domingo, 25 de octubre de 2009

XXX DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

¿Que quieres que haga por ti?
Bartimeo, el ciego de Jericó, es un hombre que vive a oscuras. Ya ha oído de Jesús, y de sus curaciones y milagros...Y ese día escucha ruidos desacostumbrados. Pregunta qué ocurre y se entera que es Jesús de Nazaret que pasa por el camino.
Al oírlo se llenó de fe su corazón. Jesús era la gran oportunidad de su vida. Y comenzó a gritar con todas sus fuerzas:¡Jesús, Hijo de David, ten piedad de mí!. En su alma, la fe se hace oración. Reflexiona San Agustín esta escenas diciendo: También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón y pasa Jesús para que clamemos.
Tenemos que gritarle con la oración y con las obras. Debemos pedir ayuda al SeñorPero para el ciego, las dificultades comienzan en el momento que comienza la búsqueda de Jesús en las tinieblas.
El evangelio nos dice que muchos lo reprendían para que se callara.Y así pasa con frecuencia cuando buscamos a Jesús. Algunas veces son los otros, la sociedad, el ambiente, que tratan de que no busquemos al Señor. Que nos dicen ¡Cállate, no molestes a Jesús! Otras veces, dentro de nosotros mismos encontramos impedimentos para seguir al Señor.
Las comodidades, las costumbres. Bartimeo ha esperado por largo tiempo esta oportunidad y no está dispuesto a desperdiciarla. Por eso es que no les hace el menor caso. Jesús es su gran esperanza y no sabe si volverá a pasar otra vez cerca de su vida. ¿Porque ha de prestar atención a los reproches y perder la posibilidad de seguir a Jesús? Pueden criticarlo, insultarlo, pero él clama hasta que sus gritos llegan a oídos de Jesús, porque, según dice San Agustín, “quién fuere constante en lo que el Señor mandó, no escucha las opiniones de las turbas, ni hace caso de los que aparentan seguir a Jesús. A él no habrá poder que lo atasque, y el Señor se detendrá y lo sanará”.Efectivamente, cuando insistimos con confianza en nuestras peticiones, logramos detener a Jesús que va de paso.
La oración del ciego es escuchada. Ha logrado su propósito a pesar de las dificultades externas, de la presión del ambiente que lo rodea y de su propia ceguera, que le impedía saber con exactitud dónde estaba Jesús, que permanecía en silencio, sin atender aparentemente su petición. El Señor, que lo oyó desde el principio, le dejó perseverar en su oración. Al igual que con nosotros. Jesús escucha nuestro primer pedido, pero espera.
Quiere que nos convenzamos que lo necesitamos, quiere que seamos insistentes, tozudos como el ciego de Jericó. La comitiva se detiene y Jesús manda a llamar a Bartimeo. “Animo, levántate! El te llama”. Y el ciego, arrojando su manto, se puso de pie de un salto y fue hacia él. El ciego tuvo fe de que se acercaba su liberación, que llegaba una nueva luz en su alma, precursora de la nueva luz para sus ojos. Por eso se despojó de todo lo que pudiera serle un impedimento, una dificultad, una carga: arrojó su manto.
Es una condición indispensable para que consigamos la luz en el alma, que arrojemos de nosotros todo lo que pueda oponerse a ella. Despojarnos de nosotros mismos, de cuanto en nosotros haya, que de una u otra forma, nos pueda dificultar que el Señor se acerque o que nosotros demos el paso hacia Dios, que viene hacia nosotros. Y el ciego no se contentó con arrojar el manto; dio un salto, como para demostrar las disposiciones y los deseos de su espíritu. Dio un brinco de las materialidades hacia lo espiritual. Dejó de preocuparse de muchas cosas por preocuparse de su unión con el Señor. El salto que debemos dar es para desapegarnos de los bienes materiales, de nuestras ambiciones de orden humano, de nuestros criterios y pareceres. Es el salto que debemos dar para acercarnos al Señor. Está ahora Bartimeo delante de Jesús. La multitud los rodea y contempla la escena. Jesús le pregunta: “¿Qué quieres que te haga?” El Señor, que podía restituir la vista, ¿ignoraba acaso lo que quería el ciego?. Jesús desea que le pidamos. Conoce de antemano nuestras necesidades y quiere remediarlas. El ciego contestó en seguida: “Señor, que vea”.
No pide al Señor otra cosa que la vista. Poco le importa todo, fuera de ver, porque aunque un ciego pueda tener muchas cosas, sin la vista no puede ver lo que tiene. Debemos imitar la actitud de Bartimeo. Debemos imitar su oración perseverante, su fortaleza para no rendirse ante el ambiente adverso. Ojalá que, dándonos cuenta de nuestra ceguera, sentados inmóviles junto al camino, y oyendo que Jesús pasa, le hagamos detenerse junto a nosotros por la fuerza de la oración, que debe ser como la de Bartimeo, personal, directa, sin anonimato. La historia de Bartimeo es nuestra propia historia, pues también nosotros estamos ciegos para muchas cosas, y Jesús está pasando junto a nuestra vida. Quizás ha llegado el momento de dejar el costado del camino y acompañar a Jesús.
Las palabras de Bartimeo: Señor, que vea, nos pueden servir como una oración sencilla para repetirla muchas veces cuando en nuestra vida se nos presenten situaciones que no sabemos como resolver, sobretodo en cuestiones relacionadas con la fe y la vocación.En esos momentos de oscuridad, cuando quizás la oración se hace costosa y la fe parece debilitarse, repitamos con confianza el pedido: Señor, que vea.Qué nosotros también veamos, Señor, cuál es tu voluntad, cuál es el camino que debemos recorrer, que Tu nos señalas para ir a Ti.Jesús le dijo al ciego: “Vete, tu fe te ha salvado” Y al instante recobró la vista. Lo primero que ve Bartimeo es el rostro de Cristo. No lo olvidará jamás. “Y le seguía por el camino”Pidamos al Señor que sea El siempre la luz que nos libere de la ceguera, y que lo sigamos siempre por el camino.

miércoles, 21 de octubre de 2009

SE NECESITAN SACERDOTES...... PARA SER HEROES DE CRISTO

TE ATREVES!!!!
¿Por qué ser sacerdote?

Los cristianos católicos sabemos que en esta vida hay mucho más que las cosas materiales y los placeres. Por tanto, en la vida de un sacerdote, él busca la manera de servir a Dios y a los demás. La mayoría de las personas le sirven a Dios en el estado de vida matrimonial o siendo solteros, y esas son vocaciones maravillosas. Pero algunos son llamados de manera especial a servir a Dios y a la comunidad. Son llamados a ser sacerdotes. Son llamados a ser instrumentos de la gracia de Dios, portadores de su perdón, predicadores de la Palabra que da la vida eterna, celebrantes de los misterios de Dios en los momentos más significativos y en los ordinarios de la vida de las personas. Ellos son llamados a seguir a Jesús totalmente con la misma generosidad y perseverancia que Él demostró durante su vida. Esta llamada al sacerdocio viene de Dios. ¿la has oído alguna vez en tu vida?
¿Qué es un sacerdote?
Él es un ser humano como tú. Pero con la gracia de Dios ha encontrado la fuerza para dedicar su vida a anunciar a Cristo y a actuar como un «embajador de Cristo», como diría san Pablo. Esto significa que él predica la palabra a tiempo y a destiempo; él representa a Cristo en aquellos momentos en que Él está sacramentalmente presente, Bautismo, Eucaristía, Confirmación, Reconciliación, Matrimonio, Orden sacerdotal y en la Unción de los Enfermos. Los sacerdotes hacen presente a Cristo como cabeza de Su Iglesia. Mediante su cuidado y celo pastoral, él es un poderoso signo de la presencia de Cristo en una comunidad específica del pueblo de Dios. Es una vida que se plantea como todo un desafío para el cristiano.
¿Qué es un sacerdote diocesano?
Un sacerdote diocesano o «secular» trabaja en una diócesis o arquidiócesis particular normalmente como párroco. Él está «casado» con los fieles del territorio de su parroquia, gastando su vida con ellos y por ellos para acercarlos a Dios y trabajando por su santificación. Un sacerdote religioso trabaja adondequiera que el Superior de su orden religiosa lo envíe.
¿Es fácil llegar a ser sacerdote?
Las cosas más valiosas en la vida no son «fáciles» de conseguir. Para prepararse al sacerdocio un hombre debe dedicar una porción significativa de su vida: Primero debe vincularse a un proceso de discernimiento durante un año, después ingresa al año introductorio o propedéutico, que lo prepara para asumir su formación en el seminario. En seguida vienen los estudios de Filosofía durante dos años. Después de eso, vienen los estudios de Teología, durante cuatro años, en la mitad de los cuales está inserto un año de prácticas pastorales como parte del proceso de formación. Es un camino bastante largo y a veces difícil, pero no imposible. Si uno va a servir a la gente como sacerdote, debe prepararse muy bien para ser un instrumento idóneo. Además, si Dios quiere que seas sacerdote, te dará todas las gracias necesarias para alcanzar dicha meta.

¿Cuánto tiempo se necesita para llegar a ser sacerdote?
Después del Bachillerato, un año de propedéutico, dos años de Filosofía, cuatro de Teología y uno de experiencia pastoral. Después de ser ordenado, se espera que el sacerdote continúe actualizándose buscando especializarse.
¿Qué cualidades busca la Iglesia en un candidato?
La Iglesia busca un varón de buena reputación. El candidato debe ser un creyente católico practicante, que participe en la Santa Misa con regularidad, que esté empeñado en algún tipo de oración diaria, que observe los mandamientos y tenga un fuerte deseo de servir a los demás. Debe ser mental, emocional y físicamente sano. Debe tener niveles normales de inteligencia y sobre todo, debe estar abierto a la voluntad de Dios.

