viernes, 4 de febrero de 2011

QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO


“Procurad que vuestra luz brille delante de la gente”
Mt 5, 13-16

Rev. Alexander Díaz

El evangelio de este domingo tiene muchos tópicos de los cuales hablar, ya que s presta para insertarlo en nuestra vida personal, y sobre todo Jesús nos habla a través de elementos con los cuales estamos muy relacionados. Quien no conoce la sal y la luz, ambos elementos tiene un significado muy grande en la vida del todo ser humano y sobre todo de todo cristiano.

La sal es un componente muy poderoso que durante toda la historia de la humanidad ha tenido un fuerte protagonismo en su desarrollo; la sal sirve para darle sabor a los alimentos, para purificar la comida, para evitar la corrupción de ciertos alimentos perecederos a falta de un refrigerador, y al mismo tiempo el comer mucha sal da sed. Puntos importantes porque eso realmente es la vida del cristiano y eso es Jesús en la vida nuestra.

A nuestros mismos grupos que moralmente viven o se han acostumbrado a vivir de forma mediocre y doblez imitando la pobreza del fariseísmo hay que salvarlos con la doctrina viva de Jesús, purificarlos de su descomposición, porque de lo contrario se continuaran corrompiendo.


Entiendo perfectamente que es duro hablar en estos términos pero es la vida espiritual del ser humano la que está en juego; lo mismo que a nuestras prácticas de fe hay que darles el sabor y gusto de Jesús, porque de lo contrario no pasaran de ser unos ritos vacios y sin el sentido debido, se convertirán en unos espectáculos circenses que no nos llevaran a nada, que no nos harán transformar ni cambiar la corrupción que tenemos.

Esto hace ver que esta parte del sermón se dirige a apóstoles y discípulos, que son los que tienen la misión de salar la masa, de cual se convertirá en pan, para alimento de muchos.
Jesús nos da una gran responsabilidad. Somos la sal del mundo. Esto significa que el mundo existe pero en muchos casos no tiene sabor. La vida se ha vuelto para muchos invivible. Nuestra misión es mantener encendida la vela de la fe en un mundo tecnificado y ensimismados en sus aparentes adelantos. El mundo es la gente que sufre.


Somos también la luz de este mundo. La luz es algo inmaterial, invisible. La luz es lo que nos hace ver pero ella en sí misma es invisible. La luz es la fe. La fe no es algo que debamos de tener escondida para evitar su pérdida o deterioro. La luz cuanto más se reparte más grande se hace.
Vemos a nuestro alrededor personas que dicen que no saben qué hacer en la vida, que no saben cómo dirigir su vida. La fe es siempre una invitación a mirar hacia adelante, a progresar en el camino de la vida y de la unión con Cristo. Tenemos luz en la medida que aceptemos la Luz.
Los cristianos siempre estaremos entre estos dos equilibrios de la fe y de las obras. Sólo Cristo es quien salva, pero esa salvación necesita ser anunciada y vivida. El Evangelio nos dice que esa luz de la fe cuando brilla delante de la gente se convierte en alabanza al Padre. Tenemos que hacer obras de fe.

El mundo de hoy está cansado de las grandes palabras y de las teorías que se le ofrecen. Parece como si las personas no tuviesen oídos para lo trascendente. Es como si toda la vida se redujese al resultado de lo que queremos. Hemos perdido el aliento de la ilusión y la esperanza.
Ser sal y luz es recordarles a las personas una y otra vez el proyecto que Dios tiene para la humanidad. Dios no quiere más sufrimientos porque Jesús tomó sobre sí todos nuestros dolores. No quiere más violencia porque Él asumió nuestros castigos. No desea nuestra desorientación porque con su vida nos enseñó el camino hacia el Padre. Sal y luz es darnos cuenta de todo ello y vivirlo con alegría.
Jesús nos señala el cielo como el lugar de Dios, y es verdad. El cielo es Dios. Cada persona puede tener el cielo más cerca, en su corazón, en su latir espiritual, en su entrega diaria.
Hay un espacio que sólo nosotros podemos abrir a Dios y a los demás. Es el terreno de nuestro corazón y de nuestra vida. Si me cierro a Cristo, si bloqueo mis entrañas, no entenderé nunca ese amor que me ama aunque yo le ignore. Ser sal y luz es tomar conciencia de ese amor.
La sal cuando se disuelve se vuelve invisible pero su sabor perdura. La luz se va haciendo más grande cuando se va compartiendo. La mecha encendida de una vela sería el amor de Dios, el origen de la luz.

La luz que emana de esa mecha y que ilumina el mundo es el fruto de ese amor. La tarea de los cristianos es seguir pasando esa luz a los seres humanos de nuestro tiempo y de todos los tiempos.
Esa es nuestra principal responsabilidad, vivir en la verdad, es vivir en la luz, y vivir en ella es ser esa luz y serlo con entusiasmo y alegría, y así mostrar el camino hacia los otros, convertirnos en antorchas brillantes que van delate mostrando ese camino preciado de la verdad, les invito a ser luz y sal, en este mundo que camina en oscuridad sin sabor ni sentido. Amen

viernes, 28 de enero de 2011

CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

“Estén alegres y contentos, porque su recompensa será grande en el cielo”
Mt.5, 1-12
Rev. Alexander Díaz


Nos encontramos celebrando el cuarto domingo del tiempo ordinario y en el Evangelio de hoy Jesús nos trae la gran propuesta para encontrar sentido a nuestra existencia: el programa de las bienaventuranzas. Este programa consta de diez sencillas capsulas, que a primera vista parecen insignificantes, inentendibles y de cierta forma descabelladas porque Jesús expresa a través de ellas elementos que no tienen sentido para una persona que no se haya encontrado con él, porque las bienaventuranzas solo tienen sentido cuando hay un encuentro de corazón con Jesús.
Como un nuevo Moisés, Jesús expone desde lo alto de un monte la nueva ley de su Reino. Es el ¨Sermón de la montaña¨, que comienza con las Bienaventuranzas, es interesante que todas se resumen en la primera: la de los pobres de espíritu, aquellos que lo dejan todo para seguir e imitar a Cristo.

Ya en el Antiguo Testamento, la pobreza voluntaria como signo de humildad, sinceridad y mansedumbre era la característica fundamental del pueblo de Israel, de ese pueblo que debía recibir en su seno al Mesías.

En la primera lectura de la misa del hoy, el profeta Sofonías, profetiza en el siglo VII antes de Cristo, en un momento donde se habían dado grandes diferencias entre ricos y pobres en Israel. La pobreza se había incrementado notablemente, y el profeta, denuncia esta situación y anuncia la protección de Dios sobre los pobres y humildes.

Y en el Evangelio de hoy se nos presentan las Bienaventuranzas. ¿Cuántas veces hemos escuchado a mucha gente, y tal vez nosotros mismos decir que lo importante ¨es tener salud? O aquel famoso refrán que muchos dicen en forma de broma pero muy en serio, lo más importante para ser feliz es tener salud, dinero y amor. Sin embargo, existe mucha gente sana y con mucho dinero que se siente tremendamente desdichada, solitaria, con la amargura a flor de piel, que no encuentran sentido a nada de lo que existe, pero están abarrotados de cuestiones materiales y saludables por fuera, son como las típicas manzanas, rojas y bien barnizadas, pero acidas y sin sabor alguno; y por otro lado, hay muchos enfermos, con enfermedades incurables, discapacitados y desahuciados que sufren en su cuerpo los tormentos del dolor físico a causa de su enfermedad, que apenas tienen para subsistir y obtener su medicina, y que son agobiados por la soledad, pero son las personas más felices y optimistas que se ven, que tienen sueños y alegría suficiente para hacer sentir bien a cualquier sano. Un ciego decía, que desde que estaba ciego, veía las cosas mucho mejor, y esto porque muchas veces, los que tenemos buena vista, somos ciegos en muchas cosas.

En el Evangelio de hoy, encontramos la visión de Dios sobre el hombre y sobre el mundo. Y esta mirada de Dios, en muchos casos, no coincide con la nuestra, Jesús parece poner todo en sentido contrario a lo que nosotros estamos acostumbrados a ver y a escuchar: llama a los que lloran y a los que son perseguidos e insultados: felices, en nuestra lógica humana esto no tiene sentido ni tiene concordancia, porque humanamente estas personas son desdichados y requieren ayuda, Jesús quiere con estas frases invitarnos a la confianza y a la mansedumbre interior ante los embates que la vida nos dara continuamente, a confiar ciegamente en la justicia divina, justicia que siempre tiente lugar en nuestra vida.

Ahora bien, me pregunto ¿Será que somos nosotros los que estamos ciegos y tergiversamos de forma negativa todo, o será Jesús el que lo hizo? Jesús hoy, nos quiere abrir los ojos, y nos enseña el verdadero camino de la felicidad.
El Sermón de la Montaña, es una especie de catecismo elemental de vida cristiana, y empieza justamente con un preámbulo, que son las Bienaventuranzas.

