viernes, 16 de octubre de 2009

SAN LUCAS EVANGELISTA

Patrono de los medicos.

Cada 18 de Octubre la Iglesia celebra la fiesta de San Lucas Evagelista, quien fue el escrito de uno de los cuatro evangelio. Conoscamos un poco a cerca de este singular santo.
Lucas significa: "luminoso, iluminado" (viene del latín "luce" = luz).
San Lucas escribió dos libros muy famosos: el
tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.
Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol.
Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.
El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo".
Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.
En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.
Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.
También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.
Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.
Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.
Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.


Algunos Santos Padres y autores cristianos vieron a San Lucas en ese «otro discípulo» que acompañaba a Cleofás, camino de Emaús, la tarde de la Resurrección cuando se les manifestó el Señor y se dio a conocer al partir el pan. Si esto fuera verdad, habría que pensar en un discípulo del Señor y judío y no gentil.
Lo que parece más probable es que Lucas era gentil, de Antioquía, y que llegó al conocimiento de Jesucristo por medio del Apóstol San Pablo, al que se sentirá siempre ligado y será uno de los discípulos predilectos del Apóstol de los Gentiles. Nació en Antioquía de Siria y era de profesión médico. Estaba muy bien preparado en el saber de su tiempo y conocía bien la lengua y literatura griegas.
Una vez convertido a la fe de Cristo, quizá por los años 40, su vida ya va estrechamente unida con la de San Pablo y con él misiona por diversos países: Macedonia, Jerusalén, Roma. Las enseñanzas de Pablo van calando en el corazón y en la mente de Lucas. Enseñanzas que con algunas otras fuentes que llegarán hasta sus manos, inspirado por el Espíritu Santo, pasará a la escritura, y gracias a él tendremos el tercer Evangelio y el precioso libro de los Hechos, la primera Historia de la Iglesia.
En San Lucas podemos destacar dos facetas, las dos muy importantes: Lucas historiador y Lucas misionero. Entre los sinópticos se puede denominar a Lucas el evangelista de la historia de la salvación. Ha escrito una historia en dos tomos sobre los orígenes del cristianismo: El Evangelio y los Hechos. Se le puede llamar con toda precisión el historiador entre los demás evangelistas, no porque los otros no hagan historia, sino más bien porque él tiene una intuición más amplia de la historia. Lucas conoce las historias de su tiempo. Él sabe que suelen poner un prólogo a las historias de su tiempo y él así lo hace. Se fija especialmente en la cronología de los hechos y trae referencias de historia profana más que los demás. Pero sobre todo él ha escrito la historia de la salvación.
Como misionero no se le ha considerado tanto y sin embargo basta recordar sus correrías para que se merezca este honroso título. San Juan Crisóstomo le llamó: «Incansable en el trabajo, ansioso de saber y sufrir, Lucas no acertaba a separarse de Pablo». Desde su prisión de Roma Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Lucas sólo queda conmigo». Nunca se separa del maestro. Y a los colosenses y a Filemón también les recuerda que Lucas está a su lado y le llama «Lucas, el médico, el querido».
Cada uno de los evangelistas tiene su característica peculiar, como si se hubieran puesto de acuerdo para hacer mayor hincapié en una de las facetas de la historia de la Salvación. Así dice el Padre Bover, S.J.: «Si el evangelio de San Mateo podía llamarse mesiánico; el de San Marcos taumatúrgico; el de San Juan teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia».
Otra faceta que resalta en el Evangelio de San Lucas es su amor en cuanto se refiere a la Virgen María. Él trata más que los otros tres evangelistas sobre el tema mariano. Se le ha llamado Pintor de María, porque haya pintado en el lienzo, algunas pinturas antiguas de la Virgen, y sobre todo porque la pintó maravillosamente en su Evangelio. Quizá fue la misma Virgen María quien le contó las encantadoras escenas de la Infancia de Jesús. Una antigua tradición dice que murió martirizado en Acaya, colgado de un árbol.

jueves, 15 de octubre de 2009

SANTA TERESITA DE AVILA

DOCTORA DE LA IGLESIA
Celebramos con alegría la fiesta de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia. Teresa de Cepeda y Ahumada tomó el nombre de Teresa de Jesús al ingresar en el Carmelo. El cambio de nombre supuso para ella mucho más que cumplir con lo establecido para el momento de la profesión religiosa. Significaba, en efecto, el cambio profundo que quiso llevar a cabo en su vida: de ser una mujer como la mayoría, dedicada a sus intereses particulares y de relaciones familiares y sociales en general, sería en adelante, de modo exclusivo, para Jesús. No habría ya más afanes en su vida que los de Cristo. Su nombre de religiosa expresa, pues, posiblemente del modo más sintético y real, lo que fue la vida de esta santa a partir del momento en que decidió consagrarse a Dios.No fue sencillo para Teresa de Jesús alcanzar esa santidad – identificación plena con Cristo – que se le presentó como un ideal fascinante en sus años de juventud. Fue necesario que pusiera lo personal muy en segundo término y en todos los aspectos. Sin embargo, con el paso de los años, mostró una fuerza consigo misma y una capacidad de impulso hacia la perfección genuina exigida por Jesucristo, que admiró y hasta desconcertó a los de su misma orden religiosa. De modo particular, llamó la atención y recibió críticas, de algunos sectores en cierta medida acomodados y poco exigentes respecto a su rigor primigenio. A partir de aquella situación se sintió impulsada a emprender una profunda reforma del Carmelo, recobrando así el espíritu que dio origen a la Orden. ¿Cómo fue capaz una mujer, sin recursos ni influencias, de establecer tan profundos cambios, claramente negativos desde un punto de vista humano, y contra el parecer de la mayoría? ¿Cuál fue el estímulo que hizo posible el sorprendente desarrollo posterior de su Empresa? Pues era insólito su sacrificio en una sociedad cada vez más afanada en las comodidades de una vida fácil. No se podía entender el sentido de tan rigurosa exigencia. De diversos modos, la Santa de Ávila se remitía siempre a la oración para señalar la causa, el origen, el único fundamento consistente de cualquier tarea eficaz al servicio de Dios. En su propia oración aprendió Santa Teresa que, viviendo la vida con Dios en un trato habitual, los hombres podemos y debemos sentirnos siempre triunfadores a pesar de aparentes contratiempos, que serán siempre momentáneos, pues no es posible que, empeñados en sus mismos afanes, podamos fracasar con Él.En cambio, sin oración tenemos garantizada la esterilidad: el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración. Es su viva experiencia, de un permanente empeño por agradar a Dios yendo de su mano, con la impresión, en ocasiones, de que todo ese esfuerzo es excesivo, poco eficaz en apariencia. Sin embargo, insiste en la necesidad de no abandonar la oración, aunque parezca estéril: La oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada. Cuando Dios quiere, el alma nota, hasta de modo sensible, la eficacia y la paz de la súplica: Entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar (...). Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese de una vez para no ofenderle. Y en otro momento concluye: Siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas.Ante nuestros ojos está, visible por todo el mundo, la eficacia santificadora de esta Santa, que trasciende mucho más allá del ámbito carmelitano, y hace sentir sus efectos en otras familias religiosas y en toda sociedad católica. El sentido común y sobrenatural, la gracia humana con un gran ingenio y espíritu práctico para la vida, su indudable talento literario y poético, y hasta el sentido del humor de Teresa de Ávila, han quedado para la historia de la cultura y de la espiritualidad como un animante estímulo para cuantos nos resistimos a ser vulgares.Acudimos a su particular asistencia en el día de su fiesta, para que no desistamos de la oración confiada en los momento de dificultad, convencidos de que, con Jesucristo, nunca podremos perder, a pesar de que, por momentos, la tentación nos sugiera pensamientos de desánimo. La Madre de Dios, Virgen Poderosa, según la aclamamos en las Letanías del Santo Rosario, nos confirma que, de la mano de Dios, siempre vamos seguros.

miércoles, 7 de octubre de 2009

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

7 de Octubre fiesta dedicada a nuestra Madre Maria
Queridos Hermanos: con gran júbilo y alegría celebramos hoy la Fiesta de Nuestra Señora la Virgen del Rosario. (Batalla de Lepanto en 1571.) Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen. En el siglo IV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo. []En el siglo XVI, San Pío V instauró su fecha el 7 de Octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto (atribuida a la imagen), denominándola Nuestra Señora de las Victorias; además, agregó a la letanía de la Virgen el título de Auxilio de los Cristianos. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario. A causa de la victoria en la batalla de Temesvár en 1716, atribuida por Clemente XI a la imagen, el papa ordenó que su fiesta se celebrase por la Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por esta advocación hizo que fuera apodado el Papa del Rosario, escribió unas encíclicas referentes al rosario, consagró el mes de Octubre al rosario e incluyó el título de Reina de Santísimo Rosario en la letanía de la Virgen. Como anécdotas, tanto la Virgen de Lourdes en su aparición de 1858 como la de Fátima en 1917 pidieron a sus aparecidos que rezasen el rosario. Gran parte de los papas del Siglo XX fueron muy devotos de esta advocación, y Juan Pablo II manifestó en 1978 que el rosario era su oración preferida. S.S. Benedicto XVI es un hombre de Rosario diario. «Rezar el santo Rosario, no sólo es hacer memoria, del gozo, el dolor, la gloria, de Nazaret al Calvario. Es el fiel itinerario, de una realidad vivida, y quedará entretejida, siguiendo al Cristo gozoso, crucificado y gloriosamente resucitado, en el Rosario, la vida».Así reza el himno de Laudes de la fiesta de este día.
Es una buena síntesis de lo que es y de lo que significa el santo Rosario.