¿Es interesante la vida diaria de un sacerdote?
¡Por supuesto que sí! Hay momentos de rutina, como en cualquier tip
o de vida, pero no ha dos días que sean iguales en la vida de un sacerdote. El sacerdote ayuda a la gente a buscar a Dios, y el trabajo con la gente es interesante e impredecible. Pocas vocaciones ofrecen tanto como lo hace el sacerdocio. Más aún, el sacerdote que ama a sus fieles y se compromete con ellos entregándose a su servicio sabrá que está realizando la obra del Señor.
¿Qué es una vocación?
Una vocación es una invitación, una llamada de Dios a servirlo de una manera específica. La vocación primaria y común de todo bautizado católico es a ser santo. A amar a Dios y a los demás. Pero un candidato al sacerdocio está llamado a ir más allá de lo «ordinario» y a convertirse en pastor de otros mientras que peregrinan hacia Dios.

¿Cómo saber a qué me está llamando Dios?
Primero, pregúntale a Dios en la oración lo que Él quiere que tú hagas, luego ábrete y dispónte a responderle con generosidad. El llamado puede llegar de maneras sorprendentes o inesperadas: puede ser a través de comentarios o sugerencias o estímulos de otros, mediante una invitación específica, por medio de un incidente de gracia, cualquier cosa. Dios es el que llama y Él puede llamarte de la manera que Él escoja. Si un hombre es llamado al sacerdocio, él debe también someter esa llamada a la Iglesia en la persona del obispo diocesano o del Superior religioso. Para discernir la validez de una vocación, el obispo trabajará en estrecha comunicación con el sacerdote director de la Pastoral vocacional y con los formadores del seminario.

¿Soy lo suficientemente santo como para ser sacerdote?
Cuando san Pedro fue llamado por Jesús a seguirlo, su reacción inmediata fue un rechazo: «Señor, apártate de mí, que soy un pecador». Pedro tenía la razón en esa ocasión, pero Jesús no invita a personas perfectas a seguirlo de cerca. Él llama a personas humildes, honestas, que se dejan guiar y enseñar, a aceptar su propuesta y a seguirlo. No hay un solo sacerdote que se haya sentido alguna vez digno del don del sacerdocio, ni siquiera después de años de servicio fiel a Cristo y a los demás. Todo sacerdote sabe que no es más que una «vasija de barro»; Cristo lo sabe también. Pero nosotros creemos que la gracia de Jesucristo nos dará aquello que nos falta para responder a su llamado. «No temas —dice Jesús— busca primero el Reino de Dios y su justicia, y todo lo demás se te dará por añadidura».


¿Qué es un voto religioso?
Un voto es una promesa solemne hecha libremente por un hombre o mujer que le entrega su vida a Dios. Los miembros de las comunidades religiosas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Un sacerdote diocesano no hace un voto, sino una promesa, aunque con la misma solemnidad, de guardar la castidad y él promete solemnemente obediencia a su obispo local y a sus sucesores. Y a pesar de que no hace un voto de pobreza, se espera que viva un vida sencilla, modesta y libre de todo interés material y de todo apego al dinero y a los bienes.

¿Qué decir del celibato?
El sacerdote célibe se consagra por completo con un corazón indiviso al servicio de Dios y al servicio de su pueblo. Para hacerlo, él renuncia al derecho de casarse y de tener una familia, no para permanecer solo y amargado, sino para tener como familia a la Iglesia. Él no renuncia a la amistad ni a la compañía de buenos amigos, tanto hombres como mujeres. De hecho se le estimula para que cultive amigos leales y dignos de confianza. El sacerdote puede vivir una vida célibe fructuosa y fecunda, si es un hombre de oración, si ama a Dios y a su pueblo. El sacerdote es llamado a una forma particular de renuncia a sí mismo siguiendo las huellas de Cristo, que se entregó a sí mismo por nosotros.

¿Son los sacerdotes felices?
Sí que lo son. Es verdad que pueden tener días malos y períodos difíciles, como toda persona, pero la mayoría de los sacerdotes te dirán que son muy felices como sacerdotes. Ellos reconocerán, no obstante, que so siempre es fácil ser sacerdote, pero las recompensas personales y espirituales son inmensas y profundas. A veces los medios de comunicación difunden la impresión de que los sacerdotes sufren de infelicidad crónica, que son hombres frustrados y amargados. Eso simplemente no es verdad en la inmensa mayoría de los sacerdotes. El sacerdote que se entrega de lleno a Cristo y a vivir su ministerio sin reservas, encuentra que Cristo es la fuente cristalina y fresca de su felicidad.

La llamada
Como en el pasado, Dios sigue llamando hoy a hombres como tú para servirlo como sacerdotes en la Iglesia Católica. A lo largo de la historia, muchos han sido llamados al sacerdocio. Ellos han vivido vidas ejemplares y han continuado la misión de Cristo de extender el Reino de Dios en el mundo. Hay muchas historias heroicas y ejemplares sobre sacerdotes que le han entregado plenamente la vida a Cristo.
Sin embargo, hoy es más difícil que en el pasado discernir la llamada de Dios, en medio de tantas maneras valiosas que una persona puede escoger vivir su vida. Hay también tantas distracciones que hacen difícil discernir la voz de Dios. Discernir una vocación es un reto, no hay duda de ello. Puede ser particularmente duro hoy en día porque los otros, incluso los padres y los amigos, no siempre brindan su apoyo ni su estímulo. Este sitio web del Seminario Mayor de Bogotá está destinado para que aprendas más acerca de la vocación al sacerdocio y encuentres respuestas para algunas de tus preguntas. Esta página te permitirá al mismo tiempo conocer personas que pueden ayudarte a explorar si Dios te está llamando a servirlo como sacerdote.
En todo el mundo en este tercer milenio, muchos tienen vivos deseos de encontrar una vida que los llene plenamente, anhelan descubrir un horizonte para sus vidas. La vida de un sacerdote se enfoca a ayudar a la gente a plantearse las preguntas más profundas sobre el sentido de su vida. Hoy se necesitan los sacerdotes más que nunca. Quizás el Señor te está llamando a ti a ser sacerdote. No lo sabrás con certeza a menos que consideres esa posibilidad. Si sientes su llamada, ¡no te dé miedo responderle!
En el seminario siempre encontrarás un sacerdote dispuesto a ayudarte en tu proceso de discernimiento.

El mundo necesita Heroes PARTE 1







ANGLICANOS REGRESAN A LA COMUNION PLENA DE LA IGLESIA CATOLICA

LA IGLESIA COMO MADRE LES RECIBE

Autoridades vaticanas anunciaron ayer la próxima publicación de una Constitución Apostólica para responder a los “numerosos” pedidos de clérigos y fieles anglicanos que desean ingresar a la Iglesia Católica en comunión plena.
Aunque las autoridades no anticiparon cifras, se sabe que uno de los grupos que ha pedido dar este paso es la Comunión Anglicana Tradicional, que cuenta con al menos 400 mil personas, constituyendo el grupo de anglicanos más grande de la historia en ingresar a la
Iglesia Católica.
En una conferencia de prensa celebrada esta mañana, el Cardenal Joseph Levada, Prefecto de la Congregación de la Doctrina de la Fe, explicó que la constitución “representa una respuesta necesaria a un fenómeno mundial” y ofrecerá un “modelo canónico único para la Iglesia universal adaptable a diversas situaciones locales, y en su aplicación universal, equitativa para los ex anglicanos”.
El modelo prevé la posibilidad de la ordenación de clérigos casados ex anglicanos, como sacerdotes católicos y aclara que éstos no podrían ser ordenados obispos.
El Cardenal Levada explicó que en el documento “el Santo Padre ha introducido una estructura canónica que provee a una reunión corporativa a través de la institución de Ordinariatos Personales, que permitirán a los fieles ex anglicanos entrar en la plena comunión con la Iglesia católica, conservando al mismo tiempo elementos del especifico patrimonio espiritual y litúrgico anglicano”.
“La atención y la guía pastoral para estos grupos de fieles ex anglicanos será asegurada por un Ordinariato Personal, del que el Ordinario será habitualmente nombrado por el clero ex anglicano", indicó el Purpurado, quien señaló que al menos una veintena de obispos anglicanos ha solicitado ingresar a la Iglesia Católica.
Asimismo, explicó que la nueva estructura “está en consonancia con el compromiso en el diálogo ecuménico” y reiteró que "la iniciativa proviene de varios grupos de anglicanos que han declarado que comparten la fe católica común, como expresa el
Catecismo de la Iglesia Católica, y que aceptan el ministerio petrino como un elemento querido por Cristo para la Iglesia. Para ellos ha llegado el tiempo de expresar esta unión implícita en una forma visible de plena comunión".
El Cardenal Levada subrayó que "
Benedicto XVI espera que el clero y los fieles anglicanos deseosos de la unión con la Iglesia Católica encuentren en esta estructura canónica la oportunidad de preservar aquellas tradiciones anglicanas que son preciosas para ellos y conformes con la fe católica”.
“En cuanto expresan
en un modo distinto la fe profesada comúnmente, estas tradiciones son un don que hay que compartir en la Iglesia universal. La unión con la Iglesia no exige la uniformidad que ignora las diversidades culturales, como demuestra la historia del cristianismo. Además, las numerosas y diversas tradiciones hoy presentes en la Iglesia Católica están todas enraizadas en el principio formulado por San Pablo en su carta a los Efesios: ‘Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo’”, agregó.
Finalmente, recordó que "nuestra comunión se ha reforzado por diversidades legítimas como estas, y estamos contentos de que estos hombres y mujeres ofrezcan sus contribuciones particulares a nuestra
vida de fe común".
En una declaración conjunta, los arzobispos de Westminster y Canterbury, respectivamente Vincent Gerard Nichols y Rowan Williams, afirman que el anuncio de la Constitución Apostólica "acaba con un período de incertidumbre para los grupos que nutrían esperanzas de nuevas formas para alcanzar la unidad con la Iglesia Católica”.
“Toca ahora a los que han cursado peticiones de ese tipo a la
Santa Sede responder a la Constitución Apostólica", que es "consecuencia del diálogo ecuménico entre la Iglesia Católica y la Comunión Anglicana", indicaron.
Mons. Augustine DiNoia, que colaboró en la redacción de la nueva estructura, recordó que “hemos estado durante 40 años por la unidad. Las oraciones han encontrado respuestas que no anticipamos”.
Para el Arzobispo, ha ocurrido un “giro tremendo” en el movimiento ecuménico y rechazó las acusaciones de quienes llaman “disidentes” a estos anglicanos. “Ellos están asintiendo al obrar del Espíritu Santo para estar en unión con Pedro, con la Iglesia Católica”, precisó.
Mons. DiNoia explicó que aún se trabaja en los detalles técnicos y estos Ordinariatos Personales podrían sufrir variaciones en su forma final. Los detalles completos de la Constitución Apostólica serán publicados en algunas semanas.

CONOZCAMOS A NUESTRO CARDENAL CENTRO AMERICANO

Las confesiones del cardenal hondureño Óscar Andrés Rodríguez MaradiagaArzobispo de Tegucigalpa y presidente de Caritas Internationalis cuenta su vocaciónCIUDAD DEL VATICANO, domingo, 18 de octubre de 2009 (ZENIT.org).- "Soy un salesiano hondureño nacido hace 66 años en Tegucigalpa", así comienza sus "confesiones" el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga arzobispo de Tegucigalpa.
E inmediatamente después menciona el hecho que cambiaría decisivamente su vida: "entré a la Congregación Salesiana cuando tenía 16 años y ahí hice todo mi camino como educador, maestro, luego fui ordenado sacerdote en 1970".
Ahí nació y se desarrolló su vocación sacerdotal que ha compartido con ZENIT en la serie de testimonios que la agencia está recogiendo con motivo del año sacerdotal y que fueron inaugurados por el cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado de Benedicto XVI.
"Posteriormente los superiores me destinaron a estudiar aquí en Roma, estudié Teología Moral, estudié también Psicología Clínica entre Roma e Innsbruck (Austria), luego regresé como prefecto de estudios en el Instituto Teológico Salesiano de Guatemala y posteriormente como rector del Seminario Menor de Filosofía en Guatemala".
"En 1978 fui nombrado obispo auxiliar de Tegucigalpa, ordenado el 8 de diciembre de ese año", sigue explicando. "Luego fui secretario general del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), viviendo cuatro años en Bogotá. Posteriormente fui nombrado asrzobispo de Tegucigalpa desde hace ya 16 años y fui creado cardenal por el Papa Juan Pablo II, siervo de Dios, en el consistorio del año 2001. Hace dos años fui elegido presidente de Caritas Internationalis".
Estos son, en síntesis, los grandes momentos de su autobiografía. Pero por sí solos no serían elocuentes. En esta entrevista va más allá, para mostrar el porqué de su vocación, así como los momentos más bellos y más difíciles que ha vivido.
--¿Cómo fue su llamado a seguir al Señor? ¿Cómo decidió ser sacerdote?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: El llamado fue del Señor, a través del padre director del colegio. Yo estaba encantado de la vida salesiana: empecé desde los seis años en la primaria. Me gustaba muchísimo el ambiente, fui acólito, y precisamente regresando de una santa misa del colegio María Auxiliadora con el padre director que fue después arzobispo de Tegucigalpa, me dijo: "¿no te gustaría ser sacerdote?". Y yo respondí inmediatamente: "sí". Desde ese momento yo ya me sentía en el seminario, pero cuando terminé la primaria, a los doce años, le dije a mi padre que me iba para el seminario menor salesiano, al aspirantado, y me dijo: "usted no va a ningún lado, porque usted no se manda solo. Usted es muy travieso y me lo van a devolver al día siguiente". Y de hecho, muchas veces pensé despu
és: "tenía razón".
Entonces se me olvidó la vocación y me dediqué a la aviación con alma, vida y corazón. Aprendí el inglés de niño precisamente para poder leer libros de aviación, aprendí a volar cuando tenía 14 años. Cuando estaba para terminar el bachillerato, tuvimos unos ejercicios espirituales. Recuerdo que el predicador nos dijo: "si Dios los llama, no sean cobardes". Aquello resonó en mi interior y dije: "Dios me llama y yo no quiero ser cobarde". Por eso me fui al aspirantado, luego al noviciado: ese fue el camino.
--Usted nos revela su pasión por la aviación, pero muchos le conocen también por su pasión por la música?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Sí porque, desde niño en mi casa, había música: mi padre amaba la música, mi hermana mayor tocaba el piano y mis otros hermanos. Entonces a mí me pusieron a aprender piano desde pequeño. Al entrar en la Congregación me destinaron también a ser profesor de música, me hicieron estudiar en el Conservatorio y me tocó muchos años enseñar música sagrada, canto gregoriano que me encanta, y además hacer orquestas y bandas en los colegios en los que trabajé y así aprendí a tocar varios instrumentos.
--Varios instrumentos musicales... ¿cómo cuáles?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Como el saxofón, el acordeón, como el órgano, el piano, la batería, el contrabajo, el clarinete... Así me ha tocado muy bonita la vida.
--¿Hubo alguna persona importante para tomar la decisión de seguir a Dios?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Sí, fue naturalmente el padre director del colegio, así como san Juan Bosco. En el año antes de ordenarme sacerdote mi madre me rebeló algo que desconocía: yo había nacido prematuro y el doctor decía que yo no iba a sobrevivir. Entonces ella ofreció rezar todos los días el Santo Rosario por mi salud, asegurando y que, si Dios me llamaba, ella me ofrecía al Señor. Yo nunca lo supe y ahí tiene usted el resultado.
--¿Cuáles han sido algunos de los momentos más felices desde que decidió decirle "sí" al Señor?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Muchísimos. Lógicamente, cuando hice mis primeros votos como salesiano, yo soñé todo el tiempo con ser salesiano y eso fue para mí una de las enormes alegrías. Luego naturalmente para mi el momento más feliz y decisivo ha sido la ordenación sacerdotal, es la gracia más grande que Dios le puede dar a una persona, después del bautismo. Posteriormente, el episcopado me dio más bien miedo y yo no consideraba que era mi vocación, pero acepté porque don Bosco decía que un deseo del Papa para un salesiano era una orden y así acepté en la fe. Y creo que el Señor me ha concedido 31 años de obispo de alegría, de
mucho gozo. Cuando el Papa Juan Pablo II me llamó a ser cardenal, fue una sorpresa. Yo ni soñé jamás con eso, porque Honduras nunca tuvo un cardenal. De tal manera que me dio alegría por la alegría que causé a mi pueblo.
--¿Y algunos de los momentos más difíciles?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Bueno también dice el Señor "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame". Entre esos momentos estuvo la muerte de mi padre, apenas cuando yo estaba empezando el camino, en segundo año de filosofía. Tuve también en ocasiones alguna dificultad de salud, padecí de asma varios años, me curó milagrosamente la Virgen, cuando estaba en primer año de Teología. Posteriormente también muchas dificultades a causa de la situación de Centroamérica. Como obispo administrador apostólico estaba en una diócesis de frontera con Guatemala y El Salvador: teníamos refugiados. Eran tiempos de guerrilla y, claro, era bien difícil todo. Otro momento muy triste fue la muerte de Juan Pablo II.
--¿Por qué?
--Cardenal Rodríguez Maradiaga: Porque yo le quería muchísimo, era prácticamente mi padre, y él siempre me mostró una confianza y un cariño muy grande. Claro lo veíamos deteriorarse, pero yo no me imaginé que iba a morir tan pronto. Para mí fue como cuando murió mi padre, igual.

viernes, 16 de octubre de 2009

SAN LUCAS EVANGELISTA

Patrono de los medicos.

Cada 18 de Octubre la Iglesia celebra la fiesta de San Lucas Evagelista, quien fue el escrito de uno de los cuatro evangelio. Conoscamos un poco a cerca de este singular santo.
Lucas significa: "luminoso, iluminado" (viene del latín "luce" = luz).
San Lucas escribió dos libros muy famosos: el
tercer Evangelio y Los Hechos de los apóstoles. Es un escritor muy agradable, y el que tiene el estilo más hermoso en el Nuevo Testamento. Sus dos pequeños libros se leen con verdadero agrado.
Era médico. San Pablo lo llama "Lucas, el médico muy amado", y probablemente cuidaba de la quebrantada salud del gran apóstol.
Era compañero de viajes de San Pablo. En los Hechos de los apóstoles, al narrar los grandes viajes del Apóstol, habla en plural diciendo "fuimos a... navegamos a..." Y va narrando con todo detalle los sucesos tan impresionantes que le sucedieron a San Pablo en sus 4 famosos viajes. Lucas acompañó a San Pablo cuando éste estuvo prisionero, primero dos años en Cesarea y después otros dos en Roma. Es el único escritor del Nuevo Testamento que no es israelita. Era griego.
El poeta Dante le dio a San Lucas este apelativo: "el que describe la amabilidad de Cristo". Y con razón el Cardenal Mercier cuando un alumno le dijo: "Por favor aconséjeme cuál es el mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo", le respondió: "El mejor libro que se ha escrito acerca de Jesucristo se llama: El Evangelio de San Lucas". Un autor llamó a este escrito: "El libro más encantador del mundo".
Como era médico era muy comprensivo. Dicen que un teórico de oficina, ve a las gentes mejor de lo que son. Un sociólogo las ve peor de lo que son en realidad. Pero el médico ve a cada uno tal cual es. San Lucas veía a las personas tal cual son (mitad debilidad y mitad buena voluntad) y las amaba y las comprendía.
En su evangelio demuestra una gran estimación por la mujer. Todas las mujeres que allí aparecen son amables y Jesús siempre les demuestra gran aprecio y verdadera comprensión.
Su evangelio es el más fácil de leer, de todos los cuatro. Son 1,200 renglones escritos en excelente estilo literario. Lo han llamado "el evangelio de los pobres", porque allí aparece Jesús prefiriendo siempre a los pequeños, a los enfermos, a los pobres y a los pecadores arrepentidos. Es un Jesús que corre al encuentro de aquellos para quienes la vida es más dura y angustiosa.
También se ha llamado: "el evangelio de la oración", porque presenta a Jesús orando en todos los grandes momentos de su vida e insistiendo continuamente en la necesidad de orar siempre y de no cansarse de orar.
Otro nombre que le han dado a su escrito es el "evangelio de los pecadores", porque presenta siempre a Jesús infinitamente comprensivo con los que han sido víctimas de las pasiones humanas. San Lucas quiere insistir en que el amor de Dios no tiene límites ni rechaza a quien desea arrepentirse y cambiar de vida. Por eso los pecadores leen con tanto agrado y consuelo el evangelio de San Lucas. Es que fue escrito pensando en ellos.
Su evangelio es el que narra los hechos de la infancia de Jesús, y en él se han inspirado los más famosos pintores para representar en imágenes tan amables escenas.
Dicen que murió soltero, a la edad de 84 años, después de haber gastado su vida en hacer conocer y amar a Nuestro Señor Jesucristo.