Así como Moisés al formar el pueblo de Dios subió a una montaña, lugar tradicional de la manifestación de Dios, así mismo lo hizo Jesús. Sentado, en actitud de enseñar, así como Moisés, Jesús proclama solemnemente la Ley, pero en una nueva formulación que exige una ¨Justicia superior a la de la Antigua Alianza para entrar en el Reino de los Cielos. La Voluntad de Dios que se manifiesta en este célebre Sermón, vale para todos. Las Bienaventuranzas, son a la vez promesa y exigencia. Promesas porque nos hacen ver que no estamos solos incluso en los momentos más oscuros de nuestra vida, que siempre hay una salida y una salida con justicia y equidad, y exigencia porque requiere que todos y cada uno de nosotros pongamos algo de nosotros para cambiarnos y transformarnos en mejores hijos suyos.

Te atreves a ser diferente, si lo haces serás llamado bienaventurado, y peculiarmente los que son llamados asi son probados como el oro en el crisol.
Bendiciones.

jueves, 20 de enero de 2011

Tercer domingo del Tiempo Ordinario

“Síganme y los hare Pescadores de hombres”.
Mt. 4, 12-23

Rev. Alexander Díaz

El Evangelio de hoy nos presenta el comienzo de la vida pública de Jesús. No pudo tener un principio más humilde ni sencillo. Nada que ver con las grandes ceremonias que nos gusta hacer en nuestros días para marcar el comienzo de los grandes eventos. Pensemos en las ceremonias inaugurales, por ejemplo, de los juegos olímpicos, donde parece que el país anfitrión se juega el prestigio. O recordemos la ceremonia de inauguración de la presidencia en Estados Unidos, con miles de invitados aguantando el frío de enero al aire libre. También en la Iglesia nos gustan las grandes ceremonias y liturgias con miles y miles de asistentes. A veces esas ceremonias tan grandilocuentes –las civiles y las eclesiales– resultan que son más apariencia que realidad. Se parecen a esos decorados de cine en los que las casas no tienen más que la fachada.
Jesús se retira a Galilea y allí comienza a ir de pueblo en pueblo, predicando el mensaje más sencillo que nos podamos imaginar: “Convertíos, porque está cerca el Reino de los cielos.”
Juan estaba preso y Jesús va a Galilea. Galilea era la parte más remota del país y la más lejana de Jerusalén. Era considerada con desprecio y sus habitantes tenidos como gente ruda y tosca. Cafarnaúm era una ciudad de Galilea.
En este contexto Jesús comienza a predicar y a proclamar el cumplimiento del profeta Isaías: la luz ha llegado al pueblo que vivía en la oscuridad.
La vida de cada ser humano tiene numerosos momentos de oscuridades. Incluso los grandes místicos han pasado por noches oscuras que, aunque purificadoras, siempre tienen una gran carga de dolor. Quien da cabida a Jesús es capaz de ver con profunda claridad su vida y toda su existencia, aunque ese seguimiento requiera un esfuerzo y sacrificio.

Curiosamente decimos que la mañana es clara, que tenemos las cuentas claras y que las intenciones son claras... pero quizás no nos hemos detenido a examinar con profundidad la claridad de nuestra vida.
Tener claridad es saber distinguir lo que nos pasa y por qué nos pasa; saber distinguir quienes somos, de quienes no somos, y saber que no somos dioses y que Dios es Dios.
La tiniebla es engañarse a uno mismo; no querer ver la realidad de mi vida ni la presencia de Dios en ella, por eso las sombras son "sombras de muerte", porque no me hacen ser más humano; no me hacen crecer ni humana ni espiritual ni emocionalmente. Una de las grandes tragedias de la vida humana es saberse en tinieblas y no encontrar senderos de luz.
Jesús proclama a renglón seguido la necesidad que tenemos de convertirnos para que la luz llegue a nuestra vida. Para ello nos propone la conversión a Dios.
Convertirse es cambiar de mentalidad para adquirir los criterios de Dios. Pero no todo el mundo está dispuesto a realizar este cambio. Muchas veces por miedo o por comodidad las personas prefieren mantenerse en sus dolores que ir a sus esperanzas. Prefieren el sufrimiento al enfrentamiento consigo mismo.
El Señor no nos enfrenta con los demás, ni tan siquiera con nuestros enemigos. Hace algo mucho más duro: nos enfrenta contra nosotros mismos y nuestro mundo interior.
Cuando Cristo comenzó a predicar, comenzó también a reunir discípulos, para que fuesen oyentes antes que predicadores.
En medio de esta predicación es que se encuentra con los primeros apóstoles, Pedro Santiago, Juan y Andrés que eran pescadores, y ejercían una labor sencilla e insignificante en aquel pueblo de mala reputación, es a ellos a quienes reconoce como invitados a vivir la gran aventura de su vida, ser Apóstoles, quizá en ese momento no lo entienden, ni están de acuerdo con ese llamado, pero la verdad que cuando Jesús pasa y entra en nuestra vida ya no somos los mismos, nos volvemos diferentes, nuestras mentalidades y costumbres cambian, porque su mirada tiene poder de transformación interior. Los discípulos le siguen porque se fían de su palabra, antes incluso de ver sus milagros. La vida cristiana no se basa en el ver milagros sino en confiar plenamente en Aquel que puede hacerlos.
El evangelio de hoy termina con la curación de enfermedades y dolencias del pueblo, es impresionante ver que la predicación de Jesús siempre está unida a la curación y sanación de las dolencias de los que están junto a él y le escuchan es una señal bien clara que la curación que Jesús realiza en las personas no es solamente la física sino también la espiritual. Todos estamos llamados a la sanación integral de nuestra vida. Todos estamos llamados a la conversión, que es la sanación mas grande y mas rica que el ser humano puede recibir…


viernes, 14 de enero de 2011

Segundo Domingo del Tiempo Ordinario

“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”
Jn. 1,29-34

La frase del Evangelio de hoy es una de las que
más repetimos en la Eucaristía justo antes de recibir la Comunión.

Jesús es quien quita el pecado del mundo. No habla el evangelio de hoy del pecado de cada ser humano sino del pecado del mundo. Jesús, figura de “el siervo” en la primera lectura, se hace “luz de las naciones” para que el exceso de la salvación que Él trae y que Él mismo es, llegue a todos los rincones de la tierra. Su quitar el pecado del mundo nos libera de la fuerza de la fatalidad, desdramatiza la historia humana.

En el Evangelio, como quien hace un descubrimiento, Juan repite dos veces “yo no lo había conocido”. Juan, el profeta duro que había dicho “ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles” (Lc 3,9) vive el asombro de la fe que permite ver actuar al Espíritu en quien sirviendo a la salvación echa sobre si el pecado del mundo. ¡Ver así a Cristo es la acción del Espíritu en nosotros! El pecado no es lo que mi conciencia cree que es pecado, sino lo que Dios juzga pecado… porque nuestra conciencia es infinitamente más dura e implacable que Dios.

Si Jesús ha quitado y quita el pecado del mundo, no hay que acusarse para hundirse. La acusación sólo tiene sentido cuando es redentora. La culpabilidad, reconocimiento sano de una falta, es propia de una responsabilidad y una libertad adultas. Una persona sana sabe poner en juego estas tres realidades: culpabilidad, responsabilidad, libertad. Para que sea posible también en otros la salvación. El perdón ha dejado zanjadas las cosas.

Que Jesús sea el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo quiere decir que nuestra responsabilidad puede descubrir la salvación como una liberación de la esperanza.
Que Jesús sea quien quita el pecado del mundo quiere decir que “nunca hay nada definitivamente perdido… que todo puede ser salvado, que tiene sentido nuestro esfuerzo por recuperarnos, para responsabilizarnos ante la acción del mal que daña al inocente. Esta es la sobreabundancia de Jesús, su exceso. Alguien espera, necesita que también sea el nuestro.

Tengo la impresión que muchos cristianos no han captado la hondura del sacrificio de Jesús. Me gustaría que cada persona pudiese sentir lo que significa que alguien dé su vida por ti. Siento que como oímos hablar del acontecimiento de la cruz, de forma simple nos hemos olvidado definitivamente de lo que en realidad significa, no es tan simple decir, Jesus murió en la cruz por mi, solo falta que digamos “Y que” no aceptamos la profundidad de ese sacrificio.

¿Qué hizo Jesús por nosotros?
Los cristianos tenemos claro quién es el Señor. Sabemos de su entrega y capacidad de redimir a quien estaba caído. Hemos experimentado su muerte y resurrección. Pero ¿Cómo entiende la persona de Jesús quien nunca lo ha experimentado?
Puede que la terminología usada por Juan Bautista no sea muy comprensible para el alejado de hoy. Decir que Cristo es nuestra Pascua teniendo en cuenta el cordero pascual (Ex 12,1-13), que iba a ser el sustituto por nuestros pecados (Is 53,7), puede que no diga mucho a las personas que se inician en la fe. Quienes comienzan tienen que empezar a experimentar todo el proceso de la Historia de la Salvación.

Tiene que ir desde el inicio del mundo, desde el Génesis, hasta la resurrección, pasando por el paraíso terrenal y el desierto, y todo ello acompañado por otras personas que ya han realizado ese recorrido (la Iglesia).

El cordero es el símbolo del ser inocente, que no puede hacer mal a nadie sino sólo recibirlo. Nuestro mundo de hoy tan cargado de dolor inocente tendría que servirnos para descubrir la multitud de personas que sufren y mueren a manos de los malvados.
Tanto dolor abruma a muchas personas. Depresiones, enfermedades mentales de todo tipo, hacen estragos en las sociedades contemporáneas. Vista la situación alguno se preguntará si valió la pena la muerte de Jesús.

