo litúrgico de Navidad termina con esta fiesta, que ocupa el primer domingo después de la Epifanía. La fiesta de hoy completa en cierta forma la del 6 de enero, porque vuelve a contemplar el mismo misterio desde otra perspectiva.

En la Epifanía celebramos la manifestación de Dios a los magos que representaban las culturas de la tierra, representaban a los pueblos paganos que no conocían al verdadero Dios, y hoy celebramos la manifestación de Dios cuando proclama a Jesús como su Hijo amado. Como Jesús, todos los cristianos son llamados por Dios y consagrados por Él para evangelizar y colaborar en la construcción del Reino. Así el Reino llega a todos y con la colaboración de todos.

La fiesta del Bautismo del Señor que celebramos este domingo es como la conclusión y el resumen de cuánto hemos celebrado durante este tiempo de Navidad. Nos hemos reunido durante este tiempo muchas veces para escuchar la Palabra de Dios y celebrar la Eucaristía, y hemos contemplado, paso a paso, el gran misterio de Dios que se hace hombre en medio de nosotros, para vivir totalmente nuestra vida y llevarnos a todos hacia él.

Hoy, al presentarse en el Jordán para ser bautizado por Juan, vemos a Jesús dispuesto ya a iniciar el anuncio de lo que le ha traído al mundo: la salvación de Dios, la buena noticia del Evangelio. Hoy, aquel niño que en Belén era ya la manifestación de Dios, se presenta ante su pueblo para realizar lo que escuchábamos en la segunda lectura: que con la fuerza del Espíritu Santo, “pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él”. (Hch.10,38)

El niño de Belén, aquel niño que era como los demás niños, es ahora un hombre como los demás hombres. Su vida nos mostrará, paso a paso, el andar de Dios entre nosotros, para ser lo que la profecía que escuchábamos en la primera lectura nos anunciaba: “alianza de un pueblo, luz de las naciones, para que abras los ojos de los ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan en las tinieblas”.(Is.42,7)

El bautismo en el Jordán abre el inicio de la vida pública de Jesús.

La escena del bautismo de Jesús tiene, en Lucas, una visión especial. El clima es la expectación reinante sobre si Juan es el Mesías o no. Es el mismo Bautista quien aclara que “viene el que puede más que yo” y que éste “bautizará con Espíritu Santo”(Lc.2,16). Jesús se pone en la numerosa fila de los que desean bautizarse. Parece uno más. No teme el meterse entre los pecadores. Ha venido para estar entre ellos y salvarlos. Fijémonos en un detalle: Jesús se bautiza y, mientras está orando, se abre el cielo, baja el Espíritu y resuena la voz del Padre celestial. Este proclama distintamente: “Tú eres mi Hijo, el amado, el predilecto”.(Lc.2,22)

Nosotros adoramos al Hijo de Dios. Profesamos la fe: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”. Queremos vivir identificados con el Hijo y ser, a la vez, hijos en el Hijo. Nos admira como los hechos revelatorios suceden mientras Cristo está en oración. He aquí un elemento importante en Lucas. Hará fijar muchas veces la mirada del discípulo en el Jesús orante.

El bautismo de Cristo en el Jordán ofrece perspectivas al bautismo de los cristianos. El prefacio de la misa lo remarca. El ritual del bautismo se referirá a él de este modo: “Oh Dios, cuyo Hijo, al ser bautizado en el agua del Jordán, fue ungido por el Espíritu Santo”. Estas palabras son pronunciadas también en la bendición del agua en la Vigilia Pascual. Tenemos, pues, aquí iluminado nuestro bautismo: fue un renacer del agua y del Espíritu. Una buena oportunidad para agradecer la gracia del bautismo. Y para sentir la dicha de estar bautizados. Ciertamente, nuestros padres nos transmitieron lo mejor que ellos tenían. Sabemos que ha sido esta la herencia más pródiga. Una entrada en la vida, en la verdadera dimensión que se abre a la trascendencia.

