viernes, 8 de febrero de 2008

I DOMINGO DE CUARESMA

LAS TENTACIONES DE JESUS

- El Diablo, enemigo de Dios, y enemigo nuestro
El mismo Espíritu que identificó a Jesús en el momento de su Bautismo es el que lo conduce después al desierto para orar, y para ser tentado por el diablo. El Evangelio nos dice que Jesús, “pasó cuarenta días y cuarenta noches sin comer y, al final sintió hambre. Entonces se le acerco el tentador y le dijo: “Si tú eres el Hijo de Dios…” (Mt 4,2). Esto podría entenderse como si el demonio no conociese a Nuestro Señor pero, eso no es cierto pues, el diablo sabía muy bien quien era Jesús, sino nunca le hubiese gritado: “¿Qué tenemos nosotros contigo Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?” (Mt 8,28). El Diablo conocía que el plan de Nuestro Señor era salvarnos a todos los seres humanos de la esclavitud del pecado en la que él nos había hecho caer, mucho tiempo antes, cuando engañó ha Eva y Adán, y les hizo desobedecer a Dios. Satanás es un ser real y concreto, creado bueno por Dios pero, que por su pecado se apartó de Dios y se convirtió en un ser malo. El es el señor del mundo del pecado, de la muerte, de la discordia, de la desgracia, del odio, de la perversión, de todo lo absurdo y malo que hay en el mundo; y su misión es sembrar siempre la confusión en la vida de los hijos e hijas de Dios, “suponed, por ejemplo, que sobre las calles de una gran ciudad cayera de repente la oscuridad; puede imaginarse usted, sin que nadie se lo cuente, todo el ruido y el clamor que se produciría. Gente, carros y animales corriendo todos al mismo tiempo. El espíritu maligno que actúa sobre los hijos de la incredulidad, el dios de este mundo, como dice San Pablo, ha cegado los ojos de los que no creen, y he aquí que se hayan forzados a reñir y discutir porque han perdido su camino; y pelean unos con otros, diciendo uno esto y otro aquello, porque no ven” (Cardenal John Henry Newman, Sermón para el II domingo de Cuaresma: Mundo y pecado). Nadie puede ver, tocar o medir la presencia del calor o del frío, sin embargo, podemos sentir su efecto: el calor o el frío de manera exagerada, desesperan, y pueden incluso, acabar con la vida de cualquier persona. Lo mismo sucede con la presencia del Demonio en el mundo, a él no lo podemos ver directamente pero, si podemos descubrir su presencia a través de todo el mal que existe: ¿Por obra de quien será que muchas veces reina el egoísmo, la envidia, la división, e incluso, el odio en nuestras familias? ¿Quién será el que ha segado la mente de muchísimos cristianos en el mundo para que vivan pecando sin pensar que tarde o temprano tendrán que darle cuenta a Dios de sus vidas? ¿Quién será el maestro que está haciendo que millones de mujeres en el mundo estén dispuestas a asesinar, por una u otra razón, a una criatura en su propio vientre? ¿Quién será el que ha hecho que muchísimos padres de familias en nuestras comunidades, no quieran tomarse en serio la educación cristiana de sus propios hijos? ¿Quién es el que esta haciendo que miles de jóvenes en nuestro país desprecien su vida y, estén dispuestos a morir, simple y sencillamente por pertenecer a una pandilla? Es el mismo tipo: El demonio. Por esta razón es que el propio San Pedro nos dijo: “Estad atentos y velad, que vuestro enemigo, el Diablo, ronda como león rugiente, buscando ha quien devorar” (1 Ped 5,8). “Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser un espíritu puro, siempre criatura; no puede impedir la edificación del Reino de Dios. Aunque Satán actúe en el mundo por odio contra Dios y su Reino en Jesucristo, y aunque su actuación cause graves daños-de naturaleza espiritual e indirectamente incluso de naturaleza física- en cada hombre y en la sociedad, esta acción es permitida por la Divina Providencia, que con fuerza y dulzura dirige la historia del hombre y del mundo. El que Dios permita la actividad diabólica es un gran misterio, pero “nosotros sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman” (Rm 8,28) (Catecismo de la Iglesia Católica, n.395).
Para dialogar:
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El Demonio esta presente en todas partes, nos ronda a cada uno y a cada una, él no descansa ni de día ni de noche, y su trabajo es conocernos a cada una y a cada uno, conocer nuestras partes débiles, para luego atacarnos con toda la fuerza que le es posible por medio de la tentación, con el objetivo de hacernos pecar, y separarnos de Dios, si es posible, para siempre. ¿Entiende usted entonces, por que la Iglesia nos ha recomendado siempre que oremos sin desfallecer, el ayuno, la limosna, y la mortificación voluntaria?
- ¿Cree usted que podemos vencer el poder del demonio en nuestras vidas si no queremos hacer uso de los medios que la Iglesia nos propone? ¿Cómo ha planeado usted vivir esta Cuaresma?

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