sábado, 27 de marzo de 2010

DOMINGO DE RAMOS EN LA PASION DEL SEÑOR

"Un Rey coronado de espinas y golpeado por el peso de la humanidad"
Estamos ya entrando a la Semana Santa. En efecto, este Domingo de Ramos se da inicio formal a la Semana de la Pasión de Jesús. Su persecución y condenación a muerte ya se había estado planeando desde antes
La entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, que precisamente hoy recordamos, fue un impresionante recibimiento, pues la población lo aclamó como el Mesías, el esperado por tanto tiempo por el pueblo de Israel. Esta aclamación de Jesús por la mayoría del pueblo fue ciertamente provocada por el apoteósico milagro realizado pocos días antes: el haber vuelto a la vida a un muerto ya sepultado y en franco proceso de deterioro.
Hoy, Domingo de Ramos, además de recibir las palmas benditas, la Liturgia nos introduce en los detalles de la Pasión de Cristo.
La Pasión de Cristo no ha perdido ni perderá nunca actualidad. Cada uno de los personajes que aparecen en ella se hacen las mismas preguntas de las personas de todos los tiempos. ¿Qué significado tiene dar la vida por los demás? ¿Por qué existe el dolor y el sufrimiento? ¿Qué sentido tiene el sufrir?

¿Qué respuesta nos da la Pasión de Jesús?
Cada ser humano tiene en su vida sus cruces y su cruz. Las cruces normalmente las ponen los demás: el carácter y los traumas del otro; la mala relación con alguien determinado; el día a día lleno de sufrimiento por las incompresiones de los demás; la dificultad en las relaciones humanas...

La cruz, en cambio, siempre es nuestra, está en nuestro interior; casi les diría que vinimos con ella, es nuestra "cruz original". Nuestra cruz es lo que no podemos cambiar fácilmente y que tanto nos entristece y nos duele. En uno será el carácter, en otros el profundo sentimiento de soledad, en muchos la pérdida de la paz interior...

Jesús vino para darnos respuestas a las cruces y a la cruz. Para ello supo unir en sí mismo las cruces de los demás y su propia cruz. No era nada cómodo morir de esa manera cuando la vida te podía ofrecer otros horizontes. ¿Te has preguntado alguna vez por qué Jesús no murió plácidamente en una cama? ¿Qué misterio se encierra en la cruz?

Para superar las cruces, Jesús nos deja el perdón a los demás. Él perdona a todos desde lo alto de la cruz y fue un perdón dirigido a la humanidad entera. No fue solamente a aquellos que le proferían dolor e insultos sino a todos los que me infligen sufrimientos hoy, en este día.
En la misma cruz perdona también al buen ladrón que se arrepiente. Ambas escenas son de la misma obra de la humanidad: el perdón al que peca para que su pecado no vaya a más y no haga y se haga más daño y el perdón al que se arrepiente. Arrepentirse significa reconocer que Dios es más que yo y que viendo mi error le dejo que entre a mi vida para que la transforme.

¿Qué actitud tomó Jesús ante este terrible sufrimiento?
Nos dice el evangelio de hoy que: "En medio de un gran sufrimiento, Jesús oraba aún más intensamente, y el sudor le caía al suelo como grandes gotas de sangre." Sabía lección la que nos deja el Maestro: La oración ejerciendo su valor terapéutico y didáctico donde el dolor es sólo el alumno que tiene que aprender lo que dice un corazón que habla con Dios. El dolor con la oración adquiere una nueva perspectiva. Cuando una persona es capaz de poner el dolor ante Dios, es el propio Dios quien lo transforma en resurrección.

Cuando tengas un dolor, sea moral, sea físico, entra en pleno contacto con Dios y ya verás como no preguntarás el por qué, ni verás el sufrimiento como un fracaso. Descubrirás que ya no es el sufrimiento quien te domina sino es Jesús quien ha tomado las riendas de ese caballo desbocado que se llama dolor.

Jesús murió por mí para que yo entendiera quién soy yo y quién es Él. Supo salvarme sin aniquilarme sino dándome vida. No destruyó mi pasado de pecado sino que lo transformó en presente resucitado.

Hay muchas personas que tienen pendiente la difícil asignatura del dolor y el sufrimiento. Los cristianos no somos partidarios de la eutanasia pero tampoco somos masoquistas. Nuestra actitud va a la frase de Jesús: "Padre, si quieres, líbrame de esta copa de amargura; pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.".

Aceptar la voluntad que Dios tiene sobre mí es encontrar un significado al dolor diario. Puede ser que tú que lees esto hoy estés en la cruz en sus diferentes formas. Yo también lo he estado varias veces. Mi palabra quiere ahora en este comienzo de la semana santa ser para ti.

Deja que tu vida mire a la cruz de Cristo. Pide al Señor en la oración no comprender el sufrimiento sino entender su cruz. Vive intensamente cada momento de esta gran aventura de la Pasión para que encuentres en tu vida no meras explicaciones sino el profundo significado espiritual que tiene.

Tenemos que ir a la cruz de Cristo no para entender sino para contemplar. El sufrimiento es un misterio que sólo desde la voluntad y la cercanía de Dios tiene sentido. Te deseo que esta semana santa sea en tu vida la primera semana de cambio en dirección hacia Jesús resucitado.

Les quiero mucho

Padre Alex

SIGNIFICADO DE LA SEMANA SANTA

Ha terminado la cuaresma, el tiempo de conversión interior y de penitencia, ha llegado el momento de conmemorar la pasión, muerte y resurrección de Cristo. Después de la entrada triunfal en Jerusalén, ahora nos toca asistir a la institución de la Eucaristía, orar junto al Señor en el Huerto de los Olivos y acompañarle por el doloroso camino que termina en la Cruz.

Durante la semana santa, las narraciones de la pasión renuevan los acontecimientos de aquellos días; los hechos dolorosos podrían mover nuestros sentimientos y hacernos olvidar que lo más importante es buscar aumentar nuestra fe y devoción en el Hijo de Dios.

La Liturgia dedica especial atención a esta semana, a la que también se le ha denominado “Semana Mayor” o “Semana Grande”, por la importancia que tiene para los cristianos el celebrar el misterio de la Redención de Cristo, quien por su infinita misericordia y amor al hombre, decide libremente tomar nuestro lugar y recibir el castigo merecido por nuestros pecados.

Para esta celebración, la Iglesia invita a todos los fieles al recogimiento interior, haciendo un alto en las labores cotidianas para contemplar detenidamente el misterio pascual, no con una actitud pasiva, sino con el corazón dispuesto a volver a Dios, con el ánimo de lograr un verdadero dolor de nuestros pecados y un sincero propósito de enmienda para corresponder a todas las gracias obtenidas por Jesucristo.

Para los cristianos la semana santa no es el recuerdo de un hecho histórico cualquiera, es la contemplación del amor de Dios que permite el sacrificio de su Hijo, el dolor de ver a Jesús crucificado, la esperanza de ver a Cristo que vuelve a la vida y el júbilo de su Resurrección.

En los inicios de la cristiandad ya se acostumbraba la visita de los santos lugares. Ante la imposibilidad que tiene la mayoría de los fieles para hacer esta peregrinación, cobra mayor importancia la participación en la liturgia para aumentar la esperanza de salvación en Cristo resucitado.

La Resurrección del Señor nos abre las puertas a la vida eterna, su triunfo sobre la muerte es la victoria definitiva sobre el pecados. Este hecho hace del domingo de Resurrección la celebración más importante de todo el año litúrgico.

Aún con la asistencia a las celebraciones podemos quedarnos en lo anecdótico, sin nada que nos motive a ser más congruentes con nuestra fe. Esta unidad de vida requiere la imitación del maestro, buscar parecernos más a Él.

Para nosotros no existen cosas extraordinarias, calumnias, disgustos, problemas familiares, dificultades económicas y todos los contratiempos que se nos presentan, servirán para identificarnos con el sufrimiento del Señor en la pasión, sin olvidar el perdón, la paciencia, la comprensión y la generosidad para con nuestros semejantes.

La muerte de Cristo nos invita a morir también, no físicamente, sino a luchar por alejar de nuestra alma la sensualidad, el egoísmo, la soberbia, la avaricia... la muerte del pecado para estar debidamente dispuestos a la vida de la gracia.

Resucitar en Cristo es volver de las tinieblas del pecado para vivir en la gracia divina. Ahí está el sacramento de la penitencia, el camino para revivir y reconciliarnos con Dios. Es la dignidad de hijos de Dios que Cristo alcanzó con la Resurrección.

Así, mediante la contemplación del misterio pascual y el concretar propósitos para vivir como verdaderos cristianos, la pasión, muerte y resurrección adquieren un sentido nuevo, profundo y trascendente, que nos llevará en un futuro a gozar de la presencia de Cristo resucitado por toda la eternidad.

miércoles, 24 de marzo de 2010

HOY SE CUMPLEN XXX AÑOS DE TU MUERTE

Monseñor Romero
Amar y defender a los pobres fue su sentencia a Muerte
Por. Rev. Alexander Diaz


Este año se cumplen 30 años del fatídico asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero, cuarto arzobispo metropolitano de San Salvador (1977-1980) en la década de los 80's, Monseñor Romero como se le conoce a nivel mundial, fue un singular y sencillo sacerdote salvadoreño, hombre lleno de Dios que entendió desde sus primeros años de vida sacerdotal su llamado y sus obligaciones como pastor de almas. Su formación sacerdotal la realizo junto a la tumba de Pedro y Pablo en Roma, donde también fue ordenado sacerdote, el 4 de abril de 1942, a la edad de 24 años. En Roma fue alumno de monseñor Giovanni Batista Montini, quien en el futuro fue el papa Pablo VI, de la calidad de esta madera forjo Dios un pastor, a quien llamo a ser obispo, don, privilegio y sacrificio que pide a unos pocos, ese fue el. Todos le llamaban "Monseñor".