- «El Rosario es el compendio de todo el Evangelio.
- «El Rosario es una oración evangélica, de orientación profundamente «cristológica».
- «El Rosario es una oración laudatoria, pero sobre todo «contemplativa».
- «El Rosario es vástago germinado sobre el tronco secular de la liturgia cristiana.
- «El Rosario es el Salterio de la Virgen mediante el cual los humildes quedan asociados al cántico de alabanza y a la intercesión universal de la Iglesia.
- «El Rosario es un ejercicio piadoso inspirado en la Sagrada Liturgia, con la que fácilmente se armoniza.
- «El Rosario es una óptima preparación y fructuosa prolongación a la celebración de los misterios de Cristo en la acción litúrgica.
- «El Rosario es la memoria contemplativa de los mismos acontecimientos salvíficos realizados por Cristo».
El origen del Santo Rosario es tan antiguo como el mismo cristianismo aunque como es lógico no en su forma actual. Cristo vivió los misterios de su vida para que nosotros los cristianos los reproduzcamos en nuestra vida mediante la oración y vida diaria. En el Rosario se recuerdan los misterios de la vida de Cristo. La tradición ha hecho al español Santo Domingo de Guzmán autor del actual Rosario. Esto importaría poco.

Los dominicos - sus hijos - han sido siempre los grandes propagadores de esta devoción tan querida por el pueblo cristiano. El origen de la fiesta de hoy - antes se llamaba la Virgen de las Victorias - arranca de la batalla de Lepanto que el Papa San Pío V encomendó a la Virgen del Rosario y la victoria se atribuye a su poderosa ayuda.
En el Año 1571.Los Papas, los Reyes, los Santos, los Sabios y la gente sencilla, desde que esta devoción es conocida, lo han rezado y propagado con gran celo. Ocuparía muchas páginas, querer recoger los piropos que durante siglos han tributado a esta forma de honrar a la Virgen y a Cristo, celebrando sus misterios. Sobre todo a partir del Papa León XIII todos los Papas han exhortado vivamente al rezo diario en familia y en particular de esta devoción. «Rezad el rosario», dijo la Virgen a Bernardita en la gruta de Massabielle, en Lourdes en 1858 y a los pastorcitos Jacinto, Francisca y Lucia en Cova de Iría

Sólo a Jesús se debe la gloria de ser nuestro único Mediador. A solo Él la Omnipotencia absoluta de un Dios y a Vos, ¡oh María! la omnipotencia de intercesión de una Madre especialmente amada. "Ab omnipotente Filio, omnipotens Mater facta est" (San Bernardo). Este incomparable privilegio concedido a María, lejos de equipararla a la grandeza de Dios, no hace otra cosa que, únicamente, exaltarla; y esta Omnipotencia de intercesión que le fue otorgada, se convierte en una inmensa gloria para el mismo Todopoderoso.
Realmente, la gloria de un autor es la perfección de su obra. Así Dios es mayormente glorificado por la fuerza incalculable de ciertos mediadores. Todo es por y para Él, Una gloria que, no pudiendo hacer una criatura omnipotente por sí misma, haya dado la gracia de la omnipotencia de Intercesión a Su Madre por Sí Mismo. María es una criatura privilegiada y su intercesión poderosa tanto más glorifica a Dios, cuanto más poderosa y más amplia es. Gracias a Dios, todos los católicos veneramos a la Madre de Dios con Hiperdulía, la amamos entrañablemente, la escuchamos, la obedecemos, le damos gracias y confiados en Su Omnipotencia de Intercesión, depositamos todas nuestras dificultades, inquietudes y pesares a Sus pies, y diariamente le pedidos que aumente en nosotros nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad para merecer todas las promesas y Gracias de Nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo, que en la unidad del Espíritu Santo es un solo Dios y vive y reina por los Siglos de los Siglos, Amén.Gracias a las diferentes advocaciones Marianas, el Rosario continua creciendo en popularidad en todo mundo. Un claro ejemplo es la Cofradía autorizada por nuestros santos padres, Juan Pablo II y Benedicto XVI de los Heraldos del Evangelio.
Lamentablemente, todos sabemos que en el mundo actual, hoy día, hay muy pocos llamados a la vocación del sacerdocio. Sin embargo, hay más de cien sacerdotes Heraldos ordenados, más de ciento veinte Diáconos, quienes seguramente serán ordenados sacerdotes a corto plazo. Y hay más de seiscientos seminaristas estudiando en los dos seminarios de San Pablo en Brasil. La Cofradía propaga la devoción de los cinco primeros Sábados del mes en un año, con confesión, el rezo del Rosario, con una meditación de quince minutos sobre uno de los Misterios del Rosario, con Misa y Comunión. La Virgen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima se apareció a la pastorcita Lucia en una capillita en Coimbra, Portugal, y le pidió ésta reparación. Hace pocos días tuvimos la gracia de Dios de ver la placa recordatorio en dicha capilla de este hecho maravilloso. Solamente una confirmación más de algo ya conocido y creído en fe.
En Lourdes nos unimos a cientos de peregrinos de todas las naciones del mundo y bebimos del agua bendita de la gruta de Massabielle que ha curado a muchos miles de enfermos de toda clase de males. También hicimos las colas para bañarnos en el agua bendita, fría y sagrada que la Virgen de Lourdes hizo brotar de la gruta para que Bernardita sanara de la ceguera de nacimiento a un niño de 11 años, de la zona, y así diera comienzo a miles de sanaciones milagrosas, atestiguada por miles de doctores como milagrosas.
El sosiego, la paz, el agradecimiento, la sanación y la esperanza experimentada en estos santuarios tan extraordinarios confirma la misericordia de Dios Padre, dando curación a Sus hijos ante el pedido de la Madre de Dios; templo y sagrario del Espíritu Santo.
¡¡¡ Salve María; y Viva Nuestra Señora la Virgen del Rosario !!!

viernes, 2 de octubre de 2009

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

En el Evangelio (Mc. 10, 2-16) vemos cómo cuando los fariseos interrogan a Jesús acerca del divorcio que -como leemos- Moisés había permitido en algunos casos, el Señor insiste en la indisolubilidad del matrimonio, sin hacer excepciones.
Y explica que la permisión de Moisés se debió a la terquedad de los hombres, “a la dureza de corazón de ustedes”, pero insiste en que en el principio, antes del pecado, no fue así, y el mismo Jesús recuerda en este pasaje la narración del Génesis, cuando Dios dispuso que hombre y mujer no fueran dos, sino uno solo.
La indisolubilidad del matrimonio siempre ha parecido una exigencia muy difícil de cumplir. En efecto, cuando Jesús insiste en ella, los mismos discípulos exclamaron que era preferible no casarse: “Si ésa es la condición del hombre con la mujer, más vale no casarse” (Mc. 10, 2-12).
Sin embargo, Jesús no trata de excusarse por sus exigentes palabras, sino que, por el contrario, propone algo aún más difícil de entender. Alaba, entonces, a los que escogen la castidad por amor al Reino de Dios, aunque reconoce que es una vocación con una gracia especial.
La doctrina de Jesús sobre el matrimonio constituye un ideal propuesto a todas las parejas que deciden unirse en un proyecto de vida común para formar una familia. Se trata del ideal de una unidad indisoluble, expresado en la frase con la que Jesús evoca la unión del primer varón con la primera mujer en el relato del libro del Génesis (2, 18-24), del cual está tomada la 1ª lectura de este domingo: “ya no son dos, sino una sola carne”. Cuando el matrimonio corresponde a una decisión madura y responsable de los contrayentes- tal unidad es la expresión de una completa entrega mutua por amor.
Por eso el sacramento del matrimonio, signo sensible de la presencia y la acción salvadora de Dios en el amor conyugal del varón y la mujer, no puede reducirse al rito en el que los novios se convierten en esposos al expresar su consentimiento. La realización de lo que significa el sacramento como tal sólo puede darse en verdad cuando ambos cónyuges, a lo largo de su vida en pareja, manifiestan un auténtico testimonio de amor en la mutua entrega.
los esposos se les llama "cónyuge", el significado de esta palabra es "el que está unido al mismo yugo". Jesús también habló un día de un yugo: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les haré descansar. Acepten el yugo que yo les impongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo y carga que yo les impongo son ligeros." (Mt 11, 28)
En el fondo, lo que nos está diciendo el texto es que siendo "cónyuges" de Jesús podremos establecer otras comunidades donde ser verdaderamente felices.
El divorcio no es el remedio para el matrimonio que ya no funciona, eso todos los sabemos, incluso los partidarios del mismo. Pero tenemos que ser valientes y sinceros en denunciar que muchos matrimonios no se deberían de celebrar por la Iglesia, pero buscamos subterfugios mentales para justificarlos. Ser valientes para decirle a la gente que sólo ve en el matrimonio por la Iglesia una gala más de vanidad, que esperen, que reflexionen y que se acerquen a Cristo, que nosotros les ayudaremos en ese caminar... Muy probablemente la gente nos dirá que nos dejemos de rollos, que lo único que quieren es casarse
Los divorciados de nuestras sociedades son mayoritariamente católicos y esto nos tiene que hacer reflexionar profundamente. Cuando hablamos de un matrimonio uno e indisoluble en un mundo plural y soluble, no debemos de perder nunca de vista que el matrimonio no es una institución inventada por los hombres, sino querida por Dios. Si no tenemos esto claro los católicos, pensaremos y diremos lo mismo que los no creyentes. Pero estas claridades no tienen que ser a nivel dogmático o teórico sino una profunda experiencia de vida.
Preparar a los jóvenes para una experiencia real de Cristo resucitado y para el matrimonio es el mejor remedio contra el divorcio. Sé que esto es difícil pero no imposible. La elección del cónyuge puede ser desacertada si no se ha hecho con oración, con madurez y con discreción. Los novios van juntos a comprar el piso, a comprar los elementos de la nueva vivienda, a invitar a los amigos. Yo me pregunto cuántos novios van juntos hacia Dios... cuántos han orado juntos por su matrimonio... cuántos han discernido a la luz del Evangelio el amor que Dios ha puesto en sus corazones

Cuántos han invitado a Dios a su boda por la Iglesia...?

