sábado, 21 de agosto de 2010

XXI DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Alguien le preguntó: Señor, ¿son pocos los que se salvan?
Lc 13, 22-30


La salvación es un tema que hoy no está públicamente presente en muchas personas. Muy pocas veces vemos en los medios de comunicación social una referencia a la salvación que nos trae Jesús. Si preguntamos a muchos cristianos qué es eso de la salvación probablemente también se quedarán en la duda de no poder expresar con palabras un contenido tan amplio.

La salvación es nada más y nada menos que estar en Dios, vivir en plenitud una vida eterna presente ya en nuestra vida diaria.

Cuando le preguntan a Jesús sobre el número de personas que se salvan no da ninguna cantidad sino lo que hace es decirle qué es lo que hay que hacer para salvarse. Es una manera muy pedagógica de enfrentar a la persona con su propia realidad. La respuesta la tiene que dar cada persona contrastando su vida con el ideal de Cristo. ¿Estás salvado?
Los requisitos que Jesús nos propone no son fáciles y menos para el mundo donde nos movemos donde lo que se persigue es la comodidad, la ley del mínimo esfuerzo y el resultado rápido y eficaz. Veamos las propuestas que nos hace:

- Entren por la puerta estrecha:
La puerta estrecha no es como alguno puede creer una vida llena de sufrimientos, privaciones y sacrificios, cosa por desgracia tan arraigada en personas que se dicen "cristianas" pero que lo que realmente ocultan son sus traumas o conflictos mentales. El cristianismo no es un club de masoquistas donde disfruta más quien más sufre. Hemos sido llamados a la salvación, a vivir en plenitud, pero sé que esa salvación demanda de mí una aceptación plena de Jesús.

La puerta estrecha es el encuentro consigo mismo en la soledad de tu interior. Es ese diálogo interno donde se fragua la aceptación de Cristo. Es la conversión personal en su mayor nivel. La puerta estrecha no son las alabanzas de las personas ni el éxito material, la puerta estrecha es la que me hace entrar al interior de mi yo.

Las antiguas ciudades estaban amuralladas y tenían varias puertas de acceso; por supuesto estaba la puerta principal por donde podía entrar todo tipo de animales, cargas, productos y cualquier otro objeto necesario para la vida de los ciudadanos. Cuando la ciudad amurallada era atacada, lo primero que se cerraba era el portón principal y solamente quedaban para acceder al interior unas pequeñas puertas estrechas. Por estas puertas no podía pasar nada más que una persona y de lado. No podía llevar nada en sus manos, nada sobre sus espaldas u hombros... La puerta estrecha era el lugar por donde solamente podía pasar una sola persona. Creo que Jesús nos invita a este camino de salvación por esta puerta estrecha, la de nuestra realidad despojados de todo lo que obtenemos en la vida.

Hay personas de todas razas y credos que hacen la experiencia de pasar por la puerta estrecha. Aquella persona que se pone ante Dios tal cual es, sin estar rebosando de los logros del mundo está haciendo la experiencia de pasar por ese lugar indicado por Jesús. Ser uno mismo ante Dios, no llevar exceso de equipaje para que nuestra vida no esté llena de temores ante la posible pérdida o robo de las cosas mundanas. Llevar nuestra vida a Dios tal cual es, eso es pasar por la puerta estrecha.

- Estén alerta:
En las sociedades cristianas tenemos el peligro de pensar que nuestra forma de vivir la fe es la más auténtica, la más verdadera. Recuerdo que cuando empezó la libertad religiosa con la aparición de distintos grupos, varias personas se me acercaron preguntándome "cuál era la verdadera..."

Tenemos que estar alertas para vivir una fe llena de Dios y no de nuestros proyectos y presupuestos humanos. Dios no reconoce a quien no es capaz de dejarlo todo por Él a pesar de que compartieron mesa y palabra. Estar alerta es preguntarnos con frecuencia dónde está Dios y dónde estoy yo en este momento de mi vida.

Vivir la fe con alegría y optimismo dejándose llevar por la voluntad de Dios. Vivir el camino así significa tener una existencia no frustrada sino realizada. En este camino del Señor vendrán otras personas de donde menos lo esperamos y compartirán con nosotros el reino de Dios.

Que Dios les bendiga y les haga mas santos.

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