De un título, el pueblo hizo su nombre. Quien oía decir "Monseñor", sabía que era él y no otro. Era él. Un hombrecito moreno, de ojos negros; inquisidores, aunque tímidos. Ojos que se clavaban en los ojos de los hombres en quienes èl encontraba sinceridad, pero equívocos cuando se cruzaban con miradas hipócritas.
Tenía los labios inquietos de la verdad. Labios que se abrían para animar al desalentado, al triste, al oprimido y desechado por los grandes, y labios que se abrían para reprender al descarriado, consolar al desesperado. Labios de un sacerdote bañados diariamente con la sangre de Cristo, de quien vivió y murió enamorado, sembradores de la palabra de Dios. Era de mediana estatura, inclinaba el hombro derecho cuando ofrecía su mano a otro. E inclinaba el hombro no por complejo de inferioridad, sino como consecuencia de la infección que tuvo en él tras el accidente que sufrió de joven.
Era el hombrecito de la sotana de la sotana negra y de sotana blanca. Ese hombrecito que acariciaba frecuentemente la cruz que llevaba en su pecho, como para dar a entender que lo importante era la cruz y que su personalidad pasaba a segundo plano. Ese hombrecito bueno de manos generosas. Ese hombrecito del dedo que apunta con su gesto la fuerza de la palabra que pronunciaba su boca, ese era Monseñor al que muchos odiaron y aun siguen odiando desgraciadamente, al que hasta el día de hoy le tienen un tanto de recelo porque en su miedo y recelo esconden su temor a ser denunciados por la corrupción en que viven.

Vivió una vida sencilla y simple como la del maestro, nunca utilizo su “palacio episcopal” como se le llamaba antes, ni se dejo seducir por la vanidad de su cargo “Arzobispo” titulo que pesa y que sin ser descortés puede llevar a olvidar a muchos lo que en realidad significa serlo. Vivió entre los pequeños como Jesús, comió, jugo, bromeo, se dejo querer por ellos, les abrió su corazón y lo sintieron que era de ellos, una característica especial de Monseñor es que nunca se le ve solo, o con gente selecta, se le ve acompañado de los pequeños como se le veía a al mismo Maestro por las calles de Galilea, afanado por curar a los enfermos y alegrar y transformar los corazones desgarrados, solo que su Galilea serán los barrios y colonias marginales de la Capital, los pueblos y cantones más olvidados, donde no hay ninguna comodidad, donde los niños corren descalzos chorreados y sin ropa, donde el campesino se siente sin dignidad y oprimido por el peso de la situación social de aquel entonces, ahí es donde aquel Arzobispo hace su apostolado, ahí es donde pastorea y enseña como pastor, ahí es donde comete el pecado más grande para los poderosos.

“Amar y defender a los pobres y marginados, enseñándoles a pensar y a defender sus derechos” y por esa razón se le juzgo y se le condeno a Muerte, simple y sencillamente por defender los derechos de los pobres, los indefensos y marginados; y por estar con ellos se dio el título de “cura guerrillero” se le acuso de predicar e impulsar la teología de la Liberación, de mesclar la fe con la política, lo cierto es que este característico hombre de Dios lo único que hizo fue simple y sencillamente poner en práctica el mensaje de evangelio en su arquidiócesis, llevarlo a la practica aplicándolo a la realidad que se vivía en ese momento en El Salvador, un país convulsionado por la guerra civil, producto de una injusticia y una aterradora violación a los derechos de los más pobres y desprotegidos de ese entonces. Después de treinta años de todo esto aun hay muchos que siguen viendo la acción del arzobispo con una visión negativa y hasta cierto punto despectiva. Como resuena en mis oídos la frase de Jesús, por mi causa serán condenados y enjuiciados y hasta acecinados, frases que se cumplen en la vida de este, mártir de El Salvador…

Gracias Monseñor por ser el pastor según el corazón de Cristo, cuanta falta nos hace hoy hombres como tú, que tengan el valor de ser y vivir según el corazón de Cristo.

viernes, 19 de marzo de 2010

QUINTO DOMINGO DE CUARESMA

Donde estan los que te acusan?

Las personas tenemos una predilección especial por la justicia; pero no siempre la justicia que creamos los hombres se ajusta a los designios de Dios. En nombre de la justicia hemos cometido a lo largo de la Historia toda clase atropellos e injusticias. Nosotros los católicos venimos de una Iglesia que fue injustamente perseguida y que a su vez injustamente persiguió a otros. ¿Cómo romper la espiral de la justicia que se vuelve injusta? ¿Cómo tener la certeza de no equivocarnos cuando queremos impartir justicia? Veamos cómo logró Jesús equilibrar la justicia con la misericordia.
La escena sucede en el templo. Nosotros también acostumbramos a llevar al templo nuestros pecados y los de los demás.
Era una mujer que había cometido un pecado gravísimo: era una adúltera. Los acusados del crimen de adulterio habían de ser condenados a muerte tal y como lo prescribía la ley judía. Los fariseos aparecen aquí extremadamente celosos contra el pecado, cuando en realidad ellos mismos no estaban libres del mismo pecado u otros del que acusaban a la mujer.
Muchas veces encontramos entre los cristianos actitudes parecidas. Los que son indulgentes con sus propios pecados muchas veces son muy severos con los pecados de los demás. Esta pobre mujer no tiene excusa, no puede alegar que es mentira fue "sorprendida en el acto mismo de adulterio" (ver 4).
En la ley mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Y la arrastran hasta los pies del maestro y le piden que dé su veredicto. Jesús trae una nueva ley. No se trata de cumplir mecánicamente lo que hay que hacer, sino ir poco a poco teniendo un corazón limpio y una mirada limpia de la que salga todo el amor y bondad de la que se es capaz.
Tener un corazón limpio es la mejor manera de entender las exigencias del Evangelio y saber aplicar las normas con una recta justicia. Lo fariseos están en toda la razón de acusar condenar a la mujer, pero su objetivo es perverso y con doble sentido si Jesús perdonaba a la mujer le acusarían de contradecir la ley de Moisés y fomentar el pecado, cosa indigna en quien profesaba la rectitud y la pureza de un profeta.
¿Cómo solucionó Jesús este laberinto donde se confunde ley con misericordia?
Al principio se comportó como si no le diese importancia al asunto. Es la única vez que la el evangelio menciona a Jesús escribiendo. El Maestro nombrado juez por aquellos da un salto espiritual y va más allá de lo meramente jurídico, va al corazón de los acusadores y allí encuentra las mismas miserias que condenaban en aquella mujer.
Le insisten nuevamente con más preguntas. Esperan una respuesta. Jesús volvió contra ellos mismos el veredicto que formulaban contra la mujer. Ellos pedían un veredicto legal y Jesús les ofrece un veredicto desde sus conciencias.
Les dijo que el que no tenga pecado que tire la primera piedra. No les está hablando de los pecados que habían cometido en el pasado, les está preguntando por sus pecados de hoy, es un cuestionamiento de sus propias vidas, como estaría el gremio que uno a uno se fueron.
La mujer se quedó a solas con Jesús. Ella no trata de culpar a los otros ni disculparse con elaborados razonamientos. Sólo se quedó esperando el veredicto que los otros demandaban. El Señor no le dijo "Vete y haz lo que quieras", sino que le urgió: "Vete y no peques más". Ya saben ustedes que en el camino de nuestra vida material el encuentro con Jesús no es definitivo; una y otra vez estaremos escuchando esa frase de "Vete y no peques más..." hasta llegar al encuentro definitivo donde la frase de Dios será otra: "Vengan benditos de mi Padre..."
No es suficiente reconocer el pecado; hay que cambiar el pecado por vida nueva. Una persona puede tener muchos pecados, pero los cristianos, incluso en esas situaciones que nos sumergen en el lodazal del pecado, tenemos que decirnos una y otra vez: "no estoy orgulloso de mis pecados... me avergüenzo de ellos..." Este ejercicio lo hago con frecuencia en mi vida. No quiero estar orgulloso de mis pecados, sólo quiero estar orgulloso de lo que Cristo con su sangre hace cada día por mí.
Hay personas que creen que nunca van a superar sus pecados y miserias humanas. A estas personas hay que recordarles que es necesario ese encuentro, ese silencio meditativo, ese saber estar cerca de Jesús para sentirse perdonado por Él y ese perdón nos llevará siempre a un cambio real de vida. No hay cambio si no hay encuentro con Él, aunque sea que por motivo de un pecado nos hayamos acercado al encuentro con su misericordia... y recuerda que cuando hay arrepentimiento sincero el siempre pronuncia estas palabras: “Vete y no peques mas…” siempre nos da una oportunidad.
Que Dios te bendiga

jueves, 11 de marzo de 2010

Donde yo voy no pueden ir ustedes...Jn.14

El ultimo dia de Monseñor Romero.

Fuente: OSCAR A. ROMERO Biografia.
Autor: Jesus Delgado.