Los cristianos proclamamos que sí. Su muerte nos ha redimido. Su muerte nos ha salvado. ¿Salvado de qué...? En primer lugar de nosotros mismos, de nuestras limitaciones y pecados. Si las limitaciones espirituales y morales vienen con nosotros, el pecado es la libre aceptación de las mismas.
Cristo borró con su sangre mis pecados personales pero también los de toda la humanidad, de ahí que la mirada del cristiano al mundo parte siempre de la misericordia y la esperanza. El cristiano no se hunde fácilmente porque sabe que el ser humano ha sido comprado a un alto precio. En el fondo de la entrega de Jesús está el inmenso amor con el que Dios nos ama.
Un cristiano puede ser un bandido, un ladrón o un mentiroso... y luchará por superarlo con la ayuda de Dios; pero lo que nunca podrá hacer un cristiano es sentirse orgulloso de su mediocridad y de sus pecados. La muerte de Jesús nos recuerda que nuestra vida está llamada a cambiar constantemente para ponerla en el camino de Dios.

Jesús se entregó por ti y por mí. Estar con Él es descubrir lo más profundo del amor de Dios para todos los seres humanos, en especial a los más pobres y necesitados, y la promesa de la futura vida eterna.




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Homily for the Second Sunday in Ordinary Time
“This is the lamb of God who takes away the sins of the world”


The gospel phrase today is one of the phrases we repeat in the Eucharist right before we receive Holy Communion.

The giving of self that Jesus does for all human beings, has it’s ending in every Mass where He gives Himself out as food, as nourishment to everyone who believes in him.

John gives testimony of who Jesus is. He said: “He is the lamb of God”. John the Baptist remembers the lambs that were offered daily, every morning and every evening in the temple of Jerusalem.

He also refers to the Passover lamb whose blood saved the Israelites’ first-born from death which was carried out by the Exterminator Angel.
I have a feeling that many Christians are still not aware of Jesus’ great sacrifice. I would like for each person to meditate, how it will feel to have someone give his life for you.

I think, that since we hear talk about the event of the cross in a very simple way, we have definitely forgotten what it is really all about, it is not simple to say, “Jesus died on the cross for me”, all that needs to be said is “AND ?” we don’t accept the depth and reality of this sacrifice.

Spain is the number one country in the world in organ donations for transplants. But the majority of the transplants are no longer news.

Transplants have gotten to be such a natural thing, that it is as any other surgical intervention. What joy, how grateful we are to the donor and the family that was able to allow a miracle to happen, saving lives by donating organs.

Jesus donated His life for the salvation of all human beings. How grateful we should be for His surrender and sacrifice.

What did Jesus do for us?

As Christians we understand very clearly who is the Lord. We know of His surrender and capacity to redeem someone who has fallen.
We have experienced His death and resurrection. But, how can someone understand the person of Jesus, when he has never experienced Him? It is possible that the terminology used by John is not too understandable for someone who today, is apart, who is not close. Today Jesus is our Passover, being aware of the Passover lamb (Ex 12,1-13), a substitute for our sins (IS 53,7) maybe has little meaning to the people who are just being initiated in our faith.
Whoever is just beginning must start to experiment the whole process of the Salvation Story.
He has to go back to the beginning of the world, from Genesis to the resurrection, passing thru earthly paradise and the dessert, and everything else, in the company of people who have already gone thru this journey, (the Church).
The lamb is a symbol of innocence, someone who can do no harm to anyone, but only welcome.
Our world today, so full of innocent pain, should serve us to discover the multitude of people who is suffering and dying at the hands of the wicked and evil one.

Depressions, all kinds of mental illnesses, are destroying, devastating these contemporaneous societies.

Seeing this situation, many would ask themselves, was it worth the death of Jesus? Christians proclaim that yes, it was worth it. His death has redeemed us. His death has saved us. Saved us from what, you may ask?
First of all, His death saved us from ourselves, has saved us from our limitations and our sins. If spiritual limitations and moral limitations always accompany us, sin is the free acceptance of them.
Christ cleaned and erased with His blood my personal sins but also the personal sins of all humanity, thus, the look of the Christian to the world is always generated from mercy and hope.
A Christian does not give up easily because he knows he has been bought at a very high price. In the deep surrender of Jesus there is the immense love thru which God loves each one of us.
A Christian may be a crook, a thief, a liar and he will struggle to be better with the help of God, but one thing a Christian cannot do, is to be proud of his mediocrity and his sins.
The death of Jesus reminds us that our life has been called to change constantly to follow the path of God.

Jesus gave himself for you and me. To be with Him is to discover the deep love of God for all of us, for every human being, especially for the poor, the needy and the promise of eternal life forever.

Amen!

viernes, 24 de diciembre de 2010

HOMILIA DE NAVIDAD


25 DE DICIEMBRE

NATIVIDAD DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado.

Is. 9,1-6.

Hoy celebramos un hecho: Hace dos mil diez años nació un niño, un niño que cambio el rumbo y el curso del mundo. A diferencia de cuando nosotros celebramos nuestro propio cumpleaños, recordamos que nos estamos haciendo más viejos y cada año se añade una velita más al pastel. Pero en Navidad no celebramos el que Jesús sea muy viejo. Nos alegramos porque Dios ha entrado en nuestra vida como un niño recién nacido, en los comienzos de la vida.

La imagen corriente de Dios es la de un hombre anciano, con pelo blanco. Pero en Navidad nos

acordamos del ser eternamente juvenil de Dios. Como cantamos en la aclamación antes del Evangelio: « Un niño nos ha nacido . Un hijo se nos ha dado, Dios el Irreprimible ». Dios es joven de una manera irreprimible. San Agustín escribió una vez que somos nosotros los que nos hacemos viejos, pero consiste en que nosotros también estamos invitados a participar en el ser juvenil de Dios. Come dice el Evangelio de hoy : « A cuantos realmente le recibieron El les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios ». Navidad es la fiesta de nuestro rejuvenecimiento.

¿Qué quiere decir esto? No significa que debamos hacernos infantiles. A veces hay personas que abrazan la religión con una huida del estado de madurez, de adultos. Algunos cristianos dan la impresión que no necesitan pensar por su propia cuenta o afrontar con personalidad los dilemas morales, ya que la Iglesia nos dice lo que debemos hacer.. « Papá siempre sabe mejor… » Pero esta actitud no traduce lo que es un verdadero hijo de Dios. Es sencillamente una "inmadurez" ». Nuestra propia sociedad muchas veces busca una forma distinta de rejuvenecimiento, al negarse a encarar los signos de nuestra edad. La cirugía plástica puede disimular las arrugas de nuestra cara. Podemos rebuscar un ser juvenil artificial y terrible porque tenemos miedo de morirnos. Pero esto tampoco constituye un rejuvenecimiento auténtico.

Ser un hijo de Dios significa estar abierto a las posibilidades infinitas de futuro. El mundo de un niño no es algo acabado o congelado. Él o ella pueden llegar a ser cualquier cosa: político, periodista, montañero, marinero, o incluso ¡sacerdote!.

Después de hablar de la vida y de la juventud eterna de Jesus, por su amor y su misericordia, quiero invitarte a que nos detengamos a meditar sobre esta noche santa, la noche en que todo esto sucedió.

En esta noche santa, sólo una imagen y una estampa en el centro de nuestra celebración y de nuestra liturgia. La imagen y la estampa de un pesebre y de un niño. Al igual como los pastores, nos dejamos sorprender por esta imagen y esta estampa, Dos mil diez años, dos mil diez navidades, sigue poniendo en nuestras manos, confiado, como si nos dijera: “¡Ánimo! No temas. Sólo soy el ‘Dios con vosotros’, el Dios contigo”.

El niño de Belén nos lleva a contemplar el increíble amor de un Dios que se preocupa por la vida y la felicidad de los hombres y que envía a su propio Hijo al encuentro de los hombres para presentarles un proyecto de salvación - liberación. En ese niño de Belén, Dios nos muestra la radicalidad de su amor por nosotros.

El nacimiento nos presenta la lógica de Dios que no es, como tantas veces, igual a la lógica de los hombres: la salvación de Dios no se manifiesta en la fuerza de las armas, en una autoridad prepotente, en los consejos de ministros, en los consejos de las empresas, en los salones donde se concentran las estrellas de la jet-set, sino en una gruta de pastores donde brilla la fragilidad, la ternura, la sencillez, la dependencia de un bebé recién nacido. ¿Cuál es la lógica con la que nos presentamos ante el mundo, la lógica de Dios o la lógica de los hombres?

La presencia liberadora de Jesús en este mundo es una “buena noticia” que debería llenar de felicidad a los pobres, a los débiles, a los marginados, al decirles que Dios vino a su encuentro para ofrecerles la salvación - liberación. Hoy es noche buena, el dia en que la luz nace en un humilde portal olvidado y reservado para los animales, en donde quizás ni al mas mísero se le hubiera ocurrido nacer, solo a Dios se le ocurrió aleccionarnos con este acontecimiento.

