sábado, 23 de abril de 2011

DOMINGO DE RESURRECCION

“Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura:

Que Él había de resucitar de entre los muertos

(Jn. 20, 1-9)

Rev. Alexander Diaz




Hoy toda la iglesia se regocija y salta de júbilo porque las ataduras de la muerte han sido rotas completamente, la muerte ha sido vencida de raíz, el maligno que rondo las mentes de los que crucificaron al hijo de Dios, y lo fijaron con clavos en un madero, depositando toda su rabia y su envidia en su sagrado cuerpo, hoy han sido burlados por la verdad del amor.



La gran noticia que los periódicos debían de rotular hoy seria “La tumba donde lo enterraron, está vacía”, no hay nadie ahí porque, El está vivo, y vive para siempre, esa es la g

ran notica para todo el género humano, que por su resurrección todos hemos sido llamados a resucitar… “porque si él no hubiera resucitado vana seria nuestra fe” (1Cor.15,14) y también nuestra esperanza.




Atrás quedó el dolor, la duda, la poca fe manifestada en la cruz de la prueba, ya no puede haber dolor ni luto porque todo eso ha sido aniquilado completamente.



La Resurrección de Jesucristo es el misterio más importante de nuestra fe cristiana. En la Resurrección de Jesucristo está el centro de nuestra fe cristiana y de nuestra salvación, Jesucristo no sólo ha resucitado Él, sino que nos ha prometido que nos resucitará también a nosotros. La Sagrada Escritura nos dice que saldremos a una resurrección de vida o a una resurrección de condenación, según hayan sido nuestras obras durante nuestra vida en la tierra.


Resurrección es signo de victoria, es el hombre llamado a su dignidad más grande. ¿Cómo no alegrarse por la victoria de Aquel que tan injustamente fue condenado a la pasión más terrible y a la muerte en la cruz?, ¿por la victoria de Aquel que anteriormente fue flagelado, abofeteado, ensuciado con salivazos, con tanta inhumana crueldad?



Este es el día de la esperanza universal, el día en que en torno al resucitado, se unen y se asocian todos los sufrimientos humanos, las desilusiones, las humillaciones, las cruces, la dignidad humana violada, la vida humana no respetada.



La Resurrección nos descubre nuestra vocación cristiana y nuestra misión: acercarla a todos los hombres. El hombre no puede perder jamás la esperanza en la victoria del bien sobre el mal. ¿Creo en la Resurrección?, ¿la proclamo?; ¿creo en mi vocación y misión cristiana?, ¿la vivo?; ¿creo en la resurrección futura?, ¿me alienta en esta vida?, son preguntas que cabe preguntarse.



Creer en la resurrección es experimentar el cumplimiento de una promesa dada por Jesús. Si no has vivenciado antes la promesa no puedes ver su cumplimiento.

Ver la resurrección es experimentar la presencia del resucitado más allá de lo que experimentan nuestros ojos.



Captar la presencia del resucitado es mirar con el corazón los momentos y los acontecimientos de la vida. Si antes de su muerte Jesús pudo hacer milagros que otros captaron con la vista de los ojos, ahora la nueva realidad le da la hondura de la mirada del corazón.



A esto somos llamados los creyentes en Jesús: ver la realidad de la vida humana con los ojos del corazón.



Resucitar es vuelta a la vida, es victoria sobre los enemigos e incluso sobre uno mismo. Resucitar es el triunfo del amor que es más fuerte que la muerte. Resucitar es empezar de nuevo de otra manera, desde otra realidad. Ya sé que todo esto que digo es poco menos que increíble, y ciertamente lo es.



Esta realidad no se capta con la sola inteligencia sino con la fuerza de la fe. Es increíble porque sólo Dios es quien lo puede hacer. El tema no es entender la resurrección, la cosa es vivir como resucitados.

Muchos creyentes de nuestro tiempo se parecen a aquellos apóstoles de después del viernes santo que no esperaban ya nada más de la aventura con Jesús. Morir Jesús era terminar el seguimiento que un día habían comenzado.

¿Se han dado cuenta que lo que de verdad impresiona a la gente de Jesús es su entrega a los demás? Los creyentes no nos quedamos solamente en la visión material de las cosas, tratamos de ir con más hondura a esa realidad misteriosa de Dios para ir profundizando en Él, y, lo que es más importante, correr la misma suerte que el Maestro.



En definitiva, la resurrección es la fiesta de la vida. Nunca más la muerte va a tener la última palabra en la vida de las personas. Quien siga a Jesús tendrá un horizonte más allá del horizonte de nuestra materia. Quien le siga correrá su misma vida y su misma resurrección con lo que queda demostrado que el amor es más fuerte que la muerte.

No hay comentarios.: