viernes, 7 de marzo de 2008

V DOMINGO DE CUARESMA

EL PODER DE DIOS
En las lecturas que escucharemos este domingo encontramos una promesa de salvación por parte de Dios en favor del pueblo de Israel, primera lectura; y en el evangelio, se nos narra la resurrección de Lazazo, descubrimos l0s inicios del cumplimiento de esa promesa en favor no solo del pueblo de Israel sino de toda la humanidad, nos dice Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: él cree en mi, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre” (Jn 11,25-26). Pero, para que esa promesa de salvación de Dios se realice en nuestro tiempo, en mi vida, en la vida de mi familia, de mi comunidad, de la Iglesia y de toda la humanidad. Dios ha querido necesitar de mi colaboración, lo ha dicho uno de los santos más grandes de nuestra Iglesia, San Agustín: “Dios que te creo sin ti, necesita de ti, para salvarte”. Por el pecado nos alejamos con mucha facilidad de los caminos de Dios, y a veces, creemos que el regreso hacia él se nos hará fácil pero, eso, es una pura mentira; que podemos regresar a Dios después de haberlo abandonado, es completamente cierto; que Dios nos está esperando siempre con los brazos abiertos para perdonarnos, también es verdad; pero que vamos a manteneros en sus caminos sin tener que luchar todos los días, o que no vamos a sufrir si nos apartamos de él, es totalmente falso. San Pablo nos advierte en este domingo que “los que están en la carne no pueden agradar a Dios” (Rm 8,8). Con la palabra carne, San Pablo se refiere a todo aquello que conduce a la persona a vivir en el pecado, y por lo tanto, ha ofender a Dios. Y fue precisamente esta desobediencia del pueblo de Israel para con Dios, lo que llevó a que él permitiera que Nabucodonosor, rey de Babilonia, subiera a Jerusalén, invadiera la ciudad, saqueara el templo, y “deportara a todo Jerusalén, todos los jefes y los notables, diez mil deportados” (2 Rey 24, 14). Y toda esta gente tuvo que sufrir muchísimo por un largo tiempo pero, después de todo, cuando Dios vio que el sufrimiento los había hecho comprender la maldad de su pecado, él mismo envió al profeta Ezequiel para que infundiera fe y esperanzas en su pueblo, diciéndoles de parte suya: “Yo mismo abriré vuestros sepulcros, y os haré salir de vuestros sepulcros, pueblo mío, y os traeré a la tierra de Israel” (Ez 37,12). Alejarse de Dios y no entender de ninguna manera la gravedad de nuestros pecados tiene sus consecuencias graves en la vida. Sucedió este sábado de la semana pasada, por la noche, seis jóvenes salieron borrachos de un baile, se subieron al mismo vehículo, y se accidentaron, dos quedaron golpeados de gravedad, tres sacaron golpes leves pero uno de ellos, murió en el instante, y éste pobre no tiene a ningún familiar en este país, así que, mientras algunas personas andan pidiendo dinero para poder enviarlo a su familia en México, su cuerpo está congelado en una morgue. El evangelio de San Juan nos dice que: “Dios ha enviado su Hijo al mundo no para juzgarnos sino para salvarnos” (Jn 3,17), para sacarnos de cualquier sepulcro en el que podamos haber caído por nuestros pecados, y eso es lo que Jesús nos enseña al resucitar a su amigo Lázaro. Hermanas y hermanos, ¿Cómo está viviendo usted estos días de Cuaresma? ¿Está logrando descubrir el inmenso amor que Dios le tiene? ¿Se está dando cuenta de que es necesario que usted colabore con el Señor, renunciando al pecado, para que la salvación de Dios se realice en su propia vida?

IV DOMINGO DE CUARESMA

¿QUE QUIERE DECIR SER CRISTIANOS? CRECER CON CRISTO.
Las lecturas de este domingo nos presentan dos historias muy interesantes, una, es la elección de David para que sea rey de Israel, y la otra, en el Evangelio, es la curación de un ciego de nacimiento por parte de Nuestro Señor. Dios rechaza a Saúl como rey de Israel porque se ha portado mal, y le ordena al profeta Samuel que vaya a Belén, a la casa de Jesé, y que él le manifestara a cual de los hijos de Jesé ha escogido para que sea el rey de Israel. Samuel tiene miedo y le dice al Señor: “me va ha matar Saúl, si sabe que yo ando buscando otro rey”. Pero Dios le aconseja como tiene que hacer para que el rey no se entere. Cuando Samuel llegó a la casa de Jesé, le dijo: “Muéstrame a tus hijos”. Y al ver a Eliab, pensó: “seguro, el Señor tiene delante a su ungido”. Pero el Señor le dijo: “No te fijes en las apariencias ni en su buena estatura. Lo rechazo. Porque Dios no ve como los hombres, que ven la apariencia; el Señor ve el corazón”. Y fueron pasando los otros hijos de Jesé y cuando acabaron de pasar y Samuel no encuentra la inspiración de Dios en ninguno de ellos, le dice a Jesé: "¿Ya no hay más muchachos?" "Sí -le dice Jesé- falta el más chiquito, está cuidando el rebaño". "Llámalo, -le dice el profeta- que no comeremos hasta que venga. Y cuando llega David a la casa, el Señor le dice a Samuel: “Anda, úngelo, porque es éste”. Samuel tomó la cuerna de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. En aquel momento, invadió a David el espíritu del Señor, y estuvo con él en adelante”. La elección de David como rey de Israel no fue algo que sucediera de la noche a la mañana, sino que Dios lo había planificado desde siempre: “Antes de haberte formado yo en el seno materno, te conocía, ya antes que nacieses, te tenia consagrado” (Jr 1, 5). Y usted ya sabe que después David, cuando era rey, hizo cosas desagradables a los ojos de Dios pero, Dios sabia todo eso con anticipación, y sin embargo, escogió ha este hombre para hacer cosas grandes con él, y las hizo, mientras David se mantuvo fiel a sus mandatos. Hermanos y hermanas, ¿adonde queremos llegar ahora con nuestra reflexión? Queremos que entienda que Dios le ha escogido, que le ha consagrado, y que él quiere hacer cosas grandes con usted. A entender esto, nos ayuda la Iglesia, cuando nos dice: “Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión. Los bautizados se han "revestido de Cristo" (Gal 3,27). La unción con el santo crisma, significa el don del Espíritu Santo al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, "ungido" por el Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey” (Catecismo de la Iglesia Católica, n.1213, 1227, 1241). Por el Bautismo nos hemos convertido en hijos e hijas de Dios, nos hemos revestido de Cristo transformándonos en sacerdotes, profetas y reyes, y nos hemos hecho miembros de la Iglesia. Esto es lo que somos, pero, el problema es que muchas veces no acabamos de entenderlo, por esa razón, nos volvemos incapaces de creer todo lo que Dios tiene para cada uno de nosotros. Por eso muchos cristianos viven como gente que ha perdido el juicio, sin poner atención en serio a la voluntad de Dios sobre sus vidas. La cuaresma es un tiempo para despertar, es el momento oportuno para permitirle al Hijo de Dios que abra nuestros ojos como lo hizo con el ciego aquel ciego de nacimiento, del que nos hablara hoy el Evangelio.

jueves, 21 de febrero de 2008

III DOMINGO DE CUARESMA

LA LIBERACION DE DIOS.
Las lecturas de este tercer domingo de Cuaresma nos hablan de la liberación de Dios en favor de su pueblo, Israel. Y San Pablo nos dice que Cristo “murió por los impíos, por todos los pecadores” (Rm 5, 6), y no sólo por el pueblo de Israel. El mismo Jesús nos ofrece la señal de que él había venido para salvarnos a todos, sin importar el pueblo al que pertenezcamos; la mujer con la que él habla en el Evangelio de hoy, no era israelita sino samaritana. El pueblo de Israel había vivido cuatrocientos setenta años como esclavos bajo el dominio de los egipcios, y lo peor de todo, es que aparentemente Dios se había olvidado de ellos pero, eso no era cierto. Y en los últimos años de toda aquella terrible situación, el Faraón, dándose cuenta de que los israelitas estaban multiplicándose demasiado, ordenó que cuando naciera una criatura israelita, si era niño había que asesinarlo; solo si era niña había que dejarla con vida. En esos días nació Moisés, y su mamá después de tenerlo unos cuantos días escondido, decidió finalmente ponerlo en un canasto y lo dejó ir en un río pero, la hija del Faraón lo encontró y sintió lastima de aquella criatura. Buscó una mujer israelita para que se lo cuidase, que por cierto fue la misma mama de Moisés. Cuando él fue grande vivió en el palacio del Faraón. Todos sabemos que Moisés tuvo que huir después del palacio porque un día mató a un egipcio que estaba golpeando a un israelita; vivió en tierra extranjera, se casó y comenzó a tener hijos con su esposa, cuando de repente, un día Dios le habló desde una zarza, y le dijo: “He visto y oído los sufrimientos de mi pueblo, y decidido liberarlo del dominio del Faraón, y serás tú quien debe de presentarse ante el Faraón para decirle que deje salir a mi pueblo”. Después de muchos intentos y pruebas, finalmente el Faraón permitió que los israelitas salieran de su país pero, cuando van por el camino, intentó alcanzarlos y darles muertes a todos pero, fueron todos los soldados egipcios quienes murieron en medio de las aguas del mar. Después de este acontecimiento y mientras el pueblo de Israel caminaba por el desierto, se les terminó la comida y el agua, y protestaron en contra de Moisés y de Dios; de eso nos habla la primera lectura de hoy. Pero ¿cómo se explica que esta gente habiendo visto tantas maravillas de parte de Dios creyesen luego, que él los iba a dejar morir de hambre y de sed en el desierto? Lo que debemos de entender nosotros ahora es que: no estamos solos, Dios no nos ha abandonado; que el Dios del pueblo de Israel es el mismo Dios de nosotros, y que la liberación de cualquier esclavitud, sin importar del tipo que sea, nos viene únicamente de Dios y no de ningún hombre. Moisés asesinó a un israelita pensando que de esa manera liberaría a su pueblo de la esclavitud pero, fue “en el desierto en donde tuvo que aprender que no es la fuerza de los puños, ni el poder de las armas lo que cambia las estructuras de pecado. En el desierto Dios le enseñó a Moisés cómo se guía a los hombres, no empujándoles con la vara por detrás, sino mostrándoles el camino por delante” (P. Juan Rivas, L.C, Lideres y Dirigentes, p. 82). ¿Cuáles son las esclavitudes materiales que nos oprimen hoy en día a nosotros? Muchísimas, ¿nos liberaremos de ellas, si primero, no nos liberamos de la esclavitud del pecado? No. Y por eso, “no habrá un continente nuevo sin hombres nuevos, que a la luz del Evangelio sepan ser verdaderamente libres y responsables” (Medellín, 1,3).


La liberación interior
“La cuaresma es una temporada para ver dentro de nuestros corazones, ver como permanecen las tendencias al pecado en nosotros para toda la vida”. Ver hacia adentro de nosotros mismos no es nada fácil, a veces quizás nos puede dar hasta miedo; por eso, muchos cristianos prefieren mejor vivir una vida de apariencias, pensando que están bien pero en realidad no lo están. Esta historia me la contó un señor, me dijo: “hace poco fui a comer con mi hijo pequeño a un restaurante, y estando ahí él tuvo deseos de ir al baño, y yo lo acompañé. Cuando terminó de hacer sus necesidades me dijo: “Papi, fijate que el cuarto del baño se ve bien limpio pero tiene un olor bien feo”. Entramos juntos para observar, y efectivamente parecía muy bien limpio y ordenado todo pero, se sentía el olor feo que mi hijo me había dicho. Observamos por un lado y otro, y descubrimos que en un rincón habían depositada un poco de basura que estaba hasta podrida, y a un ladito, estaba también un desodorante ambiental, con el que perfumaban aquel cuarto para que a primera vista oliera agradable. Salimos inmediatamente mi hijo y yo de aquel baño, y llame al jefe del restaurante para viese lo que tenían guardado en el baño sus empleados. Nosotros nos fuimos a comer a otro lugar”. Los pecados, lo mismo que la basura, si no se limpian y se tiran ha tiempo, poco a poco comienzan a corromper la vida del cristiano, y cuando eso sucede, el veneno del mal olor contamina no solo la propia vida sino también la vida de aquellos que le rodean: hijos, esposa, esposo, familiares, vecinos; Y “si alguien tiene sano el olfato del alma, sentirá cómo hieden los pecados” (San Agustín, Comentario sobre el salmo 37). ¿Y cuales son esos pecados que envenenan y pueden destruir para siempre nuestra vida? son muchos pero, todos ellos nacen en lo que la Iglesia llama pecados capitales, que son: “soberbia, avaricia, envidia, ira, lujuria, gula y pereza; y se les llama pecados capitales porque generan otros pecados, otros vicios. El pecado crea una facilidad para el pecado, engendra el vicio por la repetición de actos. De ahí resultan inclinaciones desviadas que oscurecen la conciencia y corrompen la valoración concreta del bien y del mal. Así el pecado tiende a reproducirse y a reforzarse” (Catecismo de la Iglesia, n. 1865, 1866). “El pecado es, ante todo, ofensa a Dios, ruptura de la comunión con él. Al mismo tiempo, atenta contra la comunión con la Iglesia. Por eso la conversión implica a la vez el perdón de Dios y la reconciliación con la Iglesia, que es lo que expresa y realiza litúrgicamente el sacramento de la Penitencia y de la Reconciliación” (Catecismo de la Iglesia, n. 1440). Hermanos y hermanas, nuestra conversión no es una tarea fácil pero, por ser difícil, tampoco es algo que debemos de posponerla para mañana porque el mañana, simplemente, no existe; es ahora que debemos de iniciar nuestro caminar con el Señor.

Una canción para mis amigos que estan perdiendo la fe.... Dios nos ama..

sábado, 16 de febrero de 2008

II DOMINGO DE CUARESMA

LA TRANSFIGURACION DE JESUS EN EL MONTE TABOR
“A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro "comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén, y sufrir... y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día" (Mt 16, 21): Pedro rechazó este anuncio (Mt 16, 22-23), los otros no lo comprendieron mejor (Mt 17, 23; Lc 9, 45). En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la Transfiguración de Jesús sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como la luz, Moisés y Elías aparecieron y le "hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén" (Lc 9, 31). Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: "Este es mi Hijo, mi elegido; escuchadle" (Lc 9, 35). (Catecismo de la Iglesia Católica, n. 554). La Transfiguración del Señor que celebraremos este domingo, fue un acontecimiento de mucha importancia en la vida de los apóstoles, y especialmente en la vida de quienes fueron los testigos directos de este hecho. Los apóstoles no habían entendido del todo el mensaje de Nuestro Señor, no entendían que él “debía de ser entregado en manos de los hombres, que le matarían, y que al tercer día resucitaría” (Mt 17,22-23). Y no entendían esto porque ellos, hasta que no reciben el Espíritu Santo, continúan razonando de manera humana y no a la manera de Dios: “Tomándole aparte Pedro, se puso a reprenderle diciendo: ¡Lejos de ti, Señor! ¡De ningún modo te sucederá eso! (Mt 16,22). Y era necesario que los apóstoles entendieran bien quien era Jesús, que entendieran cual era su misión y que creyeran en él; y para ayudarles a comprender toda esta gran verdad es que el Señor quiso mostrarles algo de su gloria y de la felicidad del cielo, por lo menos a tres de ellos. Aun así, no acababan de entender quien era Jesús y cual era su misión; por eso, cuando San Pedro se vio rodeado de gloria le dice a Jesús: “Señor, que bueno es estarnos aquí. Si quieres, haré aquí tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías” (Mt 17,4). Lógicamente, el apóstol Pedro “no sabia lo que estaba diciendo en aquel momento” (Lc 9,33). Pero la experiencia de la transfiguración del Señor marcó para siempre su vida y la vida de los demás apóstoles; por eso, después de algún tiempo de aquel acontecimiento, San Pedro le dirá a los recién convertidos al cristianismo: “Nosotros mismos escuchamos esta voz, venida del cielo, estando con él en el monte santo” (1 Ped 1,18). Nadie puede hablar con autoridad sobre algo sino aquellos que han tenido una experiencia de lo que están hablando, y los apóstoles habían experimentado ha Dios, ellos habían estado con Jesús y por eso hablaban, y nos siguen hablando hoy a nosotros después de dos mil años. ¿Existe en su vida alguna experiencia con el Señor, algún momento en el que usted haya descubierto claramente la presencia de Dios?

La transfiguración de Nuestro Señor, es motivo de esperanza para todos los que creemos en El.
En su carta encíclica sobre la Esperanza cristiana, el Papa Benedicto XVI, nos dice que: “El cielo no está vacío. La vida no es el simple producto de las leyes y de la casualidad de la materia, sino que en todo, y al mismo tiempo por encima de todo, hay una voluntad personal, hay un Espíritu que en Jesús se ha revelado como Amor” (Spe Salvi, n.5). Por eso, nos dice también el Papa: “quien no conoce a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo está sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (Ef 2,12). La verdadera, la gran esperanza del hombre que resiste a pesar de todas las desilusiones, sólo puede ser Dios, el Dios que nos ha amado y que nos sigue amando « hasta el extremo », « hasta el total cumplimiento » (Jn 13,1; 19,30). Quien ha sido tocado por el amor empieza a intuir lo que sería propiamente « vida »” (Spe Salvi, n.27). Cualquier cristiano que analice con detenimiento la situación social, económica, y política de nuestro país puede acabar decepcionándose fácilmente, y puede llegar a creer que aquí existen muy pocas esperanzas de que las cosas puedan ser diferentes, ¿Cómo se puede tener esperanzas en un país donde no se respeta ni siquiera la vida de los niños? a diario mueren niños de forma violenta en nuestro país, y ya no digamos adultos. La gente sigue yéndose todos los días para Estados Unidos, y eso, aunque se diga que el camino esta cada vez mas difícil. Mientras tanto, nosotros seguimos hablando de Dios pero, ¿no nos habremos equivocado al creer en Jesucristo? Claro que no, El es nuestra única esperanza, la Esperanza que no defrauda ha nadie. Dios no defraudó a Abrahán, que en su vejez, le prometió que haría de él un pueblo muy numeroso y que le daría una tierra que manaría leche y miel. En la transfiguración de Jesús, se aparecieron Moisés y Elías, como testigos de la felicidad que espera a todos aquellos, hombres y mujeres, que crean y sirvan fielmente a los intereses de Dios mientras viven en este mundo. Convencido de esta gran verdad es que el apóstol San Pablo le dice a su discípulo Timoteo en la Segunda lectura: “Querido hermano: Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según las fuerzas que Dios te dé” (2 Tim 1,8). Esto es lo que nos sigue haciendo falta a todos los cristianos en el mundo entero: comprender que Jesucristo es nuestra única esperanza, entender que él es la Esperanza que no defrauda a nadie, y comprometernos en serio en los trabajos del Evangelio, esto significa también de que hemos de estar dispuestos a dejar que la gracia de Dios convierta nuestras vida de todo aquello que nos separa del Señor.

PARA MIS HERMANOS SACERDOTES, SONRIAMOS POR FAVOR

miércoles, 13 de febrero de 2008

TODOS LOS DIAS SON PARA EXPRESAR AMOR Y AMISTAD

Todos los años en el mes de febrero se celebra el mes del amor y la amistad, y en muchos lugares se toman muy en serio esta celebración, dedican este mes para hablar de del amor, pero es un amor pasajero, interesado hasta cierto punto y con un tinte erótico bien remarcado; según la sociedad consumista se celebra mediante el intercambio de notas de amor conocidas como "valentines", representados por la forma simbólica del corazón y Cupido que resulta ser un personaje de la mitología pagana de la época de los romanos, se le llama el dios del amor, Se le adjudica la creación de amores y pasiones entre los mortales y suele ser representado por un niño alado, parecido a un angelito, Cupido resulta ser el dios de los enamorados, creando de esta manera un balance entre el amor y la tragedia, que no tiene nada que ver con el amor sublime que construye y trasforma el corazón de los seres humanos. Desde el siglo XIX se introdujo el intercambio de postales producidas masivamente. A esta práctica se sumó el dar otro tipo de regalos como rosas y chocolates, normalmente regalados a las mujeres por los hombres. En Estados Unidos, esta celebración también se empezó a asociar con un saludo amor platónico de "Happy Valentine's", enviado por los hombres a sus amigas -raramente a sus amigos. Claro, todo este festejo no favorece más que a las tiendas y a los fabricantes de estos productos promocionales, que sin que nos demos cuenta, hacen que los compremos, y aumentemos sus ganancias. En algunas circunstancias estos regalos se dan solo por una simple y vaga costumbre que no conduce a nada, o si conduce a algo, será sencillamente a un amor platónico sexual o una amistad sin fundamento, que si no tiene fundamento no es amistad. Mi gran pregunta es, ¿solo febrero es para hablar de amor y amistad?, ¿solo este mes es para dar regalos, tarjetas, dedicar canciones o chocolates a los seres que se quieren? o para llevar a cenar a la mujer de la cual estas enamorado?, creo que no es así, estoy convencido que fuera más fácil comunicar este amor del cual los medios hablan tanto, si tan solo conociéramos a plenitud lo que significan esas cuatro letras “amor” que es más que una tarjeta, o un mes dedicado a este tema. El amor es algo sublime salido del corazón y que nace de lo más profundo de nuestro ser. El apóstol san Pablo nos da una definición preciosa sobre este tema, y no lo hizo por ser el mes de febrero, lo hizo porque experimento y entendió lo que verdaderamente es el amor. Pablo afirma: “Si no tengo amor, no soy más que bronce que resuena o platillos que aturden. Aunque tuviera el don de profecía, penetrara todos los misterios, poseyera toda la ciencia y mi fe fuera tan grande como para cambiar de sitio las montañas, si no tengo amor, nada soy. Aunque repartiera en limosnas todos mis bienes y aunque me dejara quemar vivo, si no tengo amor, de nada me sirve. El amor es comprensivo, el amor e servicial y no tiene envidia; el amor no es presumido ni se envanece; no es mal educado ni egoísta; no se irrita ni guarda rencor; no se alegra con la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, soporta sin límites, el amor nunca pasara.” (1Cor.13,1-8). Creo que hay una diferencia abismal entre el amor erótico del cual nos hablan los medios de comunicación social, que invitan a gastar nuestro dinero, y el amor sublime del cual habla Pablo, es la entrega desinteresada del corazón, es la sinceridad y el respeto profundo que se dan dos personas que se aman, o que han creado una profunda y limpia amistad, que les construye mutuamente y les enseña a buscar ser mejores cada día; nunca he logrado entender porque muchos seres humanos no son capaces de llevar y construir una amistad sin intereses, ni envidias, ni engaños, o sin mesclar el morbo de lo sexual en esa amistad, o porque, muchos no pueden entender la amistad de dos personas, ya sean del mismo sexo o de sexos diferentes, alguien me dijo un día, que amigos no existían, lo único que existían eran personas que nos ayudaban a matar el tiempo, pero no amigos; le respondí que yo sí creo en la amistad y en el amor de una verdadera amistad, lo que sucede le dije, es que si tú no eres sincero con tu amistad, si tú no eres amigo verdadero, no serás capaz de construir amigos, entonces le invito a ser amigo sincero, y quiero recordarle que el día del amor verdadero y de la amistad verdadera, es hoy, no solo el 14 de febrero, es cada día que usted se atreve a amar con un corazón desinteresado y con la verdad como testigo, es un día para celebrar, demuestre amor a su pareja todos los días. Digale todos los días lo mucho que usted lo quiere o la quiere o lo importante que es para usted. Que Dios le bendiga y atrévase a amar de verdad, hoy.

viernes, 8 de febrero de 2008

I DOMINGO DE CUARESMA

LAS TENTACIONES DE JESUS

- El Diablo, enemigo de Dios, y enemigo nuestro
El mismo Espíritu que identificó a Jesús en el momento de su Bautismo es el que lo conduce después al desierto para orar, y para ser tentado por el diablo. El Evangelio nos dice que Jesús, “pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final sintió hambre. Entonces se le acerco el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios…” (Mt 4,2). Esto podría entenderse como si el demonio no conociese a Nuestro Señor pero, eso no es cierto pues, el diablo sabía muy bien quien era Jesús, sino nunca le hubiese gritado: “¿Qué tenemos nosotros contigo Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?” (Mt 8,28). El Diablo conocía que el plan de Nuestro Señor era salvarnos a todos los seres humanos de la esclavitud del pecado en la que él nos había hecho caer, mucho tiempo antes, cuando engañó ha Eva y Adán, y les hizo desobedecer a Dios. Satanás es un ser real y concreto, creado bueno por Dios pero, que por su pecado se apartó de Dios y se convirtió en un ser malo. El es el señor del mundo del pecado, de la muerte, de la discordia, de la desgracia, del odio, de la perversión, de todo lo absurdo y malo que hay en el mundo; y su misión es sembrar siempre la confusión en la vida de los hijos e hijas de Dios, “suponed, por ejemplo, que sobre las calles de una gran ciudad cayera de repente la oscuridad; puede imaginarse usted, sin que nadie se lo cuente, todo el ruido y el clamor que se produciría. Gente, carros y animales corriendo todos al mismo tiempo. El espíritu maligno que actúa sobre los hijos de la incredulidad, el dios de este mundo, como dice San Pablo, ha cegado los ojos de los que no creen, y he aquí que se hayan forzados a reñir y discutir porque han perdido su camino; y pelean unos con otros, diciendo uno esto y otro aquello, porque no ven” (Cardenal John Henry Newman, Sermón para el II domingo de Cuaresma: Mundo y pecado). Nadie puede ver, tocar o medir la presencia del calor o del frío, sin embargo, podemos sentir su efecto: el calor o el frío de manera exagerada, desesperan, y pueden incluso, acabar con la vida de cualquier persona. Lo mismo sucede con la presencia del Demonio en el mundo, a él no lo podemos ver directamente pero, si podemos descubrir su presencia a través de todo el mal que existe: ¿Por obra de quien será que muchas veces reina el egoísmo, la envidia, la división, e incluso, el odio en nuestras familias? ¿Quién será el que ha segado la mente de muchísimos cristianos en el mundo para que vivan pecando sin pensar que tarde o temprano tendrán que darle cuenta a Dios de sus vidas? ¿Quién será el maestro que está haciendo que millones de mujeres en el mundo estén dispuestas a asesinar, por una u otra razón, a una criatura en su propio vientre? ¿Quién será el que ha hecho que muchísimos padres de familias en nuestras comunidades, no quieran tomarse en serio la educación cristiana de sus propios hijos? ¿Quién es el que esta haciendo que miles de jóvenes en nuestro país desprecien su vida y, estén dispuestos a morir, simple y sencillamente por pertenecer a una pandilla? Es el mismo tipo: El demonio. Por esta razón es que el propio San Pedro nos dijo: “Estad atentos y velad, que vuestro enemigo, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando ha quien devorar” (1 Ped 5,8). “Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser un espíritu puro, siempre criatura; no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su actuación cause graves daños-de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la Divina Providencia, que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero “nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8,28) (Catecismo de la Iglesia Católica, n.395).
Para dialogar:
-
El Demonio esta presente en todas partes, nos ronda a cada uno y a cada una, él no descansa ni de día ni de noche, y su trabajo es conocernos a cada una y a cada uno, conocer nuestras partes débiles, para luego atacarnos con toda la fuerza que le es posible por medio de la tentación, con el objetivo de hacernos pecar, y separarnos de Dios, si es posible, para siempre. ¿Entiende usted entonces, por que la Iglesia nos ha recomendado siempre que oremos sin desfallecer, el ayuno, la limosna, y la mortificación voluntaria?
- ¿Cree usted que podemos vencer el poder del demonio en nuestras vidas si no queremos hacer uso de los medios que la Iglesia nos propone? ¿Cómo ha planeado usted vivir esta Cuaresma?

miércoles, 6 de febrero de 2008

MIERCOLES DE CENIZA


Que significa la Imposicion de la ceniza

La imposición de las cenizas nos recuerda que nuestra vida en la tierra es pasajera y que nuestra vida definitiva se encuentra en el Cielo.
La Cuaresma comienza con el miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón.
Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son:
· “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”
· “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás"
· “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”.

Origen de la costumbre
Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios.
En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un "hábito penitencial". Esto representaba su voluntad de convertirse.
En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión.
Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior. Esto nos recuerda que lo que fue signo de gloria pronto se reduce a nada.
También, fue usado el período de Cuaresma para preparar a los que iban a recibir el Bautismo la noche de Pascua, imitando a Cristo con sus 40 días de ayuno. La imposición de ceniza es una costumbre que nos recuerda que algún día vamos a morir y que nuestro cuerpo se va a convertir en polvo.Nos enseña que todo lo material que tengamos aquí se acaba. En cambio, todo el bien que tengamos en nuestra alma nos lo vamos a llevar a la eternidad. Al final de nuestra vida, sólo nos llevaremos aquello que hayamos hecho por Dios y por nuestros hermanos los hombres.
Cuando el sacerdote nos pone la ceniza, debemos tener una actitud de querer mejorar, de querer tener amistad con Dios. La ceniza se le impone a los niños y a los adultos.

Significado del carnaval al inicio de la Cuaresma
La palabra carnaval significa adiós a la carne y su origen se remonta a los tiempos antiguos en los que por falta de métodos de refrigeración adecuados, los cristianos tenían la necesidad de acabar, antes de que empezara la Cuaresma, con todos los productos que no se podían consumir durante ese período (no sólo carne, sino también leche, huevo, etc.)
Con este pretexto, en muchas localidades se organizaban el martes anterior al miércoles de ceniza, fiestas populares llamadas carnavales en los que se consumían todos los productos que se podrían echar a perder durante la cuaresma.Muy pronto empezó a degenerar el sentido del carnaval, convirtiéndose en un pretexto para organizar grandes comilonas y para realizar también todos los actos de los cuales se "arrepentirían" durante la cuaresma, enmarcados por una serie de festejos y desfiles en los que se exaltan los placeres de la carne de forma exagerada, tal como sigue sucediendo en la actualidad en los carnavales de algunas ciudades, como en Río de Janeiro o Nuevo Orleans.

El ayuno y la abstinencia
El miércoles de ceniza y el viernes santo son días de ayuno y abstinencia. La abstinencia obliga a partir de los 14 años y el ayuno de los 18 hasta los 59 años. El ayuno consiste hacer una sola comida fuerte al día y la abstinencia es no comer carne. Este es un modo de pedirle perdón a Dios por haberlo ofendido y decirle que queremos cambiar de vida para agradarlo siempre.

La oración
La oración en este tiempo es importante, ya que nos ayuda a estar más cerca de Dios para poder cambiar lo que necesitemos cambiar de nuestro interior. Necesitamos convertirnos, abandonando el pecado que nos aleja de Dios. Cambiar nuestra forma de vivir para que sea Dios el centro de nuestra vida. Sólo en la oración encontraremos el amor de Dios y la dulce y amorosa exigencia de su voluntad.

Para que nuestra oración tenga frutos, debemos evitar lo siguiente:
La hipocresía: Jesús no quiere que oremos para que los demás nos vean llamando la atención con nuestra actitud exterior. Lo que importa es nuestra actitud interior. La disipación: Esto quiere decir que hay que evitar las distracciones lo más posible. Preparar nuestra oración, el tiempo y el lugar donde se va a llevar a cabo para podernos poner en presencia de Dios.
La multitud de palabras: Esto quiere decir que no se trata de hablar mucho o repetir oraciones de memoria sino de escuchar a Dios. La oración es conformarnos con Él; nuestros deseos, nuestras intenciones y nuestras necesidades. Por eso no necesitamos decirle muchas cosas. La sinceridad que usemos debe salir de lo profundo de nuestro corazón porque a Dios no se le puede engañar.

El sacrificio
Al hacer sacrificios (cuyo significado es "hacer sagradas las cosas"), debemos hacerlos con alegría, ya que es por amor a Dios. Si no lo hacemos así, causaremos lástima y compasión y perderemos la recompensa de la felicidad eterna. Dios es el que ve nuestro sacrificio desde el cielo y es el que nos va a recompensar. “Cuando ayunéis no aparezcáis tristes, como los hipócritas que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan; en verdad os digo, ya recibieron su recompensa. Tú cuando ayunes, úngete la cabeza y lava tu cara para que no vean los hombres que ayunas, sino Tu Padre, que está en lo secreto: y tu padre que ve en lo secreto, te recompensará. “ (Mt 6,6)”

jueves, 24 de enero de 2008

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

LA UNIDAD DE LA IGLESIA.
Si hay una comunidad cristiana que le dio problemas al apóstol San Pablo, esa es la comunidad de los Corintios. En la segunda lectura que escuchamos este domingo, el apóstol nos habla de la división que existía entre, y es que este problema estaba complicando seriamente la vida de la Iglesia en aquella comunidad cristiana. Como San Pablo conocía muy bien a los corintios, nos dice que estos cristianos era gente de temperamento separatista, les gustaba ir cada uno por su lado: “Desde luego, tiene que haber entre vosotros también divisiones” (1 Cor 11, 19). En lo espiritual, compiten entre ellos mismos, tratando de demostrar quien ha recibido carismas superiores a los demás (1 Cor 12); presumen de ser gente sabia e importante, cuando en realidad, lo dice el mismo apóstol, no eran más que gente de origen humilde. En el texto de (1 Cor 1, 10-13. 17), que es la segunda lectura de este domingo, el apóstol trata de resolver la nueva dificultad que ha surgido entre los fieles de Corintio: las preferencias hacia las personas que les habían anunciado el evangelio, había llevado a que se dividieran en cuatro grupos dentro de la comunidad cristiana, por eso, andaban diciendo: “Yo soy de Pablo”, “yo soy de Apolo”, “Yo soy de Pedro”. “Yo soy de Cristo” (1 Cor 1,12). San Pablo, había evangelizado a esta comunidad, los conocía muy bien, y por eso, rechaza la división entre ellos, diciéndoles: “¿Esta dividido Cristo? ¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros? ¿O habéis sido bautizados en el nombre de Pablo?” (1 Cor 1,13). Pablo, sabía muy bien que para mantener la unidad Iglesia fundada por Nuestro Señor Jesucristo, era completamente necesario cultivar esta unidad en cada una de las comunidades a las que se le iba anunciando el Evangelio, y por lo mismo, era también necesario, estar atentos a cualquier movimiento que amenazara con destruir la fraternidad entre los hermanos que habían creído en el Señor. La división tiene consecuencias terribles en la vida de una familia, de una comunidad cristiana, de una parroquia, y de un país entero. La primera lectura de hoy nos narra una situación donde podemos descubrir lo terrible que son en la vida las consecuencias de la división. Era el año 722, antes de Cristo, y las diez tribus que formaban el reino del norte se había separado del reino del sur donde estaban las tribus de Judá y Benjamín. En ese año, los asirios, un país poderoso de aquel tiempo, invadió y sometió a las tribus del norte. Una buena parte de la población de Israel fue exiliada, y el lugar estaba ocupado por enemigos que casi aniquilaron aquel país. Solamente la unidad es lo único que nos hace fuertes, la división nos destruye así mismos, pero, la unidad solamente es auténtica y duradera cuando tiene a Dios como fundamento, y es “aquí donde esta precisamente el gran error de las tendencias dominantes en el último siglo… Quien excluye a Dios de su horizonte, falsifica el concepto de la realidad y solo puede terminar en caminos equivocados y con recetas destructivas” (Aparecida, 44). Todos somos conscientes de la gran necesidad de unidad que existe en nuestras familias, en nuestras comunidades cristianas, en nuestra parroquia, la Diócesis, nuestro país, y la Iglesia en general pero ¿Cuántos cristianos siguen todavía con los brazos cruzados esperando que esta unidad les caiga del cielo? ¿Y cuántos otros, que muchas veces dicen trabajar por la unidad, en ocasiones lo único que hacen no es mas que aumentar la división ya existe en la familia, la Iglesia y en la sociedad? No se puede trabajar por la unidad en ningún ambiente, si primero, no se ha renunciado a los propios intereses, y se ha decidido seguir a Cristo radicalmente, como lo hicieron los apóstoles: “Dejando las redes, le siguieron” (Mt 4,20).

