viernes, 30 de julio de 2010

SIN JUSTICIA NO HAY PAZ
Pbro. Alexander Diaz

No se puede hablar de paz sin hablar de justicia. En sentido estricto, la justicia es una de las cuatro virtudes cardinales. Se la define como hábito moral, que inclina a la voluntad a dar a cada cual lo que es suyo. En otras palabras, aquellos que faltan a la justicia están faltando abiertamente a la moral. En estos días estamos acostumbrados a escuchar frases en torno a esta virtud, alegamos con voz fuerte cuando algo pasa y sentimos que no es lo correcto, pero hay que recalcar que esta virtud nos compromete a todos por igual no solo a un grupo, ni solo a una clase social; porque su objetivo primordial es regular los deberes y derechos de todos.

Me parece interesantes que hay personas que viven toda la vida exigiendo de manera muy enfática sus derechos, y eso está bien, pero me parece un poco irónico, que no son capaces de cumplir sus deberes y obligaciones ya sea como cristianos, o trabajadores o en un sentido global como ciudadanos, - aunque hay que tener claro, que un buen cristiano es un gran ciudadano, y un cristiano falso y mediocre será un ciudadano que no hará bien a la sociedad- por ende, hay que ser equitativos en todo lo que hacemos, y nunca debemos de ser hombres y mujeres que se aprovechen de las diversas circunstancias que se presentan, a nadie le gusta que le sean injusto a todos nos gusta que nos traten con rectitud. Pero ahora viene una pregunta: ¿Por qué te portas de forma aprovechada e injusta de tus empleados, o de tus amigos o de padres, o todo aquel que es sencillo en su forma de pensar o en su educación? ¿Por qué actúas de forma despótica con aquellos que trabajan con tigo? ¿Te gustaría a ti que te tratara así? Ahí es donde viene el grito al cielo, no nos gustaría que nos tratasen de esa forma, pero sin embargo lo hacemos; hay personas que ingenuamente por el cargo que desempeñan, ya sea político, social, eclesiástico, o por la cantidad de dinero que dicen tener, juegan a ser dioses con los pequeños y se aprovechan de su sencillez, ya sea tratándolos mal, viéndolos de menos, pagándoles injustamente, o robándoles su trabajo, yo se que todos ustedes aducen que es una injusticia, pero si uno de estos pequeños dice algo a favor de sus derechos, se convierte en una persona mala, e injusta, pero esa es la realidad, y en nuestra comunidad y porque no decirlo en esta ciudad ocurren a diario estos atropellos en contra de la justicia.

Y es interesante, que es un tema que casi nadie toca, por el simple hecho de que generalmente toca intereses personales o elementos que denuncian, y los denunciados se sienten incómodos y protestan, aduciendo que son corrientes de pensamiento revolucionaria y le ponen mil títulos, yo creo que esto solo es la verdad de lo que sucede. «La paz auténtica sobre la tierra comporta la firme determinación de respetar a los demás, individuos y pueblos, en su dignidad, y la constante voluntad de incrementar la fraternidad entre los miembros de la familia humana» (Juan Pablo II) Recordemos que si no logramos ser justos cumpliendo nuestros deberes y obligaciones en todas las etapas de la vida, siempre tendremos discordia y malestar en nuestro ambiente.
La justicia será siempre un tema abierto, un tema discutido y afrontado por todos. Especialmente a la hora de establecer leyes. Sin olvidar que no pocas veces las leyes son el resultado de imposiciones arbitrarias de grupos de poder, quizá por culpa (también hemos de reconocerlo) de la pasividad de muchos ciudadanos que no aprovechan las oportunidades que la moderna democracia ofrece para evitar tales abusos.

Otras veces, por desgracia, las leyes reflejarán la degradación moral de todo un pueblo, como cuando se aprueba por referéndum una ley del aborto o una ley racista, o una ley que favorece a unos pocos.

Pero teniendo todo esto un poco más claro estoy más que seguro, que todos estamos llamados a velar por la justicia, a luchar para que a nadie se le prive de sus derechos fundamentales, a trabajar para que la solidaridad sea el eje en torno al cual gire toda la vida social de nuestros ambientes y del mundo en esta etapa de globalizaciones y de cambios.

De este modo la justicia dejará de ser un sueño, una utopía irrealizable, para convertirse en algo real, concreto, vivo, en fuente de armonía y de paz, en manantial de respeto y de apoyo hacia todos y cada uno de los seres humanos que viven a nuestro lado.

1 comentario:

Rebel Girl dijo...

Bien dicho, Padre Alex! A fine reflection (as usual! ;-) )...