Amaneció el lunes 24 de marzo. Como de costumbre, Monseñor Romero acudía muy temprano ala capilla del hospitalito para rezar sus oraciones matutinas del breviario y para su meditación personal.
Cuando las hermanas llegaban a la capilla, Monseñor ya estaba en oración ante el santísimo sacramento. Luego se unía a la comunidad de hermanas para el rezo de laudes, la oración matutina de la Iglesia. Después celebraban la santa misa, con su acostumbrada pequeña reflexión sobre el evangelio del día, seguidamente venia el desayuno, en donde charlaba y bromeaba con las hermanas.
Aquella maña la charla fue prolongación de la alegría de la noche anterior.
De vez en cuando esa charla fraterna se venia interrumpida por algún visitante que venia a desayunar con él para hablar sobre asuntos de pastoral u otro.
Pero en la mañana del lunes 24 de marzo no hubo interrupción alguna.
Monseñor Romero había amanecido con su sotana blanca.
Las hermanas sabían que cuando vestía esa sotana era señal de que iba a descansar al mar.
Por eso le preguntaron : "Monseñor y ahora, adonde?...Y monseñor con la confianza del hermano que bromea con sus hermanas, les respondió: "Metidas".
Y las hermanas reaccionaron también en son de guasa: "A saber a dónde va...y... no lo quiere decir...", "A saber qué se tiene por ahí..." "Llèvenos monseñor...",decía una con tono suplicante y en son de tomarle el pelo.
"A donde yo voy ustedes no pueden ir", respondió monseñor. Pero por qué?" respondió una hermana. "Adonde va?" "Ah!" ustedes todo lo quieren saber... Qué mujeres!", respondió monseñor, tomando un bocado.
Aquella mañana monseñor quería ir al mar con un grupo de sacerdotes para descasar un poco y dedicar algún tiempo a la lectura y al estudio del documento papal sobre la vida y la identidad sacerdotal, orientando especialmente el problema del sentido del celibato, documento que se había publicado recientemente.
Antes de salir para el mar después del desayuno monseñor se dirigió al arzobispado para consultar la agenda de actividades que allí había y saludar personalmente a sus vicarios y cancilleres, como era su costumbre.
Se encontró con un buen grupo de sacerdotes. A todos les saludó y les estrechó la mano, intercambiando palabras con cada uno. Mas de uno le felicitó por su valiente homilía del domingo anterior. Otros comentaban entre sí, en voz baja, los riesgos que había corrido con aquellas palabras, instando a las bases del ejército a obedecer a Dios antes que a sus jefes cuando estos les ordenaban matar. No pondrá en peligro su vida?
Sin duda se multiplicaban las amenazas sobre la cabeza de monseñor Romero. Aquella misma mañana, una persona llegó hasta las oficinas de los militares encargados de la difusión de las partes oficiales del ejército (COPREFA) para recibir una parte oficial sobre el incidente de la invasión de los predios de la UCA por parte de la policía nacional. Un oficial le dijo con tono airado: "Y dìgales a esos padres de la UCA que lo que monseñor dijo ayer en la homilía es un delito!" Advertencia? Amenaza? Señal fatídica?...
Parecía que quienes se interesaban en liquidar al arzobispo hubieran encontrado un pretexto para poner en marcha un reloj cuyas agujas separarían a las 6,26 p.m. Aquellas palabras de Romero fueron interpretadas por algunos como un llamamiento peligrosísimo a las bases de ejército para que se sublevaran contra sus superiores y crear así el caos en las filas del ejército.
Su explicación era solo una: si el arzobispo se había atrevido a pronunciar semejante homilía, no es porque pretendiera evitar a la conversión, sino porque también él era un "subversivo" declarado que estaba preparando la llegada del comunismo al país.
Al llegar al mar, el terreno en que pretendían pasar la mañana estaba cerrado. El encargado no estaba, pero era propiedad de personas muy conocidas de monseñor y se decidieron a entrar al terreno por una pequeña abertura que dejaba el tapial.
Dentro del terreno tampoco había nadie, y tuvieron que sentarse en el suelo para estudiar el documento, que lo hicieron prácticamente durante el resto de la mañana. Luego fueron a dar un vistazo al mar, y al mediodía eligieron la sombra de unos cocoteros para tomar los alimentos. Todo se hizo con la sencillez que caracteriza a monseñor. Bromearon.
El gozaba muchísimo con las peripecias y anécdotas que había vivido uno de los sacerdotes con ocasión de las ocupaciones de la catedral por parte de las organizaciones populares.
Un poco antes de las tres de la tarde monseñor decidió regresar a San Salvador porque tenia que celebrar una misa. Se levanto la sesión y regresaron nuevamente a San Salvador. Monseñor con un grupo de sacerdotes en un auto, que le dejó en el hospitalito de la Divina Providencia. Allí le esperaba ya una persona con quien tenía que hablar. Se bañó en un minutos y se dispuso a proseguir las tareas pendientes. Recibió a la antedicha persona, con quien se entretuvo breves instantes. Veinte minutos después fue a ver su médico para que le examinara los oídos, que últimamente le venían molestando. Media hora duraría aquella visita, y de allí salió hacia Santa Tecla. Eran las cuatro y treinta de la tarde.
Al llegar a Santa Tecla se dirigió a la casa de los jesuitas, en donde vivía su confesor, con quien pidió hablar. Al verlo y saludarlo, le dijo: " Vengo, Padre, porque quiero estar limpio delante de Dios", e hizo una confesión detenida. Los que le vieron aquella tarde en Santa Tecla notaron su serenidad de siempre, con su característica timidez; quizá un poco más taciturno, se le ofreció un vaso de limonada. Monseñor Romero dijo: " No tengo tiempo, pero eso no me lo pierdo". Efectivamente a monseñor le gustaba mucho la limonada. Se tomo el vaso de limonada a pequeños sorbos hablando siempre con su confesor y con las personas que estaban en el corredor.
Hacia las cinco y media de la tarde ya estaba de regreso en el hospitalito. Le esperaba otra persona para hablar sobre asuntos pastorales. Monseñor la atendió. Hacia las seis de la tarde ya estaba en el altar del señor. La misa había empezado... Todos los asistentes se conocen, menos uno. A las seis y veinticinco, en el momento del ofertorio, suena el disparo que le quita la vida. Como a su señor.
Doce años antes, Monseñor Romero, meditando sobre la muerte durante un retiro espiritual, había escrito estas palabras, tomadas del libro del Apocalipsis: "Y cenaré con él" (Ap 3,20). Eran las seis y veinticinco... Monseñor acostumbraba a cenar a las seis y media de la tarde... Murió. Vivió. Cenó con él.

DIOS NOS REGALO UN PROFETA Y LE MATAMOS......

miércoles, 3 de marzo de 2010

Monseñor Romero: un hombre según el corazón de Dios

Mons. Rafael Urrutia
Oficina de la Causa de Canonización
El Cardenal Roger Etchegaray, al final de la Introducción al libro Oscar Romero: Un obispo entre guerra fría y revolución, editado por el Dr. Roberto Morozzo della Rocca, historiador de la Comunidad de San Egidio, en Roma, afirma: "Resumir la vida de Romero con eslóganes puede ser sugestivo, puede favorecer la militancia por un ideal, pero no lo entrega a la historia como merece. Reduce su estatura. Hace efímera su memoria. Este hombre tímido e introvertido, nacido no para ser líder, se encontró impulsado por las circunstancias a convertirse en la voz libre y autorizada de un pueblo que sufría. Después de haber dedicado toda su vida al servicio de Dios, Romero vino a ser un profeta de justicia y de paz. Sus homilías, transmitidas por la radio, eran seguidas por todo el país, por amigos y adversarios. Porque Romero decía la verdad... porque era una voz humana, religiosa, fraterna, para decirlo mejor.

"Romero era apacible, le horrorizaba la violencia en un país marcado por la violencia. Quería diálogo, soluciones razonables y civiles a la crisis del pueblo. Sus enemigos, partidarios de perspectivas violentas, no soportaban sus afirmaciones de la doctrina social de la Iglesia, no aceptaban sus llamadas a la piedad y la justicia. Por fin lo asesinaron en el ambiente de una auténtica persecución contra la iglesia, culpable, según algunos, de haber suscitado una conciencia sindical entre los campesinos. Fue asesinado por haber denunciado la violencia procedente de cualquiera de las partes. Lo mataron en una sociedad que se precipitaba confusamente en la guerra civil, porque durante mucho tiempo se había eludido el reclamo por la justicia y al final, tanto una parte como la otra, sólo veían la solución de las armas. La Iglesia no hace política, pero tampoco puede mostrarse indiferente a lo que acontece en el mundo. De por sí Romero no sentía ninguna vocación a la política, pero consideró que era su deber hablar alto y fuerte a favor de la paz, de la justicia, de la reconciliación. No se comprometió con ningún partido político, aunque buscaba afanosamente soluciones políticas cuando el país se precipitaba hacia la guerra civil... procurando siempre atenerse en todo al magisterio de la Iglesia..." (cfr. o. c. pp. 5-9).
Como bien manifiesta el Dr. Morozzo della Rocca: "la acusación más frecuente dirigida a Romero arzobispo por sus adversarios era la de hacer política. Pero Romero cree que la Iglesia debe ser la guía moral de la sociedad y, por tanto, debe inspirar también la política, en el sentido de la ética y de la justicia, pero no quiere que la Iglesia haga política de partidos. En sus intervenciones públicas Romero denuncia los atentados contra la vida y los derechos humanos y pide atención a los derechos de los más pobres, que en El Salvador constituyen auténticas masas de personas. Para esto se basa en el patrimonio doctrinal católico: magisterio pontificio, doctrina social, documentos del Vaticano II y, como corolario de los documentos conciliares, los textos de Medellín y Puebla, como se deduce del hábeas de sus textos y discursos. En todo caso, Romero, se preocupaba siempre de evitar, en su actividad pastoral, que la política prevaleciera sobre lo religioso". (cfr. o. c. pp. 29-30).
Mons. Romero no se sentía un héroe, nosotros lo sabíamos, en varias ocasiones nos había manifestado el miedo de morir, pero estaba convencido de que debía cumplir con sus deberes de cristiano y de obispo. En sus últimos ejercicios espirituales, intuyendo que había llegado la hora escribió:
"Siento miedo a la violencia en mi persona. Se me ha advertido de serias amenazas precisamente para esta semana. Temo por la debilidad de mi carne, pero pido al Señor que me dé serenidad y perseverancia... "Mi otro temor es acerca de los riesgos de mi vida, me cuesta aceptar una muerte violenta que en estas circunstancias es muy posible. Incluso el Nuncio Apostólico de Costa Rica me avisó de peligros inminentes para esta semana. El padre (Azcue, un Jesuita, su director espiritual) me dio ánimo diciéndome que mi disposición debe ser dar mi vida por Dios, cualquiera que sea el fin de mi vida. Las circunstancias desconocidas se vivirán con la gracia de Dios. Jesucristo asistió a los mártires y, si es necesario, lo sentiré muy cerca al entregarle mi último suspiro. Pero más valioso que el momento de morir es entregarle toda la vida y vivir para El... Así consiento mi consagración al Corazón de Jesús, que fue siempre fuente de inspiración y alegría cristiana de mi vida y acepto con fe en El mi muerte, por más difícil que sea, ni quiero darle una intención como lo quisiera por la paz de mi país y por el florecimiento de nuestra Iglesia, porque el corazón de Cristo sabrá darle el destino que quiera... Me basta, para estar feliz y confiado, saber con seguridad que en El está mi vida y mi muerte. Y a pesar de mis pecados, en El he puesto mi confianza y no quedaré confundido y otros proseguirán con más sabiduría y santidad los trabajos de la Iglesia y de la Patria".