¿Qué es en el fondo lo que nos está diciendo el Evangelio de hoy? Que debemos de encontrar un sentido moral a nuestra vida diaria, una moral que viene desde Dios; los fallos de las situaciones en la vida es porque, probablemente, no somos todavía las personas que el Espíritu puede transformar

La vida cristiana es un constante aprender desde el amor y el sentido común. Los fallos en la vida diaria se producen para mí por tres motivos fundamentales:

- La ausencia de Dios porque le hemos desterrado de nuestra vida diaria
- La ausencia del amor en toda su amplitud y significado
- La falta de madurez tanto humana como espiritual, para tener esa buena mirada que sabe ver e interpretar lo que Dios quiere de nosotros

Se dan ustedes cuenta que muchos novios cuando se van a casar por la Iglesia, dicen a sus amigos: "si no puedes ir a la Iglesia, vete a la celebración..."; es bastante gráfica la expresión: en la Iglesia se ritualiza, algo alejado de la vida; es como un añadido sin importancia a la vida diaria. Pero donde vamos a celebrar es donde hacemos la fiesta, la alegría, donde bailamos y cantamos, donde nos deseamos lo bueno y nos felicitamos, donde reímos y soñamos juntos... Creo que el tema del divorcio entre los católicos empezará a desaparecer, cuando seamos capaces de transmitir a nuestros hermanos, que donde realmente está la fiesta es en poner a Dios por testigo del amor que se tienen y de un día a dia lleno de los frutos de Espíritu

jueves, 1 de octubre de 2009

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS RUEGA POR NOSOTROS

PATRONA DE LAS MISIONES
Queridos Hermanos: hoy celebramos con gran júbilo y alegría la Fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús, una luminaria de Jesús y María que con su caminito de infancia espiritual continúa esparciendo una lluvia de rosas sobre la tierra. Santa Teresita del Niño Jesús ruega por nosotros. Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones.
La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones). "La Florecita", como muchos la llaman, encontró su elevador, que la llevó velozmente por entre períodos oscuros de sufrimiento espiritual, por entre largas noches de dolor corporal, hacia arriba, siempre arriba, hasta que al fin estuvo segura en brazos de su amado Jesús. Antes de morir, terminó su autobiografía, L’Histoire d’un Alme ( La Historia de un Alma ), escrita a petición de su Superiora. Ha sido traducida a muchos diferentes idiomas, y está llena de belleza, sabiduría y valor, y por ella podemos saber algo de la santidad de Teresita, pues explica cómo hizo de sí misma un juguete de Cristo. Hiciera lo que hiciera, estaba segura de su amor.La hermana Teresita de Lisieux murió el 30 de Septiembre de 1897.
En junio de ese año había sido llevada a la enfermería del convento, padeciendo fuertes hemorragias, y no volvió a salir de allí. Tres de sus declaraciones, pronunciadas por ese tiempo, le han dado la vuelta al mundo y ningún comentario sobre la Florecita, por breve que fuera, estaría completo sin ellas: "Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor. Después de mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas." "Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra." "Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta." Casi inmediatamente después de su muerte, fueron tan numerosos los milagros obtenidos por su intercesión, que la Santa Sede dispensó los acostumbrados cincuenta años que normalmente deben transcurrir antes que se inicie el proceso de canonización. En 1922 fue solemnemente beatificada por el Papa Pío XI, y dos años más tarde fue canonizada Teresa de Lisieux.Como una de las principales obligaciones de las carmelitas es pedir por las misiones, no es extraño que, en 1927, Santa Teresita fuera nombrada Patrona celestial de todas las Misiones Extranjeras, junto con San Francisco Javier. Dijo Teresita: "Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones."
Lo mismo para los católicos que para los no católicos, Teresita sigue dejando caer su lluvia de rosas, y los que son suficientemente prudentes para recoger los preciosos pétalos, se encuentran atraídos irresistiblemente hacia Jesús.(La mayor parte de esta pequeña biografía ha sido extraída de "Nuestra Herencia Católica" tomo III, publicada por La Prensa Católica, México, 1973ORACIONA SANTA TERESITA ¡Santa Teresa del Niño Jesús! Durante tu corta vida en la tierra llegaste a ser espejo de pureza angélica, de amor fuerte como la muerte y de total abandono en manos de Dios. Ahora que gozas de las recompensas de tus virtudes, vuelve hacia mi tus ojos de misericordia, pues yo pongo toda mi confianza en ti. Obtenme la gracia de guardar mi mente y corazón limpios como los tuyos, y que aborrezca sinceramente cuanto pueda de alguna manera empeñar la gloriosa virtud de la pureza, tan querida de nuestro Señor.Encantadora rosa y reinecita, recuerda tus promesas de que jamás dejarías sin atender ninguna petición que te hiciera, que enviarías una lluvia de rosas y vendrías a la tierra para hacer el bien.Con la confianza que me inspira tu poder ante el Sagrado Corazón imploro tu intercesión en mi provecho y me concedas esta gracia que yo tanto deseo (Mencione lo que desea).Santa "Teresita", recuerda tu promesa de "hacer bien en la tierra" y que enviarías "lluvia de rosas" sobre quienes te invoquen. Obtenme de Dios las gracias que quiero de su infinita bondad. Que yo experimente el poder de tus oraciones en cualquier necesidad.Consuélame en todas las amarguras de la vida presente, en especial cuando me llegue la hora de la muerte, para que yo sea digno de tener parte en la felicidad eterna de que tú disfrutas en el cielo. Amén.

Queridos Hermanos: Por la gracia de Dios, acabamos de realizar un maravilloso viaje que nos llevó y trajo de conocidísimos Santuarios Marianos. Para comenzar el mes de Octubre, mes del Rosario, pienso que lo más apropiado para todos nosotros es profesar el Acto de Consagración a Jesús por medio de María recomendada por San Luis María Grignon de Montfort: Oh Sabiduría Eterna Encarnada, Oh Amabilísimo y Adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo Único del Padre Eterno y de María siempre Virgen.
Te adoro profundamente en el seno y esplendor de Tu Padre en la eternidad y en el Seno virginal de María Tu Dignísima Madre, en el momento de Tu Encarnación. Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio. Te alabo y glorifico porque has querido someterte a María Tu Santísima Madre, en todas las cosas, para hacerme por medio de Ella Tu fiel hijo.Pero, yo ingrato e infiel, no he guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en mi Bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado hijo Tuyo ni Tu esclavo; como no hay nada en mí que no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme a Tu santísima y soberana majestad.Por eso, recurro a la intercesión y a la Misericordia de Tu Santísima Madre, que me has dado por Mediadora; por Ella espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la sabiduría.Te saludo, María Inmaculada, Tabernáculo vivo de la Divinidad, en el que la Sabiduría Eterna oculta quiere ser adorada por los ángeles y por los hombres.Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio todo está sometido: todo lo que está debajo de Dios.
Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya Misericordia no ha faltado jamás a nadie.Escucha los deseos que tengo de la Divina Sabiduría, y recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.Yo, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras manos las promesas de mi Bautismo.Renuncio para siempre a las seducciones de Satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz en Su seguimiento todos los día de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.Recibe, Dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud de amor, en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría Eterna quiso tener con Tu maternidad; en vasallaje del poder que tenéis los Dos sobre este miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la Santísima Trinidad.Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo, buscar Tu honra y obedecerte en todo.Madre Admirable, preséntame a Tu querido Hijo en calidad de esclavo eterno para que, rescatado por Tí me reciba también por Tí.
Madre de Misericordia, dame la gracia de conseguir la verdadera Sabiduría de Dios y de estar en el número de los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como verdaderos hijos. Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto, imitador y esclavo de la Sabiduría Encarnada, Jesucristo, Hijo tuyo que llegue, por Tu intercesión y a Tu ejemplo, a la plenitud de Su edad sobre la tierra y de Su gloria en el Cielo. Amén .
Un minuto con María:1° octubre - Iglesia Bizantina eslava, Nuestra Señora de Prokov - León XIII declara octubre mes del Rosario (1883) - Santa Teresa del Niño Jesús. El Rosario de la Virgen María. El Rosario de la Virgen María, que se desarrolló progresivamente en el segundo milenio bajo la inspiración del Espíritu de Dios, es una oración amada por numerosos santos y aconsejada por el Magisterio. En su simplicidad y en su profundidad, permanece, incluso, en el tercer milenio que comenzamos, como una oración de gran significado, destinada a dar frutos de santidad. Ella se sitúa en la línea espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada del frescor de sus orígenes y que se siente impulsado por el Espíritu de Dios « a seguir adelante » para "gritarle" nuevamente al mundo, que Cristo es el Señor y Salvador, que Él es «el camino, la verdad, y la vida» (Juan 14, 6) que Él es el «fin de la historia de la humanidad, el punto hacia el cual convergen los deseos de la historia y de la civilización». Juan-Pablo II – de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, n°1 (octubre 2002). Un abrazo y bendiciones,

