jueves, 24 de enero de 2008

SEAMOS DEFENSORES DE LA VIDA

El pasado martes 22 de enero de 2008, nos dimos cita en Washington DC, para apoyar la marcha “Pro-life”, pro-vida, nos reunimos alrededor de 40,000 personas en su mayoría católicos de origen norteamericano, hombres y mujeres convencidos de que la vida es un don preciado de Dios, y junto a esta marcha ya hace algunos días, que en la diócesis para la que trabajo aquí en los Estados Unidos, hemos realizado una campaña de oración para que cierren las clínicas de abortos que operan en el área, y se ha propuesto rezar frente a las clínicas. Como es sabido, aquí el aborto es legal, y cualquier mujer es libre de optar si le da vida al ser que lleva en su vientre, o simplemente lo destruye. Mi pregunta es: Quienes somos los seres humanos para escoger la vida de un niño, quienes somos nosotros para decir que son solo un puñado de células y que no tienen derecho a vivir; cómo es posible que muchos hombres y mujeres en este tiempo les preocupe mas la apariencia física, o el qué dirán de los demás, que la vida que llevan en sus vientres. Como es posible que a muchos políticos en varios países no les importa este punto, sino el poder y el placer, y algunos insensatos ni siquiera se toman el tiempo de reflexionar sobre el tema, pero bueno, de esto quiero concientizarte en este articulo. Ni los científicos, ni las personas que gobiernan los países en el mundo tienen el derecho de poder decidir sobre la vida humana pues, “los derechos fundamentales de la persona humana están inscritos en su misma naturaleza, son queridos por Dios y, por tanto, exigen observancia y aceptación universal. Ninguna autoridad humana puede transgredirlos apelando a la mayoría o a los consensos políticos, con el pretexto de que así se respeta el pluralismo y la democracia” (Iglesia en América, 19). Pero la vida humana no solo está siendo amenazada en nuestro tiempo sino que de hecho está siendo destruida; y todo, porque se ha perdido el sentido sagrado de la vida; muchos científicos al no creer que Dios es el creador de cada vida humana piensan que pueden jugar con la vida a su antojo como si esta fuera un objeto; muchos esposos en los países ricos ya no ven a los hijos como un don de Dios sino como algo a lo que ellos tienen derecho; y por lo tanto, se sienten con el derecho de poder decidir libremente sobre la criatura. La Iglesia ha defendido siempre el valor de la vida humana, desde siempre ha enseñado que: “no se debe de matar al embrión mediante el aborto, que no se debe de dar muerte al recién nacido”. Y “puesto que el embrión debe ser tratado como una persona desde la concepción, éste deberá ser defendido en su integridad, cuidado y atendido médicamente en la medida de lo posible, como todo otro ser humano” (Catecismo de la Iglesia Católica, 2270; 2274). Lógicamente, la tarea de cuidar la vida humana es una misión de la que Dios nos ha responsabilizado a todos: “Dios, Señor de la vida ha confiado a los hombres la excelsa misión de conservar la vida, misión que deben cumplir de modo digno del hombre. Por consiguiente, se ha de proteger la vida con el máximo cuidado desde la concepción; tanto el aborto como el infanticidio son crímenes abominables” (Constitución pastoral sobre la Iglesia en el mudo actual, 51). Las amenazas y la destrucción de la vida crecen cada vez más en el mundo; el Papa Juan Pablo II, dijo que: “Por desgracia, este alarmante panorama, en vez de disminuir, se va más bien agrandando. Con las nuevas perspectivas abiertas por el progreso científico y tecnológico surgen nuevas formas de agresión contra la dignidad del ser humano, a la vez que se va delineando y consolidando una nueva situación cultural, que confiere a los atentados contra la vida un aspecto inédito y podría decirse aún más inicuo ocasionando ulteriores y graves preocupaciones: amplios sectores de la opinión pública justifican algunos atentados contra la vida en nombre de los derechos de la libertad individual, y sobre este presupuesto pretenden no sólo la impunidad, sino incluso la autorización por parte del Estado, con el fin de practicarlos con absoluta libertad y además con la intervención gratuita de las estructuras sanitarias” (El Evangelio de la Vida, 4). Es posible que usted se pregunte: pero ¿y yo que puedo hacer ante todo esto? Primero, orar como nos lo pide la Iglesia este mes; segundo, hacer el esfuerzo de conocer mejor las enseñanzas de la Iglesia sobre el valor de la vida, esto es muy importante porque instruidos nosotros podemos ayudar a que se instruya nuestra familia, nuestros vecinos y toda nuestra sociedad. Para poder arrancar lo que atenta sobre la vida humana, hay que arrancar primero la ignorancia sobre ella. Les invito a que hagamos conciencia en este tema, a respetar y defender la vida en general, y en especial la vida de los no natos, tengamos presente que el aborto es un asesinato como cualquier otro. No seamos cómplices de la muerte de más bebes inocentes. Oh Jesús enséñanos a respetar el don de la vida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Padre Alex, qué paso.Gracias por vivistar Gaudiumlux.Com. Soy enrique, no sé si recuerda de mí. Saludos desde el Salvador, desde San Vicente