SEAMOS DEFENSORES DE LA VIDA

El pasado martes 22 de enero de 2008, nos dimos cita en Washington DC, para apoyar la marcha “Pro-life”, pro-vida, nos reunimos alrededor de 40,000 personas en su mayoría católicos de origen norteamericano, hombres y mujeres convencidos de que la vida es un don preciado de Dios, y junto a esta marcha ya hace algunos días, que en la diócesis para la que trabajo aquí en los Estados Unidos, hemos realizado una campaña de oración para que cierren las clínicas de abortos que operan en el área, y se ha propuesto rezar frente a las clínicas. Como es sabido, aquí el aborto es legal, y cualquier mujer es libre de optar si le da vida al ser que lleva en su vientre, o simplemente lo destruye. Mi pregunta es: Quienes somos los seres humanos para escoger la vida de un niño, quienes somos nosotros para decir que son solo un puñado de células y que no tienen derecho a vivir; cómo es posible que muchos hombres y mujeres en este tiempo les preocupe mas la apariencia física, o el qué dirán de los demás, que la vida que llevan en sus vientres. Como es posible que a muchos políticos en varios países no les importa este punto, sino el poder y el placer, y algunos insensatos ni siquiera se toman el tiempo de reflexionar sobre el tema, pero bueno, de esto quiero concientizarte en este articulo. Ni los científicos, ni las personas que gobiernan los países en el mundo tienen el derecho de poder decidir sobre la vida humana pues, “los derechos fundamentales de la persona humana están inscritos en su misma naturaleza, son queridos por Dios y, por tanto, exigen observancia y aceptación universal. Ninguna autoridad humana puede transgredirlos apelando a la mayoría o a los consensos políticos, con el pretexto de que así se respeta el pluralismo y la democracia” (Iglesia en América, 19). Pero la vida humana no solo está siendo amenazada en nuestro tiempo sino que de hecho está siendo destruida; y todo, porque se ha perdido el sentido sagrado de la vida; muchos científicos al no creer que Dios es el creador de cada vida humana piensan que pueden jugar con la vida a su antojo como si esta fuera un objeto; muchos esposos en los países ricos ya no ven a los hijos como un don de Dios sino como algo a lo que ellos tienen derecho; y por lo tanto, se sienten con el derecho de poder decidir libremente sobre la criatura. La Iglesia ha defendido siempre el valor de la vida humana, desde siempre ha enseñado que: “no se debe de matar al embrión mediante el aborto, que no se debe de dar muerte al recién nacido”. Y “puesto que el embrión debe ser tratado como una persona desde la concepción, éste deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2270; 2274). Lógicamente, la tarea de cuidar la vida humana es una misión de la que Dios nos ha responsabilizado a todos: “Dios, Señor de la vida ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mudo actual, 51). Las amenazas y la destrucción de la vida crecen cada vez más en el mundo; el Papa Juan Pablo II, dijo que: “Por desgracia, este alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando. Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y podría decirse aún más inicuo ocasionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias” (El Evangelio de la Vida, 4). Es posible que usted se pregunte: pero ¿y yo que puedo hacer ante todo esto? Primero, orar como nos lo pide la Iglesia este mes; segundo, hacer el esfuerzo de conocer mejor las enseñanzas de la Iglesia sobre el valor de la vida, esto es muy importante porque instruidos nosotros podemos ayudar a que se instruya nuestra familia, nuestros vecinos y toda nuestra sociedad. Para poder arrancar lo que atenta sobre la vida humana, hay que arrancar primero la ignorancia sobre ella. Les invito a que hagamos conciencia en este tema, a respetar y defender la vida en general, y en especial la vida de los no natos, tengamos presente que el aborto es un asesinato como cualquier otro. No seamos cómplices de la muerte de más bebes inocentes. Oh Jesús enséñanos a respetar el don de la vida.

domingo, 20 de enero de 2008

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

“Tú eres mi siervo de quien estoy orgulloso”
Esta frase que esta tomada del profeta Isaías aparece en la primera lectura de este segundo domingo del tiempo ordinario. La frase es aplicable al profeta mismo en cuanto que tenia la misión de congregar por medio de la Palabra de Dios a todo un pueblo que se había dispersado; es aplicable al pueblo de Israel en cuanto que ellos eran los depositarios de las promesas de salvación en favor de toda la humanidad. San Juan Bautista aparece en el Evangelio de hoy, como el siervo de Dios que le preparó el camino a su Hijo, señalándolo ante sus discípulos, como “el cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29) pero, es Nuestro Señor Jesucristo el Siervo por excelencia: “Este es mi Hijo, el amado, mi predilecto” (Mt 3,17). Y por Jesucristo cada uno de nosotros, hombres y mujeres, hemos sido constituidos en hijos e hijas de Dios, y como hijos e hijas de Dios estamos llamados a ser sus siervos, servidoras y servidores de Dios. San Pablo en su primera carta a los Corintios, se presenta como “llamado a ser apóstol de Jesucristo, por voluntad de Dios” (1 Cor 1,1). Usted también ha sido llamado para ser servidor y servidora del Señor, en su familia, en su comunidad, en su parroquia; y esta es la razón de nuestra existencia, servir a Dios, lo queramos o no: “Esclavitud por esclavitud- si, de todos modos, hemos de servir, pues, admitiéndolo o no, esa es la condición humana-, nada hay mejor que saberse, por Amor, esclavos de Dios. Porque en ese momento perdemos la situación de esclavos, para en amigos, en hijos” (San Josemaria Escrivá, Amigos de Dios, 35). El profeta Isaías, San Juan Bautista, Santa Maria, San José, cumplieron la misión que Dios les había encomendado, en el lugar y el tiempo exacto en el que él lo había determinado, y solo así fue posible que se realizara la salvación que Dios tenia preparada en favor de toda la humanidad. Hermanos y hermanas, ¿está pensando usted que Dios va ha arreglarnos todos los problemas, sin que nos tomemos en serio, cada uno y cada una, la misión que él nos ha encomendado? ¿Usted cree que Dios va ha venir a arreglarnos todos los problemas de desintegración y maltrato familiar, delincuencia, pandillas, corrupción, división en nuestra mismas comunidades cristianas; mientras nosotros sigamos cruzados de brazos? No. Nuestra misión es servir, y servir ahí donde Dios nos ha puesto: “Fijémonos en los soldados que prestan servicio bajo las ordenes de nuestros gobernantes: su disciplina, su obediencia, su sometimiento en cumplir las ordenes que reciben. No todos son generales ni comandantes, ni centuriones, ni oficiales; sin embargo, cada cual, el en sitio que le corresponde, cumple lo que manda al rey o cualquiera de sus jefes. Ni los grandes podrían hacer nada sin los pequeños, ni los pequeños sin los grandes; la efectividad precisamente depende de la conjunción de todos” (San Clemente, Carta a los Corintos, 36).


Seamos constructores de unidad en nuestro propio ambiente.
Por tres domingos, a partir de hoy, la segunda lectura es tomada de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios. La carta del apóstol es la respuesta a las alarmantes noticias sobre las discordias en la comunidad que le llegan a través de “los de Cloe” (1 Cor 1,11), una distinguida mujer de Corinto. Mediante esta carta, junto con la segunda, vemos algunos de los problemas que la joven comunidad cristiana estaba enfrentando en aquel tiempo, y que no son extraños a los problemas que hoy tenemos que enfrentar también nosotros. La unidad, el acuerdo entre las personas es tan importante dentro de la familia, de la comunidad cristiana, de la Iglesia, y de la sociedad en general que, cuando no existe esa unidad, cualquier familia o sociedad se queda estancada y en el peor de los casos, acaba destruyéndose así misma. La unidad es el secreto que ha hecho posible que numerosas familias y pueblos enteros hayan podido salir adelante a lo largo de la historia de la humanidad; en cambio, la división, que es fruto de la desobediencia, del egoísmo, del orgullo, y de la soberbia, ha sido lo que nunca ha permitido que una persona o una comunidad puedan salir adelante en esta vida. Puede haber dinero en una familia pero, ¿de qué les sirve esa plata, si viven divididos? Un país puede tener en sus tierras oro, petróleo, carbón, muchísimos árboles, y toda clase de animales pero, si la gente de ese pueblo no vive unida ¿de qué les sirven todas esas riquezas? Tarde o temprano caerá sobre ellos un pueblo que vive unido, y les quitará, por vivir divididos, todo lo que Dios les había dado para su bienestar. ¿Entiende usted la importancia que tiene la unidad en la vida de nuestras familias, de nuestras comunidades cristianas, nuestra parroquia, la Iglesia, y la sociedad en general? En esta jornada de oración por la unidad de los cristianos, la Iglesia nos invita ha “Orar constantemente” (1 Tes 5,17), pidiéndole al Señor para que desaparezca la división y reine la unidad entre todas las familias y pueblos de la tierra. La Iglesia nos invita a que oremos porque ella sabe que la unidad es fruto de la conversión de cada persona, y la conversión es una gracia, que solamente, nos la ofrece Dios si se la pedimos con insistencia y con sinceridad. Pero “la unidad exterior, por la que oramos, será la germinación y el florecimiento de esta intima unión con Cristo que deben tener todos los fieles… No se puede tener la unidad entre los hermanos, si no se da la unión profunda-de vida, de pensamiento, de alma, de propósito, de imitación-con Cristo Jesús; mas aún, si no existe una búsqueda íntima de vida interior en la unión con la misma Trinidad” (Juan Pablo, Alocución por la Unión de los Cristianos, 1981). El profeta Isaías trabajó por la unidad del Antiguo pueblo de Dios, San Juan Bautista condujo a los hijos de este pueblo al encuentro con Jesucristo: “He ahi el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29), él sabia que no era el Salvador, y se lo dijo con claridad a sus seguidores: “viene el que es mas fuerte que yo, y no soy digno de desatarle la correa de sus sandalias” (Lc 3,16), San Juan pudo haber engañado ha aquella gente, diciéndoles que él era el Mesías, pero no lo hizo. San Pablo trabajó hasta el final de su vida, para que el Nuevo Pueblo de Dios viviera la Unidad querida por Nuestro Señor Jesucristo, y usted: ¿que esta haciendo, está trabajando por la unidad querida por Nuestro Señor?

viernes, 18 de enero de 2008

PROBLEMAS Y QUIEN NO LOS TIENE

De alguna manera nuestras vidas estan marcadas por continuas luchas y batallas que debemos de ganar, y proponernos superar, en algunas de esas luchas diarias no siempre saldremos triunfantes, en algunas perderemos, y quizas nos frustremos, pero tenemos que tener claro, debemos de perder mil batallas, pero nunca la guerra, porque la guerra principal es la de ser santos, como Jesus nos lo ha dicho en su Evangelio. Alguien ha dicho: “en este mundo no hay lugar para la tristeza, porque lo triste es tener que vivir”. En verdad la vida es una lucha, una lucha diaria, y cuando en este combate perdemos alguna pelea, aparecen lo que nosotros llamamos: problemas. ¿Y quién no tiene problemas? No hay ningún ser vivo sobre esta tierra que en algún momento de su existencia, no haya padecido, tenga que padecer o este padeciendo algún problema, “nadie escapa a la experiencia del sufrimiento” (Catecismo de la Iglesia, 385). Y cuando esto sucede, una de las reacciones naturales en la vida del cristiano es pensar que hasta Dios se ha olvidado de él; eso fue lo que le sucedió a Marta y a María, amigas de Jesús, cuando su hermano Lázaro murió (Jn 11), pero ellas no sabían lo que Jesús tenía planeado hacer. Ninguno de nosotros está solo en esta vida y mucho menos cuando el sufrimiento y el dolor llegan. La Palabra de Dios nos dice: “¿Acaso una madre olvida a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entraña? Pues aunque esas llegaran a olvidarse, yo no te olvido” (Is 49, 15). Ese cuido y esa solidaridad de parte de Dios, es lo que lleva a decir a San Pablo: “¿Acaso hay alguien que sufra, sin que yo sufra con él?” Dios está presente en nuestra vida y no nos deja solos ante el dolor de nuestras cruces, por ende te animo a que agarres de él, cuando sientas que todo se te viene abajo, que te agarres de su mano cuando sientas que hay ciertas cosas que hacen que tu vida pierda sentido. Animo, es Cristo quien te ayuda a vivir en los momentos más difíciles de tu vida. En cierta ocasión le pedía a alguien que orara, y ayudara a otra persona que pasaba por momentos difíciles, y esta me contesto, con que no puedo con mis problemas y quiere que ayude a otros… me pareció un tanto egoísta la respuesta, porque siempre creemos, pensé.., que nuestros problemas son los más grandes del mundo, sin darnos cuenta de que hay otros que tienen un dolor mas grande, o una perdida mas grande. El papa Benedicto XVI, nos pide a todos los cristianos que oremos, especialmente “para que cuantos atraviesan por momentos de dificultad interior y de prueba, encuentren en Cristo la luz, y la ayuda que los lleven a descubrir la verdadera felicidad”. No siempre es fácil confiar en Dios cuando nos vemos envueltos en una dificultad, si así fuera, entonces, nadie dudara del amor de Dios cuando esta llega. Hermanos, nosotros no seriamos buenos cristianos si ignoráramos los problemas de quienes nos rodean, y de aquellos que están lejos de nosotros. Hay gente que se pregunta: ¿Pero, por qué me sucede esto a mí? ¿No podría ser la vida sin dolor: sin enfermedad, sin violencias, sin desgracias, sin temores? ¿Por qué hay dolor, sufrimiento, en mi vida? pero, por más que nos interroguemos a nosotros mismos, “no se entiende qué es el dolor razonando sino creyendo. A medida que el hombre toma su cruz, uniéndose espiritualmente a la cruz de Cristo, se revela ante él el sentido salvífico del sufrimiento. El hombre no descubre este sentido a nivel humano, sino a nivel del sufrimiento de Cristo. Pero al mismo tiempo, de este nivel de Cristo aquel sentido salvífico del sufrimiento desciende al nivel humano y se hace en cierto modo, su respuesta personal. Entonces el hombre encuentra en su sufrimiento la paz interior e incluso la alegría espiritual (J. Pablo II). Gente que sufre por diversos problemas existirán siempre en este mundo, y ha nosotros no se nos pide que le arreglemos los problemas a nadie sino, únicamente que seamos solidarios con quienes más sufren, que no veamos con indiferencia los problemas de los demás. Muchas veces somos tan egoístas que no hacemos más que pensar en nosotros mismos, no hacemos más que pensar en nuestros propios problemas, olvidándonos que a nuestro alrededor existe mucha gente a la que le toca vivir situaciones verdaderamente dolorosas. En este mes, busque hacer todo lo que esté a su alcance por quienes sufren. Atrevámonos a confiar en CRISTO Y A ORAR POR NUESTROS HERMANOS.

sábado, 12 de enero de 2008

TERMINA EL TIEMPO DE LA NAVIDAD

El BAUTISMO DEL SEÑOR.
Este domingo, con la celebracion del Bautismo de Nuestro Señor Jesucristo, vamos ha cerrar el tiempo de Navidad, y ha iniciar la vida pública de Nuestro Señor. Es posible que usted se pregunte: ¿Por qué Nuestro Señor se hizo bautizar? ¿Qué fue lo que él nos quizo enseñar al hacer esto? Esto es lo que nos cuenta el Evangelio a propósito del Bautismo de Nuestro Senor: “Entonces aparece Jesús, que viene de Galilea al Jordán donde Juan, para ser bautizado por él. Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: «Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?» Jesús le respondió: «Déjame ahora, pues conviene que así cumplamos toda justicia.» Entonces le dejó. Bautizado Jesús, salió luego del agua; y en esto se abrieron los cielos y vio al Espíritu de Dios que bajaba en forma de paloma y venía sobre él. Y una voz que salía de los cielos decía: «Este es mi Hijo amado, en quien me complazco” (Mt 3: 13 - 17 ). Todos entendemos que en Jesús no había pecado alguno, así lo había anunciado el ángel a la Virgen: “el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,35). Solamente él ha sido el único capaz de decir a sus enemigos: “Quién de vosotros puede probar que soy un pecador” (Jn 8,46). Pero a pesar de todo esto, nos lo encontramos en el evangelio de hoy, haciendo cola, en medio de todos los pecadores para ser bautizados por San Bautista en el río Jordán, ¿Por qué Nuestro Señor hizo esto? “Nuestro Senor se sometió voluntariamente al Bautismo de San Juan Bautista, destinado a los pecadores, para “cumplir toda justicia” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1224). No necesitaba este bautismo pero quiso recibirlo para enseñarnos que “él se había despojado de si mismo, que había tomado la condición de siervo, haciéndose semejante a los hombres y apareciendo en su porte como hombre” (Fil 2,7). “Después de hacerse bautizar por Juan en el Jordán, Jesús comienza su vida pública; y después de su Resurrección, confía esta misión a sus apóstoles: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado (Mt 28,19-20)” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1224). El bautismo que cada una y cada uno de nosotros hemos recibido, fue instituido por Nuestro Señor Jesucristo, este bautismo nos purifica de la mancha del pecado original, nos ha hecho hijos e hijas de Dios, y nos ha incorporado a su pueblo que es la Iglesia. Ahora que celebramos el Bautismo de Nuestro Señor, conviene que nos preguntemos: si por mi bautismo yo he sido transformado en hijo, hija de Dios ¿qué clase de hijo, hija de Dios estoy siendo? el bautismo me transformó también en miembro de la Iglesia, ¿Qué clase de miembro estoy siendo yo dentro del cuerpo de Cristo que se hace presente en mi familia, la comunidad, la parroquia y la Iglesia Universal?

Lo que debemos saber sobre el bautismo cristiano.
Nos dice la que Iglesia que: “El santo Bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu, y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos participes de su misión” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1224). este sacramento es absolutamente necesario para la salvación, “el Señor mismo afirma que el Bautismo es necesario para la salvación (Jn 3,5). Por ello mandó a sus discípulos a anunciar el Evangelio y bautizar a todas las naciones (Mt 28, 19-20). El Bautismo es necesario para la salvación en aquellos a los que el Evangelio ha sido anunciado y han tenido la posibilidad de pedir este sacramento (Mc 16,16). La Iglesia no conoce otro medio que el Bautismo para asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna; por eso está obligada a no descuidar la misión que ha recibido del Señor de hacer "renacer del agua y del espíritu" a todos los que pueden ser bautizados. Dios ha vinculado la salvación al sacramento del Bautismo, pero su intervención salvífica no queda reducida a los sacramentos” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1257). Los padres de familias deben de bautizar a sus hijos lo antes posible. Es conocida por todos nosotros la idea de los cristianos no católicos que afirman que, el bautismo de niños no vale porque ellos no saben lo que están haciendo pero, eso, es un invento de ellos, y no de Nuestro Señor Jesucristo, lo que él les dijo a los apóstoles fue: “haced discípulos a todas las gentes bautizándolas…” (Mt 28,19). ¿Qué acaso los niños no son gentes, personas para que puedan recibir este sacramento? Claro que si, y por eso, la practica de bautizar a los niños es algo que tiene su origen “desde el comienzo de la predicación apostólica, cuando “casas” enteras recibieron el Bautismo: Hc 16,15; 16,33; 18,8” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1252). “Puesto que nacen con una naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, los niños necesitan también el nuevo nacimiento en el Bautismo para ser librados del poder de las tinieblas y ser trasladados al dominio de la libertad de los hijos de Dios, a la que todos los hombres están llamados. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios si no le administraran el Bautismo poco después de su nacimiento” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1250). En cuanto a los padrinos y madrinas, la Iglesia nos dice que, “deben de ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristina” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1255). ¿Y que sucede con los niños que mueren sin haber recibido la gracia del bautismo? “En cuanto a los niños muertos sin Bautismo, la Iglesia sólo puede confiarlos a la misericordia divina, como hace en el rito de las exequias por ellos. En efecto, la gran misericordia de Dios, que quiere que todos los hombres se salven (1 Tm 2,4) y la ternura de Jesús con los niños, que le hizo decir: "Dejad que los niños se acerquen a mí, no se lo impidáis" (Mc 10,14), nos permiten confiar en que haya un camino de salvación para los niños que mueren sin Bautismo. Por esto es más urgente aún la llamada de la Iglesia a no impedir que los niños pequeños vengan a Cristo por el don del santo bautismo” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1261). En cuanto a los padrinos y madrinas, la Iglesia nos dice que, “deben de ser creyentes sólidos, capaces y prestos a ayudar al nuevo bautizado, niño o adulto, en su camino de la vida cristina” (Catecismo de la Iglesia Católica, 1255).