Hoy celebramos una noche especial, una noche en la cual nos juntamos y contemplamos un pesebre adornado con viejos atuendos que recuerdan nuestra vieja fragilidad humana. Nochebuena de recuerdos, de nostalgia de los seres queridos que ya no están con nosotros, de los amigos ausentes... Que eso y todo en esta noche santa gire en torno al recuerdo de Belén, la casa del pan, del “pan de vida” que hace dos mil diez años nos regaló el Padre, del “pan nuestro de cada día” que nos da esta noche, del pan que, dentro de la eucaristía, se nos ofrecerá como banquete; del pan que esta noche nos hace a todos un poco más hermanos, un poco más amigos, un poco más niños, un poco mejores.

FELIZ NAVIDAD Y UN BENDECIDO AÑO NUEVO, que disfruten esta navidad en familia y con los amigos…

Les quiero mucho y están en mis oraciones.

Padre Alexander Diaz

Parroquia San Antonio de Padua

Falls Church Virginia

Estados Unidos.

fralexdiaz@stanthonyparish.org

Aquellos diciembres que nunca volverán


FELIZ NAVIDAD PARA TODOS DE TODO CORAZON

Para muchos no es correcto estar recordando el pasado con nostalgia o comparando aquellas viejas épocas en lasque vivimos los que ahora ya estamos un poco más madur

o, con las épocas actuales, pero lo cierto es que no puedo pasar desapercibido cada diciembre mis preciosos recue

rdos de cómo fueron mis navidades cuando era un niño, tristemente son muy pero muy diferentes, el tiempo desgraciadamente a borrado la emoción y el entusiasmo con que las vivíamos en aquellos tiempos, estoy más que seguro que cada uno tiene su propia experiencia, pero también estoy seguro que la vivió a plenitud y está de acuerdo con migo que había un entusiasmo y un olor en el aire de aquellas épocas que el actual a perdido.

Recuerdo que desde el día 22 ya se comenzaban los preparativos para el gran día, y la gran noche, que era la más esperada del año. La preparación daba inicio en primer lugar cuando se iba al campo a buscar los diferentes adornos y pedazos de madera, de igual manera las frutas que se le colocarían al nacimiento, que no era un simple nacimiento, era un nacimiento que mi madre preparaba que media cuatro metros cuadrados, cuando digo que se iba al campo a buscar los adornos, me refiero a que se buscaba el zacate o paja que se le podría al establo, uno que otro árbol o bricho natural que los arboles crecen y que se ve precioso en el nacimiento, hacer el nacimiento era lo mejor, porque se le dedicaba tiempo y se hacía con amor y entusiasmo. El segundo punto era el comenzar a sacar de sus casa

s las figuras de barro del nacimiento, figuras maltratadas por el tiempo y algunas manchadas por la tinta del papel periódico donde habían estado envueltas por años, estas figuritas incluían, pastores, ovejas, vacas, caballos y toda una granja completa, que si las vemos desde el punto de vista crítico no son tan perfectas, un poco mal hechas pero tenían un significado especial, representaban la idiosincrasia de nuestro pueblo, este nacimiento se terminaba el propio día 24 usualmente después del mediodía, y era conocid

o en mi aldea o cantón, cuando ya alguien había terminado, porque al terminar de hacerlo la costumbre era reventar un cohete de vara, de esos que suben al cielo, cuando se oía la explosión se decía: “ya termino don fulanito, apúrate que no estamos quedando de ultimo” y había que acelerar el proceso. Era todo un espectáculo estos días, unos hacíamos el nacimiento –aunque los chicos, más que ayudar estorbábamos jejeje – otros ayudab

an en la cocina, mi madre sacrificaba para este día, gran parte de los animales de la granja, cuando digo gran parte me refiero a dos gallinas, uno o dos patos, que los elegía desde que nacían para este día, ella preparaba los ricos tamales que ahora con nostalgia recuerdo el sabor en mi boca, esto llevaba un gran proceso, desde llevar le maíz al molino en la madrugada, cocinar la masa y echarle los respectivos condimentos ha

sta hacerlos y envolverlos en las hojas de plátano, para que se cocinaran, de igual forma no podía faltar, el pan hecho en casa, las ricas zalporas de arroz, y las deliciosas quesadillas o el pan de torta, wauu ese si era pan, hecho con amor y dedicación por la mejor panadera del mundo, mi madre… a qué tiempos aquellos, no había preocupación de tiempo o espacio, se hacía todo con calma y se disfrutaba cada cosa en su lug

ar, no existía preocupación de inseguridad o que nos dijeran no salgan porque pueden llegar a robarles o las pandillas pueden dispararles, existía en este tiempo santo un respeto y todos disfrutábamos al unísono, no había regalos bajo el árbol, no finos juguetes, ni una vajilla de porcelana en la mesa, ni café descafeinado para la dieta, todo era al natural y bien disfrutado. Llegadas las 4 de la tarde del 24 de diciembre, había que hacer algo difícil para algunos, y no dudo que no me chocaba hacerlo, ir al rio o al pozo de la alde

a a tomar el respectivo baño, con huacal porque no había regadera ni agua caliente, porque decía mi mamá, que había que estar limpios y bien arreglados para cuando el niño naciera, y lógicamente teníamos que ponernos nuestro respectivo estreno, que consistía en un pantalón que el sastre del pueblo nos había confeccionado y una camisa que mi madre había comprado a su gusto, no al mío, que a veces el color no combinaba con el pantalón, pero era emocionante el saber que ahora tenía tres pantalones y tres camisas.

Llegada la noche, todos contentos y con ropa nueva, – al menos pantalón y camisa valgan la aclaración – nos dedicábamos a jugar en la plaza y a ver las pastoras que iban de casa en casa cantando en los nacimientos con sus trajes de papel, y sus pitos para invitar a todos a ir a cantar a las casas. Nosotros íbamos detrás reventado cohetes chiquitos, y cantando, lógicamente de vez en cuando hacíamos una que otra travesura como ponerle un cohete en la cola a un perro o tirárselo a un gato, pero que no fuera a ver el dueño de la casa, porque era menuda regañada la que nos tocaba al llegar a casa, eran travesuras inocentes que hoy recuerdo con cariño, y que conste, ningún perro o gato murió o salió lastimado aclaro por aquello de que en este país los perros también tienen sus derechos más que nosotros que somos inmigrantes.

Recuerdo que los permisos para salir en la noche estaban dados,con la condición que teníamos que regresar a casa a las 11 de la noche lo más tarde, no porque fuera peligroso, sino porque a las doce de la media noche, teníamos que estar todos en casa, para dar gracias en torno al nacimiento y para pedir al niño Jesús un año nuevo de paz y prosperidad. Ahora después e mas de 20 o más años, me pongo a meditar que diferencia cultural la que hemos creado, la navidad ya no es el acontecimiento del nacimiento de Cristo, ya no es el momento de meditar en el niño Jesús, es el tiempo de comprar, comprar y comprar, ya en nuestros hogares no se quiere colocar el tradicional pesebre o nacimiento, mucho menos la oración en torno al niño de belén, nuestras navidades ahora están cundidas de violencia y de inseguridad, hace unos años atrás regrese a mi país y específicamente al lugar donde nací, y me di cuenta que todo es ahora historia, ya no existe el entusiasmo y la emoción de aquellos niños de los años ochentas que se divertían y disfrutaban estas lindas fiestas navideñas. Me dio tanta tristeza uno de estos días que alguien en la televisión decía que aquí en estados unidos, ya no era necesario decir feliz navidad, sino que lo más lógico era decir “felices fiestas” porque no todos creen en Jesús. Me hago un última pregunta, ¿Es que puede haber navidad sin Jesús? porque si la hay alguien tiene que explicármela.

sábado, 18 de diciembre de 2010

“La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel"

Mt. 1,18-24.
Cada año los cristianos nos regocijamos con el nacimiento de nuestro Señor Jesucristo, pero en este caminar, muchos dudamos y vacilamos en torno a este acontecimiento o surgen preguntas que nos ponen a reflexionar: ¿Cómo fue el nacimiento de Jesús? ¿Cómo es posible que se diese en tales circunstancias?

¿Serán los textos sólo unos estilos literarios sin contenido real?

Pienso que estas respuestas solo las encontraremos si vemos todo con fe, tenemos que acostumbrarnos que ante el misterio de la encarnación de Cristo es más digna la adoración que la investigación. Es simplemente imposible

volver a las entrañas físicas de María para saber con detalle qué ocurrió y cómo ocurrió.

Hay personas que tratan de establecer un paralelismo entre nuestro nacimiento humano y el de Jesús. Fue igual en cuanto a su ser hombre pero fue distinto en su ser Dios. Este equilibrio solamente lo puede entender quien descubre esas dos dimensiones en la vida del Señor.

La Virgen María estaba "desposada" con José, es decir, comprometida para casarse,

sin que hubieran llegado todavía a convivir juntos. Cristo nació de una Virgen desposada. Ella era consciente de lo que se obraba en su interior.

José tuvo misericordia y moderación, dos cualidades que necesitamos en nuestra vida diaria de cristianos. Muchas veces enjuiciamos a los demás de una manera más que gratuita.

Nosotros en lugar de escuchar los consejos de la Palabra, hacemos nuestros consejos de guerra interiores. Nos hacemos jueces y verdugos de los demás sin haber sido llamados para eso. Nadie nos ha nombrado ni jueces ni verdugos de las personas que nos rodean o de las situaciones que vemos cada día. Misericordia y moderación necesita nuestra mente y nuestro espíritu.

