jueves, 31 de mayo de 2007

LA VIOLENCIA UNA LEPRA QUE DEBEMOS ERRADICAR

Hablar de este tema es hablar de una realidad existente que verdaderamente necesita que se le tome especial interés; y al hablar de especial interés no me refiero solo a que critiquemos lo que sucede en nuestro entorno, sino a que busquemos de una manera seria y responsable los pro y los contras de este fenómeno que nos es mas que el fruto de la irresponsabilidad de muchos que no quisieron tomar con valentia su papel educador, ya se a como padres de familia o como gobiernos de turno, pero la realidad es tal que debemos ahora de buscar las alternativas para lograr una estabilidad y disminuir la violencia que tanto nos afecta a todos.
El santo padre Benedicto XVI, nos invita en primer lugar como Iglesia ha que tomemos conciencia de “nuestro tiempo, desafortunadamente marcado por no pocos episodios de violencia”. Y la invitación del Papa es porque los seres humanos nos acostumbramos a todo, increíble pero lo cierto es que también nos acostumbramos a la violencia siempre y cuando esta no toque a nuestra puerta. El Papa llama desafortunado ha nuestro tiempo porque la violencia nos ha invadido terriblemente, todos los días hay asesinatos por todas partes, y las autoridades son ya prácticamente incapaces de hacer frente a tanta gente que ha perdido el sentido de Dios y de la vida y que por lo mismo no se lo piensan dos veces para quitarle la vida a su próximo. Ante esta realidad de violencia podemos pensar nosotros en las guerras que siempre existen por una u otra razón en el mundo, y también de manera mas concreta en la violencia que vivimos en nuestro país, podemos pensar y decir muchas cosas pero lo que realmente interesa entender es: ¿De verdad hemos tomado conciencia de que la violencia nos está invadiendo por todos lados? ¿Nos preocupa o nos hemos acostumbrado ya a la violencia? ¿Qué estamos haciendo en nuestras familias, en nuestra comunidad para arrancar de fondo la raíz que produce la violencia en nuestras vidas? ¿Habremos entendido ya nosotros los cristianos católicos que el mundo sólo cambiara si trabajamos en serio por la conversión de cada hombre y de cada mujer? Poco tiempo antes de morir asesinado el primer presidente católico de los Estados Unidos: Jonh F. Kennedy, dijo: “La humanidad tiene que acabar con la guerra antes de que la guerra acabe con la humanidad”. Nunca el fuego se ha apagado con más fuego sino siempre con algo que no sea fuego, por eso se comportan como unos necios aquellos que en el mundo pretenden sembrar la paz cultivando la violencia, en toda la historia de la humanidad la violencia no ha hecho más que destruir a la misma humanidad y nos seguirá destruyendo mientras cada uno no hagamos lo que nos corresponde como cristianos para hacerle desaparecer en primer lugar de nuestras vidas. Cuando el Papa Juan Pablo II, visitó nuestro país en 1996, nos invitó a todos los salvadoreños a que fuéramos "Artesanos de la paz" y oró también para que El Salvador, Jesucristo, salve a El Salvador". ¿Pero hay paz en nuestro país? ¿Hicimos caso todos los salvadoreños de la invitación que el santo padre Juan Pablo II, nos hizo en aquella ocasión? Muy pocos. Hermanos, tenemos que pensar en la violencia que hace sufrir al mundo entero pero también en la violencia que hace sufrir a nuestras familias, a nuestras comunidades y pueblos pero, no pensar por pensar, sino pensar para tomar conciencia y orar para que cambie esta realidad que esta haciendo, como nos ha dice ahora el Papa Benedicto XVI, desafortunado a nuestro tiempo y a los que en el vivimos. Orar porque el Señor todo lo puede pero, comprometernos también nosotros, cada uno en su lugar, en aquello que él nos ha delegado como hijos e hijas suyos que somos. Estoy plenamente seguro y se lo digo a mis feligreses continuamente, este mundo no lo van a cambiar los gobernantes ni los políticos o políticas gubernamentales de nuestros países, esta sociedad la cambiaremos nosotros cuando nos encontremos verdaderamente con Jesucristo que es camino, verdad y vida, y encontrándonos con el podamos asimilar el mensaje del evangelio en nuestra propia vida. Tomémonos con seriedad y responsabilidad nuestro compromiso de educadores, sea un padre o madre responsable, un ciudadano responsable, no les eche la culpa a los otros, responsabilícese y comencemos nosotros por evitar la violencia. Pero ante todo oremos más, perseveremos más en la oración, en familia, y como iglesia. Porque recuerde que no estamos exentos de ser parte de este fenómeno. Que Dios nos bendiga y nos ayude ahora más que nunca.

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