(cfr. Cuadernos Espirituales de Mons. Romero, febrero de 1980).
Tomado del Blog dedicado a Monseñor Romero
Oficina de causa de canonización

domingo, 21 de febrero de 2010

PRIMER DOMINGO DE CUARESMA

"El Espíritu Santo le iba llevando por el desierto y era tentado." Lc 4,1-13:
Tentación y pecado no es lo mismo. El pecado es cuando caemos en la tentación. Hay personas cristianas que viven angustiadas por el pecado y por su presencia en el mundo. Se olvidan estos hermanos y hermanas que Jesús venció el pecado con su vida y con su Palabra. Nada puede hacer el demonio contra aquel que permanece cerca de Dios.
Hoy vemos como Jesús, hombre exactamente igual que otro, menos en el pecado, sufre los momentos terribles de la prueba. Los antecedentes no son buenos. En el desierto sucumbió Israel a la tentación; se dejó llevar por el demonio y olvidaron a Dios que les había liberado de la esclavitud. Jesús recibe también tentaciones pero no cae en ellas.
Muchas personas se escandalizan del mal que nos rodea casi por todas partes. En la televisión vemos como la estela del mal está cada día presente: violencias de todo tipo, injusticias, falta de amor... Pero quizás esas mismas personas no se escandalizan del mal que hay dentro de nosotros, en los pensamientos, en las costumbres, en las relaciones personales. El Evangelio de hoy nos invita a mirarnos por dentro, a hacer una radiografía espiritual de por dónde vamos.
Cristo es presentado en el texto como el ejemplo de la humanidad probada en su fidelidad a Dios. No seamos ingenuos, todos tenemos tentaciones que hacen su aparición una y otra vez en las mil y una caras que nos ofrecen las situaciones humanas. En el fondo la única tentación es siempre la misma que la de Adán y Eva: ser como Dios, ser autosuficientes, ocupar nosotros el espacio de Dios... Las tentaciones de Jesús son "tentaciones mesiánicas" que intentan lograr un mesianismo sólo material y humano, sin mayor relevancia espiritual, ocultando la voluntad de Dios sobre su vida.

¿Qué es una tentación?
La tentación es siempre un empuje hacia el mal, una invitación a apartarnos del camino de Dios. Cae en la tentación el que es débil en su relación con Dios. Caer en la tentación es cambiar a Dios por lo que el mal nos ofrece.
Comienza el Evangelio recordándonos que Jesús estaba lleno del Espíritu Santo. Con la presencia del Espíritu Santo aunque estemos rodeados de pruebas no sucumbiremos al mal. Volvía del río Jordán donde había sido bautizado. Cuando hemos tenido alguna fuerte experiencia de Dios no nos debe de extrañar que el demonio nos asalte con alguna tentación fuerte.
Jesús en el desierto se había desconectado del ritmo del mundo; al ayunar se había desentendido también del cuerpo. Satanás no puede agarrar fácilmente a quienes han roto sus lazos mundanos y que han roto con la carne.

Las tentaciones de Jesús fueron:
- Tentación a desconfiar del Padre, como si este su hubiese despreocupado de su Hijo. Le propone que convierta las piedras en panes, esto es, pensar que Dios se ha olvidado de ti. Cristo no cedió a la tentación porque: No estaba dispuesto a hacer lo que le pidiera el diablo.

Jesús hacía milagros para ratificar su doctrina y por eso mientras:
- No comenzase a predicar, no iba a realizar milagros.
- No iba a hacer milagros para ayudarse a sí mismo.
Después el diablo le tentó a que le rindiese adoración prometiéndole a cambio "todos los países del mundo". Adorarle significaba que Jesús había de reinar bajo los dictados de Satanás. Con tal de hacerse con el corazón y la adoración del ser humano, el diablo está dispuesto a repartir gloria, poder, honor y riqueza. Jesús también vence esta tentación.
Luego le tienta para confiar presuntuosamente en la protección del Padre. Le pide una prueba más de la protección del Padre, como si no bastase con la voz del cielo y el descenso del Espíritu Santo sobre Él.
El diablo se atreve a citar la propia Escritura. Cristo había citado la Escritura contra Satanás, ahora Satanás cita la Escritura a su favor.
El resultado de este combate espiritual es claro: El demonio había sido desarmado.
Acabadas las tentaciones, el diablo abandonó el terreno. No encontraba ningún otro punto por donde atacar.
Satanás no ha desistido de sus propósitos, se alejo de Él "por algún tiempo", hasta que llegase la hora de asaltarle de nuevo.
Cristo es presentado como el ejemplo de la humanidad en pruebas. Desde Adán hasta cualquiera de nosotros se repite una y otra vez la historia de las tentaciones. La gracia es una, Dios es uno, pero los caminos y las invitaciones para alejarnos de Él son muchos, de ahí que en cada uno de nosotros las tentaciones aparecen con múltiples caras.
Empieza la Cuaresma recordándonos las tentaciones que sufrió Jesús para que, con su ejemplo, podamos animarnos a dejarnos llevar por su mano hacia la voluntad que el Padre tiene para cada uno de nosotros.
Hay que tener cuidado con las tentaciones más pequeñas. Muchas personas están bien preparadas para afrontar los grandes retos, las grandes tentaciones que aparezcan en su vida, pero no están tan preparados para esas pequeñas tentaciones de cada día que, por despiste o por indefensión pueden alejarnos de Dios. Tenemos que vigilar las tentaciones grandes... pero también las pequeñas...
* * *
¿Qué tentaciones están presentes en su vida?
¿Qué haces para no caer en la tentaciones?
¿Sabes cuál es la diferencia entre tentación y pecado?
¿Qué piensas hacer en esta Cuaresma para acercarte más a Dios?
¿Cómo actúa el demonio en tu vida? ¿Y Dios cómo actúa en tu vida diaria?

miércoles, 17 de febrero de 2010

MIERCOLES DE CENIZA INICIO DE LA CUARESMA

Conviertete y cree en el evangelio
Hoy, con la celebración del Miercoles de Ceniza, iniciamos un tiempo fuerte en la Iglesia.
La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo. La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:

- “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
- “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
- “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre

Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse. En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada. También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
En muchos lugares predominan los carnavales el dia martes antes de este dia, veamos las razones. La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.) Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma. Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia

El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.
La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.
Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:

- La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior.

La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.

La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar. El sacrificio Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

Conclusión
Como vemos, la ceniza no es un rito mágico, no nos quita nuestros pecados, para ello tenemos el Sacramento de la Reconciliación. Es un signo de arrepentimiento, de penitencia, pero sobre todo de conversión. Es el inicio del camino de la Cuaresma, para acompañar a Jesús desde su desierto hasta el día de su triunfo que es el Domingo de Resurrección. Debe ser un tiempo de reflexión de nuestra vida, de entender a donde vamos, de analizar como es nuestro comportamiento con nuestra familia y en general con todos los seres que nos rodean.En estos momentos al reflexionar sobre nuestra vida, debemos convertirla de ahora en adelante en un seguimiento a Jesús, profundizando en su mensaje de amor y acercándonos en esta Cuaresma al Sacramento de la Reconciliación (también llamado confesión), que como su nombre mismo nos dice, representa reconciliarnos con Dios y sin reconciliarnos con Dios y convertirnos internamente, no podremos seguirle adecuadamente.Está Reconciliación con Dios está integrada por el Arrepentimiento, la Confesión de nuestros pecados, la Penitencia y finalmente la Conversión.El arrepentimiento debe ser sincero, reconocer que las faltas que hemos cometido (como decimos en el Yo Pecador: en pensamiento, palabra, obra y omisión), no las debimos realizar y que tenemos el firme propósito de no volverlas a cometer.La confesión de nuestros pecados.- el arrepentimiento de nuestras faltas, por sí mismo no las borra, sino que necesitamos para ello la gracia de Dios, la cual llega a nosotros por la absolución de nuestros pecados expresada por el sacerdote en la confesión.La penitencia que debemos cumplir empieza desde luego por la que nos imponga el sacerdote en el Sacramento de la Reconciliación, pero debemos continuar con la oración, que es la comunicación íntima con Dios, con el ayuno, que además del que manda la Iglesia en determinados días, es la renuncia voluntaria a diferentes satisfactores con la intención de agradar a Dios y con la caridad hacia el prójimo.Y finalmente la Conversión que como hemos dicho es ir hacia delante, es el seguimiento a Jesús.Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Pero debemos perdonar antes y sin necesidad de que nadie nos pida perdón, recordemos como decimos en el Padre Nuestro, muchas veces repitiéndolo sin meditar en su significado, que debemos pedir perdón a nuestro Padre, pero antes tenemos que haber perdonado sinceramente a los demás. Y terminemos recorriendo al revés nuestra frase inicial, diciendo que debemos escuchar y leer el Evangelio, meditarlo y Creer en él y con ello Convertir nuestra vida, siguiendo las palabras del Evangelio y evangelizando, es decir transmitiendo su mensaje con nuestras acciones y nuestras palabras.

domingo, 14 de febrero de 2010

VI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Dichosos los pobres; ¡ay de ustedes los ricos!" Lc 6, 17.20-26
Las bienaventuranzas tienen también otro nombre y es el de felicidad. Felicidad y bienaventuranza es lo mismo. La felicidad que Jesús nos ofrece no es sólo para esta vida sino que trasciende mucho más allá la realidad material de nuestra existencia.
Los seres humanos estamos llamados a la felicidad en nuestra vida y en nuestro futuro después de la muerte. Cada persona, incluso los que se desvían del camino, intenta ser feliz a su manera, a su forma, buceando por las profundidades de su vida. El infeliz es aquel que ha buscado ser bienaventurado por caminos equivocados, con métodos erróneos y con fines muy concretos. Los que piensan que el sexo, el poder, el dinero y otras tantas cosas aportan la felicidad, bien pronto descubren que estas parcelas de la vida humana son sólo eso, parcelas que no responden a la plena integridad de su vida.
Jesús propone a sus discípulos una opción que no se divide en parcelas. No propone ser feliz con el dinero, ni con el poder ni con el sexo, ni con nada material en concreto. El Maestro nos enseña el camino de la felicidad desde un ser y saber qué es lo que realmente llena el corazón de las personas.
Hay gente que llena su vida de cosas pero su corazón está muy, pero que muy vacío. Un corazón vacío produce ecos terribles en la vida de las personas: ecos de miedo, de sin sentido, de insensatez y de inseguridad. Los ecos tienen forma de pesadillas, cargos de conciencia, dolor por el pasado, cobardía...
¿Cómo es el camino de la felicidad que Jesús nos propone? ¿Qué elementos tiene que existir en la vida de las personas que seguimos al Señor para disfrutar de lo que nos propone?
La primera condición para lograr la felicidad es tener oídos para Dios. Escuchar desde el corazón lo que Dios nos pide y desea para nosotros. Nuestro creador no quiere que la tristeza, ni el pesimismo, ni la amargura estén continuamente presentes en nuestra vida, de ahí que nos ofrece caminos concretos para llegar a la felicidad plena.
Hay gente que se conforma con felicidades descafeinadas, con felicidades de urgencia, con felicidades paliativas... pero lo que Jesús nos ofrece es otra cosa...
Las actitudes que Jesús nos propone nos hacen ver dos condiciones, dos mundos, dos maneras de vivir. Depende de la elección que hagamos se hará realidad las promesas de Jesús.
- "Felices los pobres porque el reino de Dios les pertenece." No se refiere a los pobres sociológicos sino aquellos que tienen su confianza puesta sólo en el Señor. Todo lo que necesito para ser feliz está dentro de mi absoluta confianza en Dios; no necesito más. Quienes son capaces de dejar espacio para Dios y que no existan obstáculos materiales en sus adentros, recibirán el reino de Dios. Bien sabe Jesús que las cosas y las personas nos pueden robar el corazón aunque sólo sea para alcanzar breves conatos de felicidad...
- "Felices los que tienen hambre, porque quedarán satisfechos..." El alimento es una de las primerísimas necesidades del ser humano. Antes de hablar de la felicidad tenemos que procurarnos el alimento, no sólo el material sino el que interiormente nos sustenta. No es casualidad que Jesús se quedara entre nosotros como alimento. ¿Qué alimenta tu vida para seguir adelante?
- "Felices los que ahora lloran, porque después reirán." Los llantos de ahora como consecuencia de las incomprensiones, de los desaires, de tantos y tantos obstáculos que nos aperecen en nuestra vida y que nos hacen sufrir, son sólo una preparación para los gozos futuros. Es como si todos los llantos y tristezas los dejáramos definitivamente aquí, en este "valle de lágrimas" que es la vida.
- "Felices ustedes cuando la gente les odie, les expulsen, les insulten... por causa del Hijo del hombre..." El camino del Señor está salpicado de contratiempos, por eso hay muchas personas que abandonan el seguimiento del Maestro. No han entendido que tenemos que vivir rodeados de esas situaciones para que la fuerza de Dios realmente venza esas realidades humanas. Es bien bonito sufrir por hacer el bien, aunque los demás no lo entiendan ni valoren. Es lo mismo que le pasó a Jesús...
A las bienaventuranzas siguen otros tantos ayes o maldiciones contra los pecadores que prosperan, aunque el mundo les envidie...
- ¡Ay de ustedes los ricos! Porque se darán cuenta que las cosas que tienen no les sirve para ser felices y todo el trabajo por tener y por poner su confianza en las cosas no les ha servido de nada.
- ¡Ay de ustedes los que ahora están satisfechos! Llenos de ustedes mismos, pero sin Cristo, sin esperanza y sin Dios.
- ¡Ay de ustedes los que ríen ahora! Los que siempre están dispuestos a reír con la risa del necio.
- ¡Ay de ustedes cuando todos les alaben! Los que creyendo seguir a Cristo han preferido complacer el oído de los hombres, antes que anunciar el reino de Dios.
En definitiva, la historia del Evangelio de hoy es la de los que aparentemente sin tener nada poseen todo y de los que creyendo poseerlo todo no tienen nada...
Cada uno de nosotros debe de revisar con frecuencia su vida, preguntándonos si nuestro corazón está lleno de cosas en lugar de quien único puede de verdad llenarlo, de Dios.
* * *
¿Qué es para ti la felicidad?
¿Qué relación existe entre la palabra "salvación" y "felicidad"?
¿Cuáles son las seguridades reales de tu vida?
¿Qué tenemos que hacer para que Dios se haga más presente en nuestra vida diaria y en nuestra vida interior?
¿Cómo podemos llenar nuestro corazón de Dios? ¿Qué tenemos que hacer?

domingo, 7 de febrero de 2010

V DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Y dejandolo todo le siguieron...Lc 5, 1-11

Hoy estamos con Jesús a la orilla del lago. Allí no hay ni inciensos ni flores ni ese ambiente de recogimiento que tenemos en nuestras Iglesias. Sólo hay una muchedumbre que rodea a Jesús apretujándolo. Se subió a una barca y comenzó a predicar.
Nosotros tenemos una vivencia de la fe muy distante de aquella en la que Jesús se movió. El paso de los años y la experiencia de siglos nos ha llevado a meternos en nuestras Iglesias y en muchas ocasiones a base de "¡¡aleluyas!!" queremos que el mundo se evangelice. Hay cristianos que se quejan con dolor y con pena de que la gente no va a la Iglesia y cuando van, están pensando en lo que tienen que hacer cuando salgan; las tareas les ocupa tanto el corazón y la mente que no dejan espacio para Dios y la Palabra que les cambia. Hay que decirle a la gente que entre a nuestras Iglesias con su vida; que no dejen su vida en la puerta del templo. Tenemos que cuidar que le fe y la vida vayan siempre por el mismo camino. Si una persona tiene una fe que camina por un lado y la vida por otra, nunca podrá recibir el mensaje porque nunca sabrás si estás hablando a su vida o a su fe. En cambio, cuando fe y vida van juntas en la vida de una persona, hablar a una es escuchar la otra... Dedicamos mucho tiempo a nuestras Iglesias pero no debemos de olvidar que tenemos que salir al encuentro de los otros que no vienen. Tenemos que salir a los caminos, a los mercados, a la orilla del lago...
La pedagogía espiritual de Jesús fue muy clara. Él no se quedaba esperando que la gente se acercara a Él; aunque el Evangelio nos cuente muchas y profundas experiencias de lo que lograron los que se acercaron al Señor. El púlpito de Jesús fue la propia vida de la gente con sus miserias y grandezas. Cuando Jesús hablaba conectaba de tal manera con el corazón de la gente que aquel mensaje se convertía en respuesta interior a las preguntas de su corazón. Las Palabras de Jesús podían irritar, calmar, orientar, pero nunca dejaban a nadie indiferente. Las palabras de muchos cristianos de hoy pueden que estén llenas de sabiduría teológica, de piedad epidérmica y de acciones de aparente conversión cuando no de exigencia moral, pero nada de esto conecta con los oyentes. Sólo un corazón con madurez espiritual puede hacer madurar la espiritualidad de otros. Hablar sobre Dios no es suficiente, hay que hablar desde Dios para que nuestros oyentes sean capaces de percibir el mensaje.
En la orilla del lago había mucha gente que apretujaba a Jesús; querían escucharlo porque su Palabra estaba cargada de esperanza y de promesas de salvación. La palabra de muchos predicadores de hoy es de tristeza y de amargura. Hay muchos cristianos que hoy viven instalados en lo que yo llamo "la pastoral de la queja". Todo el día quejándose de todo lo quejable y, cuando terminan de quejarse, vuelven de nuevo a plantear la queja como forma de evangelización. El Señor aceptó la realidad de las personas y de las cosas y desde ahí supo transformarlas. ¡Cuánta energía pierden muchos cristianos derrochando en quejas por todo y de todos, cuando en realidad la deberían emplear en crecer en el Señor! Ya saben: es más fácil quejarse que convertirse...
Jesús se sienta en la barca de Simón y empieza a predicar. Cuando termina le dice a Pedro que eche las redes lago adentro. Pedro ,experimentado pescador, duda de la pericia profesional del Maestro, pero acepta la propuesta de Jesús. Algo parecido nos pasa a los demás seres humanos para con el Señor. Es como si nuestra experiencia anterior nos dejara ya inmunes a cualquier invitación de Dios. Los verdaderos predicadores del Evangelio tienen que seguir echando las redes una y otra vez, aun cuando parezca que no recogen nada. Evangelizar es escribir una historia invisible en el corazón de un ser humano visible. Pedro no veía los peces, sólo hizo caso de la Palabra...
Continúa el Evangelio diciendo que cuando lo hicieron, recogieron tal cantidad de peces que las redes se rompían. La fe no es algo estático. La fe es siempre un hacer. La fe cuando se estanca se muere. Una fe que no produce frutos de Dios es más que estéril, es simplemente un engaño. Cuando echamos las redes tras la Palabra de Dios, estamos asegurando la rapidez y la abundancia de la captura.
Jesús utiliza dos imágenes para ilustrar el deber de sus seguidores: la de los pescadores y la de los pastores. En ambas profesiones queda reflejada lo que debe ser la misión del evangelizador. En la Iglesia todos debemos ser pastores y ovejas, pescadores y peces. En la vida hay muchas personas que pasan por los momentos de tormentas y dificultades, para ellos nuestra misión será la de pescadores. Pero también nosotros pasamos por momentos duros en los que necesitamos la cercanía humana y espiritual de los demás. Por desgracia algunos quieren ser más pescadores y pastores que peces y ovejas, a tanto llega su soberbia. La conversión siempre nos invitará a mantenernos en estas dos realidades de ayudar y ser ayudados en el camino hacia Dios.
Termina el Evangelio reconociéndose Pedro un pecador. Cuando una persona percibe la mano de Dios en su vida no le queda más remedio que ver la grandeza del creador y experimentar la propia pequeñez humana. Jesús le dice que no tenga miedo. Desde ahora vas a pescar hombres. La pesca de personas para Dios es mucho más difícil que la pesca de peces y sin embargo Jesús le invita a que no tenga miedo. Buena enseñanza para todos los que tenemos alguna responsabilidad pastoral. Tener una acción evangelizadora sin miedo es señal de que Jesús navega con nosotros en la nave de la Iglesia, y, lo que es mucho más importante: que nosotros también navegamos con Él.
* * *
¿Te quejas mucho de los demás cristianos, de su forma de ver, entender y vivir la fe? ¿Por qué?
De todo el tiempo que llevas quejándote ¿Has sacado algo de provecho espiritual?
¿Tu vida de cada día está unida a la fe? ¿En qué lo notas?
¿Te desesperas porque no ves los frutos de tu trabajo pastoral? ¿Qué hacer?
¿A qué cosas de tu vida tienes todavía que perderle el miedo? ¿Cómo lo puedes hacer?