Algunos Santos Padres y autores cristianos vieron a San Lucas en ese «otro discípulo» que acompañaba a Cleofás, camino de Emaús, la tarde de la Resurrección cuando se les manifestó el Señor y se dio a conocer al partir el pan. Si esto fuera verdad, habría que pensar en un discípulo del Señor y judío y no gentil.
Lo que parece más probable es que Lucas era gentil, de Antioquía, y que llegó al conocimiento de Jesucristo por medio del Apóstol San Pablo, al que se sentirá siempre ligado y será uno de los discípulos predilectos del Apóstol de los Gentiles. Nació en Antioquía de Siria y era de profesión médico. Estaba muy bien preparado en el saber de su tiempo y conocía bien la lengua y literatura griegas.
Una vez convertido a la fe de Cristo, quizá por los años 40, su vida ya va estrechamente unida con la de San Pablo y con él misiona por diversos países: Macedonia, Jerusalén, Roma. Las enseñanzas de Pablo van calando en el corazón y en la mente de Lucas. Enseñanzas que con algunas otras fuentes que llegarán hasta sus manos, inspirado por el Espíritu Santo, pasará a la escritura, y gracias a él tendremos el tercer Evangelio y el precioso libro de los Hechos, la primera Historia de la Iglesia.
En San Lucas podemos destacar dos facetas, las dos muy importantes: Lucas historiador y Lucas misionero. Entre los sinópticos se puede denominar a Lucas el evangelista de la historia de la salvación. Ha escrito una historia en dos tomos sobre los orígenes del cristianismo: El Evangelio y los Hechos. Se le puede llamar con toda precisión el historiador entre los demás evangelistas, no porque los otros no hagan historia, sino más bien porque él tiene una intuición más amplia de la historia. Lucas conoce las historias de su tiempo. Él sabe que suelen poner un prólogo a las historias de su tiempo y él así lo hace. Se fija especialmente en la cronología de los hechos y trae referencias de historia profana más que los demás. Pero sobre todo él ha escrito la historia de la salvación.
Como misionero no se le ha considerado tanto y sin embargo basta recordar sus correrías para que se merezca este honroso título. San Juan Crisóstomo le llamó: «Incansable en el trabajo, ansioso de saber y sufrir, Lucas no acertaba a separarse de Pablo». Desde su prisión de Roma Pablo dice a su discípulo Timoteo: «Lucas sólo queda conmigo». Nunca se separa del maestro. Y a los colosenses y a Filemón también les recuerda que Lucas está a su lado y le llama «Lucas, el médico, el querido».
Cada uno de los evangelistas tiene su característica peculiar, como si se hubieran puesto de acuerdo para hacer mayor hincapié en una de las facetas de la historia de la Salvación. Así dice el Padre Bover, S.J.: «Si el evangelio de San Mateo podía llamarse mesiánico; el de San Marcos taumatúrgico; el de San Juan teológico; el de San Lucas es el soteriológico por antonomasia».
Otra faceta que resalta en el Evangelio de San Lucas es su amor en cuanto se refiere a la Virgen María. Él trata más que los otros tres evangelistas sobre el tema mariano. Se le ha llamado Pintor de María, porque haya pintado en el lienzo, algunas pinturas antiguas de la Virgen, y sobre todo porque la pintó maravillosamente en su Evangelio. Quizá fue la misma Virgen María quien le contó las encantadoras escenas de la Infancia de Jesús. Una antigua tradición dice que murió martirizado en Acaya, colgado de un árbol.

jueves, 15 de octubre de 2009

SANTA TERESITA DE AVILA

DOCTORA DE LA IGLESIA
Celebramos con alegría la fiesta de Santa Teresa de Jesús, Doctora de la Iglesia. Teresa de Cepeda y Ahumada tomó el nombre de Teresa de Jesús al ingresar en el Carmelo. El cambio de nombre supuso para ella mucho más que cumplir con lo establecido para el momento de la profesión religiosa. Significaba, en efecto, el cambio profundo que quiso llevar a cabo en su vida: de ser una mujer como la mayoría, dedicada a sus intereses particulares y de relaciones familiares y sociales en general, sería en adelante, de modo exclusivo, para Jesús. No habría ya más afanes en su vida que los de Cristo. Su nombre de religiosa expresa, pues, posiblemente del modo más sintético y real, lo que fue la vida de esta santa a partir del momento en que decidió consagrarse a Dios.No fue sencillo para Teresa de Jesús alcanzar esa santidad – identificación plena con Cristo – que se le presentó como un ideal fascinante en sus años de juventud. Fue necesario que pusiera lo personal muy en segundo término y en todos los aspectos. Sin embargo, con el paso de los años, mostró una fuerza consigo misma y una capacidad de impulso hacia la perfección genuina exigida por Jesucristo, que admiró y hasta desconcertó a los de su misma orden religiosa. De modo particular, llamó la atención y recibió críticas, de algunos sectores en cierta medida acomodados y poco exigentes respecto a su rigor primigenio. A partir de aquella situación se sintió impulsada a emprender una profunda reforma del Carmelo, recobrando así el espíritu que dio origen a la Orden. ¿Cómo fue capaz una mujer, sin recursos ni influencias, de establecer tan profundos cambios, claramente negativos desde un punto de vista humano, y contra el parecer de la mayoría? ¿Cuál fue el estímulo que hizo posible el sorprendente desarrollo posterior de su Empresa? Pues era insólito su sacrificio en una sociedad cada vez más afanada en las comodidades de una vida fácil. No se podía entender el sentido de tan rigurosa exigencia. De diversos modos, la Santa de Ávila se remitía siempre a la oración para señalar la causa, el origen, el único fundamento consistente de cualquier tarea eficaz al servicio de Dios. En su propia oración aprendió Santa Teresa que, viviendo la vida con Dios en un trato habitual, los hombres podemos y debemos sentirnos siempre triunfadores a pesar de aparentes contratiempos, que serán siempre momentáneos, pues no es posible que, empeñados en sus mismos afanes, podamos fracasar con Él.En cambio, sin oración tenemos garantizada la esterilidad: el que no deja de andar e ir adelante, aunque tarde, llega. No me parece es otra cosa perder el camino sino dejar la oración. Es su viva experiencia, de un permanente empeño por agradar a Dios yendo de su mano, con la impresión, en ocasiones, de que todo ese esfuerzo es excesivo, poco eficaz en apariencia. Sin embargo, insiste en la necesidad de no abandonar la oración, aunque parezca estéril: La oración no es problema de hablar o de sentir, sino de amar. Y se ama, esforzándose en intentar decir algo al Señor, aunque no se diga nada. Cuando Dios quiere, el alma nota, hasta de modo sensible, la eficacia y la paz de la súplica: Entrando un día en el oratorio, vi una imagen que habían traído allí a guardar (...). Era de Cristo muy llagado y tan devota que, en mirándola, toda me turbó de verle tal, porque representaba bien lo que pasó por nosotros. Fue tanto lo que sentí de lo mal que había agradecido aquellas llagas, que el corazón me parece se me partía y arrojéme cabe Él con grandísimo derramamiento de lágrimas, suplicándole me fortaleciese de una vez para no ofenderle. Y en otro momento concluye: Siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas.Ante nuestros ojos está, visible por todo el mundo, la eficacia santificadora de esta Santa, que trasciende mucho más allá del ámbito carmelitano, y hace sentir sus efectos en otras familias religiosas y en toda sociedad católica. El sentido común y sobrenatural, la gracia humana con un gran ingenio y espíritu práctico para la vida, su indudable talento literario y poético, y hasta el sentido del humor de Teresa de Ávila, han quedado para la historia de la cultura y de la espiritualidad como un animante estímulo para cuantos nos resistimos a ser vulgares.Acudimos a su particular asistencia en el día de su fiesta, para que no desistamos de la oración confiada en los momento de dificultad, convencidos de que, con Jesucristo, nunca podremos perder, a pesar de que, por momentos, la tentación nos sugiera pensamientos de desánimo. La Madre de Dios, Virgen Poderosa, según la aclamamos en las Letanías del Santo Rosario, nos confirma que, de la mano de Dios, siempre vamos seguros.

miércoles, 7 de octubre de 2009

NUESTRA SEÑORA DEL ROSARIO

7 de Octubre fiesta dedicada a nuestra Madre Maria
Queridos Hermanos: con gran júbilo y alegría celebramos hoy la Fiesta de Nuestra Señora la Virgen del Rosario. (Batalla de Lepanto en 1571.) Cuenta la leyenda que la Virgen se apareció en 1208 a Santo Domingo de Guzmán en una capilla del monasterio con un rosario en las manos, le enseñó a rezarlo y le dijo que lo predicara entre los hombres; además, le ofreció diferentes promesas referentes al rosario. El santo se lo enseñó a los soldados liderados por su amigo Simón IV de Montfort antes de la Batalla de Muret, cuya victoria se atribuyó a la Virgen. Por ello, Montfort erigió la primera capilla dedicada a la imagen. En el siglo IV su devoción había decaído, por lo que nuevamente la imagen se apareció al beato Alano de la Rupe, le pidió que la reviviera, que recogiera en un libro todos los milagros llevados a cabo por el rosario y le recordó las promesas que siglos atrás dio a Santo Domingo. []En el siglo XVI, San Pío V instauró su fecha el 7 de Octubre, aniversario de la victoria en la Batalla de Lepanto (atribuida a la imagen), denominándola Nuestra Señora de las Victorias; además, agregó a la letanía de la Virgen el título de Auxilio de los Cristianos. Su sucesor, Gregorio XIII, cambió el nombre de su festividad al de Nuestra Señora del Rosario. A causa de la victoria en la batalla de Temesvár en 1716, atribuida por Clemente XI a la imagen, el papa ordenó que su fiesta se celebrase por la Iglesia universal. León XIII, cuya devoción por esta advocación hizo que fuera apodado el Papa del Rosario, escribió unas encíclicas referentes al rosario, consagró el mes de Octubre al rosario e incluyó el título de Reina de Santísimo Rosario en la letanía de la Virgen. Como anécdotas, tanto la Virgen de Lourdes en su aparición de 1858 como la de Fátima en 1917 pidieron a sus aparecidos que rezasen el rosario. Gran parte de los papas del Siglo XX fueron muy devotos de esta advocación, y Juan Pablo II manifestó en 1978 que el rosario era su oración preferida. S.S. Benedicto XVI es un hombre de Rosario diario. «Rezar el santo Rosario, no sólo es hacer memoria, del gozo, el dolor, la gloria, de Nazaret al Calvario. Es el fiel itinerario, de una realidad vivida, y quedará entretejida, siguiendo al Cristo gozoso, crucificado y gloriosamente resucitado, en el Rosario, la vida».Así reza el himno de Laudes de la fiesta de este día.
Es una buena síntesis de lo que es y de lo que significa el santo Rosario.