José obró así no por debilidad sino por humanidad y misericordia. Era un hombre bueno.

Jesús es el "Enmanuel", el Dios con nosotros. ¿Qué signifi

ca esto para nuestra vida?

Significa que Dios está participando de nuestra naturaleza y de nuestra realidad, que no nos olvida, que se ha hecho compañero de camino y que respeta nuestro ritmo, nuestro proceso.

El Señor no se queda atrás ni se aleja de nosotros. Cuando tú te paras el Señor se detiene contigo. Cuando caminas, Él también lo hace contigo. Cuando te sientas a descansar de tus fatigas, él se convierte en tu reposo.

Muchas personas sienten a Dios lejano porque no le dejan entrar en su vida. Para ellos Dios tiene otros rostros: el castigador, el justiciero, el vengativo. Pero la presencia del Enmanuel sólo la descubre quien es capaz de abrir las puertas y ventanas de su corazón, y de mirar alrededor, y de amar.

Las tres cualidades que el evangelio nos muestra de José y María que aceptan incondicionalmente la voluntad de Dios, incluso cuando son criticados y atacados por su misma gente; estas cualidades son las que faltan en muchas vidas donde existe rebelión y rechazo ante lo que Dios nos pide. Violencia interior y externa hacia lo que no entendemos. No aceptar la voluntad de Dios en nuestra vida.

Todos sabemos por propia experiencia que es muy difícil permanecer las veinticuatro horas al día siguiendo a Jesús. Ejemplos claros los tenemos en la Palabra. Pero no es menos cierto que nuestra vida de fe tiene que hacer el recorrido propio de la vida de Jesús: tenemos que nacer con Él y a Él. Tenemos que caminar por los caminos y subir a las montañas y navegar en el lago junto a Él. El tema no es el autosugestionarnos, la cosa está en dejar que nuestro corazón lata con el de Cristo, sólo así podemos experimentar vivencialmente que Él camina con nosotros.

A veces me da la impresión que muchos cristianos pierden el tiempo buscando explicaciones que viviendo la voluntad y la gracia de Dios en su vida. Que en esta navidad que celebraremos en unos cuantos días, el niño Jesús nazca en cada uno de nosotros y sea el inicio de una nueva vida…

¡Feliz Navidad!

domingo, 12 de diciembre de 2010

NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN DE GUADALUPE


La Virgen Santísima se apareció en el Tepeyac, México, a san Juan
Diego el martes 12 de diciembre de 1531, apenas diez años después de la conquista de México. La madre de Dios vien
e para dar a conocer el evangelio a sus hijos nativos del nuevo continente y para "mostrar y dar" todo su "amor y compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre".
Como prueba de su visita la Virgen milagrosamente hizo que en aquel lugar aparecieran preciosas rosas de Castilla y que su imagen se quedara permanentemente en la tilma de su siervo.
Durante cuatro días la Virgen se había comunicado con Juan Diego hablándole en su propia lengua, el náhualtl. Al identificarse, María usó la palabra "coatlallope"; un sustantivo compuesto formado por "coatl" o sea, serpiente, la preposición "a" y "llope", aplastar; es decir, se definió como "la que aplasta la serpiente". Otros
reconstruyen el nombre como "Tlecuauhtlapcupeuh
" que significa: "La que precede de la región de la luz como el Aguila de fuego". De todas formas el vocablo náhualtl sonó a los oídos de los frailes españoles como el extremeño "Guadalupe", relacionando el prodigio del Tepeyac con la muy querida advocación que los conquistadores conocían y veneraban en la Basílica construida por Alfonso XI en 1340. En España existían dos advocaciones a la Virgen de Guadalupe, en Cáceres y en La Gomera. Sin embargo la Guadalupe Mexicana es original. ¡La Virgen se comunicó de manera que la entendiesen tanto los indios como los españoles!.
La Virgen de Guadalupe dio al indio Juan Diego un delicado trato de nobleza elevando proféticamente la condición de todo su pueblo. El Señor "derriba del trono
a los poderosos y enaltece a los humildes". Al mismo tiempo, La Virgen trajo reconciliación y no división entre los nativos y los españoles. Les ayudó a ambos a comprender que la fe cristiana no es propiedad de nadie sino un don de amor para todos. La Virgen pide a Juan Diego que vaya al obispo. El obispo de México era Fray Juan De Zumárraga, franciscano. De esta manera la Virgen enseña que se debe someter a la autoridad legítima que Jesús estableció en la Iglesia.
Cuatrocientos años debieron pasar para que la cultura occidental reconociera admirada que la imagen impresa sobre el ayate indígena era un verdadero códice mexican
o, un mensaje del cielo cargado de símbolos. Helen Behrens, una antropóloga norteamericana descubrió en 1945 lo que los ojos de los indios habían "leído" en la pintura de la "Madre del verdadero Dios por quien se vive" aquel diciembre de 1531.


Descripción de la Imagen
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe quedó impresa en un tosco tejido hecho con fibras de maguey. Se trata del ayate, usado por los indios para acarrear cosas y no de una tilma, que usualmente era de tejido más fino de algodón. La trama del ayate es tan burda y sencilla, que se puede ver claramente a través de ella, y la fibra del maguey es u
n material tan inadecuado que ningún pintor lo hubiera escogido para pintar sobre el.
La imagen de Nuestra Señora de Guadalupe es una maravillosa síntesis cultural, una obra maestra que presentó la nueva fe de manera tal que pudo ser entendida y aceptada inmediatamente por los indios mexicanos. Es imposible de describir aquí la rica y complicada simbología que contiene este cuadro-códice porque cada detalle de color y de forma es portador de un mensaje teológico.
El rostro impreso en el ayate es el de una joven mestiza; una anticipación, pues en aquel momento todavía no habían mestizos de esa edad en México.
María asume así el dolor de miles de niños, los primeros de una nueva raza, rechazados entonces tanto por los indios como por los conquistadores. El cuadro que se conserva en la moderna Basílica del Tepeyac mide aproximadamente 66 x 41 pulgadas y la imagen de la Virgen ocupa unas 56 pulgadas del mismo. La Virgen está de pié y su rostro se inclina delicadamente recordando un poco las tradicionales "Inmaculadas". Esta oportuna inclinación evita que el empate que une las dos piezas del tejido caiga dentro de la
faz de la Virgen. El manto azul salpicado de estrellas es la "Tilma de Turquesa" con que se revestían los grandes señores, e indica la nobleza y la importancia del portador. Los rayos del sol circundan totalmente a la Guadalupana como para indicar que ella es su aurora. Esta joven doncella mexicana está embarazada de pocos meses, así lo indican el lazo negro que ajusta su cintura, el ligero abultamiento debajo de este y la intensidad de los resplandores solares que aumenta a la altura del vientre. Su pie esta apoyado sobre u
na luna negra, (símbolo del mal para los mexicanos) y el ángel que la sostiene con gesto severo, lleva abiertas sus alas de águila.
La Virgen de Guadalupe se presentó ante sus hijos como la Madre del Creador y conservador de todo el universo; que viene a su pueblo porque quiere acogerlos a todos, indios y españoles, con un mismo amor de Madre. Con la prodigiosa impresión en el ayate comenzaba un nuevo mundo, la aurora del sexto sol que esperaban los mexicanos.
La imagen ha sufrido serios atentados y ha salido incólume de ácidos corrosivos y hasta de una bomba de gran tamaño que, en 1921, un desconocido escondió entre flores que malvadamente le ofrecía. Al explotar la bomba, causó gran destrucción. El crucifijo de metal que estaba cerca de la Virgen quedó retorcido y sin embargo la imagen de la Virgen quedó intacta. El cristal del marco de su imagen no se rompió. Ver estudios
Los Papas y la Virgen de Guadalupe
Pío X proclamó a Nuestra Señora de Guadalupe "Patrona de toda la América Latina"; Pío XI, de "todas las Américas"; Pío XII la llamó "Emperatriz de las Américas"; y Juan XXIII, "La misionera celeste del Nuevo Mundo" y "la Madre de las Américas". En esta gran basílica Juan Pablo II beatificó al indio Juan Diego el 6 de mayo de 1990.
En sus cuatro visitas a México, Juan Pablo II ha visitado el Tepeyac y honrado con profundo amor filial a la Virgen de Guadalupe a quien ha encomendado el continente Americano y su nueva evangelización.
La Virgen de Guadalupe, defensora de la vida.
El Papa Juan Pablo II nos enseña que, ante la actual cultura de la muerte, encontramos esperanza en la Virgen de Guadalupe, la gran abogada y defensora de la vida humana. Ella apareció embarazada. Los indios comprendieron que les visitaba la Madre de Dios. Tras la conversión, los indios cesaron de ofrecer sacrificios humanos que hasta entonces eran comunes. Por eso la Iglesia pide hoy día su intercesión para defender la vida contra el genocidio del aborto y otras amenazas contra los inocentes.
En su cuarta visita a México, del 22 al 26 de enero de 1999, Juan Pablo II puso a los pies de la Virgen el documento del sínodo de las Américas que en aquella ocasión entregó a la Iglesia como fundamento para la Nueva Evangelización que solo es posible por la obra del Espíritu Santo. La Virgen es la que propicia la obra divina con su FIAT. Así es corredentora con su Hijo Jesucristo. La cuarta visita del Papa a México coincidió con el 26 aniversario de la legalización del aborto en USA, poniéndose así de relieve la gran batalla mundial por la dignidad de la vida humana.
La Fenómeno de la Tela
Lo primero que llama la atención de los expertos en textiles es que la tela del ayate sobre el que está la imagen de la Virgen es de fibra vegetal de maguey. Por su naturaleza, esta fibra se descompone por putrefacción en veinte años o menos. Así ha sucedido con varias reproducciones de la imagen que se han fabricado con este mismo tejido. Sin embargo el ayate de la imagen ha resistido mas de 470 años en perfecto estado de conservación. Por causas ininteligibles a los expertos, el ayate de la imagen es refractaria a la humedad y al polvo.
La imagen de la Virgen de Guadalupe estuvo 116 años expuesta a las inclemencias del ambiente, sin protección alguna contra el polvo, la humedad, el calor, el humo de las velas y el continuo roce de miles y miles de objetos que fueron tocados a la venerada imagen, además del constante contacto de manos y besos de innumerables peregrinos. Todo esto sin que se haya deshilachado ni desteñido su bella policromía.
El Fenómeno de la Imagen
La pintura que cubre la tela es otro misterio. El sabio alemán Kuhn, premio Nobel en Química, ha estudiado esta pintura, y su respuesta dejó atónitos a los oyentes: "Estos colorantes no son ni minerales, ni vegetales, ni animales". No han podido explicar el origen de los pigmentos que dan color a la imagen, ni la forma en que esta fue pintado.
Se podría pensar que la tela ha resistido tanto porque la habrían encolado y preparado de manera especial como a otras pinturas famosas, para que tuviera gran resistencia. Pero el Señor Callaga, del instituto espacial NASA, de Estados Unidos, la ha estudiado con aparatos de rayos infrarrojos y ha descubierto que la tela no tiene ningún engomado ni preservativos, y que no se puede explicar cómo esa imagen ha resistido cuatro siglos en un lienzo tan ordinario. Con estos rayos infrarrojos se ha descubierto que la imagen no tiene esbozos previos -como se ve en los cuadros de Rubens y Tiziano-, sino que fue plasmada directamente, tal cual se la ve, sin tanteos ni rectificaciones.
La imagen no tiene pinceladas. La técnica empleada es desconocida en la historia de la pintura. Es incomprensible e irrepetible
(Tomado de corazones.org)