viernes, 29 de enero de 2010

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Jesús, como Elías y Eliseo, no es enviado sólo a los judíos." (Lc. 4,21-30)

La Palabra de hoy comienza con admiración y termina con persecución y, entremedias, reina la cercanía familiar y la falta de reconocimiento a los que tenemos más cerca.
Todos hablaban bien de Jesús porque habían oído de su predicación y de sus milagros. Ahora el Maestro se encontraba en su tierra, en su sinagoga, rodeado de vecinos y conocidos. Si en tierras lejanas hizo milagros y demostraba su origen sobrenatural ¡qué haría en su tierra y con su gente!
Estaban admirados de la belleza de sus palabras. Hay personas que tienen el don de la palabra. Cuando hablan son capaces de llegar al corazón del oyente y esa palabra se vuelve pregunta interna que demanda una respuesta. Jesús poseía una Palabra como nadie jamás ha podido pronunciar. Es la Palabra definitiva de Dios a todos los seres humanos, de ahí que sus palabras no pasaran inadvertidas y crearan un estado de encuentro espiritual con su interlocutor.

Sus vecinos y conocidos no se conforman con la palabra; sabían que la mayor parte de los milagros de Jesús eran curaciones, así que podían exigir que curase también a los enfermos que había entre ellos. No se habían dado cuenta que las curaciones tenían por último objetivo sanar la incredulidad de los corazones. Pedían sanar el cuerpo pero no el corazón. Esperaban que después de las palabras siguieran obras milagrosas, pruebas más que reales de su divinidad. Su ciudad era tan digna como cualquier otra para que en ella hiciese milagros. Pero ellos se preguntaban: "¿No es éste el hijo de José?".
Normalmente valoramos poco a nuestros familiares y conocidos y esto sucede porque les conocemos incluso en sus intimidades, en sus momentos bajos y en sus errores.
Si preguntamos a las demás qué buenas personas conocen, puede ocurrir que siempre nos hablen de individuos de fuera de su ambiente familiar y de su círculo de conocidos. La familiaridad muchas veces engendra desprecio y tendemos a tener en poco a las personas con quienes estamos acostumbrados a conversar.
Jesús no hizo milagros delante de sus ciudadanos a causa de los prejuicios que ellos tenían. El Evangelio nos cita los casos de los milagros de los profetas Elías y Eliseo que se dieron porque en aquellos individuos los profetas encontraron fe, que los profetas no habían encontrado en sus conciudadanos. Después empieza la oposición y la persecución de Jesús. Tan cerca está para los cristianos la admiración de la persecución que no debemos dejarnos confundir por una o por otra; ambas siempre estarán a nuestro lado tal y como le pasó a Jesús.

Los oyentes se enfadan cuando oyen que Dios había mostrado su favor a los gentiles (a los que no eran de raza judía).
Ellos eran judíos, el pueblo elegido, la raza escogida. Las palabras de Jesús les sonaron más que un insulto. Hay veces que sólo nos gustan las palabras que nos halagan el oído, pero les impedimos que lleguen a nuestro interior, a lo más profundo de nuestro corazón.
Jesús les provocó con sus palabras y por eso intentaron matarlo. La Palabra que engendra vida se convirtió para aquellas personas duras de corazón, en palabras que engendran intenciones de muerte.
El misionero o profeta será siempre objeto de críticas desde dentro y desde fuera; siempre estará en una postura incómoda ya que al denunciar la opresión, la injusticia y el egoísmo se enfrentará irremediablemente incluso con los de dentro de su propia familia y comunidad. Tenemos que estar siempre preparados no sólo para el domingo de ramos sino también para el viernes santo de nuestras vidas apostólicas...

Este es un buen día para cuestionarnos sobre el Evangelio que tenemos que llevar a los cercanos: a nuestras familias, a nuestros amigos y compañeros de trabajo, a nuestros vecinos. Sería bueno preguntarnos cuántas personas de nuestro círculo más cercano han encontrado a Cristo gracias a nuestra palabra, a nuestro testimonio, a nuestra oración. Muchas veces los evangelizadores estamos tan inmersos en llevar el Mensaje a los demás que nos olvidamos de llevarlo a los que tenemos más cerca. Cuando Jesús lo hizo ya vemos el resultado...
Puede que más difícil que llevar el Evangelio a los lejanos sea el entregarlo a los más cercanos...

* * *
Tu familia, tu comunidad, tus amigos ¿Viven en un ambiente de fe en Jesús?
- ¿Qué haces para que se acerquen a Jesús los más cercanos a ti?
- ¿Sabes qué hacer para que el Evangelio vaya calando entre los que mejor conoces?
- ¿Te afectan, te desaniman, te desalientan... las frecuentes opiniones contrarias a Dios, a la Iglesia, a la fe...? ¿Por qué? ¿Por qué esas opiniones te afectan tanto...?
- ¿Te cuesta predicar el Evangelio a tu familia y conocidos? ¿Por qué?

sábado, 23 de enero de 2010

TERCER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI.... (Lc 1,1-4; 4,14-21)

El Evangelio de san Lucas comienza con un prólogo dirigido a un tal Teófilo. No sabemos quién es este personaje. Los entendidos afirman que se puede referir no a una persona concreta sino al simbolismo del nombre. "Teófilo" significa literalmente "amado de Dios"; es por tanto un Evangelio escrito para los amigos de Dios.
San Lucas intenta hacer un relato ordenado de la vida de Jesús. Dice que ha investigado, que ha recopilado información, que ha profundizado en la verdad de las cosas y de los acontecimientos. En nuestra vida diaria nos hemos acostumbrado a pasar por los temas de una manera bastante superficial. A la mayoría de las personas les cuesta profundizar en lo que vive. Lucas intenta meterse en profundidad en la vida de Jesús, en lo que hizo, en quien fue, en su repercusión para la vida de las personas.
Hay un dato que no se nos puede pasar de largo. Dice el versículo dos "que los que fueron testigos presenciales desde el principio, recibieron el encargo de anunciar el mensaje." Intentar anunciar el mensaje de Jesús sin ser testigo es poco menos que imposible. Hay muchos predicadores cuyo mensaje no llega porque se están predicando a si mismo; su mensaje no busca la gloria de Dios ni la salvación de las personas, sólo busca el aplauso de los más fáciles. Pero nos surge una cuestión muy seria: ¿Cómo ser testigo presencial de los acontecimientos de Cristo? Pues viviendo en el Señor.
Para el no creyente Jesús es una figura del pasado; fue una buena persona que introdujo en la humanidad un mensaje que dignifica nuestra pobre condición, pero poco más. Para el creyente su eje, su centro, es la resurrección. Con Jesús resucitado su presencia no se queda en la historia sino que se actualiza cada día en el mundo, en mi mente, en mi corazón, en mi vida...
El no creyente tiene mucho de lo que dudar, vive en el mundo de lo opinable. El creyente vive en el espacio de las certezas.
¿Cómo vivieron todo esto los paisanos de Jesús?
Se dice que "nadie es profeta en su tierra" ¿Le ocurrió a Jesús lo mismo?
El Señor regresa a Galilea lleno del poder del Espíritu Santo; entre los suyos tenía buena fama e iba predicando por las distintas sinagogas de cada lugar.
Llega hasta Nazaret, el pueblo donde se había criado. Venía con la reputación ganada en otros lugares. El sábado se fue a la sinagoga y se puso a predicar. Con frecuencia vemos a Jesús predicando en otras sinagogas, pero nunca leyendo, excepto en esta de Nazaret, de la que por tantos años había sido miembro. Llega por tanto a su comunidad de toda la vida.
El texto que lee describe su persona. Tiene los siguientes rasgos:

- El Espíritu de Dios está sobre Él.
Nadie puede obrar las cosa de Dios si Dios no está en él. ¿Por qué en muchos casos nuestra vida no es plenamente coherente con el Evangelio? Porque hay aspectos de nuestro yo que todavía no están convertidos. Puede ser que nuestra mente anhele a Dios y nuestra voluntad quiera estar en Él, pero sucede que nuestros deseos carnales y nuestra psicología no estén todavía impregnadas del Espíritu Santo. Dura tarea tenemos en facilitar que nuestra alma, mente, corazón y vida sean de verdad de Dios. Muchas personas sinceras en su fe caen en determinados aspectos personales, porque son lugares interiores a los cuales no ha llegado todavía la conversión real y plena a Cristo. A los que se inician en la fe esto les desconcierta y atormenta. Dejar que el Espíritu vaya inundando nuestro ser es la tarea de nuestra vida.