- Porque se bautizó Jesús? Es la pregunta que muchos debaten hoy día

El bautismo que recibió Jesús de manos de Juan el Bautista es completamente diferente al que recibimos nosotros hoy día. Nuestro bautismo fue instituido por Cristo. Es un sacramento o señal e instrumento de la gracia de Dios por el cual la persona que lo recibe se hace partícipe de la comunidad del bien de las siguientes maneras: Coparticipando de la resurrección de Jesús (Rom 6,1-14), Haciéndose hijo de Dios, heredero del cielo y miembro activo de la Iglesia de Jesús: Ga 3, 26-29 1 Cor 12, 12ss.

El bautismo de Jesús no era un sacramento, sino una señal penitencial. Juan lo administraba a aquella persona que cambiara de vida y procurara seguir su predicación penitencial. Juan exigía la conversión, el cambio de vida, como condición para recibir su bautismo. El bautismo de Juan se llama “bautismo de penitencia para el perdón de los pecados” (Mc 1,4 Lc 3,3). Sin embargo, no es un bautismo suficiente para alcanzar la salvación de Dios como lo es el bautismo instituido por Jesús. El bautismo de Juan tampoco comunica la participación en la vida del Espíritu Santo. Tal diferencia aparece clara, tanto en los evangelios como en los Hechos de los Apóstoles, con la oposición de los términos “agua” y “Espíritu Santo” que usan cuando se refieren al bautismo de Juan y al instituido por Jesús.

El bautismo de Juan es bautismo de agua solamente. El bautismo instituido por Jesús es un bautismo del Espíritu Santo (Mc 1,8). A veces, el bautismo de Jesús es llamado también bautismo “de fuego”: “Yo les bautizo en agua para la conversión; pero aquel que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no soy digno de desatarle las sandalias. El les bautizará en Espíritu Santo y fuego.” (Mt 3,11 Mc 1,8 Lc 3,16 Jn 1,33 Hech 1,5 Hech 11,16) Jesús no necesitaba ser bautizado por Juan, porque no tenía que cambiar de vida. 

Pero se somete al bautismo de Juan porque de hecho, iba a comenzar “una nueva vida”: su ministerio público, la predicación del reino de Dios. Jesús siguió la costumbre que tenían muchos judíos de la época. Dice la Palabra que Jesús se hizo semejante a todos los hombres en todo (Flp 2,7). Por esto Juan, quien sabía quién era Jesús, rehusaba bautizarlo (Mt 3,14). Jesús cuando fue a que Juan lo bautizara lo que hizo fue un acto de humildad “¿Tu vienes a mi? Soy yo quien necesita ser bautizado por ti...(Mt: 3,15)

Hay personas que dicen que como Jesús se bautizó de adulto, es mejor bautizar sólo a los adultos. Esto no es verdad. El bautismo que confiere la Iglesia es distinto. Son cosas muy diferentes. El bautismo de la Iglesia es un sacramento, el otro no.

- Significado del Bautismo de Jesús, según el Papa Benedicto XVI

El Papa Benedicto XVI en su primer libro sobre Jesús de Nazaret nos explica de forma muy clara y sencilla el significado del bautismo de Nuestro Señor; el Papa afirma: “ El bautismo de Juan incluye la confesión: el reconocimiento de los pecados. 

El judaísmo de aquellos tiempos conocía confesiones genéricas y formales, pero también el reconocimiento personal de los pecados, en el que se habían de enumerar las diversas acciones pecaminosas.16 Se trata realmente de superar la existencia pecaminosa llevada hasta entonces, de empezar una vida nueva, diferente.

Esto se simboliza en las diversas fases del bautismo. Por un la do, en la inmersión se simboliza la muerte y hace pensar en el diluvio que destruye y aniquila. En el pensamiento antiguo el océano se veía como amenaza continua del cosmos, de la tierra. En la inmersión, también el rio podía representar este simbolismo. Pero al ser el agua que fluye, es sobre todo símbolo de vida: los grandes ríos son los dispensadores de vida. 

Se trata de una purificación, de una liberación de la suciedad del pasado que pesa sobre la vida y la adultera, y un nuevo comienzo, es decir, de muerte y resurrección, de reiniciar la vida desde el principio y de un modo nuevo.
Se podría decir que se trata de un renacer. Todo esto se desarrollara expresamente en la teología bautismal cristiana, pero esta ya incoado en la inmersión en le Jordán y en el salir después de las aguas.

