“…Yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.”
Jn. 10, 1-10
Jn. 10, 1-10
Rev. Alexander Díaz
Nos encontramos celebrando el domingo cuarto de la Pascua, a este domingo le llamamos el domingo del Buen Pastor, en este domingo usualmente se celebra la jornada mundial de oración por las vocaciones sacerdotales, por el sencillo hecho, que el sacerdote es el pastor que apacienta el rebaño espiritual confiado a él.
En la sagrada Escritura tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, se nos compara con las ovejas, en muchos de los casos no lo entendemos porque no estamos habituados a verlos en nuestro entorno, en la cultura israelita era muy común, y muchos israelitas vivían de ser pastores, dedicaban su vida al cuidado de estos pacíficos animales.
La imagen del pastor, tan familiar al pueblo de Dios, es utilizada por el Maestro para recordar a los suyos, que el que ha vencido a la muerte, es el verdadero guía de la Iglesia. Esta sugestiva imagen, fue empleada profusamente en la Iglesia de los primeros siglos, tanto en la predicación de los Padres, como en las catequesis que se plasmaban a través de pinturas.
Jesucristo es el Buen Pastor que conoce a los suyos y que da la vida por ellos; “quien Dios ha constituido Señor y Mesías” (1ª lect), y el que orienta a los “descarriados” y es “guardián de nuestras vidas” (2ª lect).
El es el mejor de los pastores, pues El da la vida -como de hecho la dio- por sus ovejas. Y sus ovejas lo conocen y escuchan su voz. Nos dice también que El conoce a cada una de sus ovejas por su nombre, y las ovejas reconocen su voz (cfr. Jn. 10, 1-10).
Nosotros somos ovejas del Señor. Quiere decir que somos también frágiles, como estos indefensos animales aunque la mayoría de las veces nos creemos muy fuertes y muy capaces. Somos, por lo tanto, dependientes del Señor y, tal como las ovejas, tampoco nos valemos por nosotros mismos.
Sin embargo, engañados, podemos pasarnos gran parte de nuestra vida y aún, toda nuestra vida, tratando de ser independientes de Dios, tratando de valernos por nosotros mismos.
¿Cuántas veces no nos sucede esto? Y nos sucede también que nos enredamos en nuestra vida espiritual. Y ¿quién puede desenredarnos? ¿Quién puede sacarnos de la zarza o de la cerca en que estamos atrapados? Bien lo sabemos: necesitamos de nuestro Pastor. Y El nos busca, nos rescata, nos cura, y nos coloca sobre su hombro, igual que a la oveja perdida, para llevarnos al redil. De sus 100 ovejas deja a las 99 ovejas seguras en el aprisco y sale a buscar a la perdida.
¿Cuántas veces no ha hecho esto el Señor con nosotros -con cada uno de nosotros- cada vez que nos escapamos del redil o que nos desviamos del camino. (Lc. 15, 4).
No podemos, tampoco, andar solos,“como ovejas descarriadas”, tal como lo dice San Pedro en la Segunda Lectura (1 Pe. 2, 20-25), pues corremos el riesgo de ser devorados por los lobos que están siempre al acecho.
Tenemos, entonces, que reconocernos dependientes como son las ovejas de su pastor. Así, como ellas, podemos ser totalmente obedientes a la Voz y a la Voluntad de nuestro Pastor, Jesucristo, el Buen Pastor.
Frente a la figura emblemática del Buen Pastor, se encuentra la figura totalmente contraria a la de este, ese es el mal pastor, que Jesus lo llama ladron y saqueador; a ellos no debemos obedecer.
Son los que no entran por la puerta del redil, sino que saltan por un lado de la cerca y tratan de engañarnos, simulando ser pastores para llevarse a las ovejas.
Son los que no entran por la puerta del redil, sino que saltan por un lado de la cerca y tratan de engañarnos, simulando ser pastores para llevarse a las ovejas.
Esos falsos pastores son todos los falsos maestros que confunden, pues nos hablan tratando de imitar a nuestro Pastor, con enseñanzas falsas, que parecen verdaderas, para sacarnos del redil, para sacarnos de la Iglesia, para hacernos perder la Fe que nos enseña nuestro Pastor.
Son informaciones que nos llegan por la TV, por Internet, por el cine, por libros, que parecen verdades pero que son errores. Son todos los errores y herejías modernas, contenidas -por ejemplo- en ese amasijo de falsedades que es el New Age o Nueva Era.
A los predicadores de estos errores se refiere Jesucristo en el Evangelio de hoy que no entran por la puerta del redil, sino que saltan por otro lado: “El ladrón sólo viene a robar, a matar y a destruir ... Mis ovejas reconocen mi voz ... A un extraño mis ovejas no lo seguirán, porque no conocen la voz de los extraños”.¡Cuidado con las voces extrañas! ¡Cuidado con confundirlas con la Voz del Buen Pastor! Se parecen... pero no son.
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