- Lleva la buena noticia a los pobres
Jesús y cada cristiano está llamado a predicar la buena noticia a los pobres, a los que son conscientes de su indigencia interior para encontrar por sí mismo el camino de la vida.

-Liberta a los presos.
Prisionero es aquel que vive esclavo o atrapado por algo o por alguien, o por algo y por alguien a la vez... Tenemos que estar alertas sobre nuestras esclavitudes. Puede ser la esclavitud del poder, del dinero, del sexo, del prestigio, del desaliento, de la falta de confianza en sí mismo, de la duda... Cada ser humano tiene una cárcel dentro de sí donde mete determinados aspectos de su vida. Jesús viene a abrir esas puertas. Viene a enfrentarnos contra nosotros mismos. Donde creemos que las cosas no tienen remedio, Él las soluciona.

- Da vista a los ciegos.
El que yo no pueda ver determinadas cosas no significa que estas no existan. Hay realidades que están ahí pero no las puedo captar a simple vista. Ni las células ni los átomos los puedo detectar a simple vista; necesito algún instrumento válido que me descodifique la realidad. Algo parecido sucede con la fe. Tener fe es ver la vida y los acontecimientos con distintos ojos; con otra mirada de ver y de mirar a las personas y los sucesos de la vida.

- Pone en libertad a los oprimidos.
Estar oprimido es encontrarse presionado por alguna cosa. ¡Cuántas personas son presionadas por su pasado, por su presente o por su futuro! Jesús viene para que esas personas se liberen de sí mismos para que desde esa libertad puedan vivir para Dios y para los demás.
- Anuncia el año favorable del Señor.
En el texto Jesús se está refiriendo al año jubilar que se celebraba cada cincuenta años. El júbilo que trae el Mesías es que Dios está dispuesto a reconciliarnos en Él; a hacer las paces con los seres humanos. Si el primer pecado rompió la comunicación fluida entre Dios y los seres humanos, con Jesús esa relación vuelve a quedar perfectamente reparada.
Jesús vino por tanto a traernos la buena nueva, la libertad, la vista, la reconciliación con Dios. Toda la vida del cristiano estará siempre marcada por estos elementos.
Escuchar, ver, ser libre, sentirnos reconciliados tanto con Dios como personalmente y con los demás, siempre tienen que estar presentes en la vida de todo creyente en Jesús. El mensaje es claro y bueno; ahora me toca a mí ser capaz de encontrarlo y de vivirlo.

sábado, 26 de diciembre de 2009

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA

La Navidad es fiesta de familia y es por eso que la Iglesia nos ofrece este Evangelio, que es una invitación a la reflexión sobre nuestras propias familias.
Para nosotros los católicos, la familia es la base y la estructura de la sociedad. No es extraño ver que en las últimas encuestas realizadas el primer valor de los entrevistados era la familia, la unidad familiar, que acoge, protege, ayuda y socorre en los momentos difíciles de la vida.
Quien vive sin comunidad familiar se pierde mucho de sí mismo porque es en ese ámbito donde primero comenzamos a ser persona, a descubrir lo que es en verdad la vida, y el profundo valor que nos ofrece el encuentro con la fe.
En la narración que hoy nos ofrece la Palabra es el hijo quien acerca, más si cabe, a los padres a Dios. Cuando los niños son bautizados y educados en la fe es la labor de los padres quien actúa en ellos para acercarlos al Padre. En Jesús las cosas cambian. Es el niño quien hace entender a sus padres que está en las cosas de su "Padre".
Si ampliamos el círculo de nuestra familia vemos como hay en nuestras familias y gente cercana, parientes y amigos que saben poco o nada del Señor. Les confieso que esto me urge y me cuestiona. Yo que tantas veces he predicado para los demás no sé si he puesto el mismo entusiasmo evangélico en hablar de Dios a mi familia. Puede ser por una cierta vergüenza el plantear a mis primos que Cristo les ama; o bien puede ser porque siento que no me van a tomar en serio. Pero siempre tengo el consuelo de saber que cuando necesiten a Dios su proceso tendrá que pasar por la cercanía familiar que siempre les ofrezco.
¿Cómo relacionarnos con nuestros parientes que no creen en el Señor?
Pues con el mismo amor que el Señor les tiene. Ser cristiano es tener un corazón tan grande que te quepa en el mismo espacio, el que conoce a Dios y el que no le conoce, sin reproches, sin contraprestaciones, sin chantajes espirituales. Ten siempre en cuenta que muy cerca de ti, en tu familia, en tu ambiente de vecindad o trabajo siempre existirán personas que no se han dejado tocar por el Señor, pero que en numerosas ocasiones están más cerca de lo que creen, sólo hace falta el calor del amor de Dios y esperar, sobre todo esperar...
La Sagrada Familia tiene que ser modelo de inspiración para todas las familias humanas. Me temo que esto no siempre se vive así. Nos encontramos familias donde los padres son "amigos" de sus hijos; en otras ocasiones la familia funciona como repúblicas autónomas del "yo"... ¿Qué falta en nuestras familias de hoy? Más cariño, más amor, más Dios...
Hace unos años se decía que la institución familiar estaba dando sus últimos respiros, que pronto surgiría otra institución que respondiese mejor a las perso
nas de hoy. Se decía aquello de que "para qué casarse... acaso por firmar un papel nos vamos a querer más..." hoy, son precisamente los que decían eso los que demandan papeles al Estado... En el fondo lo que ocurrió con aquel "amor libre" que se preconizaba fue que se esclavizaron más a sus dudas y temores.
La familia es un "nosotros" en lugar de un "yo". Cuando la unidad familiar deja espacio para que cada uno de sus miembros sea él mismo, es cuando crece la persona. Si el "nosotros" no nos deja ser uno mismo, algo falla, algo anda mal.
La fe es siempre un "nosotros" que nunca cierra el corazón ni a los demás ni a Dios...
Cuando se hace la pregunta "¿A quién quieres más, a tu hijo o a Dios?" puede que te encuentres como traicionando a uno si eliges al otro. Nada más lejos de la realidad: queriendo a tu hijo estás amando profundamente a Dios, porque "donde hay amor allí está Dios..."
El ejemplo de la Sagrada Familia es una profunda invitación a reflexionar y a profundizar en nuestras relaciones con Dios y con los demás.
* * *
¿Cómo es tu relación con tu familia?
Define a tu familia en tres palabras
¿Qué le falta y qué le sobra a tu familia?
¿Tratas de evangelizar a tu familia? ¿Qué dificultades encuentras?
¿Cómo actúa Dios en la familia?

miércoles, 23 de diciembre de 2009

!!!! HOY ES NAVIDAD !!!!

Hoy nos ha nacido el Rey de Reyes en un Portal pobre de Belen....

Cada año celebramos la fiesta de la navidad, una época de alegría regocijo y hermandad, aunque no podemos descartar que para muchos es solo una fiesta comercial donde lo que importan son los regalos caros y la algarabía de comidas y fiestas vacías, que hasta cierto punto no tienen sentido.
Porque digo esto, lo digo porque el único centro y fin de la Navidad, es Jesús que viene para encontrarse con nosotros, para mostrarnos con su vida el significado tan grande de ser hijo de Dios. Una navidad sin Jesús, no es navidad. Siempre me ha impactado la forma sorprendente en que Dios hace humano a su hijo, creo que nunca nos lo hemos imaginado seriamente, imagínate:
Nace en una cueva con animales, muchos lo llaman un portal, pero en realidad no llegaba ni a eso, era un establo en una cueva de un pueblo insignificante y pobre, se llamaba Belén, donde no había ni vino, ni champaña, ni una mesa servida con majares, ni buenos vestidos y buena música ese día, solo eran pastores pobres que cuidaban ovejas quizá ajenas, con rostros curtidos y mal olientes por la fatiga del trabajo del día, es ahí donde nace, de una mujer sencilla y humildemente pobre, casada con un artesano que hacia mil trabajos para ganarse su pan, pero con una fe de hierro. Es ahí donde nace el hijo del Creador, el Rey de Reyes, la verdad hecha hombre, fue tan pobre que no eligió nacer teniendo, sino entre animales, y cuando murió lo sepultaron en un sepulcro prestado.
El nace esta noche en un pesebre, y es “porque no había lugar para ellos en la posada” (Lc 2,7), y porque además quiso ubicarse en el grado más bajo de la escala humana. Lo hizo para que nadie se sienta excluido, ni siquiera el hombre más desdichado, y para que todos tengan abierto el camino de la salvación. A todos, como a los pastores, se les anuncia, “Hoy os ha nacido un Salvador”. Es por ello que El gran desafío de la Navidad es acoger por la fe al Niño Dios que nace.
El Niño acostado en la pobreza de un pesebre: es la señal de Dios. El Dios que actúa siempre con sencillez. Pasan los siglos y los milenios, pero queda la señal, y vale también para nosotros, hombres y mujeres de este siglo. Es señal de esperanza para toda la familia humana: señal de paz para cuantos sufren a causa de todo tipo de conflictos, de violencia, de guerras. Señal de misericordia y compasión para los pobres y los oprimidos. Señal de liberación hecha de reconciliación para quien se encuentra esclavo del pecado viviendo en la ruptura y para el que vive inmigrante en el destierro y en la soledad. Señal de amor y de consuelo para quien se siente solo y abandonado. Señal pequeña y frágil, humilde y silenciosa, pero llena de la fuerza de Dios, que por amor se hizo hombre.