Toda Judea y Jerusalén acudían para bautizarse, como acabamos de escuchar. Pero hay algo nuevo “por entonces llegó Jesús de Nazaret de Galilea a que Juan lo bautizara en el Jordán” (Mc.1, 9) Hasta entonces no se había hablado de peregrinos venidos de Galilea; todo parecía restringirse al territorio Judío. Pero lo realmente nuevo no es que Jesús venga de otra zona geográfica, de lejos, por así decirlo. Lo realmente nuevo es que El, quiere ser bautizado, que se mescla entre la multitud gris de pecadores que esperan a la orilla del Jordán. El bautismo comportaba la confesión de las culpas. 

Era realmente un reconocimiento de los pecados y el propósito de poner fin a una vida anterior malgastada para recibir una nueva. ¿Podía hacerlo Jesús? ¿Cómo podía reconocer sus pecados? ¿Cómo podía desprenderse de su vida anterior para entrar en otra vida nueva?... No es fácil llegar a descifrar el sentido de este enigma.

Puesto que el bautismo comporta un reconocimiento de la culpa y una petición de perdón para poder empezar de nuevo, este sí a la plena voluntad de Dios encierra también, en un mundo marcado por el pecado, una expresión de solidaridad con los hombres, que se han hecho culpables, pero que tienden a la justicia. Solo a partir de la cruz y la resurrección se aclara todo el significado de este acontecimiento. Jesús había cargado con la culpa de toda la humanidad; entro con ella en el Jordán. Inicia su vida pública tomando el puesto de los pecadores. 

La inicia con la anticipación de la cruz. El significado pleno del bautismo de Jesús que comporta cumplir toda justicia se manifiesta solo en la cruz: el bautismo es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, y la voz del cielo “Este es mi Hijo amado” (Mc.3,17) es una referencia anticipada de la resurrección.

Solo a partir de aquí se puede entender el bautismo cristiano. La anticipación de la muerte en la cruz que tiene lugar en el bautismo de Jesús, y la anticipación de la resurrección anunciada por la voz del cielo se hacen ahora realidad. Así el bautismo con agua de Juan recibe pleno significado del bautismo de vida y de muerte de Jesús. Aceptar la invitación al bautismo significa ahora trasladarse al lugar del bautismo de Jesús y, así, recibir su identificación con El 

sábado, 5 de enero de 2013

SOLEMNIDAD DE LA EPIFANIA DEL SEÑOR



“Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y, cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra” (Mt .2, 11) 

Que es la fiesta de la Epifanía y que significa
Epifanía quiere decir manifestación. En la solemnidad de hoy, la Iglesia conmemora la primera manifestación del Hijo de Dios hecho Hombre al mundo pagano, - cuando se habla de mundo pagano se refiere a todos aquellos pueblos y personas que no eran judíos, hay que tener presente, Jesús nace en el seno de una familia judía, nace en el seno del pueblo de Israel el pueblo escogido por Dios, y por ende, todos aquellos que no pertenecían al pueblo de Israel, eral llamados paganos, porque no creían ni adoraban al verdadero Dios, sino que creían en muchos dioses creados por ellos mismos; esta manifestación que tuvo lugar con la adoración de los Magos, en quienes estaban representados las razas y culturas de la tierra.

Los magos del relato evangélico son una representación de todos estos pueblos -en esto resulta muy acertada la intuición popular, que atribuye a cada uno de los magos una raza diferente- que han oído el anuncio del evangelio y que se disponen a destruir para siempre las barreras de separación. De este modo la Epifanía se convierte en la fiesta de la universalidad de la salvación y, por tanto, de la catolicidad de la Iglesia. Universalidad y catolicidad que en modo alguno significa uniformidad, sino que respeta y promueve las ricas diferencias de raza, lengua y cultura.

La tradición representa a estos tres magos o como muchos le llaman reyes, aunque en realidad eran astrólogos, que se dedicaban a leer las constelaciones de las estrellas, los representa con diferentes colores de piel, un blanco, un negro y un mestizo, muchos se preguntan cuáles son los nombres en sí, yo creo que eso no es importante, sino lo que representan, la tradición nos dice que Melchor, Baltasar y Gaspar. La fiesta proclama el alcance universal de la misión de Cristo, que viene al mundo para cumplir las promesas hechas a Israel y llevar a cabo la salvación de todos los hombres.

