viernes, 6 de agosto de 2010

SALVADOR DEL MUNDO



EL SALVADOR ESTA DE FIESTA

Cuando se habla de la fiesta del divino salvador del mundo, cada seis de agosto, no hay ni un solo salvadoreño alrededor del mundo que no pueda dar una explicación o un concepto de lo que significa celebrar esta grandiosa fiesta; creo que aunque estemos en el extranjero, nuestro corazón palpita y nuestra mente se transporta a ese diminuto país que con tanta ilusión y amor recordamos y que nos vio nacer: El Salvador; le llamamos las fiestas agostinas donde todo se paraliza, todo se vuelve fiesta, todo es música y alegría, tiempo que todos los salvadoreños ocupábamos para darnos un respiro a la ajetreada vida que se llevaba y para detenerse a orar y poner en las manos de nuestro divino maestro las intenciones de nuestro querido El Salvador.

Estas fiestas tienen un significado profundo en nuestra idiosincrasia, recuerdo que cada cinco de agosto nos reuníamos al frente de la catedral para esperar la maravillosa procesión que precedía la imagen del Santo Patrono, imagen centenaria y curtida por el paso de los años, que se mantuvo como signo de fe y esperanza en los momentos más duros y difíciles de nuestra historia salvadoreña, que ha soportado junto a su pueblo, terremotos, incendios, inundaciones y la guerra que tantos estragos provoco, y que como signo de fe y presencia divina, todo casi se destruyo, menos esa imagen que siempre se mantuvo intacta en la catedral de nuestra capital, donde ricos y pobres depositan sus plegarias y peticiones.

La traen cargada en hombros en una elegante andaría, hay que recalcar que es un privilegio y un deber para las instituciones cargar al colocho – como se le dice cariñosamente a la imagen- que para este momento viene vestida de color rojo. Primero es cargada por el cuerpo policial, luego los bomberos comerciantes, lustrabotas y todo mundo se toma el tiempo y la libertad para hacerlo; quizás para algunos esto no sea más que una costumbre tradicionalista y sin sentido, pero para ese pueblo laborioso y optimista representa su fe, su amor por el Hijo del Altísimo, la esperanza de sentir su presencia en medio de ellos, los corazones vibran y los ojos se llenan de lagrimas de emoción al ritmo de las bandas sonoras y los coetes que chisporrotean dando la bienvenida y la solemnidad al evento, todos cantan con fuerza, y todos rezan a una sola voz y como un rebaño unidos a su obispo, se encaminan con júbilo a la catedral donde se espera la tan “famosa bajada” que no es más que la ejemplificación de los que fue la transfiguración de Jesús en el Monte Tabor, frente a sus mejores amigos Pedro, Santiago y Juan, donde sus vestidos quedaron blancos como la nieve, escena que se realiza ante más de cinco millares de fieles, que a una voz gritan ¡Que viva el Salvador del Mundo! y todos contestan al unísono ¡que viva!.

Hoy después de tantos años de haber salido de nuestro país, los salvadoreños aun deseamos que nuestro país se mantenga con la firme esperanza de no sucumbir ante el embate de la violencia, de las pandillas, de las muertes injustas y de los arrebatos de poder que cada día desgarran la inocencia de nuestro futuro; quizás el recordar lo precioso de nuestras tradiciones me hace sentir un sabor agridulce ante lo que el país vive en este momento, el demonio de la violencia, y la inseguridad que amenaza insistentemente con destruir lo poco que hemos logrado construir, demonio que no destruiremos y venceremos si como salvadoreños no nos unimos y nos ponemos en la misma sintonía buscando un mejor porvenir. Que las fiestas de nuestro país nos hagan seres más unidos en la fe y en el amor, para desterrar cualquier poder demoniaco que amenace nuestra soberanía de fe y el futuro de nuestros hijos.

Bendito seas salvador Divino, los hijos de tu pueblo como hermanos te pedimos Paz, por nuestro país El Salvador.
Que Dios bendiga El Salvador y toda América Latina

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