Hermanos, hoy nace el Salvador: “Hoy nace aquella vida que viene a destruir el temor de la muerte y a darnos la esperanza de una eternidad dichosa” (San León Magno).
Que en Navidad se renueve nuestra esperanza, porque el pecado, la muerte, la enfermedad, la pobreza, el sufrimiento, no tienen la última palabra. La última palabra la tiene el Señor Jesús, el Reconciliador, el único Salvador del Mundo, ayer, hoy y siempre.
Por eso, “que nadie se considere excluido de esta alegría, pues el motivo de este gozo es común para todos. Nuestro Señor, en efecto vencedor del pecado y de la muerte, como no encontró a nadie libre de culpa, así ha venido a salvarnos a TODOS. Alégrese, pues, el justo, porque se acerca la recompensa; regocíjese el pecador, porque se le brinda el perdón; anímese el pagano, porque es llamado a la vida” (San León Magno).
En Navidad, nos abrimos a la esperanza contemplando la gloria divina oculta en la pobreza de un Niño envuelto en pañales por su Madre y acostado en un humilde pesebre. Aceptar esta paradoja, la paradoja de Navidad, es descubrir la Verdad que nos hace libres y el Amor que colma y transforma la vida.
Les deseo a todos de una muy Feliz Navidad y de un Año Nuevo lleno de las bendiciones del Señor.

JESUS NACE PARA DARNOS LA VIDA...

Estamos a punto de celebrar un hecho de trascendencia en la vida de la humanidad : Hace dos mil años nació un niño. Cuando celebramos nuestro propio cumpleaños, recordamos que nos estamos haciendo mas viejos. Cada año se añade una velita mas al bizcocho. Pero en Navidad no celebramos el que Jesús sea muy viejo. Nos alegramos porque Dios ha entrado en nuestra vida como un niño recién nacido, en los comienzos de la vida.
La imagen corriente de Dios es la de un hombre anciano, con pelo blanco. Pero en Navidad nos acordamos del ser eternamente juvenil de Dios. Como cantamos en la aclamación antes del Evangelio : « Un niño nos ha nacido . Un hijo se nos ha dado, Dios el Irreprimible » . Dios es joven de una manera irreprimible . San Agustín escribió una vez que somos nosotros los que nos hacemos viejos, pero consiste en que nosotros también estamos invitados a participar en el ser juvenil de Dios. Come dice el Evangelio de hoy : « A cuantos realmente le recibieron El les dio el poder de llegar a ser hijos de Dios ». Navidad es la fiesta de nuestro rejuvenecimiento.
¿Que quiere decir esto ? No significa que debamos hacernos infantiles. A veces hay personas que abrazan la religión come una huida del estado de madurez, de adultos. Algunos cristianos dan la impresión que no necesitan pensar por su propia cuenta o afrontar con personalidad los dilemas morales, ya que la Iglesia nos dice lo que debemos hacer.. « Papá siempre sabe mejor… » Pero esta actitud no traduce lo que es un verdadero hijo de Dios. Es sencillamente una "inmadurez" ». Nuestra propia sociedad muchas veces busca una forma distinta de rejuvenecimiento, al negarse a encarar los signos de nuestra edad. La cirugía plástica puede disimular las arrugas de nuestra cara. Podemos rebuscar un ser juvenil artificial y terrible porque tenemos miedo de morirnos. Pero esto tampoco constituye un rejuvenecimiento auténtico.
Ser un hijo de Dios significa estar abierto a las posibilidades infinitas de futuro. El mundo de un niño no es algo acabado o congelado. El o ella pueden llegar a ser cualquier cosa: político, periodista, montañero, marinero, o incluso un religoso o un personaje que cambie la historia.

Hace cuarenta años Martín Lutero King dio su discurso famoso « Tengo un sueño ».
Es un sueño de libertad, « cuando todos los hijos de Dios, negros y blancos, judíos y gentiles, protestantes y católicos puedan estrecharse la mano y cantar juntos con las palabras de la vieja canción espiritual : ¡Libres por fin !, ¡libres por fin !, Gracias a Dios Todopoderoso, ¡somos libres por fin ! ». Cuarenta años más tarde el muro de Berlín ha sido derrumbado, el Imperio Soviético ya no existe, el « apartheid » en África del Sur se ha hecho pedazos, pero tenemos menos sueños para el futuro. Somos la generación del «aquí y ahora».
Europa se está haciendo vieja. Literalmente estamos envejeciéndonos, puesto que el número de niños que nacen en nuestro viejo Continente va bajando. España e Italia tienen algunos de los índices de natalidad más bajos en el mundo. Pero también nos estamos envejeciendo en nuestro corazón, al perder nuestra capacidad de soñar un mundo nuevo. ¡Que el niño Jesús nos rejuvenezca con sueños refrescantes! ¿Qué sueños tienes tu ?

La Navidad nos rejuvenece si damos la bienvenida no solamente al niño Jesús, sino a todos los niños. Los niños siempre nos sacan de quicio. Ellos harán ruido cuando queremos dormir. Nos plantean cuestiones a las que no podemos contestar.
Nos plantean ante el hecho que no podemos gastar tanto dinero por nosotros mismos.
Ellos cambian nuestra manera de ser. Pero ellos son también la promesa de Dios para el futuro. Debemos permitir que nuestros hijos sean realmente jóvenes y no « pequeños adultos ». No debemos convertirlos en consumidores que tengan que vestirse con ropa que lleva alguna marca famosa. Que no los consideramos como un mercado del que nos podemos aprovechar. Y ante todo, que no los tratemos como objetos sexuales y dejemos que se abuse de ellos. La prostitución infantil está creciendo en el mundo entero.
Frente a esta situación, hay que dejar que los niños sean niños…
El niño Jesús llega a nosotros en los niños de otras personas, los niños de extranjeros e inmigrantes, niños que pertenecen a otras religiones o a ninguna.
Démosles la bienvenida también a ellos. Ellos abren para nosotros un futuro que es más amplio de lo que podemos imaginarnos. Nos ayudarán a derrumbar las murallas de hostilidad que dieron muerte a Jesús antes del tiempo de envejecerse.
Finalmente, soñemos con un futuro para los que parecen no tener futuro alguno, los pobres que duermen en nuestras calles, los que se sienten desesperados

domingo, 20 de diciembre de 2009

IV DOMINGO DE ADVIENTO

“Bendita tu entre todas las Mujeres…”
Lc. 1,39-45

En el tiempo de adviento se nos presentan dos grandes personajes que nos introducen con sus vidas y acciones en la Navidad. Estas dos eminentes figuras son Juan el Bautista y María. Podemos decir que el tiempo del nacimiento de Jesús es la síntesis de las dos vidas, de las dos actitudes espirituales, de los dos ejemplos de Fe. Estos dos grandes modelos de fe son tenidos en gran respeto y veneración por parte de la Iglesia, no en vano en la Iglesia Católica sólo celebramos tres nacimientos: el de Jesús, el 25 de diciembre; el de María el 8 de septiembre; y el de Juan el Bautista, el 24 de junio. El resto de los santos los celebramos el día de su muerte. Las actitudes interiores que debemos de tener para vivir en profundidad la Navidad, fueron las que se dieron en estas dos grandes personas anunciadoras de la venida del Señor. La Palabra de hoy nos recuerda el momento que María se encuentra con Isabel. Es el encuentro entre dos madres y es también una visita que beneficia a ambas. Dice el Evangelio que María de dirigió "deprisa" a la casa de Zacarías. La fe siempre demanda una cierta urgencia. La fe no es estancamiento sino encuentro. "la criatura se movió en su vientre" quedó llena del Espíritu Santo”.
Todo encuentro espiritual verdadero debe provocar algo parecido: un movimiento interno que nos lleve a un encuentro con la realidad que hay en nosotros y una auténtica acogida del Espíritu Santo.
Podemos vivir una fe rutinaria que no se conmueve ni mueve por las cosas que nos suceden, ni por los encuentros con el Señor. Debemos de tener cuidado para que la fe sea siempre un encuentro vibrante para que lo que llevamos dentro se haga sensible a lo que sucede a nuestro alrededor. Isabel capta la presencia interior que hay en María y es capaz de vibrar.
¿Somos nosotros capaces de vibrar ante las personas que nos ofrecen la presencia amorosa de Cristo? ¿O nos hemos acostumbrados a mirar al Señor con la indiferencia y la lejanía con la que vemos las demás situaciones de la vida?. Isabel no envidió ni tuvo celos de la Virgen María, supo acoger su grandeza con humildad y realismo.
Las personas en las cuales el Espíritu de Dios ha hecho su morada están siempre inclinadas a pensar con sencillez sobre sí mismas y sobre los favores y beneficios que Dios le concede. La persona que recibe así la presencia del Espíritu puede estimular a otros en su camino de fe, esto fue lo que sucedió en este enc
uentro.
Termina la lectura de hoy proclamando dichosa a María por creer en lo que Dios le había prometido. La vida del cristiano siempre estará surcada por las promesas de Dios; en nuestra mano estará aceptarla con alegría y plenitud. En el fondo nuestra vida cristiana queda vacía cuando faltan la alegría y la esperanza.
María fue dichosa porque sin pedir nada a cambio, supo esperar en las promesas que Dios le había hecho. Acogió su maternidad como una tarea pastoral a la que destinó todos sus esfuerzos y todos sus horizontes. No se guardó nada para sí. La Historia nos enseña que quien se entrega totalmente a Dios, sin guardarse nada para sí mismo, recibe la plenitud de la gracia y en esa persona se realiza a la perfección todas las promesas que el Señor estableció.
Ante las interrogantes y el gran mensaje de este ultimo domingo de Adviento quisiera que nos hicieramos las siguientes cuestionantes:

¿Cuáles son las promesas que el Señor te ha hecho en tu vida?
¿Cómo acoges a las personas que han sido especialmente escogidas por el Espíritu Santo? ¿con celos? ¿con envidias...?
¿Qué representa la Virgen en tu vida?
¿Cómo puede una persona acoger los dones y la presencia del Espíritu?
¿Cómo has vivido este adviento? ¿Qué te ha aportado?