La fiesta de Epifanía nació en los primeros siglos del Cristianismo En el evangelio de hoy, se relata que llegaron estos magos a Jerusalén; tal vez pensaban que aquel era el término de su viaje, pero allí, en la gran ciudad, no encuentran al recién nacido rey de los judíos. Quizá, -parece humanamente lo más lógico si se trata de buscar a un rey,- fueron directamente al palacio de Herodes; pero los caminos de los hombres no son, frecuentemente, los caminos de Dios. Indagan, ponen los medios a su alcance: ¿Dónde está?, preguntan. Y Dios, cuando de verdad se lo quiere encontrar, sale al paso, nos señala la ruta, incluso a través de los medios que podrían parecer menos aptos.

- La manifestación de Dios elude toda espectacularidad.
Tradicionalmente son tres las manifestaciones que celebra la Epifanía: la adoración de los magos, el bautismo de Jesús, el milagro de Caná, como podemos ver en la antífona del cántico de María correspondiente a las segundas vísperas de la solemnidad: “Celebramos un día santificado por tres milagros: hoy la estrella condujo a los magos, hoy el agua se convirtió en vino, hoy Cristo fue bautizado por Juan en el Jordán, aleluya”. (Actualmente, sin que la Epifanía deje de conmemorar los tres aspectos, el bautismo es especialmente recordado el domingo siguiente, con el cual concluye el tiempo litúrgico de la Navidad y las bodas de Caná en el evangelio de II domingo del Tiempo Ordinario correspondiente al ciclo C y que se lee seguido del Domingo del Bautismo del Señor ).

Si nos fijamos bien en ello, las tres manifestaciones tienen un cariz común: son apariciones de Dios no en poder y en gloria, sino en humildad y ausencia de espectacularidad. Jesús se presenta a los magos, que traen presentes espléndidos, como un niño impotente y débil, en un pesebre pobre y sin ningún rasgo de importancia, los magos lo buscaron en un palacio y no estaba ahí, la estrella los guio a una cueva con animales y gente sin poder intelectual ni material, solo unos simples pastores.

Su segunda manifestación es también muy sencilla y deja a todos estupefactos por la forma en que se da a conocer al pueblo de Israel, El Hijo de Dios se coloca en la cola de los pecadores, que se someten al bautismo de penitencia, Juan mismo se niega a hacerlo, porque tampoco entiende lo que está a punto de suceder, pero El, le pide con todo el amor del mundo que lo haga, para cumplir con lo mandado por su Padre. Que raras y hasta cierto punto sin sentido la forma en que nuestro Dios se nos da a conocer.

De igual forma Jesús obra su primer milagro en el marco de una fiesta popular y familiar, manifiesta su poder como Dios en una boda, sencilla y simple, con personas que quizás no tenían los suficientes recursos económicos para costear el vino suficiente, es ahí donde entra, la madre y hace que su hijo manifieste su poder y no deje que los novios queden ridiculizados por la falta del preciado vino, Ellos quizás amigos cercanos e íntimos de la Familia de Nazaret, son solo instrumentos de esta Epifanía divina de Jesús .

No hay nada, en ninguna de estas manifestaciones, que evoque pujanza, riqueza o dominio. Son manifestaciones de un Dios bien extraño. Es que a Dios no le ha dado miedo el escándalo de los puritanos, de aquellos que lo habrían hecho de un modo bien diferente. Si es que Dios debía manifestarse, la mentalidad meramente natural y humana habría preparado un modo bien abierto e irrebatible. Pero los pensamientos de Dios no son los pensamientos de los hombres. Este estilo epifánico de Dios tiene una repercusión bien clara en el campo eclesial, puesto que la Iglesia continúa en el mundo la manifestación de Dios entre los hombres. También ella corre el peligro de caer en la tentación de la espectacularidad, pero los cristianos debemos comprender que tanto más manifestaremos la verdadera presencia de Dios cuanto menos nos presentemos al mundo con voluntad de poder y dominio y más bajo los velos humildes del servicio y el amor.