miércoles, 8 de diciembre de 2010

SOLEMNIDAD DE LA INMACULADA CONCEPCION DE MARIA

“He aquí la esclava del Señor hágase en mi según tu palabra”
Lc. 1,26-38.

Cada 8 de diciembre, la Iglesia celebra el dogma de fe que nos revela que, por la gracia de Dios, la Virgen María fue preservada del pecado desde el momento de su concepción, es decir desde el instante en que María comenzó la vida humana.
Este día causa mucha confusión, porque cae tan cerca de las navidades. La inmaculada concepción no se refiere a Jesucristo, sino a su Madre, María. Dios le dió a María, en el momento de su concepción, una gracia tan singular que fue preservada de todo pecado desde el momento de su concepción.
Dios le perdonó el pecado original, el pecado que tenemos todos al ser humanos. Nosotros recibimos éste pecado a consecuencia del pecado de Adán, pero a través del bautizo es perdonado. Sin embargo, a María, Dios le concedió la ausencia del pecado original. Dios le dió una gracia santificante.
Sabiendo que María sería la madre de Jesús, entendemos la necesidad de que fuera santa y llena de gracia. El Catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “La gracia santificante es un don habitual, una disposición estable y sobrenatural que perfecciona al alma para hacerla capaz de vivir con Dios, de obrar por su amor” (CIC 2000).
Dios preparó a María para ser la madre de su Hijo. La gracia santificante la hizo pura y santa, para poder llevar este sacrificio a cabo. Veneramos a María porque ella aceptó el cargo de confiar en Dios y obedecerlo.
“La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe. En la fe, María acogió el anuncio y la promesa que le traía el ángel Gabriel, creyendo que ‘nada es imposible para Dios” (Lc 1,37; cf. Gn 18,14) y dando su asentimiento: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra’ (Lc 1,38). Isabel la saludó: “¡Dichosa la que ha creído que se cumplirían las cosas que le fueron dichas de parte del Señor!” (Lc 1,45). Por esta fe todas las generaciones la proclamarán bienaventurada” (CIC 148).
Por esta razón miramos hacia María como ejemplo para nuestras vidas. Nos guía para entender a Jesuscristo—y hacer lo que El nos diga.
Esta fiesta tuvo su origen El 8 de diciembre de 1854, en su bula Ineffabilis Deus, el Papa Pío IX proclamó este dogma:
"...declaramos, proclamamos y definimos que la doctrina que sostiene que la beatísima Virgen María fue preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano, está revelada por Dios y debe ser por tanto firme y constantemente creída por todos los fieles..."
(Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 8 de diciembre de 1854)
María es la "llena de gracia", del griego "kecharitomene" que significa una particular abundancia de gracia, es un estado sobrenatural en el que el alma está unida con el mismo Dios. María como la Mujer esperada en el Protoevangelio (Gn. 3, 15) se mantiene en enemistad con la serpiente porque es llena de gracia.
Las devociones a la Inmaculada Virgen María son numerosas, y entre sus devotos destacan santos como San Francisco de Asís y San Agustín. Además la devoción a la Concepción Inmaculada de María fue llevada a toda la Iglesia de Occidente por el Papa Sixto IV, en 1483.
El camino para la definición dogmática de la Concepción Inmaculada de María fue trazado por el franciscano Duns Scotto. Se dice que al encontrarse frente a una estatua de la Virgen María hizo esta petición: "Dignare me laudare te: Virgo Sacrata" (Oh Virgen sacrosanta dadme las palabras propias para hablar bien de Ti).
Y luego el franciscano hizo estos cuestionamientos:
1. ¿A Dios le convenía que su Madre naciera sin mancha del pecado original? Sí, a Dios le convenía que su Madre naciera sin ninguna mancha. Esto es lo más honroso, para Él.
2. ¿Dios podía hacer que su Madre naciera sin mancha de pecado original?Sí, Dios lo puede todo, y por tanto podía hacer que su Madre naciera sin mancha: Inmaculada.
3. ¿Lo que a Dios le conviene hacer lo hace? ¿O no lo hace? Todos respondieron: Lo que a Dios le conviene hacer, lo que Dios ve que es mejor hacerlo, lo hace.
Entonces Scotto exclamó:
Luego
1. Para Dios era mejor que su Madre fuera Inmaculada: o sea sin mancha del pecado original.
2. Dios podía hacer que su Madre naciera Inmaculada: sin mancha
3. Por lo tanto: Dios hizo que María naciera sin mancha del pecado original. Porque Dios cuando sabe que algo es mejor hacerlo, lo hace.
La Virgen María es Inmaculada gracias a Cristo su hijo, puesto que Él iba a nacer de su seno es que Dios la hizo Inmaculada para que tenga un vientre puro donde encarnarse. Ahí se demuestra cómo Jesús es Salvador en la guarda de Dios con María y la omnipotencia del Padre se revela como la causa de este don. Así, María nunca se inclinó ante las concupiscencias y su grandeza demuestra que como ser humano era libre pero nunca ofendió a Dios y así no perdió la enorme gracia que Él le otorgó.
La Inmaculada Virgen María nos muestra la necesidad de tener un corazón puro para que el Señor Jesús pueda vivir en nuestro interior y de ahí naciese la Salvación. Y consagrarnos a ella nos lleva a que nuestra plegaria sea el medio por el cual se nos revele Jesucristo plenamente y nos lleve al camino por el cual seremos colmados por el Espíritu Santo.
(Tomado de aciprensa y rosaryarmi.com)


viernes, 3 de diciembre de 2010

II DOMINGO DE ADVIENTO

“Conviértanse porque el Reino de los cielos esta cerca!”
(Mt. 3,1-12)