sábado, 26 de septiembre de 2009

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas de hoy narran dos escenas en las que los seguidores de Moisés (primera lectura) y los de Jesús (tercera lectura) se sienten celosos porque algunas personas, que no pertenecían al grupo que estaba junto a estos personajes, habían recibido unos dones especiales que ellos pensaban que les pertenecían de manera exclusiva:
En la primera lectura, tomada del libro de los Números, dos hombres, externos al grupo de los setenta ancianos, profetizan; Josué pide que se les prohíba hablar. En el evangelio, algunos hombres, externos al grupo de los discípulos, arrojan demonios en nombre de Jesús; el apóstol Juan les ha prohibido que continúen haciéndolo.
Estas dos situaciones – la descrita en el libro de los Números y la que narra el evangelista Marcos – son muy distintas en el tiempo y en el contexto; pero hay coincidencias que vale la pena subrayar: Coinciden los seguidores de Moisés y de Jesús en su oposición a los carismas especiales que manifiestan personas externas al grupo.
Coinciden Moisés y Jesús en su rechazo a este tipo de manejos excluyentes, y reconocen que la acción de Dios también se manifiesta en esas personas de fuera.
Los invito a reflexionar sobre el comportamiento de los seguidores de Moisés y de Jesús. Separemos los aspectos psicológicos y los aspectos teológicos.
Desde la perspectiva psicológica, ¿qué podemos decir?
Los grupos tienden a expresar con orgullo aquellos rasgos que los hacen diferentes y que definen su identidad.
Esta dinámica de afirmación de la propia identidad, que es positiva, genera comportamientos negativos de exclusión.
Los seguidores de Moisés y de Jesús sienten celos porque otras personas, externas a sus grupos, han tenido el atrevimiento de incursionar en áreas que ellos consideran que les pertenecen de manera exclusiva. Para los seguidores de Moisés es inaceptable que haya otros que puedan profetizar; para los seguidores de Jesús es inaceptable que haya otros que puedan expulsar demonios.
Nos encontramos, entonces, ante un auténtico ataque de celos. Pretenden que los dones de Dios se manifiesten exclusivamente dentro de sus grupos.
Después de tratar de comprender el porqué psicológico de su reacción, los invito a que avancemos en nuestra reflexión y exploremos los aspectos teológicos de estas dos situaciones que nos describen las lecturas de hoy. Podemos decir que se presenta una tensión entre los que están dentro y los que están fuera del grupo:
Los que estaban dentro del círculo íntimo de Moisés creían que el don de profecía les pertenecía por derecho por propio; la misma creencia tenían los discípulos de Jesús respecto al don de expulsar demonios.
En otras palabras, se estaba afirmando que todos los derechos y privilegios espirituales son para los que están dentro; y los que están fuera están privados de ellos.
¿Cómo resuelve Jesús esta tensión entre los que están dentro y lo que están fuera? Dice Jesús: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está en contra de nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa”
La posición de Jesús es muy interesante:
Él no se deja atrapar en la discusión acerca de lo que significa estar dentro y estar fuera. Su mirada es diferente. Mira las actitudes profundas del corazón y las acciones; en ese horizonte, quien está cerca de los hermanos y actúa a favor de ellos está cerca de Dios. Eso es mucho más significativo que las pertenencias institucionales y las membresías…
Este criterio se hace más explícito en el texto evangélico que reproduce las palabras de Jesús sobre el juicio definitivo al que seremos sometidos: todos aquellos que hayan dado de comer a un hambriento o hayan visitado a un enfermo, escucharán la invitación ¡Vengan, benditos de mi Padre! Estas lecturas de hoy nos dejan unas enseñanzas muy claras:
Estar dentro de la comunidad eclesial no es un derecho que nos hayamos ganado gracias a nuestros esfuerzos y que nos concede privilegios sobre Dios y la salvación. La pertenencia a la Iglesia es un regalo de Dios.
Estar dentro de la comunidad eclesial no nos autoriza para descalificar a otras personas que oficialmente no están dentro de ella.
No podemos tener una visión maniquea de la humanidad clasificándola en dos grandes grupos: los buenos y los malos, los salvados y los condenados, los incluidos y los excluidos, los que viven en la luz de la verdad y los que están en la oscuridad del error. Esta mentalidad maniquea que clasifica y discrimina va contra la universalidad del plan de salvación; Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad; además el Espíritu Santo sopla donde quiere.
Es hora de terminar nuestra meditación dominical. A través de una exploración de los sentimientos negativos de algunos seguidores de Moisés y de Jesús, hemos tomado conciencia de que un auténtico compromiso cristiano es incompatible con las envidias religiosas, con las exclusiones y con las discriminaciones. No creamos que tenemos derechos exclusivos sobre la salvación. No juzguemos a los demás ni los discriminemos por razones religiosas. Entendamos que la gracia es regalo de Dios y que el Espíritu Santo actúa en el corazón de todos y que su acción no se limita a un selecto grupo de escogidos. La autenticidad de la búsqueda de la verdad se verifica y constata por los frutos de solidaridad y de justicia que demos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"El que quiera ser el primero que sea el servidor de todos"
El Evangelio de hoy nos propone para la reflexión dos temas muy importantes en la vida cristiana: la humildad y el servicio.
Jesús aparece dialogando con sus discípulos que no terminan de entender lo que les está diciendo sobre el Hijo del hombre. No entienden y tienen miedo de preguntar. Ellos pensaban en el reino del que Jesús les hablaba en términos puramente humanos. El Señor toma la iniciativa y les contesta sobre sus preocupaciones.
La primera respuesta que Cristo da se refiere a la humildad.
A lo largo de los siglos se ha ido quizá desfigurando la realidad de lo que significa ser humilde; así se llamaba humilde al acomplejado, al que no tiene carácter, al que no termina de aclararse interiormente, y se hacía referencia contraponiéndolo al que tenía su forma de ser y de pensar propias. Santa Teresa de Jesús decía que la "humildad es la verdad", o sea, ser humilde es reconocernos ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás, tal cual somos, con nuestras tragedias y miserias, con nuestros carismas y cualidades. ¿Quién puede dudar que san Pedro y san Pablo, personalidades más que fuertes, eran personas humildes? Ciertamente lo eran porque se pusieron ante Dios tal y como eran y Dios les dio la respuesta a sus vidas, transformándolos desde dentro.
Aquellos discípulos estaban programando su futuro ambicionando grandes puestos en ese reino que Jesús traía, pero ahora el Maestro les plantea otro tipo de ambición. En lugar de la ambición de que nos lo hagan todo les expone la ambición de hacer cosas para los demás. Lo que deseaban los discípulos, en lugar de ser un medio para ganar preferencia en su reino, sólo servía para que este reino no llegara.
El mundo que nos ha tocado vivir no es un lugar donde se defienda la humildad; yo diría que todo lo contrario, de ahí uno de los choques permanentes con este tipo de sociedad donde los más débiles y los más humildes son marginados. Los cristianos tenemos que ser en el mundo de hoy los mejores defensores de los más débiles e indefensos, no creyéndonos salvadores de nadie sino intentando que todos conozcan de verdad al único Salvador.
Los creyentes en Jesús estamos llamados a ser humildes para servir. Cuando los cristianos hablamos de "opción preferencial por los pobres" no estamos haciendo literatura barata, sino estamos constatando la presencia del Señor en los más débiles y desposeídos.
La segunda llamada que Jesús nos hace es al servicio a los demás. Un servicio desinteresado a los otros, en especial a los más débiles y pobres de nuestro mundo. Tenemos que aprender a despegarnos de nuestros egoísmos y pequeñas apetencias, para comprender el misterio de Cristo. Los discípulos querían el prestigio, el reconocimiento humano y el hacer carrera, no el servicio a los demás.
Alguno podrá decir con cierta razón que "la gente no se merece nada..." "... total... para lo que te van a agradecer..." Y puede que estas afirmaciones encierren algo de verdad, pero el cristiano sabe qué hace y por qué lo hace, y en este hacer descubre la voluntad y el amor de Dios en su vida.
El reino de Dios es un reino de servidores de los demás. ¡Cuántas veces en nuestras comunidades vemos hermanos y hermanas que van buscando reconocimiento humano a su tarea! Quedan frustrados al darse cuenta que el gastar la vida por los otros no es el reconocimiento humano sino la hondura divina lo que tendrá por recompensa.
La Iglesia no debe parecerse a las estructuras civiles, si lo hace alejará el modelo de Cristo de su ser comunidad convocada y convocante de Jesús. Ciertamente en la Iglesia tendrá que haber una autoridad y una organización, pero el comportamiento tendrá que ser muy diferente a la autoridad profana. En el mundo de la fe la autoridad es servicio.
Servir para ser el más grande, ese es uno de los mensajes más importantes que nos dejó Jesús. Su ejemplo fue más allá, Él no hizo solamente obras buenas sino que se entregó a sí mismo en el mayor acto de servicio a los demás, y en su entrega alcanzamos la salvación.
Humildad y servicio, dos aspectos del amor al que Dios nos invita. Entender vivencialmente estas dos propuestas significa que tenemos que tener otra mirada al mundo y a nosotros. El mundo no puede cambiar al cristiano. Sólo Cristo es quien te puede transformar. ¿Qué ganarás con ello? No muchas cosas materiales, ni prestigio, ni poder ni dinero, sólo al final, en el último aeropuerto de tu vida, estarán esperándote dos hermanos mayores... y Dios... lo demás no tendrá casi ninguna importancia...

