(Mt. 28,16-20)
La Ascensión del Señor es una fiesta de grandísima esperanza para los que creemos en Jesucristo y seguimos su Palabra, porque sabemos que primero se fue El al Cielo, para que luego todos podamos seguirlo, seguir sus pasos y su caminar hacia la gloria eterna del Padre, es por ello que la celebración de este misterio nos da la seguridad de que también nosotros podemos seguirle allí. Ya el evangelio del domingo anterior nos lo dijo de forma clara y certera
“En la Casa de mi Padre hay muchas mansiones, y voy allá a prepararles un lugar ... Volveré y los llevaré junto a Mí, para que donde Yo estoy, estén también ustedes” (Jn. 14,2-3).
Jesús nos a abierto un lugar especial en el cielo, para que también nosotros podamos participar y vivir eternamente, el derecho al cielo, no debe de ser por tanto para los seres humanos una simple opción, sino la obligación de ser verdaderos seguidores de Jesús, este seguimiento se verá concretizado cuando vivamos con el eternamente.
El evangelio de este domingo tiene algunos elementos que me desconciertan, porque verdaderamente representan la actitud humana frente a la gratuidad divina, siento que nos cuesta creer plenamente y es lo que les pasaba a los apóstoles el día de la ascensión del señor Dice la Palabra que los discípulos adoraron a Jesús, pero "algunos dudaban". No creían con facilidad, buscaban pruebas y razones para saber si el resucitado era realmente Jesús u otra persona. Me temo que nuestra vida en esta tierra estará siempre salpicada por estos dos momentos de adoración y de duda. El ser humano es capaz de adorar y dudar. Nuestra fragilidad humana pesa en muchas ocasiones y eso nos hace tambalear, pero aunque tambaleemos no nos debemos rendir por que su presencia poderosa nos hace ser mejores hombres y mujeres en la sociedad y el mundo.
“Jesús les habla diciéndoles que tiene toda autoridad en el cielo y en la tierra. ¿Cómo entender esta autoridad de Jesús cuando vemos que el mundo va por caminos totalmente contrarios a su mensaje? Esta es la pregunta que se hacen numerosas personas: ¿Si Dios tiene tanto poder por qué el mundo está tan mal...?
El mundo está mal cuando no hacemos caso a lo que Dios nos indica. Si vivimos el Evangelio con elegancia el mundo será más parecido a lo que Dios quiere. La maldad en el mundo es la ausencia de Dios. Dios tiene poder para ofrecer a los seres humanos un mensaje, su persona, que se entrega por nosotros. Para aceptar a Dios necesito equilibrar mi mente y mi corazón y hacer una opción desde mi libertad. Tiene poder para invitarnos siempre desde lo hondo de nuestro corazón a seguirle con alegría”. (Mario Santana Bueno)
En la Solemnidad de la Ascensión del Señor la Iglesia nos propone este texto donde Jesús nos deja la promesa de quedarse con nosotros. "Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo." Está siempre, todos los días; en los momentos malos y buenos. Es un "me voy pero me quedo." Esta cita específicamente nos debe de mantener sobrios y seguros en lo que somos y tenemos, nuestra fe católica, nada ni nadie nos puede apartar de ella ni destruir porque el siempre está con nosotros, El camina de la mano y nos hace ser hombres y mujeres seguros de lo que somos bautizados e hijos suyos.
Esto quiere decir que su presencia entre nosotros debe aminorar los miedos y las dudas, porque él va delante de nosotros, por ende, siempre que iniciemos una empresa o cuando encaramos un reto, debemos de tener claro que el está con nosotros todos los días hasta que se termine el mundo…. Porque todo lo que tenemos es por él, con él y en el… por los siglos de los siglos… Amén.
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