- «El Rosario es el compendio de todo el Evangelio.
- «El Rosario es una oración evangélica, de orientación profundamente «cristológica».
- «El Rosario es una oración laudatoria, pero sobre todo «contemplativa».
- «El Rosario es vástago germinado sobre el tronco secular de la liturgia cristiana.
- «El Rosario es el Salterio de la Virgen mediante el cual los humildes quedan asociados al cántico de alabanza y a la intercesión universal de la Iglesia.
- «El Rosario es un ejercicio piadoso inspirado en la Sagrada Liturgia, con la que fácilmente se armoniza.
- «El Rosario es una óptima preparación y fructuosa prolongación a la celebración de los misterios de Cristo en la acción litúrgica.
- «El Rosario es la memoria contemplativa de los mismos acontecimientos salvíficos realizados por Cristo».
El origen del Santo Rosario es tan antiguo como el mismo cristianismo aunque como es lógico no en su forma actual. Cristo vivió los misterios de su vida para que nosotros los cristianos los reproduzcamos en nuestra vida mediante la oración y vida diaria. En el Rosario se recuerdan los misterios de la vida de Cristo. La tradición ha hecho al español Santo Domingo de Guzmán autor del actual Rosario. Esto importaría poco.

Los dominicos - sus hijos - han sido siempre los grandes propagadores de esta devoción tan querida por el pueblo cristiano. El origen de la fiesta de hoy - antes se llamaba la Virgen de las Victorias - arranca de la batalla de Lepanto que el Papa San Pío V encomendó a la Virgen del Rosario y la victoria se atribuye a su poderosa ayuda.
En el Año 1571.Los Papas, los Reyes, los Santos, los Sabios y la gente sencilla, desde que esta devoción es conocida, lo han rezado y propagado con gran celo. Ocuparía muchas páginas, querer recoger los piropos que durante siglos han tributado a esta forma de honrar a la Virgen y a Cristo, celebrando sus misterios. Sobre todo a partir del Papa León XIII todos los Papas han exhortado vivamente al rezo diario en familia y en particular de esta devoción. «Rezad el rosario», dijo la Virgen a Bernardita en la gruta de Massabielle, en Lourdes en 1858 y a los pastorcitos Jacinto, Francisca y Lucia en Cova de Iría

Sólo a Jesús se debe la gloria de ser nuestro único Mediador. A solo Él la Omnipotencia absoluta de un Dios y a Vos, ¡oh María! la omnipotencia de intercesión de una Madre especialmente amada. "Ab omnipotente Filio, omnipotens Mater facta est" (San Bernardo). Este incomparable privilegio concedido a María, lejos de equipararla a la grandeza de Dios, no hace otra cosa que, únicamente, exaltarla; y esta Omnipotencia de intercesión que le fue otorgada, se convierte en una inmensa gloria para el mismo Todopoderoso.
Realmente, la gloria de un autor es la perfección de su obra. Así Dios es mayormente glorificado por la fuerza incalculable de ciertos mediadores. Todo es por y para Él, Una gloria que, no pudiendo hacer una criatura omnipotente por sí misma, haya dado la gracia de la omnipotencia de Intercesión a Su Madre por Sí Mismo. María es una criatura privilegiada y su intercesión poderosa tanto más glorifica a Dios, cuanto más poderosa y más amplia es. Gracias a Dios, todos los católicos veneramos a la Madre de Dios con Hiperdulía, la amamos entrañablemente, la escuchamos, la obedecemos, le damos gracias y confiados en Su Omnipotencia de Intercesión, depositamos todas nuestras dificultades, inquietudes y pesares a Sus pies, y diariamente le pedidos que aumente en nosotros nuestra fe, nuestra esperanza y nuestra caridad para merecer todas las promesas y Gracias de Nuestro Señor Jesucristo, Su Hijo, que en la unidad del Espíritu Santo es un solo Dios y vive y reina por los Siglos de los Siglos, Amén.Gracias a las diferentes advocaciones Marianas, el Rosario continua creciendo en popularidad en todo mundo. Un claro ejemplo es la Cofradía autorizada por nuestros santos padres, Juan Pablo II y Benedicto XVI de los Heraldos del Evangelio.
Lamentablemente, todos sabemos que en el mundo actual, hoy día, hay muy pocos llamados a la vocación del sacerdocio. Sin embargo, hay más de cien sacerdotes Heraldos ordenados, más de ciento veinte Diáconos, quienes seguramente serán ordenados sacerdotes a corto plazo. Y hay más de seiscientos seminaristas estudiando en los dos seminarios de San Pablo en Brasil. La Cofradía propaga la devoción de los cinco primeros Sábados del mes en un año, con confesión, el rezo del Rosario, con una meditación de quince minutos sobre uno de los Misterios del Rosario, con Misa y Comunión. La Virgen de Nuestra Señora del Rosario de Fátima se apareció a la pastorcita Lucia en una capillita en Coimbra, Portugal, y le pidió ésta reparación. Hace pocos días tuvimos la gracia de Dios de ver la placa recordatorio en dicha capilla de este hecho maravilloso. Solamente una confirmación más de algo ya conocido y creído en fe.
En Lourdes nos unimos a cientos de peregrinos de todas las naciones del mundo y bebimos del agua bendita de la gruta de Massabielle que ha curado a muchos miles de enfermos de toda clase de males. También hicimos las colas para bañarnos en el agua bendita, fría y sagrada que la Virgen de Lourdes hizo brotar de la gruta para que Bernardita sanara de la ceguera de nacimiento a un niño de 11 años, de la zona, y así diera comienzo a miles de sanaciones milagrosas, atestiguada por miles de doctores como milagrosas.
El sosiego, la paz, el agradecimiento, la sanación y la esperanza experimentada en estos santuarios tan extraordinarios confirma la misericordia de Dios Padre, dando curación a Sus hijos ante el pedido de la Madre de Dios; templo y sagrario del Espíritu Santo.
¡¡¡ Salve María; y Viva Nuestra Señora la Virgen del Rosario !!!

viernes, 2 de octubre de 2009

XXVII DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

En el Evangelio (Mc. 10, 2-16) vemos cómo cuando los fariseos interrogan a Jesús acerca del divorcio que -como leemos- Moisés había permitido en algunos casos, el Señor insiste en la indisolubilidad del matrimonio, sin hacer excepciones.
Y explica que la permisión de Moisés se debió a la terquedad de los hombres, “a la dureza de corazón de ustedes”, pero insiste en que en el principio, antes del pecado, no fue así, y el mismo Jesús recuerda en este pasaje la narración del Génesis, cuando Dios dispuso que hombre y mujer no fueran dos, sino uno solo.
La indisolubilidad del matrimonio siempre ha parecido una exigencia muy difícil de cumplir. En efecto, cuando Jesús insiste en ella, los mismos discípulos exclamaron que era preferible no casarse: “Si ésa es la condición del hombre con la mujer, más vale no casarse” (Mc. 10, 2-12).
Sin embargo, Jesús no trata de excusarse por sus exigentes palabras, sino que, por el contrario, propone algo aún más difícil de entender. Alaba, entonces, a los que escogen la castidad por amor al Reino de Dios, aunque reconoce que es una vocación con una gracia especial.
La doctrina de Jesús sobre el matrimonio constituye un ideal propuesto a todas las parejas que deciden unirse en un proyecto de vida común para formar una familia. Se trata del ideal de una unidad indisoluble, expresado en la frase con la que Jesús evoca la unión del primer varón con la primera mujer en el relato del libro del Génesis (2, 18-24), del cual está tomada la 1ª lectura de este domingo: “ya no son dos, sino una sola carne”. Cuando el matrimonio corresponde a una decisión madura y responsable de los contrayentes- tal unidad es la expresión de una completa entrega mutua por amor.
Por eso el sacramento del matrimonio, signo sensible de la presencia y la acción salvadora de Dios en el amor conyugal del varón y la mujer, no puede reducirse al rito en el que los novios se convierten en esposos al expresar su consentimiento. La realización de lo que significa el sacramento como tal sólo puede darse en verdad cuando ambos cónyuges, a lo largo de su vida en pareja, manifiestan un auténtico testimonio de amor en la mutua entrega.
los esposos se les llama "cónyuge", el significado de esta palabra es "el que está unido al mismo yugo". Jesús también habló un día de un yugo: "Vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo les haré descansar. Acepten el yugo que yo les impongo, y aprendan de mí, que soy paciente y de corazón humilde; así encontrarán descanso. Porque el yugo y carga que yo les impongo son ligeros." (Mt 11, 28)
En el fondo, lo que nos está diciendo el texto es que siendo "cónyuges" de Jesús podremos establecer otras comunidades donde ser verdaderamente felices.
El divorcio no es el remedio para el matrimonio que ya no funciona, eso todos los sabemos, incluso los partidarios del mismo. Pero tenemos que ser valientes y sinceros en denunciar que muchos matrimonios no se deberían de celebrar por la Iglesia, pero buscamos subterfugios mentales para justificarlos. Ser valientes para decirle a la gente que sólo ve en el matrimonio por la Iglesia una gala más de vanidad, que esperen, que reflexionen y que se acerquen a Cristo, que nosotros les ayudaremos en ese caminar... Muy probablemente la gente nos dirá que nos dejemos de rollos, que lo único que quieren es casarse
Los divorciados de nuestras sociedades son mayoritariamente católicos y esto nos tiene que hacer reflexionar profundamente. Cuando hablamos de un matrimonio uno e indisoluble en un mundo plural y soluble, no debemos de perder nunca de vista que el matrimonio no es una institución inventada por los hombres, sino querida por Dios. Si no tenemos esto claro los católicos, pensaremos y diremos lo mismo que los no creyentes. Pero estas claridades no tienen que ser a nivel dogmático o teórico sino una profunda experiencia de vida.
Preparar a los jóvenes para una experiencia real de Cristo resucitado y para el matrimonio es el mejor remedio contra el divorcio. Sé que esto es difícil pero no imposible. La elección del cónyuge puede ser desacertada si no se ha hecho con oración, con madurez y con discreción. Los novios van juntos a comprar el piso, a comprar los elementos de la nueva vivienda, a invitar a los amigos. Yo me pregunto cuántos novios van juntos hacia Dios... cuántos han orado juntos por su matrimonio... cuántos han discernido a la luz del Evangelio el amor que Dios ha puesto en sus corazones