domingo, 13 de septiembre de 2009

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús, el Mesías que no esperaban, el siervo sufriente que carga con los pecados del pueblo, con los pecados del mundo. Difícil de aceptar para todos, incluso para Pedro, al que Jesús llama "Satanás", porque "piensa como los hombres y no como Dios". Es sorprendente la violencia con que Jesús reacciona ante las palabras de Pedro.
Conocemos mejor esas palabras por la redacción de Mateo (16,22): "¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa". Y Jesús le rechaza cono tentador: "Quieres hacerme caer". Se pueden interpretar esas palabras como reflejo de una verdadera tentación de Jesús, presencia durante su vida de las tentaciones simbolizadas en la cuarentena del desierto ("te daré todos los reinos del mundo...", tentación de poder, de mesianismo davídico exterior). En la misma línea podría interpretarse la reacción de Jesús en Juan 6,15, la sensación de apresuramiento en apartarse de la gente que le quiere hacer rey y su refugio en la oración, en el monte, él solo, como en las grandes ocasiones y
dificultades de su vida.
Sea de esta interpretación lo que se quiera, es innegable que esta fisonomía religiosa ha sido y es una profunda tentación para las personas y para la iglesia. Pero es una tentación completa, no una simple oferta de idolatría en que se trate descaradamente de "servir a otro dios", sino el mal ofrecido "bajo capa de bien" que diría Ignacio de Loyola, y por eso es más temible.
La tentación consiste en múltiples aspectos, pero todos ellos derivados de lo que Jesús detecta en Pedro: "Tú piensas como los hombres, no como Dios". Hay una manera humana de concebir la vida y la religión, y hay una Palabra que introduce nuevos criterios, no pocas veces incompatibles con los meramente humanos.
Así que, como tantas veces en el evangelio, aquella situación histórica representa una confrontación religiosa permanente en la humanidad (instituciones y personas). El reino del mesías como reino exterior, que incluye política, prosperidad y esplendores de culto; el reino de los cielos como conversión manifestada en obras. Salvar la vida; perder la vida. El Mesías triunfante; Jesús crucificado. La iglesia que triunfa como única mediadora entre Dios y los hombres; la iglesia que sirve sufriendo en silencio... Dos mundos, dos mesianismos, dos mentalidades, dos religiones. Una es la de Jesús, la otra es la que mató a Jesús.
Esa misma mentalidad que mató a Jesús es la que puede matar a la iglesia, y la que puede hacer que nuestra vida se eche a perder. El último párrafo del evangelio de hoy lo expresa con radical claridad: - El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio la salvará. Este último párrafo no es un añadido postizo; es una aplicación inteligente y precisa.
Para nosotros, hoy, significa el dilema entre salvar nuestro modo de vivir, nuestra manera occidental de entender a Jesús, nuestro concepto de culto, de templo, de jerarquía, de iglesia... salvar todo eso o perder todo eso por el Evangelio, por la Palabra.
Y la radicalidad, un tanto estremecedora, acompaña su fundamento, tomando las violentas palabras de Jesús a Pedro:
- ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!.
¡Pensar como Dios! ¿Qué puede ser más acertado que pensar como Dios? Pensar como Dios para salvar la vida, para hacerla más útil y sobre todo más feliz. Y, por el contrario, no pensar como Dios, buscar otro guía, fiarse de otros criterios. Terrible peligro, echar a perder la vida, equivocar el camino.
La violencia de la respuesta de Jesús a Pedro nos hace pensar que también Jesús tenía que esforzarse en “pensar como Dios”, que incluso él estaba continuamente tentado de pensar con otros criterios y valores … y que esa es la asignatura pendiente más importante de toda vida humana. Pero ¿Cómo piensa Dios? Para eso, precisamente para eso es Jesús, para que podamos ver con nuestros ojos, casi diríamos tocar con nuestras manos, cómo es un hombre que piensa como Dios.
El problema está en que en nuestro cristianismo-católico-occidental-consumista-cultual, hay evangelio, hay presencia de Jesús, pero hay también mucho mesianismo davídico, mucho "Dios para nosotros", mucho "pueblo privilegiado", mucho encerrar a Dios en nuestros incuestionados conceptos. Y, a nivel personal, hay mucho deseo de que la Palabra no cambie demasiado lo que nosotros consideramos vida religiosa, que en resumen es mantener lo más posible de los ideales del mundo (que tienen poco que ver con “pensar como Dios”) sin perjudicar definitivamente la vida eterna.
Aun a riesgo de entrar en interpretaciones demasiado concretas y opinables, podríamos señalar aspectos actuales que nos parecen derivados de esa tentación. Pienso que la iglesia y los cristianos de hoy padecen las mismas tentaciones que la Biblia refleja como tentaciones (y pecados) de Israel… y del mismo Jesús. Pero basta saber, no basta pensar. Es inútil conocer el camino si se va por
otra parte.
Aquí encaja como anillo al dedo la carta de Santiago. Fe sin obras es saber como piensa Dios y no hacerle caso. ¿Es ésta nuestra situación?
A nivel institucional la Biblia presenta a Israel como víctima y culpable de un pecado de APROPIACIÓN DE DIOS. "El Dios de Israel". Y todas las naciones deberán aceptar al Dios de Israel y, consecuentemente, a Israel como Pueblo Preferido, embudo por el que hay que pasar para llegar a Dios. Hay que aceptar a Dios como Israel lo ofrece. Israel es el único que conoce a Dios, porque es el único a quien Dios se ha revelado: los demás pueblos deberán conocer a Dios a través de lo que Israel les diga de Él. En consecuencia, Israel es el gran intermediario cultual: todos los pueblos deberán adorar a Dios en Jerusalén y en su templo, según los ritos y a través de los sacerdotes de Israel. Y todo ello fundamentado en la infalibilidad de la palabra de Dios. Todo lo que está en La Ley y Los Profetas es palabra infalible de Dios, y por tanto da seguridad absoluta a Israel y lo convierte en privilegiado entre todas las naciones. La aplicación a nosotros la Iglesia es evidente.
A nivel personal, la religión oficial de Israel se muestra en la Biblia, y muy especialmente en la espiritualidad de los fariseos y letrados que se enfrentan a Jesús, como una espiritualidad de estricto cumplimiento de preceptos en busca de una "justicia ante Dios". Los preceptos incluyen la limosna, pero con la intención de que el limosnero sea más perfecto, como cumplimiento de un deber ordenado a la propia justicia.
Nada de esto tiene que ver con las columnas básicas de "El Reino". El nuevo Israel será evadura en la masa del mundo, haciéndolo fermentar desde dentro, no por sumisión. Dios mismo y su Palabra son levadura y sal; el Dios eterno todopoderoso y juez se presenta como alimento para la vida del mundo. El samaritano que ayuda a su prójimo y el centurión romano que suplica con fe son puestos como ejemplo a los hijos de Abraham observadores de preceptos. "Somos hijos de Abraham - Éste es el Templo del Señor" son expresiones de orgullo expresamente rechazadas por Jesús. Creo que tenemos - en el momento actual más que nunca - motivos para una larga meditación sobre nuestros parecidos con los pecados de Israel, que mataron a Jesús.