- La estrella de Belén guía a los magos a la verdad plena que es Cristo
Jesús es la Verdad que ha venido al mundo. No se trata de aquellas verdades que el hombre puede encontrar en el mundo tras largas y complicadas investigaciones, sino de la Verdad que estaba junto al Padre y que en un momento histórico hizo su entrada en el mundo, ofreciéndose a todos los hombres. No es la lámpara que encendemos para iluminar nuestro sendero, sino la luz que ha amanecido para todos, descubriéndonos el camino e invitándonos a la marcha.

El Verbo de Dios se ha hecho hombre y no sólo existe ahí, en el mundo, sino que existe para nosotros, nos sale al encuentro como luz que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Por eso, a todos, sin distinción de ninguna clase, nos es dado el correr al encuentro de la Verdad, que nos invita, nos alienta y nos va desbrozando el camino. Todos los esfuerzos de los hombres a través de los siglos, todos nuestros propios esfuerzos por salir de las sombras de la duda, encuentran hoy su justificación y su culminación.

La aparición de la Verdad en el mundo despierta el interés de los hombres, porque no se trata de una verdad teórica, no es una frase verdadera, ni siquiera un simple hecho verificable. Es mucho más: es Cristo, la Verdad encarnada. Y una tal verdad, “Dios con nosotros”, compromete nuestra vida, nos saca de quicio, nos invita a caminar tras de ella, a salir de nuestro aburguesamiento, a despojarnos de nuestra comodidad, a renunciar a “nuestras verdades”. Por eso, no todos los hombres responden de la misma manera. San Mateo nos refiere el caso de los Magos.

Ellos buscan la Verdad, han visto su luz, se han dejado iluminar por ella y se ponen en camino. Atraviesan las soledades del desierto y los desiertos del politiqueo e inquietud de la ciudad.

- El miedo a la verdad, hace al ser humano querer destruir esa verdad
Siguen su camino, a pesar de que muchos se quedan tranquilamente en casa, incluso aquéllos que teóricamente sabían del acontecimiento. Su camino les llevó hasta la Verdad y llenos de gozo se rindieron ante ella y la adoraron, pero Mateo refiere también la actitud de Herodes. Aquel usurpador del trono de David tiene miedo de la verdad, tiene miedo de perder su posición, su nivel de vida, su rango real. Por eso se conmueve y con él toda Jerusalén. Pero como tiene miedo de la verdad, decide aplastarla, recurriendo incluso a la injusticia del asesinato en masa de los inocentes.

Herodes y los Magos tipifican dos actitudes contrarias ante la Verdad: la de aquéllos que la aman y la buscan sinceramente, poniendo en juego toda la vida, y la de aquéllos que la temen y recurren a todas las astucias, hasta la injusticia, para liquidar la verdad del mundo. Nosotros, los cristianos, nos ufanamos de poseer la verdad, como si fuéramos los propietarios en exclusiva de la luz, como si fuéramos ya la luz. Pero la luz, la Verdad, es Cristo. Nosotros somos sólo testigos de la luz, de la verdad.

Todos los hombres de buena voluntad caminan a la luz de esta Verdad única que es Cristo. pero mientras muchos -cristianos anónimos- recorren su camino sin reparar en la luz que les alumbra, nosotros -los cristianos- caminamos y sabemos que esa luz es Cristo. El es la Verdad abierta para todos los hombres.
Nosotros lo sabemos y somos testigos, tenemos que ser testigos de que la Verdad, la única, está ya con nosotros. Llenos de regocijo, vamos a dar gracias a Dios.

domingo, 30 de diciembre de 2012

FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA



“A los tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas: todos los que le oían, quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba. Al verlo, se quedaron atónitos, y le dijo su madre: -Hijo, ¿por qué nos has tratado así? Mira que tu padre y yo te buscábamos angustiados”.
(Lc.2,46-48) 