Cuántos han invitado a Dios a su boda por la Iglesia...?

¿Qué es en el fondo lo que nos está diciendo el Evangelio de hoy? Que debemos de encontrar un sentido moral a nuestra vida diaria, una moral que viene desde Dios; los fallos de las situaciones en la vida es porque, probablemente, no somos todavía las personas que el Espíritu puede transformar

La vida cristiana es un constante aprender desde el amor y el sentido común. Los fallos en la vida diaria se producen para mí por tres motivos fundamentales:

- La ausencia de Dios porque le hemos desterrado de nuestra vida diaria
- La ausencia del amor en toda su amplitud y significado
- La falta de madurez tanto humana como espiritual, para tener esa buena mirada que sabe ver e interpretar lo que Dios quiere de nosotros

Se dan ustedes cuenta que muchos novios cuando se van a casar por la Iglesia, dicen a sus amigos: "si no puedes ir a la Iglesia, vete a la celebración..."; es bastante gráfica la expresión: en la Iglesia se ritualiza, algo alejado de la vida; es como un añadido sin importancia a la vida diaria. Pero donde vamos a celebrar es donde hacemos la fiesta, la alegría, donde bailamos y cantamos, donde nos deseamos lo bueno y nos felicitamos, donde reímos y soñamos juntos... Creo que el tema del divorcio entre los católicos empezará a desaparecer, cuando seamos capaces de transmitir a nuestros hermanos, que donde realmente está la fiesta es en poner a Dios por testigo del amor que se tienen y de un día a dia lleno de los frutos de Espíritu

jueves, 1 de octubre de 2009

SANTA TERESITA DEL NIÑO JESUS RUEGA POR NOSOTROS

PATRONA DE LAS MISIONES
Queridos Hermanos: hoy celebramos con gran júbilo y alegría la Fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús, una luminaria de Jesús y María que con su caminito de infancia espiritual continúa esparciendo una lluvia de rosas sobre la tierra. Santa Teresita del Niño Jesús ruega por nosotros. Santa Teresa del Niño Jesús nació en la ciudad francesa de Alençon, el 2 de enero de 1873, sus padres ejemplares eran Luis Martin y Acelia María Guerin, ambos venerables. Murió en 1897, y en 1925 el Papa Pío XI la canonizó, y la proclamaría después patrona universal de las misiones.
La llamó «la estrella de mi pontificado», y definió como «un huracán de gloria» el movimiento universal de afecto y devoción que acompañó a esta joven carmelita. Proclamada "Doctora de la Iglesia" por el Papa Juan Pablo II el 19 de Octubre de 1997 (Día de las misiones). "La Florecita", como muchos la llaman, encontró su elevador, que la llevó velozmente por entre períodos oscuros de sufrimiento espiritual, por entre largas noches de dolor corporal, hacia arriba, siempre arriba, hasta que al fin estuvo segura en brazos de su amado Jesús. Antes de morir, terminó su autobiografía, L’Histoire d’un Alme ( La Historia de un Alma ), escrita a petición de su Superiora. Ha sido traducida a muchos diferentes idiomas, y está llena de belleza, sabiduría y valor, y por ella podemos saber algo de la santidad de Teresita, pues explica cómo hizo de sí misma un juguete de Cristo. Hiciera lo que hiciera, estaba segura de su amor.La hermana Teresita de Lisieux murió el 30 de Septiembre de 1897.
En junio de ese año había sido llevada a la enfermería del convento, padeciendo fuertes hemorragias, y no volvió a salir de allí. Tres de sus declaraciones, pronunciadas por ese tiempo, le han dado la vuelta al mundo y ningún comentario sobre la Florecita, por breve que fuera, estaría completo sin ellas: "Nunca he dado a Dios más que amor, y Él me pagará con amor. Después de mi muerte dejaré caer una lluvia de rosas." "Pasaré mi Cielo haciendo bien sobre la tierra." "Mi caminito es el camino de la infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta." Casi inmediatamente después de su muerte, fueron tan numerosos los milagros obtenidos por su intercesión, que la Santa Sede dispensó los acostumbrados cincuenta años que normalmente deben transcurrir antes que se inicie el proceso de canonización. En 1922 fue solemnemente beatificada por el Papa Pío XI, y dos años más tarde fue canonizada Teresa de Lisieux.Como una de las principales obligaciones de las carmelitas es pedir por las misiones, no es extraño que, en 1927, Santa Teresita fuera nombrada Patrona celestial de todas las Misiones Extranjeras, junto con San Francisco Javier. Dijo Teresita: "Quisiera ser misionera ahora y siempre y en todas las misiones."
Lo mismo para los católicos que para los no católicos, Teresita sigue dejando caer su lluvia de rosas, y los que son suficientemente prudentes para recoger los preciosos pétalos, se encuentran atraídos irresistiblemente hacia Jesús.(La mayor parte de esta pequeña biografía ha sido extraída de "Nuestra Herencia Católica" tomo III, publicada por La Prensa Católica, México, 1973ORACIONA SANTA TERESITA ¡Santa Teresa del Niño Jesús! Durante tu corta vida en la tierra llegaste a ser espejo de pureza angélica, de amor fuerte como la muerte y de total abandono en manos de Dios. Ahora que gozas de las recompensas de tus virtudes, vuelve hacia mi tus ojos de misericordia, pues yo pongo toda mi confianza en ti. Obtenme la gracia de guardar mi mente y corazón limpios como los tuyos, y que aborrezca sinceramente cuanto pueda de alguna manera empeñar la gloriosa virtud de la pureza, tan querida de nuestro Señor.Encantadora rosa y reinecita, recuerda tus promesas de que jamás dejarías sin atender ninguna petición que te hiciera, que enviarías una lluvia de rosas y vendrías a la tierra para hacer el bien.Con la confianza que me inspira tu poder ante el Sagrado Corazón imploro tu intercesión en mi provecho y me concedas esta gracia que yo tanto deseo (Mencione lo que desea).Santa "Teresita", recuerda tu promesa de "hacer bien en la tierra" y que enviarías "lluvia de rosas" sobre quienes te invoquen. Obtenme de Dios las gracias que quiero de su infinita bondad. Que yo experimente el poder de tus oraciones en cualquier necesidad.Consuélame en todas las amarguras de la vida presente, en especial cuando me llegue la hora de la muerte, para que yo sea digno de tener parte en la felicidad eterna de que tú disfrutas en el cielo. Amén.