EXALTACION DE LA SANTA CRUZ

La fiesta del Triunfo de la Santa Cruz se hace en recuerdo de la recuperación de la Santa Cruz obtenida en el año 614 por el emperador Heraclio, quien la logró rescatar de los Persas que se la habían robado de Jerusalén.
Al llegar de nuevo la Santa Cruz a Jerusalén, el emperador dispuso acompañarla en solemne procesión, pero vestido con todos los lujosos ornamentos reales, y de pronto se dió cuenta de que no era capaz de avanzar. Entonces el Arzobispo de Jerusalén, Zacarías, le dijo: "Es que todo ese lujo de vestidos que lleva, están en desacuerdo con el aspecto humilde y doloroso de Cristo, cuando iba cargando la cruz por estas calles".
Entonces el emperador se despojó de su manto de lujo y de su corona de oro, y descalzo, empezó a recorrer así las calles y pudo seguir en la piadosa procesión.
La Santa Cruz (para evitar nuevos robos) fue partida en varios pedazos. Uno fue llevado a Roma, otro a Constantinopla, un tercero se dejó en un hermoso cofre de plata en Jerusalén. Otro se partió en pequeñísimas astillas para repartirlas en diversas iglesias del mundo entero, que se llamaron "Veracruz"(verdadera cruz).
Nosotros recordamos con mucho cariño y veneración la Santa Cruz porque en ella murió nuestro Redentor Jesucristo, y con las cinco heridas que allí padeció pagó Cristo nuestras inmensas deudas con Dios y nos consiguió la salvación.
A San Antonio Abad (año 300, fiesta el 17 de enero) le sucedió que el demonio lo atacaba con terribilísimas tentaciones y cuentan que un día, angustiado por tantos ataques, se le ocurrió hacerse la señal de la Cruz, y el demonio se alejó. En adelante cada vez que le llegaban los ataques diabólicos, el santo hacía la señal de la cruz y el enemigo huía. Y dicen que entonces empezó la costumbre de hacer la señal de la cruz para librarse de males.
De una gran santa se narra que empezaron a llegarle espantosas tentaciones de tristeza. Por todo se disgustaba. Consultó con su director espiritual y este le dijo: "Si Usted no está enferma del cuerpo, ésta tristeza es una tentación del demonio". Le recomendó la frase del libro del Eclesiástico en la S. Biblia: "La tristeza no produce ningún fruto bueno". Y le aconsejó: "Cada vez que le llegue la tristeza, haga muy devotamente la señal de la cruz". La santa empezó a notar que con la señal de la cruz se le alejaba el espíritu de tristeza.
Cuando Nuestra Señora se le apareció por primera vez a Santa Bernardita en Lourdes (Año 1859), la niña al ver a la Virgen quiso hacerse la señal de la cruz. Pero cuando llegó con los dedos frente a la cara, se le quedó paralizada la mano. La Virgen entonces hizo Ella la señal de la cruz muy despacio desde la frente hasta el pecho, y desde el hombro izquierdo hasta el derecho. Y tan pronto como la Madre de Dios terminó de hacerse la señal de la cruz, a la niña se le soltó la mano y ya pudo hacerla ella también. Y con esto entendió que Nuestra Señora le había querido dar una lección: que es necesario santiguarnos más despacio y con más devoción.
Mire a la gente cuando pasa por frente a una iglesia. ¿Cómo le parece esa cruz que se hacen? ¿No es cierto que más parece un garabato que una señal de la Cruz? ¿Cómo la haremos de hoy en adelante?

viernes, 21 de agosto de 2009

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"Señor tu tienes palabras de vida eterna" (6,60-69)
Hoy el Evangelio nos presenta el final del Discurso del Pan de Vida pronunciado por Jesús después de la multiplicación de los panes. Centrémonos en tres frases de este texto evangélico y tratemos de aplicarlas a nuestra vida, teniendo en cuenta también las otras lecturas bíblicas de hoy [Josué 24, 1-2ª.1-17. 18b; Salmo 34 (33); Efesios 5, 21-32].

1.- “Qué enseñanza tan difícil…”
Lo primero que conviene resaltar es la reacción de muchos de los discípulos de Jesús ante sus enseñanzas porque aceptarlas era “difícil”. La tentación del facilismo es también una tentación actual. Como en aquél tiempo, igualmente hoy es frecuente ver cómo muchos pierden la fe porque les parece difícil lo que implica asumirla y vivirla. Y esta tentación nos puede sobrevenir también a nosotros, si nos descuidamos. La fe supone y exige un esfuerzo no solamente para comprender las realidades trascendentes, sino asimismo para llevar a la práctica el compromiso que ella misma implica.

Así como no es fácil a veces entender la Palabra del Señor, sobre todo cuando nos exige superar el plano de lo material, tampoco lo es, por ejemplo, asumir y vivir todas las implicaciones del compromiso que conlleva el sacramento del matrimonio, del cual nos habla Dios a través del apóstol san Pablo en la segunda lectura de este domingo. Aunque el contexto cultural de esta exhortación que les hace el apóstol a los primeros cristianos de la ciudad de Éfeso es el de una mentalidad según la cual las mujeres debían estar sometidas a sus maridos prácticamente esclavas, sin embargo Pablo les dice a los esposos que amen a sus esposas “como a su propio cuerpo”, lo cual sigue siendo hoy una exhortación muy importante ante los hechos de violencia conyugal que con frecuencia son noticia en los medios de comunicación.

Por eso, vivir de acuerdo con nuestra fe en Dios y concretamente en Jesucristo, a quien reconocemos como la Palabra de Dios hecha carne, implica a su vez la exigencia de una decisión tajante. “Escojan hoy a quién servir”, le dice al pueblo Josué, a quien le correspondió dirigir la entrada de los hebreos en la tierra prometida después de la muerte de Moisés. Esta elección a veces se torna difícil, pues la opción por el Dios verdadero supone y exige renunciar a nuestros ídolos, a nuestros apegos a lo material.

2.- “El Espíritu es el que da vida; la sola carne no sirve para nada”
Muchos de los que oían a Jesús no entendieron ni aceptaron sus enseñanzas porque pensaban que lo de comer su carne y beber su sangre era una especie de acto caníbal. Se quedaban en la materialidad del signo y por eso no eran capaces de comprenderlo en su sentido espiritual trascendente.
El Salmo 34 dice en una de sus estrofas que son los humildes los que pueden escuchar lo que dice el Señor y alegrarse al oír su Palabra: “que los humildes lo escuchen y se alegren”. Para entender y vivir el sacramento de la Eucaristía, al cual se refiere el Discurso del Pan de Vida, es preciso que nos abramos con humildad y sencillez al don de la fe que nos llega por la acción del Espíritu Santo.
Es este mismo Espíritu, por obra y gracia del cual fue posible que la Palabra de Dios se hiciera carne en Jesús de Nazaret, el que nos hace posible creer en la presencia real de Cristo en las especias eucarísticas del pan y el vino consagrados, que son para nosotros su cuerpo y sangre gloriosos, es decir, su vida resucitada que nos alimenta espiritualmente en el camino hacia la felicidad eterna.

3.- “Señor, ¿a quién vamos a ir? ¡Tú tienes palabras de vida eterna!”
Estas palabras del apóstol Pedro constituyen una oración que cada uno y cada una de nosotros puede hacer suya. En medio de las tentaciones a abandonar el camino del seguimiento de Jesús, en medio de las invitaciones a las distintas formas de idolatría que a menudo nos llegan de parte de un mundo que vive de espaldas a Dios y se queda encerrado en el culto a lo material e intrascendente, y ante el hecho de tantos que se resisten a acoger la Palabra de Dios o dejan de creer en ella y se van detrás de los falsos dioses, Jesús nos pregunta a cada uno de nosotros lo mismo que a sus primeros discípulos: “¿También ustedes quieren irse?”.

Para responderle de la misma forma en que lo hizo Pedro, quien habla en el Evangelio como el discípulo y apóstol que Jesús había escogido para ser después de su muerte y resurrección el máximo guía visible de la comunidad de fe que iba a ser su Iglesia, tenemos que disponernos con humildad y sencillez a dejarnos empapar por el Espíritu Santo, para que la Palabra de Dios hecha carne que es el mismo Jesucristo y que se nos da en alimento en la Eucaristía, nos transforme y haga posible en cada uno de nosotros la vida eterna.-

DIOS Y LAS CIENCIAS I

El carácter de dicho discurso no es dogmático ni siquiera para la importancia de una encíclica, sino más bien tiene el sentido de un estímulo a seguir investigando en el ámbito propiamente científico de los rastros o huellas del Creador en su obra.

Es de destacar que el texto del Pontífice está muy sólidamente documentado acerca de los conocimientos alcanzados por la ciencia hasta ese momento, sobre todo teniendo en cuenta que a la fecha de pronunciarse estaba aún muy cercano el descubrimiento de E. Hubble en el Observatorio de Monte Wilson en 1929, de que las galaxias se alejaban con una velocidad proporcional a su distancia y siguiendo una constante universal (H). Un poco antes, el mismo Hubble (1889-1953) y H. Shapley (1885-1972) habían develado la estructura de las galaxias en los albores del siglo XX.

En 1927, C. Lemâitre (1894-1966), belga sacerdote católico, astrofísico y profesor y presidente de la P.A.C., sobre la base de la Teoría de la Relatividad General explica la recesión de las galaxias con la hipótesis de un universo en expansión.(Pio XII y las Pruebas del a Existencia de Dios. Discurso a la P.A.C) El trabajo de Lemâitre fue dado a conocer al público en 1930 por Eddington, un año después del trascendente descubrimiento de E. Hubble.

Y este discurso papal fue pronunciado un año antes de darse a conocimiento público la teoría sobre el universo en expansión o Bing-Bang clásico por primera vez con precisión científica, cuyo autor fue Gamow (1952), físico ruso exiliado en los Estados Unidos en 1934. Este había expuesto su teoría tres años antes al publicar en 1932 "The Creation of the Universe".

De modo que el discurso papal está a tono con los tiempos y al tanto de los últimos descubrimientos y teorías de las ciencias de la naturaleza, y por eso muestra un conocimiento y precisión plausibles.

El actual Pontífice también se ocupa de la cosmología científica en ocasión de un discurso de inauguración en un simposio científico en la academia citada (1981). De esto da testimonio el conocido físico teórico inglés S. Hawking en su obra Historia del Tiempo, por cierto de un modo superficial y muy poco preciso.