Estamos celebrando el segundo domingo de Adviento, preparando nuestro corazón para celebrar la navidad, y en este domingo el evangelio nos hace una referencia al profeta que grita y predica la conversión y el cambio de vida, el profeta que con fuerza y valentía grita en el desierto preparen el camino al señor preparen sus senderos
El desierto en el que lanzaba su mensaje no era un desierto vacío o totalmente deshabitado, sino que era una parte del país no tan poblada como las demás. La labor de Juan era predicar el arrepentimiento. Su cometido era llamar a las personas a que se arrepintiesen de sus pecados.
El arrepentimiento es un pesar por haber hecho algo determinado.
La palabra griega que se usa para "arrepentirse" significa en español "cambiar de mentalidad". Juan les decía entonces: "cambien de mentalidad..." Juan sabia que el cambio de mentalidad provoca el cambio de conducta.
Muchos cristianos es que llamados por las exigencias del Evangelio, se sienten llamados a cambiar determinados aspectos de su comportamiento.
La vida cristiana es una invitación al cambio de interiores. Si cambias en tu interior todo lo que salga de ti será bueno. No es cambiar las cosas que hago anhelando en mi interior lo que realmente quiero. Es dejarse transformar desde dentro por el amor de Dios para que lo que sale de dentro sea más bueno y mejor, en otras palabras es convertirse cada día mas en una mejor persona, un mejor ciudadano.
Juan predicaba el arrepentimiento haciéndoles ver que "el reino de los cielos está cerca". Dios da a conocer el inicio de este reino por medio de Juan y su voz, es la voz que clama en el desierto, porque sus palabras resuenan en los corazones vacios y solitarios. Nunca había entendido lo que en realidad es el desierto hasta que este año tuve la oportunidad de esta en Israel y caminar sobre este desierto en Judá, el silencio aprisiona y la soledad enloquece, el desierto simboliza los corazones ásperos y moribundos. Es la voz de tu conciencia que grita en el desierto, de tu insensatez y doblez de vida.
Para que Cristo entre en la vida de una persona hacen faltas dos elementos esenciales. El primero es el arrepentimiento, el segundo es la humildad. La combinación de ambos sentimientos hacen que la persona pueda captar la distancia que hay de su corazón al de Cristo.
El profeta que predica, a experimentado esta conversión, por eso el evangelio nos expone que tipo de vida llevaba Juan vivía en " ayuno", lo que comía era muy poco y sus vestido ásperos, y de poca calidad, llevaba un estilo de vida hasta cierto punto inentendible. Nosotros, en cambio, nos preocupamos demasiado por el vestido y la comida, por la salud y por el futuro, por el pasado y por lo que intuimos que puede ocurrir.
Nos pasamos media vida temiendo lo que nos puede suceder y la otra media anhelando lo que nos gustaría vivir. Al final muchas personas se pasan la vida sin vivir...
Por aquella época tenían el convencimiento general que el reino de Dios estaba para aparecer. Por eso había personas que pensaban que Juan era el Cristo.
El bautismo de Juan era el rito o ceremonia mediante el cual admitía a los demás como discípulos. A través de este bautismo de agua les obligaba a emprender una vida santa.
El Bautista denuncia a los fariseos y saduceos que acudían a su bautismo, les llama "¡Raza de víboras!" Cristo les dio el mismo título. Juan es capaz de mostrar a los pecadores su verdadero estado, su pobre situación, y esto siempre molesta especialmente a quienes no se arrepienten y a quienes no son humildes.
Les llama a "demostrar con sus actos que están convertidos a Dios". Es decir, que muestren un sincero arrepentimiento. El arrepentimiento y la fe anidan y se aceptan en lo profundo del corazón humano, allí ha de estar la raíz. Pero no podemos dar buenos frutos si la raíz es mala. Fe ya arrepentimiento no tienen que ser solamente actos en nuestra vida sino más bien actitudes permanentes cada día de nuestra existencia.
Juan se considera indigno ante Cristo. Él sabe bien que su fuerza está en Cristo no en sí mismo. Todos los cristianos tenemos que preguntarnos con frecuencia si en esto también nos parecemos a Juan o si más bien vamos buscando galanterías, aunque estas sean espirituales, por parte de los demás.
Los verdaderos seguidores de Jesús están mezclados con los falsos discípulos. Es la mezcla del trigo y la paja.
Que el evangelio de este domingo nos haga reflexionar y hacer mejores seres humanos, hombres y mujeres que aprendamos a vivir en la gracia de Dios y que nuestras raíces se vuelvan cristocentricas y demos así frutos de vida y de gracia a todos los que entran en contacto con nosotros.
Amen

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Peregrinación a Tierra Santa I

“Diez días de gracia y bendición en la tierra de Nuestro Señor”

Misa en la Iglesia donde Pedro convirtio a la fe al Centurion Cornelio

Con gran entusiasmo y emoción partimos el domingo 07 de noviembre después de celebrar la santa misa Dominical un grupo de veintisiete hermanos y amigos de la parroquia San Antonio de Padua, San Felipe, Lourdes y otras parroquias mas, íbamos con los corazones cargados de esperanza e ilusión por conocer las tierras donde Dios hizo hombre a su hijo, y por donde camino y obro todos los milagros que conocemos a través de los Sagrados Evangelios, los rostros de todos ocultaban la duda y el desconcierto por el viaje, que eran solamente casi doce horas en el avión; la gran pregunta de muchos – que nunca había viajado tanto tiempo en una nave de estas – era que haremos durante todo este tiempo, la respuesta no se dejo esperar, muchos solo se sentaron y comenzó la historia- dormir profundamente y no pararon hasta llegar a Tel Aviv, otros como buenos cristianos rezamos el rosario o leímos un poco, aunque no descarto que, nos dormimos un rato para despejar el estrés del vuelo, que por momentos se torno un tanto desesperante.
Eran casi las cuatro de la tarde cuando aterrizamos en el aeropuerto de Tel Aviv, el mar y el desierto eran mudos testigos de la llegada de nuestro avión, cargado de peregrinos que con ilusión visitábamos en su mayoría por primera vez la tierra que recibió a Jesús el hijo de Dios hace más de dos mil años.

Despues de renovar las promesas bautismales en el afluente donde nace el Rio Jordan


Fue impresionante para mí ver en los rostros de todos, el deseo de vivir una experiencia de fe, y sobre todo de renovarse espiritualmente en este recorrido que estábamos a punto de iniciar.
En lo particular ha sido la gran experiencia de mi vida estar allá y sentir el espíritu de Dios cuando se camina por cada uno de esos lugares sagrados, que tristemente hasta el día de hoy están habitados en su mayoría por musulmanes y judíos, que no les interesa saber nada a cerca de Nuestro Señor Jesucristo, mas sin embargo ese pequeño traspiés no impide que tantos peregrinos vayamos con gran alegría, entusiasmo y sobre todo con mucha fe, a vivir con pasión estos momentos.
Tierra Santa, es una “urbe” donde todas las naciones se reúnen con un solo objetivo, experimentar y vivir el acontecimiento más grande vivido en la historia, la encarnación de nuestro Señor, ahora puedo entender cada uno de los pasajes del nuevo testamento, cuando habla de la pluralidad cultural que se vivía en aquel entonces, especialmente en el día de pentecostés, donde afirma que había, Partos, Medos y Elamitas… Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes” (Hech.2,11-12).


En la entrada de la Iglesia en el Monte Tabor lugar de la Transfiguracion de nuestro Señor Jesucristo

Estando en Israel, ciertamente doy fe que ese pentecostés aun no a terminado y sigue siendo vivo y manifestándose de forma palpable y continua, digo esto porque, es impresionante ver tantas gentes de tantas y variadas nacionalidades, hablando en sus propias lenguas y en sus propios dialectos, pero con un solo objetivo en común, recorrer los pasos de Jesús, nuestro Salvador.
Cada día celebrábamos la Santa Misa, y cuando llegábamos al lugar donde se celebraría, el encargado siempre preguntaba, en que lengua quiere celebrar la Santa Misa, y en más de una ocasión pregunte, entre que lenguas puedo escoger y recuerdo que la religiosa – de origen polaco – me dijo: tenemos disponible para dieciséis lenguas distintas, me quede impresionado, dieciséis lenguas, y me dijo si, porque el evangelio está escrito en todas las lenguas existentes en el mundo, y aquí es el centro de donde todo inicio.
Recuerdo que cuando llegamos a Galilea, a Cafarnaúm para ser exactos, me vino a la mente una expresión, “Estoy en el lugar donde todo inicio” y ciertamente era así, mis pies estaba parados en el lugar donde Dios inicio toda nuestra historia de Salvación, en el lugar donde Dios hizo hombre a su hijo, el lugar donde ocurrieron los milagros que mostraron la gloria del hijo de Dios.
Termino este primer artículo del viaje, afirmando que Dios verdaderamente estuvo grande con nosotros en este viaje, y sentimos su presencia al caminar con nosotros en estos diez días que estuvimos allá en Israel, la tierra bendecida, la tierra que mana leche y miel.

domingo, 21 de noviembre de 2010

SOLEMNIDAD DE JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

“Hoy mismo estarás con migo en el paraíso”
Lc. 23,35-43
Rev. Alexander Díaz


Celebramos hoy en toda la iglesia universal, la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo, con esta Solemnidad terminamos el año litúrgico, e iniciamos uno Nuevo, el próximo domingo será el primer domingo de adviento.

En nuestro breve relato de hoy se condensa de manera especial toda la realidad de los seres humanos. Del desprecio a la súplica, de la burla al insulto, de la justicia a la misericordia. Todo encuentra cabida en las líneas de este último Evangelio del año litúrgico.

En el evangelio de hoy hay momento de desafío a Jesús: "Salvó a otros; ¡que se salve a sí mismo ahora, si de veras es el Mesías de Dios y su escogido!" Llegado el momento del dolor y de la muerte, la gente y las autoridades piden la última prueba: que se salve a sí mismo.
Muchas veces también nosotros ponemos a Dios en este reto. ¿No hemos seguido a Dios? ¿No hemos creído en Él? ¿Por qué tarda tanto en solucionarnos los problemas...? Ante la prueba en nuestras vidas Dios parece que muchas veces calla y no actúa. En algunas ocasiones somos como aquella gente y aquellas autoridades.

