jueves, 8 de septiembre de 2011

VIGESIMO CUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

“Señor, cuantas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano?"


(Mt.18, 21-35)

Por. Rev. Alexander Díaz

El evangelio de este domingo, es retador y hasta cierto punto duro para aplicar en nuestras vidas, porque nos toca una de las partes que son más difíciles de entender, ya que el perdón no es fácil, porque es cerrar una herida sin pedir explicaciones. El perdón es uno de los inventos descabellados por Dios, que cuesta entenderlo y más aceptarlo y aplicarlo.

A Pedro le resultaba difícil entenderlo y para sentirse aliviado va con el maestro a preguntar, para salir de esa confusión, le dice: “Señor, cuantas veces tengo que perdonar las ofensas de mi hermano?, hasta siente veces?, Jesus le contesto: No te digo hasta siente, sino hasta setenta veces siete… (Mt.18,21-22)

Es decir, siempre. Será necesario un cambio interior grande para realizar este perdón. Primero para entenderlo. Luego, para aplicarlo en circunstancias donde es natural que surja el odio y la venganza. Después, hay que pedir fuerza para vivirlo por encima de sentimientos contrarios.

Amar a quién nos ama es algo común y muy fácil de aplicar, es hacer el bien a quien nos hace el bien. Todos los seres humanos lo hacen, más o menos. Pero el seguidor de Cristo debe vivir un amor superior. Debe amar también cuando le ofenden y le persiguen. Debe perdonar, elemento que no es fácil porque nuestra fragilidad humana se niega a aceptarlo.

Cuando Pedro habla de siete veces, está cogiendo el número de la perfección espiritual. Jesús le contesta hasta setenta veces siete; lo que quiere decir es que hay que perdonar siempre que el ofensor esté en disposición de ser perdonado.

Jesús nos habla de forma explícita, nos dice que no hay que llevar cuenta de las veces que hemos perdonado, no tiene sentido guardar cuentas de las ofensas que hemos recibido, que ganamos con eso? Lo que ganamos es amagar mas nuestra vida y hundirnos más en la miseria del odio y la desesperación.

Si Dios llevase cuenta de nuestras ofensas, estaríamos perdidos, porque lo ofendemos continua y desmedidamente. Por tanto debemos de olvidar y borrar de nuestra memoria las veces que hemos perdonado y las veces que nos han ultrajado.

Decía la Madre Teresa que “El perdón es una decisión, no un sentimiento, porque cuando perdonamos no sentimos más la ofensa, no sentimos más rencor. Perdona, que perdonando tendrás en paz tu alma y la tendrá el que te ofendió”


Perdonar de corazón es uno de los grandes retos de los hombres. Perdonar como somos perdonados. Sólo el que se da cuenta de lo que es el pecado como ofensa a Dios, un auténtico misterio de iniquidad, puede percibir la grandeza de un Dios que perdona y aprender ese difícil y divino modo de amar.

“Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, rezamos cada día, quizá muchas veces. El Señor espera esta generosidad que nos asemeja al mismo Dios. Porque si vosotros perdonáis a otro sus faltas, también os perdonará vuestro Padre celestial.

Esta disposición forma parte de una norma frecuentemente afirmada por el Señor a lo largo del Evangelio: Absolved y seréis absueltos. Dad y se os dará... La medida que uséis con otros, ésa se usará con vosotros. Jesús nos anima a adquirir el habito del perdón tal y como Dios hace con nosotros. El señor vino a darle corazón al perdón humano, desde ahí, desde el corazón es desde donde debemos entender esta parábola que hoy escuchamos.

  • Para perdonar debemos de tener en cuenta algunos elementosonar con misericordia a los que nos han ofendido.

  • Perdonarnos a nosotros mismos.

  • Somos reflejos del perdón de Dios para nuestros hermanos y para nosotros mismos.

Para el perdón cristiano es muy importante tener conciencia de sentirse perdonados por Dios, ya que el perdón adquiere sentido cuando se ve con los ojos de Dios y desde su dimensión divina, sin ella, se vuelve una simple farsa o un sinsentido.

Solo quien perdona a su prójimo puede esperar perdón de Dios, es lo que Jesús nos ha dicho en el evangelio de este domingo, ya que cada pecado que comentemos contra El, es una falta grande. En resumen, debemos perdonar de corazón. Dios mira el corazón; es ahí donde se fragua el pecado, es también en donde debe fraguarse el perdón. Amen

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