En realidad, en esta ocasión el Pontífice, igual que lo hiciera Pío XII en el discurso citado, sostiene que una hipótesis científica sobre el origen del mundo como la del Bing-Bang "deja abierto el problema relativo al inicio del universo. La ciencia no puede por sí sola resolver ese problema; le hace falta el conocimiento del hombre que se eleva por encima de la física y de la astrofísica y que se conoce con el nombre de Metafísica, hace falta sobre todo el saber que viene de la Revelación de Dios". (Juan Pablo II, Acta Apostolica Sedis, 73,) Estas palabras del Papa colocan la cuestión del origen del universo en un plano que excede el de las ciencias naturales, encontrando su sitio en la Filosofía Primera y la Revelación en perfecta consonancia con lo dicho en su momento por Pío XII.

Fuera de estas dos manifestaciones, los Pontífices no se ocuparon de la cuestión del origen del mundo ni los problemas cosmológicos en lo sucesivo.

Hoy es mi intención investigar esta cuestión. Sobre todo en lo tocante a los puntos de partida de cada una de las cinco vías, en relación con las ciencias de la naturaleza.

Al problema de Dios se enfrenta inevitablemente todo hombre, por su misma naturaleza intelectual que se hace conciente en acto por la percepción de aquello primero que cae en su intelecto, el ente en el cual se resuelven todas sus concepciones ulteriores;, éste , el ente finito lo percibe por doquier en el mundo porque ente es todo lo que es de algún modo, se muestra independiente de él, pero limitado, y sin tener en sí la razón de su existencia. Junto con la percepción del mundo se conoce nuestra propia existencia con las mismas características y con los mismos interrogantes, límites, insuficiencia e imperfección, con el mismo carácter inevitablemente contingente y por lo mismo dependiente. Este planteo es similar en lo esencial para los hombres de todas las épocas.

En la situación particular que tiene el hombre de fin del siglo XX, nos encontramos en una situación muy diferente por la incidencia que tienen los avances científicos y técnicos qn la cultura que nos toca vivir.

Las ciencias de la naturaleza invaden toda nuestra existencia y nos dan explicación de los fenómenos más variados que protagonizamos cada día. Pero el sentido del ser está ausente de ella, " de modo que - al decir de Jacques Maritain - cuando nos acontece experimentar el choque del ser sobre nuestro espíritu, se nos aparece como una especie de revelación intelectual y tomamos claramente conciencia a la vez, de su poder de despertar y de liberación, y del hecho de que entraña un conocimiento que está separado de la esfera del conocimiento propio de la esfera de las ciencias naturales. Al mismo tiempo comprendemos que el conocimiento de Dios...es primeramente y ante todo un fruto natural de la intuición de la existencia
."(J. Maritain, Aproximaciones a Dios.,)

Pero una vez advertida nuestra situación particular, vamos a dar una rápida mirada a los aportes que las mismas ciencias nos ofrecen como puntos de apoyo para la búsqueda de Dios.

viernes, 14 de agosto de 2009

XX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

“Dejen lo que no sirve y vivirán” (Jn. 6,51-58)
En su carta a los Efesios, San Pablo propone a nuestra consideración un tema de gran impacto. Dice San Pablo: “Hermanos, tengan cuidado de portarse no como insensatos, sino como prudentes, aprovechando el momento presente, porque los tiempos son malos”.
Este tema de la prudencia es reforzado en la primera lectura cuando la Sabiduría invita a los faltos de juicio para que compartan el banquete que ha preparado: “A los faltos de juicio les dice: Vengan a conocer mi pan y a beber del vino que he preparado. Dejen su ignorancia y vivirán; avancen por el camino de la prudencia”
Este tema es de gran actualidad ya que la proximidad del debate electoral estimula las pasiones, y las tensiones en las fronteras crean el clima para hacer declaraciones de talante nacionalista, más emotivas que cerebrales.
Para algunas personas, la prudencia, en lugar de ser una virtud, es un defecto, pues la consideran un rasgo negativo de la personalidad de seres inseguros, excesivamente cautelosos, que por temor a equivocarse nunca toman decisiones importantes.
Ciertamente, no compartimos una comprensión de la prudencia como un defecto que caracteriza a seres pusilánimes. El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la prudencia como “una de las cuatro virtudes cardinales (las otras tres son la justicia, la fortaleza y la templanza) que consiste en discernir y distinguir entre lo bueno o malo, para seguirlo o huir de ello”, “sensatez, buen juicio”
Estos rasgos que nos describe el Diccionario que parecen tan simples, infortunadamente escasean:
Con frecuencia, repetimos rumores sin haber verificado la calidad de la información; y estos rumores se convierten en chismes que afectan el derecho al buen nombre.
Hay personas cuyas lenguas carecen de filtro y propagan a los cuatro vientos intimidades que no tienen por qué salir a la luz pública.
Todo parece indicar que los micrófonos ejercen un poder hipnótico sobre los individuos quienes, ante la oportunidad de ofrecer declaraciones, emiten peligrosos juicios sobre las personas y las instituciones.
Hay situaciones par
ticularmente delicadas que no se pueden discutir “en vivo y en directo”. Me refiero, en particular, a problemas de seguridad y a las relaciones internacionales. Los excesos verbales dejan profundas heridas en las relaciones familiares, alejan a los amigos y dificultan las relaciones entre los pueblos. Los llamados “desencuentros” se superan más fácilmente si no se han producido declaraciones públicas ofensivas. Las personas que padecen la incontinencia verbal, con frecuencia deben “tragarse” sus propias expresiones y dar marcha atrás Por eso la sabiduría aconseja ponderar juiciosamente las consecuencias de nuestras palabras y acciones antes de proceder. Las reacciones en caliente, fruto de la improvisación, siempre son causa de graves equivocaciones. Hay que reflexionar antes de manifestarse. La virtud de la prudencia, propia de personas sabias, es el resultado de un complejo proceso; exploremos algunos de los elementos que la hacen posible:
La prudencia tiene, como punto de partida, la capacidad de reflexión o discernimiento, que nos permite analizar los aspectos positivos y negativos, así como anticipar las consecuencias de nuestras acciones. Una persona irreflexiva, atolondrada, es imprudente y su comportamiento genera muchos conflictos.
La prudencia tiene un insumo muy importante, que es la experiencia. Hay que aprender de lo que se ha vivido, tanto por nosotros mismos como por los demás. Estos aprendizajes, muchos de ellos dolorosos, van afinando nuestra capacidad de juzgar. Ahora bien, no podemos permitir que, en nombre de la experiencia, frenemos el cambio. La experiencia y la innovación no son incompatibles; más aún, la experiencia garantiza el éxito de la innovación.
La prudencia exige que conservemos la objetividad en nuestras apreciaciones. Para poder analizar los aspectos positivos y negativos de un dilema que se nos presenta, no podemos dejarnos condicionar por las simpatías o antipatías, por las filias o las fobias. Los prejuicios contaminan peligrosamente la toma de decisiones.

Finalmente, una vida prudente tiene puntos de referencia claros, que no son otra cosa que los principios éticos y los valores del evangelio.
El apóstol Pablo nos exhorta a comportarnos no como insensatos, sino como prudentes. Pidámosle al Espíritu Santo el don de la sabiduría, que supone capacidad de reflexión, aprender de las experiencias, superación de los prejuicios, y principios éticos y religiosos nítidos.

ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA LA VIRGEN MARÍA AL CIELO

“El poderoso ha hecho obras grandes por mi”
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos. Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.

También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.
María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios. En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza. María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía lleno de Dios.Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en todo lo que le pidamos.

El Papa Pío XII definió como dogma de fe la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma el 1 de noviembre de 1950. La fiesta de la Asunción es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida. Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.
Este día tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre, María. ¡Qué bien supo Ella corresponder a éstas! Por eso, por su vivencia de las virtudes, Ella alcanzó la gloria de Dios: se coronó por estas virtudes.
María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.
En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también. María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra Madre del Cielo.

viernes, 7 de agosto de 2009

XIX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

“Nadie puede venir a mi sino lo atrae el Padre” (Jn. 6,41-51)