La Sagrada Familia fue una familia normal.
Cada año la Iglesia nos invita a meditar sobre el misterio que encierra la Familia, presentándonos como modelo imprescindible a la Sagrada Familia de Nazaret, una familia sencilla, normal, común y corriente como cualquier otra familia de hoy día. Una mujer sencilla y humilde, casada con un carpintero, que según lo que muchos afirman más que un carpintero era un “hacelotodo”, en otras palabras un hombre que se ganaba la vida trabajando de forma honrada en cualquier tarea artesanal.
Muchas veces creemos que la Sagrada Familia era diferente, por tener el privilegio de tener en su seno al hijo de Dios, mas sin embargo ese Dios amoroso quiso que su hijo creciera de forma normal rodeado de las atenciones, cuidados y cariños que solo una familia puede ofrecer. Una familia de inmigrantes y perseguidos por la injusticia del régimen de aquel tiempo, que sufrió el hambre y la soledad, que vivió las preocupaciones de la falta de trabajo, de los quebrantos de salud, y la opresión de las deudas que han sido las eternas compañeras de cualquier familia normal.
- María la madre y esposa.
Cuando veo a María como madre sencilla, como una campesina humilde, puedo ver a mi propia madre, con las manos rotas y curtidas por el peso del trabajo, con el rostro estremecido por el cansancio y la preocupación, pero con una eterna sonrisa de confianza en ese Dios de la vida que siempre es fiel a sus promesas, una mujer optimista y trabajadora, valiente y decidida, con una dignidad integra capaz de educar a un hijo que solo ella sabe quién es en realidad.
Con una sabiduría que no se consigue en ninguna universidad de prestigio ni se paga con todos los tesoros del mundo porque solo se consigue confiando en Dios. Nuestras Santas Madres biológicas al igual que ella, mi Madre del Cielo se volvieron sabias confiando y haciendo la voluntad de Dios, y guardando el sufrimiento de esta confianza en el silencio de su corazón. Como lo dice el evangelio de hoy “conservaba todo esto en su corazón. ”(Lc.2,51).
-José el esposo y padre prudente.
Y que podemos decir del Padre, de José, del hombre sencillo casado con una mujer que a los ojos de la humanidad no honrada ni fiel, porque a los cuchicheos de la gente, el hijo que ambos tenían era producto de una relación extramarital, y fruto de ello quizás llego a ser la burla de los irónicos de aquel tiempo, pero esto no le amedrento para poner su confianza en el Dios todo poderoso. San José un gran hombre, un padre y un gran maestro para Jesús, de quien se habla poco o casi nada en los evangelios, pero de quien se tiene gran estima y admiración, por su prudencia y por su confianza.
A él Dios le confió los primeros misterios de la Salvación, a él se le confió el cuidado de un recién nacido perseguido y odiado por muchos, fue testigo de los milagros de la noche del nacimiento de aquel niño en una cueva en Belén. Siempre para estas épocas me imagino la angustia y desesperación que este hombre vivió al ver a su mujer sufrir los dolores del parto, y sentirse impotente al no poder darle la ayuda necesaria para aliviar este sufrimiento. Pienso que a su mente vinieron preguntas profundas hacia Dios, hacia el plan que este tenía, pero pienso que también que estas interrogantes fueron selladas con la confianza y el abandono en el proyecto que Dios le había confiado.
El, es el un ejemplo vivo de esposo, de padre, de maestro y de un amigo en el círculo familiar, un padre normal, con un trabajo normal, un campesino como cualquier otro, con ilusiones y proyectos como ninguno. Que bendición tener un padre como este, que se abandona en las manos de Dios, que es cabeza indiscutible de una familia, que se preocupa pero que también la disfruta a cabalidad.
- El Sí de la Sagrada Familia, un Sí mutuo.
De San José podemos decir -según el evangelio- que se asemeja extremadamente a la Virgen María. Esta dijo sí a Dios e hizo posible la Encarnación, prestando al Hijo de Dios su corazón y su seno para que éste pusiera su tienda entre nosotros. San José dijo también dijo sí a Dios y le dio al Hijo de Dios una estirpe, una patria, una familia, una casa, un lenguaje, una autoridad, para que Dios habitara entre los hombres como un hombre más. En una palabra, José contribuyó a que continuara la Encarnación.