La enseñanza de Dios es que tenemos que pasar por las pruebas para ahondar en la confianza en Él. Creer en el Dios que no se quiere salvar del suplicio de la cruz es por lo menos una provocación a nuestra razón y a nuestra comodidad. Tardamos en comprender que la salvación no es librarse del suplicio. La salvación es unirnos a Él incluso en la tortura y la muerte.
Los soldados no solo se burlan de él sino que también le retan. La cuestión es la misma que la anterior: "¡Si eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo." Si los primeros buscaban la respuesta a la mesianidad de Cristo, éstos buscan la respuesta desde su realeza.

Un rey es poderoso, tiene ejércitos que no le abandonan en los momentos más duros. ¿Qué rey puede dejarse matar? ¿Acaso no es el rey quien dicta sentencias de muerte? ¿No es el rey quien condenaba? Ni en la cabeza ni el corazón de aquellos soldados entraba tal extraña realeza.

Cuando pronunciamos el "Venga a nosotros tu reino..." quizá no calibramos el alcance de lo que decimos. La realeza de Jesús es la de la misericordia y de la compasión. Buscamos en cambio la eficacia más que la contemplación de su reino.

Uno de los ladrones que estaba con él junto a la cruz, que estaba colgado a su lado, hace una última acusación incluso en el momento de la agonía afirmando: "¡Si eres el Mesías, sálvate a ti mismo y sálvanos a nosotros!"

Tres afirmaciones con trasfondos bien distintos:
- La gente y las autoridades cuestionan a Jesús sobre su divinidad.
- Los soldados le cuestionan sobre su poder.
- Los bandidos lo hacen desde un punto de vista mucho más práctico: la salvación no individual sino también la de ellos.
Tres actitudes que se dan con mucha frecuencia en nuestros ambientes:
¿Si Dios existe por qué hay tanto mal en el mundo?
¿Si Dios tiene poder por qué permite las guerras, las miserias, el hambre...?
¿Si Dios me quiere por qué no me saca de este apuro en el que estoy?

La respuesta la da un cuarto personaje que está en el mismo suplicio que Jesús. Es el que llamamos "el buen ladrón". Este hombre recuerda a su compañero que Jesús no ha hecho nada malo y lanza una súplica al Maestro: "Jesús, acuérdate de mí cuando comiences a reinar."
Es la única frase llena de ternura que escuchamos en el Evangelio de hoy. Sólo Jesús supera con compasión la petición angustiada de aquel hombre.

La actitud de los dos malhechores refleja la postura de la humanidad entera ante la prueba y la muerte: La de uno es la rebeldía ante Dios; la del otro es la petición serena y confiada en el Señor. Todos los seres humanos somos uno u otro. ¿Cuál eres tú?

Termina el Evangelio con una promesa: "Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso."
Dice el Génesis que el primer ser humano perdió el paraíso por el pecado. Hoy un pecador entra de nuevo en el paraíso. Se cierra así el ciclo de dolor y de muerte que el ser humano había inaugurado. Empieza el reinado de Cristo con la obediencia y la comprensión de aquel malhechor compañero de suplicio de Jesús. Todo comenzó cuando le reconoció como rey.

Pedimos al Señor que venga a nosotros su reino pero muchas veces queremos estar en nuestras pequeñas repúblicas, en las repúblicas de mi "yo". Necesitamos descubrir la realeza de Jesús en nuestras vidas no como un nuevo desafío que le hacen aquellos que están a los pies de la cruz, sino como aquél buen ladrón que quiere que su vida sea recordada por Él en el reino de la eternidad.

Nunca he ocultado mis simpatías por ese buen pecador. Su vida probablemente no fue ejemplar, su muerte sí. En él quiero fijarme para con su misma actitud decirle una y otra vez al buen Jesús: "Señor, no te olvides de mí ahora que estás en tu reino..." qué bueno sería que a la hora de nuestra muerte, tuviéramos la bendición que tuvo este hombre, de morir junto al rey de reyes, y poder tener la libertad de repetir esas palabras…

Siempre he pensado que la humanidad tendrá la solución a todos sus problemas cuando realmente acepte a Jesús como rey y se someta a su amor y misericordia, mientras no lo hagamos, nunca encontraremos las respuestas a tantas interrogantes que no nos dejan vivir en paz… Amen

viernes, 5 de noviembre de 2010

DOMINGO XXXII DEL TIEMPO ORDINARIO

"¡Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para Él todos están vivos!"
Lc. 20,27-38

En nuestros países en Latinoamérica el segundo día de este mes celebramos el día de los difuntos y me viene a la mente esta fiesta que con tanta algarabía celebramos. Pero el Evangelio de hoy nos declara muy tajantemente que "Dios es un Dios no de muertos, sino de vivos..."

Jesús nos dijo: "Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia..." Es tal la grandeza de la Vida que el Señor nos trae que nos sirve para esta vida y para la otra. Sí; para la otra...

Resulta que muchas personas que dicen tener mucha fe, creer en Dios, y todas las demás cosas propias de los cristianos, dicen tener miedo a la muerte y, si le recuerdas la otra vida, te dirá que eso nadie lo sabe, que nadie ha vuelto...
Se acercan a Jesús un grupo de saduceos que negaban la resurrección de los muertos. Se acercan con una pregunta con doble intención. Ya saben ustedes que las personas que están predispuestas a negar las verdades religiosas, en muchas ocasiones, tratan de ridiculizarlas. Así hicieron nuestros amigos saduceos.

Citan a Jesús la "Ley del levirato" (Dt 25, 5-10) y le ponen un ejemplo práctico para la aplicación de esta ley. Siete veces quedó viuda una mujer.
En la otra vida ¿Quién será su verdadero esposo... ¿el primero? ¿el quinto...? El Maestro les contesta que la condición de los hijos de Dios en el cielo, después de la resurrección, será muy diferente de la condición que tenemos en este mundo.

Un dia en uno de las visitas a los salones de clase me puse a hablar con un niño de siete años surgió el tema de la muerte. El muchachito conocía la palabra y más o menos hablaba con soltura de tal asunto. Me dio entonces por preguntarle:
- ¿Tú sabes qué es la muerte?
Y me contestó que no. Que le había preguntado a su hermano mayor —sólo unos pocos años más que él— pero le dijo que no se lo iba a decir porque iba a tener pesadillas por las noches...
Algo parecido pasa con muchas personas mayores de siete años... La muerte la conocen porque la ven en otros, pero sigue siendo una pregunta sin respuesta... quizá por miedo a tener pesadillas por la noche...

Hay muchas personas que esperan en la otra vida como desesperación en esta que ahora viven. Anhelan la otra porque la de aquí no les satisface. Se olvidan que ya el cielo (el estar con Dios) ya comienza aquí, ahora. Sólo tenemos que esperar después de la muerte que sea eterno. No hay que ambicionar la vida eterna cuando la vida caduca se vive lejos de Dios...
En la vida eterna ya no se morirá por eso no hace falta la reproducción. Donde no hay muerte, no se necesita sucesión. Allí los seres humanos serán "como ángeles". No dice que serán ángeles, pues el cuerpo resucitado y glorioso no dejará de ser cuerpo, mientras que los ángeles son espíritus incorpóreos.

Tendremos un "cuerpo espiritual". No significa que el cuerpo se convierta en espíritu, sino que será totalmente gobernado y movido por el Espíritu. Los cristianos tenemos un convencimiento profundo: Existe otra vida después de ésta. Pero sería absurdo explicar aquella realidad con los elementos de nuestra vida presente. Tenemos que entrar en la terminología de Dios para ver y entender estas realidades espirituales.

Es una pena que nuestras Iglesias se llenen para los funerales, muchas veces como compromiso social y otras para agarrarse a algo. Nuestros templos, en cambio, se quedan medio vacíos cuando celebramos la Resurrección. No es fácil hablar de estos temas cuando no se tiene en el corazón la seguridad de la presencia de quien nos espera más allá de la frontera del dolor de la separación.

Toda la existencia de Jesús estuvo llena de Vida. Su nacimiento y milagros, sus Palabras y acciones, sus intenciones y deseos, todo respiraba vida. Hoy nuestra fe en Él tiene que revitalizarse y eso lo podemos y tenemos que hacer desde el Espíritu que da Vida y Vida abundante.

Tenemos necesidad de encontrarnos con Cristo en el camino de esta vida para que cuando estemos en su presencia en la otra no nos resulte un desconocido. El infierno comienza cuando en esta vida estamos ante la presencia de Dios y no le reconocemos por nuestra humana mediocridad. Sólo la fuerza de la fe, el impacto de la Palabra y el fruto de las obras del Espíritu serán capaces de irnos revelando quién está detrás de todos los misterios.
Nuestro "yo" profundo que llamamos "alma", ya desde el momento de la muerte, va a reunirse con Cristo en una vida glorificada y feliz. Tal es nuestra condición de peregrinos en la Tierra. Los frutos del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, afabilidad, bondad... nos irán mostrando el camino para ese encuentro gozoso con el Señor. Los sacramentos serán auxiliares imprescindibles en el caminar junto a Jesús.

Mientras tanto, siguen resonando en mi interior las palabras que Jesús dirigió a un colega mío: "Hoy estarás conmigo en el Paraíso". Toda mi vida he intentado mantener ese "Hoy" en la presencia de Jesús. Cuando llegue ese encuentro definitivo no quiero que Dios me encuentre en el ayer de mi vida. Sólo hoy, en este día que estoy viviendo, sé que puedo ser feliz con mi Señor. La eternidad me espera y yo la espero en el Señor.