sábado, 29 de diciembre de 2007

DOMINGO DE LA SAGRADA FAMILIA


OREMOS POR NUESTRAS FAMILIAS
La familia, un invento de Dios.
La Palabra de Dios en este domingo nos invita a reflexionar sobre el ser y la misión de la familia que “es la célula fundamental de la sociedad, cuna de la vida y del amor en la que el hombre nace y crece” (Juan Pablo II, Vocación y misión de los laicos en la Iglesia y en el mundo, 40). Y lo primero que decimos es que la familia no ha sido un invento del ser humano sino un invento de Dios, fue él quien determinó el ser y hacer de la familia humana. Dios creó al ser humano “como hombre y mujer” (Gn 1,27), y preparó a cada uno de ellos con unas características propias, es decir, con una manera de ser y de obrar tales que, el hombre encontrara en la mujer, y la mujer en el hombre, el complemento propio de su ser. Esta diferencia pero al mismo tiempo igualdad, entre el hombre y la mujer, tienen su origen en Dios, y es fuente de unidad y de felicidad mutua: “Esta vez si que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada mujer, porque del varón ha sido tomada. Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne” (2,23-24). Ni el hombre ni la mujer son un objeto, una cosa, que el uno o el otro puedan utilizar sino que, el hombre y la mujer, cada uno y cada una, han sido queridos y creados desde el principio a “imagen y semejanza de Dios” (Gn 1,26). “Al crear al hombre y a la mujer, Dios instituyó a la familia humana y la dotó de su constitución fundamental. Y ha sido voluntad suya que un hombre y una mujer unidos en matrimonio formen con sus hijos una familia. Esta disposición es anterior a todo reconocimiento por la autoridad pública; se impone a ella. Por su naturaleza misma, la institución misma del matrimonio y el amor conyugal están ordenados a la procreación y a la educación de la prole y con ellas son coronados como su culminación. Sin embargo, los esposos a los que Dios no ha concedido tener hijos pueden llevar una vida conyugal plena de sentido, humana y cristianamente. Su matrimonio puede irradiar una fecundidad de caridad, de acogida y de sacrificio” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2202-2203; 1652; 1654). El ejemplo perfecto de cómo se hace y se vive en una familia lo encontramos en la familia de Nazareth; y el primer detalle con el que nos encontramos es que José y Maria habían vivido un noviazgo de acuerdo a la voluntad de Dios, se lo dice la Virgen al ángel cuando él le anuncia que va ha quedar embarazada: “¿Pero como será esto, puesto que no conozco varón”? (Lc 1,34). Entre José y Maria prevalece la verdad y hay respeto del uno hacia el otro, por eso, Ella le contó lo que estaba sucediendo, no lo engañó, y él, al no entender aquello, “resolvió repudiarla en secreto” (Mt 1,19). José prefería sufrir en silencio antes que hacerle un escándalo a su prometida. Y cuando las dudas se aclararon, José y Maria, renunciaron a la posibilidad de tener una familia como todas las demás para ser los padres (Lc 2, 48) de Aquel que es “el Camino, la Verdad y la Vida” (Jn 14,6). Renuncian así mismos para dedicarse a cuidar al Hijo de Dios desde el momento de su concepción, moviéndose de un lugar para otro, cuando el niño nace, para salvarlo del malvado Herodes, tal y como nos lo cuenta hoy el Evangelio. Y su Madre estará con El, aún en el momento mas difícil de su vida en la tierra, la hora de su crucifixión en la cruz. Santa Maria y San José, se ofrecieron así mismos al Señor como un sacrificio puro, renunciando ha aquello que les era propio en su condición de esposos para servir por completo a la realización de los planes de Dios en su Hijo. El amor humano vivido dentro del matrimonio que lleva a la creación de una familia exige fidelidad a los Mandamientos de Dios, amor, respeto y sacrificio por la persona amada, la esposa, el esposo, los hijos. Sin eso, es imposible que un hombre y una mujer sean capaces de formar una familia según el querer de Dios.
Para dialogar:
¿Cómo esta su familia? ¿vivir en unión libre, es decir, sin haber recibido el sacramento del matrimonio, será algo agradable a los ojos de Dios, será eso un bien para la familia, la Iglesia, la sociedad?. Pensando en la vida de la Sagrada Familia: ¿Qué enseñanzas encuentra usted para su propia vida?

jueves, 20 de diciembre de 2007

IV DOMINGO DE ADVIENTO

EL MOMENTO DEL AMOR DE DIOS
El apóstol San Pablo nos dice que, “al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de una mujer” (Gal 4,4). En el Evangelio que vamos a escuchar este domingo, se nos habla del inicio de la realización de los planes de Dios: “Antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo” (Mt 1, 18). Pero antes de esto, tuvo lugar aquel acontecimiento definitivo en el que Dios pone la salvación de toda la humanidad en manos de Maria, de su palabra dependía que el Hijo de Dios, la Segunda Persona de la Santísima Trinidad, se encarnara y se hiciese hombre igual a nosotros en todo, menos en el pecado. Maria era la elegida por Dios para esta misión pero, ella era libre, y por tanto, podía rechazar con libertad la misión que Dios le había asignado para dedicarse a la realización de la misión que Ella había escogido, tener una familia como todas las demás con José, y eso no era malo ante los ojos de Dios. La hora de la verdad llega cuando un ángel de Dios se le aparece para decirle: “Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo”. Y “no temas Maria, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas ha dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinara sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin” (Lc 1,30-33). Maria, en un primer momento no entiende lo esta sucediendo, por eso, pregunta al ángel: “¿Cómo sucederá esto, puesto que no conozco varón?”. Y la historia de este acontecimiento continuó, Maria le contó a José lo que estaba sucediendo, y él también va ha comenzar a sufrir porque tampoco entiende de una vez lo que estaba pasando pero, otro ángel se le apareció para explicarle lo que necesitaba saber: “José, hijo de David, no temas tomar contigo a Maria tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1,20-21). Dios no se arrepiente de sus decisiones, y ha querido involucrarnos a nosotros en la realización de sus planes de salvación en favor nuestro, de nuestras familias, de la Iglesia y de la sociedad en general. Santa Maria y San José, perfectamente pudieron haberse negado a contribuir en los planes de Dios para salvar a la humanidad, y dedicarse a la realización de sus propios planes; pudieron haberse hecho los sordos, los desentendidos, y vivir la vida que ellos habían escogido. Pero Santa Maria y San José oyeron, obedecieron, y se entregaron por completo a la realización de los planes de Dios, y así fue posible que Dios salvara a toda la humanidad de la esclavitud del pecado. San Pablo, es uno de esos cristianos que comprendió lo que había sucedido con la encarnación del Hijo de Dios, comprendió que Dios nos estaba salvando, se dejó salvar él por la gracia de Dios, y luego, comenzó a trabajar sin descanso para llevar a otros la salvación que él había recibido de Dios. La Virgen de Guadalupe no hubiese podido realizar su misión de hacer conocer el amor y la salvación de Dios en favor de los que mas sufren, si el indito Juan Diego, no se hubiese dispuesto a colaborar con Ella, yendo una y otra vez adonde el señor obispo. Y usted ¿entiende lo que estamos a punto de celebrar? ¿entiende que ahora Jesús quiere encarnarse en su propia vida? ¿puede Nuestro Señor encarnarse en la vida de todos aquellos para quienes la Navidad significa comer, bailar, emborracharse y cometer toda otra de pecados? Claro que no. Pero eso es lo que hace una gran mayoría de cristianos en todas partes. ¿Qué piensa hacer usted en esta Navidad para que Jesús se encarne en su vida? Decídalo.

sábado, 15 de diciembre de 2007

TERCER DOMINGO DE ADVIENTO

LA SALVACION ESTA CERCA, PREPAREMOS EL CORAZON

En su reciente visita al Brasil para la Quinta Conferencia General de obispos de Latinoamérica, el Papa Benedicto XVI, nos dijo: “No es una ideología política, ni un movimiento social, como tampoco un sistema económico- lo que nos traerá la salvación- sino, la fe en el Dios Amor, encarnado, muerto y resucitado en Jesucristo” (Homilía del Papa en la misa de inauguración de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano). Y esta enseñanzas la encontramos repetidas veces en la Palabra de Dios: “El auxilio nos viene del Señor, que hizo el cielo y la tierra” (Sal 121,2). Los seres humanos somos fáciles de caer en la tentación de la idolatría que “consiste en divinizar lo que no es Dios” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2113). Y poner en ello nuestra confianza. Son muchas las personas a las que lo único que les interesa es arreglar sus problemas, sin importarles lo que tengan que hacer: los padres a quienes su hija les salió embarazada, creen que mandando la muchacha a la calle arreglan la situación; el joven que sufre alguna dificultad en su vida piensa que integrándose a una pandilla va ha arreglar su vida. A todos nos duele que nos traten mal, que se cometan injusticias en contra nuestra o de nuestras familias pero, aunque eso nos duela, nunca se justifica que tomemos la justicia en nuestras manos ¿Qué arreglamos con eso? Nada. ¿Qué se arregló en El Salvador con doce años de guerra? Nada. Todos quisiéramos vernos libres del azote de la delincuencia pero, ¿qué es lo que vivimos a diario en nuestro país? Todas las esposas quisieran tener a sus esposos en casa; todos los niños quisieran tener con ellos a sus papas en esta Navidad pero, ¿cuántas son las esposas que tienen que vivir solas porque sus esposos están trabajando en Estados Unidos? ¿Cuántos son los niños y niñas que tienen que vivir únicamente con sus mamas? Hermanos y hermanas, es importantísimo que comprendamos que, “la salvación únicamente nos viene de Dios, y de nadie mas”. Es triste que muchos cristianos sigan creyendo, aun hoy en día, que los políticos les van dan de comer, a pagar mejores sueldos, a preocuparse por la salud y la educación de sus hijos, a cuidar de sus familias, y a preocuparse para que tengamos un país con igualdad de oportunidades para todos. Todo eso es una pura mentira pues, solamente: “la buena nueva de Cristo renueva continuamente la vida y la cultura del hombre caído; combate y elimina los errores y males que brotan de la seducción, siempre amenazadora, del pecado. Purifica y eleva sin cesar las costumbres de los pueblos. Con las riquezas de lo alto fecunda, consolida, completa y restaura en Cristo, como desde dentro, las bellezas y cualidades espirituales de cada pueblo o edad” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mudo actual, 58). A San Juan Bautista le interesaba muchísimo que sus discípulos comprendieran que Jesucristo era el Salvador de la humanidad; por eso, nos cuenta el Evangelio de este domingo que, desde la cárcel “le mandó preguntar por medio de dos discípulos: ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?” (Mt 11,3). San Juan Bautista manda hacer esta pregunta no porque él no supiera quien era Jesús, lo sabía, pues, él mismo lo había señalado como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1,29). Y cuando Jesús le pidió que lo bautizara, se había negado, diciéndole: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mi? (Mt 3,14). ¿Cómo San Juan Bautista no iba a saber quien era Jesús si él mismo dice: “He visto al Espíritu que bajaba como una paloma del cielo y se quedaba sobre él. Y yo no le conocía pero el que me envió a bautizar con agua, me dijo: Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautizara con Espíritu Santo. Y yo le he visto y doy testimonio de que este es el Elegido de Dios”? (Jn 1,32-34). Unos pocos días después de aquella pregunta, a San Juan Bautista le cortaron la cabeza, murió, pero se fue con la satisfacción de que sus discípulos habían entendido quien era el que había de salvar al mundo. ¿Y usted ya entendió? ¿Qué está haciendo para que su familia y sus vecinos entiendan que Jesucristo es Nuestro Salvador? Si no esta haciendo nada, entonces, es porque probablemente todavía no ha entendido quien es Jesús.

