El evangelio de este domingo es una pregunta de amistad y confianza de parte de Jesús para con sus apóstoles, ciertamente no es fácil responderla, porque implica arriesgarse y quizás equivocarse al dar la respuesta. Ante la pregunta “quien dice la gente que es el hijo del hombre” los apóstoles no dudan en transmitir al maestro lo que los demás dicen de él; es fácil repetir lo que los otros dicen o hacen, o dejarse llevar fácilmente por las ideas de los demás, a veces los otros dan una respuesta u opinión barnizada de lo que piensan o entienden. Ante este evangelio quisiera que nos cuestionáramos nosotros mismos, si es que estamos tomando los criterios de los otros a cerca de Jesús o si ya hemos hecho nuestra propio análisis de quien es él en nuestra vida, todos tienen una experiencia totalmente diferente de él, imagínese, unos decían que eres un profeta, otros que Elías o Jeremías, o Juan el Bautista… ni una de las respuestas es la correcta. Hasta que viéndoles a los ojos les pregunta, “y ustedes quien dicen que Soy yo” A nosotros también nos pregunta viéndonos a los ojos, como lo hace con los doce, quien soy yo para ti, que parte tengo yo en tu existencia, en tu vida, en hogar, en tu matrimonio, en tu vocación misma; que parte tiene el Maestro en todos tus quehaceres cotidianos, interesante cuestionamiento verdad, no es fácil responder; preguntarnos de manera seria y consiente que es Jesús para nosotros. Ha de ser una pregunta dirigida a nuestra propia intimidad y contestada también en comunión, en la deseada "común-unión" en la que deberíamos vivir todos los cristianos. Pero ocurre que, a veces, no nos hacemos esa pregunta por miedo a encontrar respuesta. Sí, por temor a encontrar una contestación que cambie nuestra vida. Es posible que vivamos "adecuadamente" con nuestro "cristianismo de salón", que no sale más allá de unas cuantas prácticas religiosas o de la asistencia a alguna misa dominical. Y no es eso. Si nosotros --cada uno de nosotros--, como Pedro, expresamos en nuestro interior que Jesús es el Mesías esa impronta saldrá fuera y nos hará confesar por calles y plazas que él es el Cristo. Jesús le dice a Pedro que tal sabiduría se la ha inspirado su Padre que está en el Cielo. Todos estamos llamados a responder con fuerza y valentía que él es el Mesías, y a testificar con nuestra vida esa respuesta
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