miércoles, 1 de diciembre de 2010

Peregrinación a Tierra Santa I

“Diez días de gracia y bendición en la tierra de Nuestro Señor”

Misa en la Iglesia donde Pedro convirtio a la fe al Centurion Cornelio

Con gran entusiasmo y emoción partimos el domingo 07 de noviembre después de celebrar la santa misa Dominical un grupo de veintisiete hermanos y amigos de la parroquia San Antonio de Padua, San Felipe, Lourdes y otras parroquias mas, íbamos con los corazones cargados de esperanza e ilusión por conocer las tierras donde Dios hizo hombre a su hijo, y por donde camino y obro todos los milagros que conocemos a través de los Sagrados Evangelios, los rostros de todos ocultaban la duda y el desconcierto por el viaje, que eran solamente casi doce horas en el avión; la gran pregunta de muchos – que nunca había viajado tanto tiempo en una nave de estas – era que haremos durante todo este tiempo, la respuesta no se dejo esperar, muchos solo se sentaron y comenzó la historia- dormir profundamente y no pararon hasta llegar a Tel Aviv, otros como buenos cristianos rezamos el rosario o leímos un poco, aunque no descarto que, nos dormimos un rato para despejar el estrés del vuelo, que por momentos se torno un tanto desesperante.
Eran casi las cuatro de la tarde cuando aterrizamos en el aeropuerto de Tel Aviv, el mar y el desierto eran mudos testigos de la llegada de nuestro avión, cargado de peregrinos que con ilusión visitábamos en su mayoría por primera vez la tierra que recibió a Jesús el hijo de Dios hace más de dos mil años.

Despues de renovar las promesas bautismales en el afluente donde nace el Rio Jordan


Fue impresionante para mí ver en los rostros de todos, el deseo de vivir una experiencia de fe, y sobre todo de renovarse espiritualmente en este recorrido que estábamos a punto de iniciar.
En lo particular ha sido la gran experiencia de mi vida estar allá y sentir el espíritu de Dios cuando se camina por cada uno de esos lugares sagrados, que tristemente hasta el día de hoy están habitados en su mayoría por musulmanes y judíos, que no les interesa saber nada a cerca de Nuestro Señor Jesucristo, mas sin embargo ese pequeño traspiés no impide que tantos peregrinos vayamos con gran alegría, entusiasmo y sobre todo con mucha fe, a vivir con pasión estos momentos.
Tierra Santa, es una “urbe” donde todas las naciones se reúnen con un solo objetivo, experimentar y vivir el acontecimiento más grande vivido en la historia, la encarnación de nuestro Señor, ahora puedo entender cada uno de los pasajes del nuevo testamento, cuando habla de la pluralidad cultural que se vivía en aquel entonces, especialmente en el día de pentecostés, donde afirma que había, Partos, Medos y Elamitas… Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes” (Hech.2,11-12).


En la entrada de la Iglesia en el Monte Tabor lugar de la Transfiguracion de nuestro Señor Jesucristo

Estando en Israel, ciertamente doy fe que ese pentecostés aun no a terminado y sigue siendo vivo y manifestándose de forma palpable y continua, digo esto porque, es impresionante ver tantas gentes de tantas y variadas nacionalidades, hablando en sus propias lenguas y en sus propios dialectos, pero con un solo objetivo en común, recorrer los pasos de Jesús, nuestro Salvador.
Cada día celebrábamos la Santa Misa, y cuando llegábamos al lugar donde se celebraría, el encargado siempre preguntaba, en que lengua quiere celebrar la Santa Misa, y en más de una ocasión pregunte, entre que lenguas puedo escoger y recuerdo que la religiosa – de origen polaco – me dijo: tenemos disponible para dieciséis lenguas distintas, me quede impresionado, dieciséis lenguas, y me dijo si, porque el evangelio está escrito en todas las lenguas existentes en el mundo, y aquí es el centro de donde todo inicio.
Recuerdo que cuando llegamos a Galilea, a Cafarnaúm para ser exactos, me vino a la mente una expresión, “Estoy en el lugar donde todo inicio” y ciertamente era así, mis pies estaba parados en el lugar donde Dios inicio toda nuestra historia de Salvación, en el lugar donde Dios hizo hombre a su hijo, el lugar donde ocurrieron los milagros que mostraron la gloria del hijo de Dios.
Termino este primer artículo del viaje, afirmando que Dios verdaderamente estuvo grande con nosotros en este viaje, y sentimos su presencia al caminar con nosotros en estos diez días que estuvimos allá en Israel, la tierra bendecida, la tierra que mana leche y miel.

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