Queridos Hermanos: Por la gracia de Dios, acabamos de realizar un maravilloso viaje que nos llevó y trajo de conocidísimos Santuarios Marianos. Para comenzar el mes de Octubre, mes del Rosario, pienso que lo más apropiado para todos nosotros es profesar el Acto de Consagración a Jesús por medio de María recomendada por San Luis María Grignon de Montfort: Oh Sabiduría Eterna Encarnada, Oh Amabilísimo y Adorable Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, Hijo Único del Padre Eterno y de María siempre Virgen.
Te adoro profundamente en el seno y esplendor de Tu Padre en la eternidad y en el Seno virginal de María Tu Dignísima Madre, en el momento de Tu Encarnación. Te doy gracias por haberte anonadado, tomando forma de esclavo, para librarme de la cruel esclavitud del demonio. Te alabo y glorifico porque has querido someterte a María Tu Santísima Madre, en todas las cosas, para hacerme por medio de Ella Tu fiel hijo.Pero, yo ingrato e infiel, no he guardado los votos y promesas que tan solemnemente hice en mi Bautismo; no he cumplido mis obligaciones; no merezco ser llamado hijo Tuyo ni Tu esclavo; como no hay nada en mí que no merezca repulsa y cólera, no me atrevo por mí mismo a acercarme a Tu santísima y soberana majestad.Por eso, recurro a la intercesión y a la Misericordia de Tu Santísima Madre, que me has dado por Mediadora; por Ella espero obtener la contrición y el perdón de mis pecados, la adquisición y la conservación de la sabiduría.Te saludo, María Inmaculada, Tabernáculo vivo de la Divinidad, en el que la Sabiduría Eterna oculta quiere ser adorada por los ángeles y por los hombres.Te saludo, Reina del Cielo y de la tierra, a cuyo imperio todo está sometido: todo lo que está debajo de Dios.
Te saludo, Refugio seguro de los pecadores, cuya Misericordia no ha faltado jamás a nadie.Escucha los deseos que tengo de la Divina Sabiduría, y recibe los votos y ofrendas que presenta mi bajeza.Yo, pecador infiel, renuevo y ratifico hoy, en vuestras manos las promesas de mi Bautismo.Renuncio para siempre a las seducciones de Satanás y a sus obras, y me entrego por entero a Jesucristo, la Sabiduría Encarnada, para llevar mi cruz en Su seguimiento todos los día de mi vida, para que le sea más fiel de lo que he sido hasta ahora.Te elijo, María, en presencia de la corte celestial por mi Madre y Reina. Entrego y consagro con toda sumisión y amor, mi cuerpo, mi alma, mis bienes interiores y exteriores, el valor mismo de mis buenas obras, pasadas, presentes y futuras, dejándote el pleno derecho de disponer de ellas, de mí y de todo lo que me pertenece, sin excepción, según tu beneplácito, a la mayor gloria de Dios en el tiempo y la eternidad.Recibe, Dulce Virgen María, esta ofrenda de mi esclavitud de amor, en honor y unión de la sumisión que la Sabiduría Eterna quiso tener con Tu maternidad; en vasallaje del poder que tenéis los Dos sobre este miserable pecador, y en acción de gracias por los privilegios con que te ha favorecido la Santísima Trinidad.Proclamo que en adelante quiero, como verdadero hijo, buscar Tu honra y obedecerte en todo.Madre Admirable, preséntame a Tu querido Hijo en calidad de esclavo eterno para que, rescatado por Tí me reciba también por Tí.
Madre de Misericordia, dame la gracia de conseguir la verdadera Sabiduría de Dios y de estar en el número de los que amas, enseñas, guías, alimentas y proteges como verdaderos hijos. Virgen fiel, hazme en todo un discípulo tan perfecto, imitador y esclavo de la Sabiduría Encarnada, Jesucristo, Hijo tuyo que llegue, por Tu intercesión y a Tu ejemplo, a la plenitud de Su edad sobre la tierra y de Su gloria en el Cielo. Amén .
Un minuto con María:1° octubre - Iglesia Bizantina eslava, Nuestra Señora de Prokov - León XIII declara octubre mes del Rosario (1883) - Santa Teresa del Niño Jesús. El Rosario de la Virgen María. El Rosario de la Virgen María, que se desarrolló progresivamente en el segundo milenio bajo la inspiración del Espíritu de Dios, es una oración amada por numerosos santos y aconsejada por el Magisterio. En su simplicidad y en su profundidad, permanece, incluso, en el tercer milenio que comenzamos, como una oración de gran significado, destinada a dar frutos de santidad. Ella se sitúa en la línea espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada del frescor de sus orígenes y que se siente impulsado por el Espíritu de Dios « a seguir adelante » para "gritarle" nuevamente al mundo, que Cristo es el Señor y Salvador, que Él es «el camino, la verdad, y la vida» (Juan 14, 6) que Él es el «fin de la historia de la humanidad, el punto hacia el cual convergen los deseos de la historia y de la civilización». Juan-Pablo II – de la Carta apostólica Rosarium Virginis Mariae, n°1 (octubre 2002). Un abrazo y bendiciones,

sábado, 26 de septiembre de 2009

DOMINGO XXVI DEL TIEMPO ORDINARIO

Las lecturas de hoy narran dos escenas en las que los seguidores de Moisés (primera lectura) y los de Jesús (tercera lectura) se sienten celosos porque algunas personas, que no pertenecían al grupo que estaba junto a estos personajes, habían recibido unos dones especiales que ellos pensaban que les pertenecían de manera exclusiva:
En la primera lectura, tomada del libro de los Números, dos hombres, externos al grupo de los setenta ancianos, profetizan; Josué pide que se les prohíba hablar. En el evangelio, algunos hombres, externos al grupo de los discípulos, arrojan demonios en nombre de Jesús; el apóstol Juan les ha prohibido que continúen haciéndolo.
Estas dos situaciones – la descrita en el libro de los Números y la que narra el evangelista Marcos – son muy distintas en el tiempo y en el contexto; pero hay coincidencias que vale la pena subrayar: Coinciden los seguidores de Moisés y de Jesús en su oposición a los carismas especiales que manifiestan personas externas al grupo.
Coinciden Moisés y Jesús en su rechazo a este tipo de manejos excluyentes, y reconocen que la acción de Dios también se manifiesta en esas personas de fuera.
Los invito a reflexionar sobre el comportamiento de los seguidores de Moisés y de Jesús. Separemos los aspectos psicológicos y los aspectos teológicos.
Desde la perspectiva psicológica, ¿qué podemos decir?
Los grupos tienden a expresar con orgullo aquellos rasgos que los hacen diferentes y que definen su identidad.
Esta dinámica de afirmación de la propia identidad, que es positiva, genera comportamientos negativos de exclusión.
Los seguidores de Moisés y de Jesús sienten celos porque otras personas, externas a sus grupos, han tenido el atrevimiento de incursionar en áreas que ellos consideran que les pertenecen de manera exclusiva. Para los seguidores de Moisés es inaceptable que haya otros que puedan profetizar; para los seguidores de Jesús es inaceptable que haya otros que puedan expulsar demonios.
Nos encontramos, entonces, ante un auténtico ataque de celos. Pretenden que los dones de Dios se manifiesten exclusivamente dentro de sus grupos.
Después de tratar de comprender el porqué psicológico de su reacción, los invito a que avancemos en nuestra reflexión y exploremos los aspectos teológicos de estas dos situaciones que nos describen las lecturas de hoy. Podemos decir que se presenta una tensión entre los que están dentro y los que están fuera del grupo:
Los que estaban dentro del círculo íntimo de Moisés creían que el don de profecía les pertenecía por derecho por propio; la misma creencia tenían los discípulos de Jesús respecto al don de expulsar demonios.
En otras palabras, se estaba afirmando que todos los derechos y privilegios espirituales son para los que están dentro; y los que están fuera están privados de ellos.
¿Cómo resuelve Jesús esta tensión entre los que están dentro y lo que están fuera? Dice Jesús: “No se lo prohíban, porque no hay ninguno que haga milagros en mi nombre, que luego sea capaz de hablar mal de mí. Todo aquel que no está en contra de nosotros, está a nuestro favor. Todo aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa”
La posición de Jesús es muy interesante:
Él no se deja atrapar en la discusión acerca de lo que significa estar dentro y estar fuera. Su mirada es diferente. Mira las actitudes profundas del corazón y las acciones; en ese horizonte, quien está cerca de los hermanos y actúa a favor de ellos está cerca de Dios. Eso es mucho más significativo que las pertenencias institucionales y las membresías…
Este criterio se hace más explícito en el texto evangélico que reproduce las palabras de Jesús sobre el juicio definitivo al que seremos sometidos: todos aquellos que hayan dado de comer a un hambriento o hayan visitado a un enfermo, escucharán la invitación ¡Vengan, benditos de mi Padre! Estas lecturas de hoy nos dejan unas enseñanzas muy claras:
Estar dentro de la comunidad eclesial no es un derecho que nos hayamos ganado gracias a nuestros esfuerzos y que nos concede privilegios sobre Dios y la salvación. La pertenencia a la Iglesia es un regalo de Dios.
Estar dentro de la comunidad eclesial no nos autoriza para descalificar a otras personas que oficialmente no están dentro de ella.
No podemos tener una visión maniquea de la humanidad clasificándola en dos grandes grupos: los buenos y los malos, los salvados y los condenados, los incluidos y los excluidos, los que viven en la luz de la verdad y los que están en la oscuridad del error. Esta mentalidad maniquea que clasifica y discrimina va contra la universalidad del plan de salvación; Dios quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad; además el Espíritu Santo sopla donde quiere.
Es hora de terminar nuestra meditación dominical. A través de una exploración de los sentimientos negativos de algunos seguidores de Moisés y de Jesús, hemos tomado conciencia de que un auténtico compromiso cristiano es incompatible con las envidias religiosas, con las exclusiones y con las discriminaciones. No creamos que tenemos derechos exclusivos sobre la salvación. No juzguemos a los demás ni los discriminemos por razones religiosas. Entendamos que la gracia es regalo de Dios y que el Espíritu Santo actúa en el corazón de todos y que su acción no se limita a un selecto grupo de escogidos. La autenticidad de la búsqueda de la verdad se verifica y constata por los frutos de solidaridad y de justicia que demos.