La liturgia de este domingo continúa con el discurso sobre el pan de la vida, pronunciado por Jesús en la sinagoga de Cafarnaún. El evangelista nos va guiando a través de este discurso para que avancemos en la comprensión de la Eucaristía que, en palabras del Concilio Vaticano II, es cumbre y fuente de la vida cristiana.
- Cristo nos comunica su gracia a través de los sacramentos, recibidos en la comunidad eclesial. Los sacramentos nos transmiten la vida divina partiendo de realidades tan cotidianas como el agua, el aceite, la luz, el pan, la imposición de las manos… A partir de la vivencia de estas realidades, humanas y simples, podemos avanzar en el conocimiento de ese Dios – Amor que nos hace partícipes de su vida.
- Los invito, entonces, a que reflexionemos sobre el significado del pan, cuya presencia está documentada en casi todas las culturas:
* Su primer significado es nutricional. Se lo considera un elemento básico. Tener pan es sinónimo de vida; carecer del pan es sinónimo de pobreza infrahumana y sugiere que se avanza inexorablemente hacia la muerte. Recordemos las horripilantes hambrunas que amenazan a amplias segmentos de la población mundial.
* Precisamente la primera lectura, tomada del I Libro de los Reyes, nos presenta un capítulo doloroso de la vida del profeta Elías que escapa de la ira de la perversa reina Jezabel. El profeta está agotado física y emocionalmente. No resiste más. Pide a Dios que le permita morir. Aparece entonces un ángel que le ofrece pan y agua, lo invita a recuperar las fuerzas y a que continúe su camino. El pan lo reconforta.
* Además de este significado nutricional básico, el pan tiene un profundo sentido social ya que hace referencia a estar juntos. Nos sentamos alrededor de la mesa para compartir como familia y además queremos que se nos unan los amigos más cercanos.
* Comer juntos también tiene un profundo significado como celebración. Alrededor de la mesa se celebra el nacimiento de un nuevo miembro de la familia, se prometen amor los novios, se hacen negocios, se sella la paz.
* El pan servido y compartido también hace referencia al trabajo honrado. Por eso en el ofertorio de la misa decimos: “Bendito seas, Señor, Dios del universo, por este pan fruto de la tierra y del trabajo del hombre”
* Estas sencillas reflexiones nos ayudan a tomar conciencia del significado antropológico del pan en la vida diaria de los pueblos. El pan es alimento, es encuentro, es celebración, es un reconocimiento de la dignidad del trabajo.
* Cuando Jesús afirma “yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”, le da al pan – hasta ahora relacionado con experiencias profundamente humanas – un significado infinitamente superior. ¡El humilde y perecedero pan cotidiano se impregna de divinidad!
Las palabras que pronuncia Jesús en este discurso sobre el pan de la vida suscitan una apasionada controversia:
Sus contemporáneos murmuran: “¿No es éste, Jesús, el hijo de José? ¿Acaso no conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo nos dice ahora que ha bajado del cielo?” Jesús va más lejos en su provocación pues se compara con Moisés, el gran líder que guió a Israel en su epopeya a través del desierto. No sólo se compara con Moisés sino que afirma su superioridad: “Sus padres comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. Este es el pan que ha bajado del cielo para que, quien lo coma, no muera”. Afirma, pues, que el nuevo pan es garantía de inmortalidad. Las palabras de Jesús son provocadoras: primero afirma que ha bajado del cielo; luego dice que su pan es garantía de inmortalidad; y, como si las afirmaciones anteriores no fueran suficientemente complicadas, cierra esta parte del discurso afirmando que “el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”. Ni más ni menos: el pan es la carne de Cristo.
Para profundizar en el alcance de estas palabras de Jesús, veamos qué sucede en la Misa, cuando el sacerdote pronuncia las mismas palabras de Jesús en la última Cena: “Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo, que será entregado por vosotros” La Iglesia utiliza una palabra especial para referirse a este hecho. La palabra es transubstanciación. ¿Qué quiere decir esta extraña palabra? Quiere decir que en el momento de la consagración, la hostia, que es un pan hecho con harina de trigo sin levadura, deja de ser pan para convertirse en el Cuerpo de Cristo. Las apariencias de pan continúan – la forma, el sabor, el color, el peso -, pero cambia la realidad profunda: ya no es pan sino el Cuerpo de Cristo.ü Es hora de terminar nuestra meditación dominical. Pidámosle a Dios que valoremos en plenitud el regalo que Jesús nos ha hecho al darnos el pan eucarístico: “el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida”. Que al participar cada domingo en la mesa del Señor vivamos este rito, no como una pesada obligación, sino como un festivo encuentro con Dios y con los hermanos, y que se fortalezcan los vínculos de solidaridad.

AÑO SACERDOTAL

CONOSCAMOS NUESTROS SACERDOTES
Aprovechando la oportunidad de celebrar el Año Internacional del Sacerdote, sería muy importante que conociéramos más a fondo a los sacerdotes que colaboran con el ministerio hispano en nuestra Diócesis de Arlington. Este Año Sacerdotal lo hemos comenzado con horas santas, ofrecimiento del Santo Rosario por los sacerdotes, Eucaristías y sobre todo demostrando nuestro cariño y oración por las vocaciones sacerdotales y religiosas.
Hoy quiero destacar en este blog a uno de mis compañeros sacerdotes hispanos el más jóvenes y recién ordenado; él es el Padre Milton René Acevedo Fabián, nacido un 20 de diciembre de 1979, hijo de José Venacio Avecedo y Lucila Fabián, es el octavo de 10 hermanos. Viene de una familia de grandes tradiciones católicas y muy comprometidas con la Iglesia. Realizó sus estudios de bachillerato en el colegio de San Emigio, su filosofía en el Seminario de Juan XXIII en la ciudad de Santa Ana, El Salvador; parte de sus estudios de teología en el Seminario mayor de San José de la Montaña y terminó su teología en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum en Roma, graduándose con altos honores.Ha servido en varias parroquias en El Salvador, especialmente en su Diócesis de Zacatecoluca. Su obispo Elías Samuel Bolaños lo describe como un gran sacerdote, fiel a la doctrina de la Iglesia, ferviente mariano, muy alegre y activo en la pastoral. El Padre Milton se encuentra muy entusiasmado de poder servir unos cuantos años en nuestra Diócesis; encuentra una comunidad unida, activa y de mucha fe al magisterio de la Iglesia. En estos momentos se encuentra estudiando el inglés, ya que una de sus prioridades es ayudar a confesar y a dar la Misa en inglés.De los norteamericanos le impresiona su espiritualidad y su generosidad. Le encanta conocer y aprender sobre otras culturas y compartir con las familias hispanas. El considera que el sacerdote debe ser amable y tratar bien a las personas, hay que escuchar y saber guiar pues todos estamos buscando la salvación en Cristo. Deseamos felicitar muy sinceramente al Padre Milton y le damos la bienvenida a nuestra Diócesis de Arlington y a su nueva parroquia Nuestra Señora de los Ángeles en Woodbridge

EL SILENCIO DEL AMOR DE DIOS

A lo largo del Evangelio vemos a Jesús portarse con naturalidad y sencillez. No busca gestos clamorosos en quienes le siguen. Realiza los milagros sin armar ruido, en la medida en que le era posible. A quienes había curado les recomendaba que no anduvieran pregonando las gracias que recibían. Enseña que el Reino de Dios no viene con ostentación, y muestra en las parábolas del grano de mostaza y de la levadura escondida la fuerza misteriosa de sus palabras.

Le vemos también acoger calladamente peticiones de ayuda, que luego atenderá. El silencio de Jesús durante el proceso ante Herodes y Pilato está lleno de una sublime grandeza. Lo vemos de pie, delante de una muchedumbre vociferante, excitada, que se sirve de falsos testigos para tergiversar sus palabras... Nos impresiona particularmente este silencio de Dios en medio del remolino que agitan las pasiones humanas. Silencio de Jesús, que no es indiferencia ni actitud despreciativa ante unas criaturas que le ofenden: está lleno de piedad y de perdón. Jesucristo espera siempre nuestra conversión. ¡El Señor sabe esperar! Tiene más paciencia que nosotros.
El silencio en la Cruz no es pausa que se toma para represar la ira y condenar. Es Dios, que perdona siempre, quien está allí. Abre de par en par el camino de una nueva y definitiva era de misericordia. Dios escucha siempre a quienes le siguen, aunque alguna vez parezca que calla, que no nos quiere oír. Él siempre está atento a las flaquezas de los hombres..., pero para perdonar, levantar y ayudar. Si calla en algunas ocasiones es para que maduren nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor.
En la escena que nos propone el Evangelio contemplamos a Jesús cansado después de un día de intensa predicación. El Señor subió con sus discípulos a una barca para pasar al otro lado del lago. Cuando ya llevaban un tiempo en el mar, se levantó una tempestad tan grande que las olas cubrían la barca. Mientras tanto, el Señor, rendido por la fatiga, se quedó dormido. Estaba tan cansado que ni siquiera los fuertes bandazos de la embarcación le despertaron. Ante tanto peligro, Jesús parece ausente. Es el único pasaje del Evangelio que nos muestra a Jesús dormido.
Los Apóstoles, hombres de mar en su mayoría, se dieron cuenta enseguida de que sus esfuerzos no bastaban para asegurar el rumbo de la barca y comprendieron que sus vidas peligraban. Se acercaron entonces a Jesús y le despertaron diciendo:¡Señor, sálvanos, que perecemos!
Jesús les tranquilizó con estas palabras: ¿Por qué teméis, hombres de poca fe? Es como si les dijera: ¿no sabéis que Yo voy con vosotros, y que esto debe daros una firmeza sin límites en medio de vuestras dificultades? Y levantándose, increpó a los vientos y al mar, y se produjo una gran bonanza. Los discípulos se llenaron de asombro, de paz y de alegría. Comprobaron una vez más que ir con Cristo es caminar seguros, aunque Él guarde silencio. Y dijeron: ¿Quién es éste, que hasta los vientos y el mar le obedecen? Era su Señor y su Dios.
Más adelante, con el envío del Espíritu Santo a sus almas el día de Pentecostés, comprendieron que les tocaría vivir en aguas frecuentemente agitadas y que Jesús estaría siempre en su barca, la Iglesia, aparentemente dormido y callado en ocasiones, pero siempre acogedor y poderoso; nunca ausente. Lo entendieron cuando, poco después, en los comienzos de su predicación apostólica, se vieron asediados por las persecuciones y sintieron el zarpazo de la incomprensión de la sociedad pagana en la que desarrollaban su actividad. Sin embargo, el Maestro los confortaba, los mantenía a flote y les impulsaba a nuevas empresas. Y lo mismo que entonces hace ahora con nosotros.