La verdadera misión de José, como la de María, fue presentar la obra de la salvación, Jesús, al mundo. Cuando se apercibe de su misión, José responde generosamente. Tiene el carisma de visiones angélicas; es decir, está atento a la llamada de Dios y está presto a cumplir su voluntad. Por eso no abandona a María cuando advierte que va a tener un hijo, y por eso también toma al Niño con su madre y huye a Egipto para burlar las iras de Herodes. No destaca su presencia en el evangelio, pero su figura ilumina la historia de Jesús.
No sé lo que significará para tu vida la figura de José. Lo que sí es cierto es que si fuéramos como él, llenaríamos de luz nuestro camino y el camino de los demás.
“La santidad de José consiste en la heroicidad del monótono quehacer diario. Sin llamar la atención, cumplió el programa de quien es “justo” con Dios mediante el fiel cumplimiento de las virtudes teologales de fe, esperanza y caridad; y con el prójimo por medio de su apertura constante al servicio de los demás. Como se construye la casa ladrillo a ladrillo, el edificio de la santidad se va realizando minuto a minuto, haciendo lo que Dios quiere. “San José es la prueba de que, para ser bueno y auténtico seguidor de Cristo, no es necesario hacer “grandes cosas”, sino practicar las virtudes humanas, sencillas, pero verdaderas y auténticas” (Pablo VI)
La Familia un invento de Dios para la construcción de reino.
Las dos primeras lecturas en la solemnidad de la Sagrada Familia, que hoy celebramos, son todos los años las mismas, y son una expresión clara y clásica del ideal de vida familiar tanto en el judaísmo como en el cristianismo, ambos presentados claramente en la primera y segunda lectura; y aunque ambos pasajes fueron escritos en diferentes tiempos y épocas es impresionante la coincidencia clara que estos presentan.
En ambos textos se subraya que la familia como comunidad de padres e hijos tiene una dignidad característica y un papel irremplazable, sobre todo para que los hijos puedan ir absorbiendo el sentido profundo y religioso de la comunión humana y familiar como elemento capital de toda existencia cristiana. En otras palabras, la vida familiar es la raíz de la dimensión comunitaria de la vida cristiana, por cuanto inicia y fomenta una forma de existencia caracterizada por un tipo de relación gratuita, no sólo funcional.
Desgraciadamente tanto en la vida simplemente humana como también en la vida cristiana, la dimensión “comunión” tiende – sobre todo por el uso de la televisión – a convertirse en una dimensión puramente “funcional” y despersonalizada. Y creo que en las familias cristianas tendría que generarse un examen de la calidad de la vida familiar y especialmente del nivel de las relaciones personales entre los miembros de la familia. Esa calidad se puede medir fundamentalmente a partir de dos dimensiones: una de “libertad” no rígidamente reglamentada, y – en forma especial – otra de “apertura”: una apertura al mundo real y al futuro y, para los cristianos, una apertura al pueblo de Dios (es decir a la comunidad eclesial cristiana) que sepa conjugar el amor y una objetividad sana y realista.
El Evangelio de hoy nos quiere subrayar que la valoración de la familia no debe llevar a desconocer lo individualmente personal. La familia es para sus miembros, y no al revés. Cada persona tiene rasgos, cualidades, inclinaciones y gustos diferentes. Y es un deber del resto de la familia – y principalmente de los padres – respetar e incluso fomentar lo que cada miembro tiene de peculiar.
Y aunque es normal que los padres se sientan asombrados, y hasta reticentes o desconcertados frente a opciones o actitudes de sus hijos, que les pueden resultar inicialmente incomprensibles, ellos tienen que saber – como la Virgen – conservar en el corazón esas actitudes y opciones. Los hijos, por su parte, deben saber “dar tiempo al tiempo” y buscar la convivencia pacífica con sus padres, sabiendo que esto constituye el mejor camino para que ellos puedan comprender y aceptar la vocación peculiar que cada uno de ellos manifieste tener.
No quiero terminar estas palabras sin insistir en que la calidad de vida familiar requiere un verdadero “cultivo” cuidadoso y de la contribución consciente y constante de parte de todos aquellos que la forman. ¿No valdría la pena, sobre la calidad de la propia vida familiar, tener una conversación en que participen todos los miembros de la familia?.