sábado, 19 de septiembre de 2009

XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

"El que quiera ser el primero que sea el servidor de todos"
El Evangelio de hoy nos propone para la reflexión dos temas muy importantes en la vida cristiana: la humildad y el servicio.
Jesús aparece dialogando con sus discípulos que no terminan de entender lo que les está diciendo sobre el Hijo del hombre. No entienden y tienen miedo de preguntar. Ellos pensaban en el reino del que Jesús les hablaba en términos puramente humanos. El Señor toma la iniciativa y les contesta sobre sus preocupaciones.
La primera respuesta que Cristo da se refiere a la humildad.
A lo largo de los siglos se ha ido quizá desfigurando la realidad de lo que significa ser humilde; así se llamaba humilde al acomplejado, al que no tiene carácter, al que no termina de aclararse interiormente, y se hacía referencia contraponiéndolo al que tenía su forma de ser y de pensar propias. Santa Teresa de Jesús decía que la "humildad es la verdad", o sea, ser humilde es reconocernos ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás, tal cual somos, con nuestras tragedias y miserias, con nuestros carismas y cualidades. ¿Quién puede dudar que san Pedro y san Pablo, personalidades más que fuertes, eran personas humildes? Ciertamente lo eran porque se pusieron ante Dios tal y como eran y Dios les dio la respuesta a sus vidas, transformándolos desde dentro.
Aquellos discípulos estaban programando su futuro ambicionando grandes puestos en ese reino que Jesús traía, pero ahora el Maestro les plantea otro tipo de ambición. En lugar de la ambición de que nos lo hagan todo les expone la ambición de hacer cosas para los demás. Lo que deseaban los discípulos, en lugar de ser un medio para ganar preferencia en su reino, sólo servía para que este reino no llegara.
El mundo que nos ha tocado vivir no es un lugar donde se defienda la humildad; yo diría que todo lo contrario, de ahí uno de los choques permanentes con este tipo de sociedad donde los más débiles y los más humildes son marginados. Los cristianos tenemos que ser en el mundo de hoy los mejores defensores de los más débiles e indefensos, no creyéndonos salvadores de nadie sino intentando que todos conozcan de verdad al único Salvador.
Los creyentes en Jesús estamos llamados a ser humildes para servir. Cuando los cristianos hablamos de "opción preferencial por los pobres" no estamos haciendo literatura barata, sino estamos constatando la presencia del Señor en los más débiles y desposeídos.
La segunda llamada que Jesús nos hace es al servicio a los demás. Un servicio desinteresado a los otros, en especial a los más débiles y pobres de nuestro mundo. Tenemos que aprender a despegarnos de nuestros egoísmos y pequeñas apetencias, para comprender el misterio de Cristo. Los discípulos querían el prestigio, el reconocimiento humano y el hacer carrera, no el servicio a los demás.
Alguno podrá decir con cierta razón que "la gente no se merece nada..." "... total... para lo que te van a agradecer..." Y puede que estas afirmaciones encierren algo de verdad, pero el cristiano sabe qué hace y por qué lo hace, y en este hacer descubre la voluntad y el amor de Dios en su vida.
El reino de Dios es un reino de servidores de los demás. ¡Cuántas veces en nuestras comunidades vemos hermanos y hermanas que van buscando reconocimiento humano a su tarea! Quedan frustrados al darse cuenta que el gastar la vida por los otros no es el reconocimiento humano sino la hondura divina lo que tendrá por recompensa.
La Iglesia no debe parecerse a las estructuras civiles, si lo hace alejará el modelo de Cristo de su ser comunidad convocada y convocante de Jesús. Ciertamente en la Iglesia tendrá que haber una autoridad y una organización, pero el comportamiento tendrá que ser muy diferente a la autoridad profana. En el mundo de la fe la autoridad es servicio.
Servir para ser el más grande, ese es uno de los mensajes más importantes que nos dejó Jesús. Su ejemplo fue más allá, Él no hizo solamente obras buenas sino que se entregó a sí mismo en el mayor acto de servicio a los demás, y en su entrega alcanzamos la salvación.
Humildad y servicio, dos aspectos del amor al que Dios nos invita. Entender vivencialmente estas dos propuestas significa que tenemos que tener otra mirada al mundo y a nosotros. El mundo no puede cambiar al cristiano. Sólo Cristo es quien te puede transformar. ¿Qué ganarás con ello? No muchas cosas materiales, ni prestigio, ni poder ni dinero, sólo al final, en el último aeropuerto de tu vida, estarán esperándote dos hermanos mayores... y Dios... lo demás no tendrá casi ninguna importancia...

domingo, 13 de septiembre de 2009

XXIV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Jesús, el Mesías que no esperaban, el siervo sufriente que carga con los pecados del pueblo, con los pecados del mundo. Difícil de aceptar para todos, incluso para Pedro, al que Jesús llama "Satanás", porque "piensa como los hombres y no como Dios". Es sorprendente la violencia con que Jesús reacciona ante las palabras de Pedro.
Conocemos mejor esas palabras por la redacción de Mateo (16,22): "¡Dios te libre, Señor! No te sucederá tal cosa". Y Jesús le rechaza cono tentador: "Quieres hacerme caer". Se pueden interpretar esas palabras como reflejo de una verdadera tentación de Jesús, presencia durante su vida de las tentaciones simbolizadas en la cuarentena del desierto ("te daré todos los reinos del mundo...", tentación de poder, de mesianismo davídico exterior). En la misma línea podría interpretarse la reacción de Jesús en Juan 6,15, la sensación de apresuramiento en apartarse de la gente que le quiere hacer rey y su refugio en la oración, en el monte, él solo, como en las grandes ocasiones y
dificultades de su vida.
Sea de esta interpretación lo que se quiera, es innegable que esta fisonomía religiosa ha sido y es una profunda tentación para las personas y para la iglesia. Pero es una tentación completa, no una simple oferta de idolatría en que se trate descaradamente de "servir a otro dios", sino el mal ofrecido "bajo capa de bien" que diría Ignacio de Loyola, y por eso es más temible.
La tentación consiste en múltiples aspectos, pero todos ellos derivados de lo que Jesús detecta en Pedro: "Tú piensas como los hombres, no como Dios". Hay una manera humana de concebir la vida y la religión, y hay una Palabra que introduce nuevos criterios, no pocas veces incompatibles con los meramente humanos.
Así que, como tantas veces en el evangelio, aquella situación histórica representa una confrontación religiosa permanente en la humanidad (instituciones y personas). El reino del mesías como reino exterior, que incluye política, prosperidad y esplendores de culto; el reino de los cielos como conversión manifestada en obras. Salvar la vida; perder la vida. El Mesías triunfante; Jesús crucificado. La iglesia que triunfa como única mediadora entre Dios y los hombres; la iglesia que sirve sufriendo en silencio... Dos mundos, dos mesianismos, dos mentalidades, dos religiones. Una es la de Jesús, la otra es la que mató a Jesús.
Esa misma mentalidad que mató a Jesús es la que puede matar a la iglesia, y la que puede hacer que nuestra vida se eche a perder. El último párrafo del evangelio de hoy lo expresa con radical claridad: - El que quiera venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga. Mirad, el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por el Evangelio la salvará. Este último párrafo no es un añadido postizo; es una aplicación inteligente y precisa.
Para nosotros, hoy, significa el dilema entre salvar nuestro modo de vivir, nuestra manera occidental de entender a Jesús, nuestro concepto de culto, de templo, de jerarquía, de iglesia... salvar todo eso o perder todo eso por el Evangelio, por la Palabra.
Y la radicalidad, un tanto estremecedora, acompaña su fundamento, tomando las violentas palabras de Jesús a Pedro:
- ¡Tú piensas como los hombres, no como Dios!.
¡Pensar como Dios! ¿Qué puede ser más acertado que pensar como Dios? Pensar como Dios para salvar la vida, para hacerla más útil y sobre todo más feliz. Y, por el contrario, no pensar como Dios, buscar otro guía, fiarse de otros criterios. Terrible peligro, echar a perder la vida, equivocar el camino.
La violencia de la respuesta de Jesús a Pedro nos hace pensar que también Jesús tenía que esforzarse en “pensar como Dios”, que incluso él estaba continuamente tentado de pensar con otros criterios y valores … y que esa es la asignatura pendiente más importante de toda vida humana. Pero ¿Cómo piensa Dios? Para eso, precisamente para eso es Jesús, para que podamos ver con nuestros ojos, casi diríamos tocar con nuestras manos, cómo es un hombre que piensa como Dios.
El problema está en que en nuestro cristianismo-católico-occidental-consumista-cultual, hay evangelio, hay presencia de Jesús, pero hay también mucho mesianismo davídico, mucho "Dios para nosotros", mucho "pueblo privilegiado", mucho encerrar a Dios en nuestros incuestionados conceptos. Y, a nivel personal, hay mucho deseo de que la Palabra no cambie demasiado lo que nosotros consideramos vida religiosa, que en resumen es mantener lo más posible de los ideales del mundo (que tienen poco que ver con “pensar como Dios”) sin perjudicar definitivamente la vida eterna.
Aun a riesgo de entrar en interpretaciones demasiado concretas y opinables, podríamos señalar aspectos actuales que nos parecen derivados de esa tentación. Pienso que la iglesia y los cristianos de hoy padecen las mismas tentaciones que la Biblia refleja como tentaciones (y pecados) de Israel… y del mismo Jesús. Pero basta saber, no basta pensar. Es inútil conocer el camino si se va por
otra parte.
Aquí encaja como anillo al dedo la carta de Santiago. Fe sin obras es saber como piensa Dios y no hacerle caso. ¿Es ésta nuestra situación?
A nivel institucional la Biblia presenta a Israel como víctima y culpable de un pecado de APROPIACIÓN DE DIOS. "El Dios de Israel". Y todas las naciones deberán aceptar al Dios de Israel y, consecuentemente, a Israel como Pueblo Preferido, embudo por el que hay que pasar para llegar a Dios. Hay que aceptar a Dios como Israel lo ofrece. Israel es el único que conoce a Dios, porque es el único a quien Dios se ha revelado: los demás pueblos deberán conocer a Dios a través de lo que Israel les diga de Él. En consecuencia, Israel es el gran intermediario cultual: todos los pueblos deberán adorar a Dios en Jerusalén y en su templo, según los ritos y a través de los sacerdotes de Israel. Y todo ello fundamentado en la infalibilidad de la palabra de Dios. Todo lo que está en La Ley y Los Profetas es palabra infalible de Dios, y por tanto da seguridad absoluta a Israel y lo convierte en privilegiado entre todas las naciones. La aplicación a nosotros la Iglesia es evidente.
A nivel personal, la religión oficial de Israel se muestra en la Biblia, y muy especialmente en la espiritualidad de los fariseos y letrados que se enfrentan a Jesús, como una espiritualidad de estricto cumplimiento de preceptos en busca de una "justicia ante Dios". Los preceptos incluyen la limosna, pero con la intención de que el limosnero sea más perfecto, como cumplimiento de un deber ordenado a la propia justicia.
Nada de esto tiene que ver con las columnas básicas de "El Reino". El nuevo Israel será evadura en la masa del mundo, haciéndolo fermentar desde dentro, no por sumisión. Dios mismo y su Palabra son levadura y sal; el Dios eterno todopoderoso y juez se presenta como alimento para la vida del mundo. El samaritano que ayuda a su prójimo y el centurión romano que suplica con fe son puestos como ejemplo a los hijos de Abraham observadores de preceptos. "Somos hijos de Abraham - Éste es el Templo del Señor" son expresiones de orgullo expresamente rechazadas por Jesús. Creo que tenemos - en el momento actual más que nunca - motivos para una larga meditación sobre nuestros parecidos con los pecados de Israel, que mataron a Jesús.