martes, 11 de diciembre de 2007

MADRE DE GUADALUPE A TU MANTO NOS ACOGEMOS

“NO ESTOY YO AQUÍ QUE SOY TU MADRE”
Celebramos en la Iglesia universal y específicamente en toda America, un acontecimiento de gran trascendencia en la vida de esta iglesia sufrida. Hace 475 años nuestra Madre Maria bajo la advocación de Guadalupe, se aparece a un hombre pobre y sencillo, que no sabia leer ni escribir, ni mucho menos hablar, se le aparece con un mensaje, que tiene que llevar al obispo de ese entonces. Misión que el pobre indito cumple, auque tiene que pasar por mil y tantas humillaciones. Nuevamente Dios a través de su Madre, nuestra Madre, vuelve a revelar la grandeza de su majestad a los pequeños, humildes y sencillos. Se aparece morena, del color de los indios para reflejar que ella también es madre de todos por igual, para hacernos entender que no es el color el que cuenta a la hora de de estar con ella y para llevarnos con su hijo Jesucristo. Madre de Guadalupe, madre de America Latina, Madre de este sufrido y despreciado pueblo te pido por todos aquellos que no nos quieren por nuestro color de piel o por nuestra lengua, por aquellos que se creen superiores a nosotros y pisotean nuestros derechos y nuestra dignidad. Te ruego por aquellos que no entienden tu mensaje.
Hoy un año mas nos postramos ante tus pies para decirte, gracias por ser nuestra madre, por ser nuestra Madre Morena de Guadalupe.

LA HISTORIA.
Las Apariciones de Nuestra Señora la Virgen de Guadalupe a Juan Diego, en DICIEMBRE DE 1531 la milagrosa estampación de su Santa Imagen en el humilde ayate de su vidente y su mensaje de amor por nosotros tienen como fin principal anunciar a su amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo, a los pueblos que habitaban el "nuevo mundo".

El Sábado 9 de diciembre en la madrugada, se le aparece por primera vez al Indio Juan Diego.
Juan Diego oye cantos de pájaros. Le llaman por su nombre; sube a la cumbre del cerro del Tepeyac y ve a la Niña que le ordena ir ante el Obispo para pedirle un templo en el llano. "Hijito mío el más amado: yo soy la perfecta siempre Virgen Santa María, Madre del verdad erísimo Dios..., mucho quiero tengan la bondad de construirme mi templecito...Allí estaré siempre dispuesta a escuchar su llanto, su tristeza, para purificar, para curar todas sus diferentes miserias, sus penas, sus dolores". Aproximadamente a las 5 de la tarde, del mismo día Juan Diego vuelve a la cumbre y da cuenta de la incredulidad del Obispo y pide que escoja otro mensajero. Pero la Virgen le confirma en su misión y le ordena insistir al día siguiente. "Hijito mío el más pequeño: es indispensable que sea totalmente por tu intervención que se lleve a cabo mi deseo. Muchísimo te ruego y con rigor te mando, que mañana vayas otra vez a ver al Obispo. Y hazle oír muy claro mi voluntad, para que haga mi templo que le pido".
El Domingo 10 de diciembre como a las 3 de la tarde. Nuevamente en la cumbre, la madre se aparece por tercera vez a Juan Diego refiere su segunda entrevista con el Obispo. Aún no le cree y le ordena pedir a la Señora alguna señal. La Virgen ordena a Juan Diego que vuelva al cerro al día siguiente para recibir la señal que le dará. "Así está bien, hijito mío, el más amado. Mañana de nuevo vendrás aquí para que lleves al Gran Sacerdote la prueba, la señal que te pide. Con eso enseguida te creerá, y ya para nada desconfiará de ti". Juan Diego, no vuelve por la enfermedad de su tío Juan Bernardino.
El martes 12 de diciembre muy de madrugada. Ante la gravedad de su tío, Juan Diego sale a México para buscar un sacerdote. Rodeó el cerro para que la Virgen no lo encontrara. Pero ella sale a su encuentro; lo tranquiliza de la enfermedad de su tío: "Te doy la plena seguridad de que ya sanó": Lo envía a la cumbre por las rosas que serán la señal, A su regreso, la Virgen le dice: "Hijito queridísimo: estas diferentes flores son la prueba, la señal que le llevarás al Obispo. De parte mía le dirás que por favor vea en ella mi deseo, y con eso, ejecute mi voluntad". Al mismo tiempo que se aparece a Juan Diego, se aparece a Juan Bernardino, tío del vidente, en su casa le cura de sus enfermedades y le manifiesta su nombre y pide que de ahora en adelante, “a su preciosa imagen precisamente se le llame, se le conozca como la SIEMPRE VIRGEN SANTA MARIA DE GUADALUPE".
El mismo día martes 12 de diciembre al mediodía.En la casa del Obispo Fray Juan de Zumárraga, Juan Diego muestra las rosas que llevaba en su ayate, señal dada por la Virgen. "Desplegó su tilma, donde llevaba las flores. Y así, al tiempo que se esparcieron las diferentes flores preciosas, en ese mismo instante... apareció de improviso en el humilde ayate la venerada imagen de la siempre Virgen María, Madre de Dios, tal como ahora tenemos la dicha de venerarla en lo que es su hogar predilecto, su templo del Tepeyac".

viernes, 7 de diciembre de 2007

SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTO

La llegada del Reino de los cielos exige una conversión del corazón.
El anuncio de San Juan el Bautista coincide con el de Jesús: “Convertíos porque está cerca el Reino de Dios” (Mc 1,15). Este profeta se dirige con mucha energía a los fariseos y saduceos porque para ellos, la conversión era un hecho mental que no implicaba la totalidad de la persona. En ellos se daba una división interior: atendían a los mínimos detalles de la ley, pero descuidaban el precepto de la caridad; se protegían del juicio de Dios con una legalidad mal disfrazada o se sentían superiores como hijos de Abraham. Su conversión era por encima y no tocaba la intimidad de su corazón. La conversión que exige el Bautista era muy diferente pues, pide un cambio total y radical en la relación con Dios y con el próximo. No es una simple conversión interior, sino una conversión también exterior que llega a las obras. Aquí es donde aparece la imagen del árbol que produce frutos: el árbol bueno produce frutos buenos, el árbol malo produce frutos malos y se corta de raíz.
Una verdadera conversión, por tanto, significa una mayor rectitud de vida. Las palabras del Bautista son palabras de fuego y es que él sabe que no puede haber conversión a menos que reconozcamos que somos hipócritas y para eso Dios nos desenmascarará, y las palabras que desenmascaran el pecado en nuestra vida no son suaves ni tiernas, y a muchos hasta les pueden aparecer malcriadas pero, en realidad, lo único que quieren es invitarnos a realizar uno de los actos más elevados de que somos capaces los seres humanos: la conversión de nuestro corazón hacia el Padre de las misericordias, el arrepentimiento de la voluntad del mal que hemos cometido, y el firme propósito de resurgir en el bien. Cuando una persona es tocada por una conversión sincera, reconoce el desorden que hay en su interior, descubre su pecado y siente una necesidad urgente de transformación, de cambio de actitud y de comportamiento. La conversión es el momento de la verdad mas profunda en el que la persona reconoce su propio pecado y se abre a la verdad liberadora de Dios.
Hermanos y hermanas, este tiene que ser el espíritu con el que cada uno de nosotros debemos de vivir estos días de Adviento: dispuestos a permitir que la gracia de Dios inunde nuestras vidas, sin ningún miedo a descubrirnos pecadores, buscando alegres la misericordia del Señor a través del sacramento de la confesión. A lo único que podemos tenerle miedo es ha creernos muy buenos, a pensar que nosotros ya somos santos, que no tenemos necesidad de convertirnos; de ser así, nosotros, ustedes y yo, seríamos la clase de personas a las que San Juan Bautista, llamó: “raza de víboras”, porque no querían convertirse, aún siendo grandes de pecadores.